Es importante aclarar que jamás existió el "Pueblo de Israel", más bien debemos hablar de una confederación de tribus con orígenes y tradiciones culturales bien distintas.
Los escritos más antiguos de la Biblia comienzan a datarse hacia el año 1000 a.C., coincidiendo con los reinados de David y Salomón.
En el siglo III a.C. se lleva a cabo la traducción griega que da lugar a la Biblia llamada de Los Setenta, la cual incorporó libros que no estaban en la versión hebrea. Por eso cuando S. Jerónimo compone la Vulgata a finales del s.IV d.C., decide eliminar estos libros, considerándolos apócrifos. Pero el Papa lo obliga a retractarse, quedando la Biblia católica tal como la conocemos ahora.
Los protestantes, en el s.XVI, siguieron el parecer original de Jerónimo, y sus biblias se ajustaron al modelo hebreo ortodoxo.
En cualquier caso, ya hace tiempo que todos los estudiosos valoran la gran importancia de los apócrifos veterotestamentarios.
El primero en establecer un canon bíblico fue el gnóstico Marción (88 - 160 d.C.), para él tan sólo podía considerarse palabra de Dios el Evangelio de Lucas y una versión expurgada de diez cartas de Pablo.
La práctica totalidad de las iglesias respondieron aceptando los cuatro Evangelios y las famosas 13 epístolas atribuidas a Pablo, lo cual excluía muchos escritos cristianos que circulaban con la consideración de revelados, como por ejemplo la Carta a los Hebreos o el Apocalipsis; también quedaban sin reconocerse varias cartas paulinas.
En el año 367, cuando Atanasio de Alejandría emplea la palabra "canon" para referirse a la Biblia, y enumera los 27 libros actuales del Nuevo Testamento. Todas las iglesias aceptaron su parecer.
En cuanto al Antiguo Testamento, tras la destrucción del Templo en el año 70, sabemos que se impone la corriente farisaica, lógico, por otra parte, pues era la única posibilidad de mantener vivo el judaísmo.
Hacia el año 900 d.C., un grupo de escribas eruditos (los masoretas) deciden crear también un texto canónico, añadiendo comentarios explicativos (masora) y colocando signos vocálicos, de modo que los primeros textos completos de la Biblia hebrea son del s.X, sin embargo podemos asegurar que mantuvieron la fidelidad de los antiguos manuscritos, y así lo atestiguan los escritos hallados en Qumrán, anteriores al año 50.
Volviendo al Nuevo Testamento, diremos que se conocen unos cinco mil quinientos manuscritos que abarcan desde finales del s.II hasta el s.XIII; el más antiguo es el Codex Sinaiticus, del s.IV, encontrado en el monasterio de Santa Catalina, en el Sinaí.
Otros importantes manuscritos, algo posteriores, son el códice Alexandrinus, el Vaticanus y el Bezae.
Los textos neotestamentarios presentan importantes variaciones entre sí, lo que nos obliga a agruparlos en tres familias principales:
- Alejandrina
- Occidental
- Bizantina
La mayoría de los manuscritos pertenecen a esta última tradición, y se han convertido en el fundamento del "textus receptus", en la base de todas las traducciones modernas.
Además de la Biblia de los Setenta y la Vulgata, se llevó a cabo una traducción oriental en lengua siriaca. Igualmente hemos de destacar la traducción de la Biblia al eslavo, sus autores fueron los misioneros griegos Cirilo y Metodio.
Ese antiguo idioma eslavo se convirtió en la lengua litúrgica de las iglesias orientales. Además crearon una peculiar notación para plasmar mejor la fonética eslava, es el alfabeto cirílico, presente en nuestros días.
En 1751 se publica en S. Petersburgo la "Biblia de Isabel", que desde entonces pasó a ser el texto canónico de la Iglesia Rusa y otros patriarcados eslavos.
La traducción al alemán que en 1522 realizara Martín Lutero, inicia un periodo de publicaciones de la Biblia en las distintas lenguas vernáculas.
Curiosamente la primera traducción a una lengua indígena del Nuevo Mundo la hizo el misionero protestante John Eliot en 1663, en el idioma de los indios de Massachusetts; lamentablemente todos esos indios fueron exterminados y hoy día nadie habla ese idioma.
BIBLIA Y MITOLOGÍA
En el yacimiento de Kuntillet Ajrud, en Samaría, del s.VIII a.C, se descubrió una pintura que representa la figura semidesnuda de una mujer, y debajo una inscripción que dice: «YAHVEH DE SAMARÍA Y SU ASER», donde Aser o Asherah es la Diosa Madre Cananea. Lo cual demuestra que el monoteísmo nunca tuvo un arraigo generalizado.
Pero el Génesis bebe, básicamente, de las fuente mitológicas de Babilonia, donde el dios supremos lucha con un malvado dios marino.
Marduk, dios de los cielos y la tormenta vence a la serpiente marina Tiamat. Y aunque en el Génesis no existe a priori conflicto entre dioses, sí hay una oposición entre el caos acuático y el orden creador de Yahveh; un Yahveh señor de la luz y los cielos. Sin embargo podemos encontrar rastros de leyendas donde Yahveh lucha con el monstruo marino.
Además, la palabra "tehom" (abismo) podría estar emparentada con Tiamat. Y un trasunto de este mito del dios de la tormenta debelador del dios marino podemos verlo de nuevo en la salida de Egipto de los israelitas; el viento (principio celestial, el Espíritu de Dios que se mueve sobre las aguas) separa el mar y los hebreos pueden cruzar el Mar Rojo a pie enjuto.
Por eso es imposible saber a ciencia cierta si son históricos muchos episodios bíblicos o, lisa y llanamente, son adaptaciones de leyendas egipcias, mediterráneas o de Oriente Medio.
Por otra parte las divinades cananeas aparecen constantemente en el A.T.
Los dioses de mayor relevancia eran El, Baal y Aser. Y muchas de sus caractérísticas fueron asumidas por el Dios hebreo.
El mito cananeo más importante nos habla de la lucha entre Baal -dios de la tormenta- y Yam -monstruo marino que simboliza el caos- por lograr el dominio del mundo. Yam, también es denominado Leviatán, y es el equivalente mesopotámico de Tiamat.
El triunfo fue para Baal, y decidió poner orden en el caótico desorden del mundo. Así, entre otras cosas, estableció las estaciones y los ciclos agrícolas; tal y como podemos leer en el Salmo 74:12-17 (Salmo 73, según la notación antigua):
"Pero tú, oh Dios, eres mi Rey desde el principio, tú lograste victorias en medio de la tierra: deshiciste el Mar con tu poder y quebraste las cabezas del dragón marino; aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste como alimento a las fieras del desierto. Hiciste brotar manantiales y torrentes, secaste los ríos caudalosos; tuyo es el día, tuya también la noche, tú afirmaste la luna y el sol; fijaste las fronteras de la tierra, formaste el verano y el invierno."
Leviatán era representado como un dragón de siete cabezas, y así aparece en una placa de concha mesopotámica del mediados del III milenio.
Volviendo a Baal, una vez que derrotó a Yam-Leviatán, convirtiéndose por tanto en rey de la Tierra, el dios supremo El lo recompensó con una residencia adecuada a su rango: el gran templo de Ugarit, muy famoso en la antigüedad.
Baal, señor de los cielos, poseía el rayo como una de sus principales armas, y así se lo representa en algunas estatuillas que han llegado hasta nosotros.
En varios lugares de la Biblia se identifica al maligno, al monstruo primigenio del caos, como un dragón o serpiente marina (incluso una serpiente sin más, como sucede al comienzo del Génesis), y recibe los nombres de Leviatán, Ráhab, la Bestia... Isaías se refiere a Egipto como "Rahab la ociosa" (Isaías 30, 7). También en los apocalipsis de Daniel y Juan, el mal está simbolizado en terroríficos monstruos marinos.
GÉNESIS
El Génesis contiene dos relatos distintos de la Creación. El primero de los cuales comienza en el capítulo I y nos habla de cómo Yahveh va creando las distintas partes del Universo a lo largo de una semana. La culminación es la creación del hombre; y ahí termina esta primera parte: en el capítulo 2, versículo 3.
En el siguiente versículo comienza una nueva historia: la creación del hombre y cómo perdió el Paraíso. Este segundo relato es el más antiguo, y su fecha sería de época Davídica-Salomónica (hacia el 950 a.C.); el relato que en el Génesis aparece en primer lugar (hasta el capítulo 2, versículo 3) data de los teólogos postexílicos (400 a.C.)
Los maestros judíos de la Antigüedad, como muchos cristianos después de ellos, prefirieron la ingenuidad teológica al análisis histórico o literario para explicar las contradicciones de los textos.
Para el cristianismo la pérdida del Paraíso por culpa del pecado supone el comienzo de una esperanza que culminará con la venida de Cristo para redimir a toda la humanidad.
El primer versículo del Génesis es un claro añadido, pues la función de Yahveh no es creadora, sino ordenadora. Dios se encuentra hecha la Creación: "La Tierra estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Yahveh se movía sobre las aguas"
A partir de ahí Yahveh domina el Caos existente y lo ordena. Y a pesar de las interpolaciones creacionistas queda clara su labor meramente organizadora.
GÉNESIS 1.- El comienzo del Génesis es muy parecido a la Teogonía de Hesíodo. De alguna manera, Yahveh asume el papel de un Caos eterno, sin principio ni fin, sólo que la Creación no procede de Él, sino que la hace surgir de la nada.
“En el principio creó Yahveh el Cielo (Ouranos) y la Tierra (Gaia); la Tierra, empero, estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas”
Este “abismo” está relacionado, una vez más, con el Caos (Kaos) hesiódico, y ésa es su traducción literal: abismo (Muy curiosa también esa extraña imagen del Espíritu de Dios moviéndose sobre las aguas, cual alma en pena).
Ahora se nos muestra una realidad desasosegante, un amasijo informe de tierra, espacio y aguas infinitas donde reina la oscuridad. Para acabar con ese “caos” -en el sentido coloquial- Yahveh crea la luz. En el segundo día, el buen Dios, fabrica un magnífico firmamento a fin de separar las aguas terrestres de las celestiales y, al siguiente, organiza la Tierra canalizando ríos y mares y tapizándola con el manto vegetal.
Al cuarto día ordena el firmamento, colocando en su parte más alta los astros, para que “distingan el día y la noche, y señalen los tiempos o las estaciones, los días y los años”. A la mañana siguiente se levanta temprano para crear los animales marinos y las aves. Los animales terrestres los reserva para el sexto día, tanto los domésticos como los salvajes, todos van tomando forma. Guarda el Génesis una mención especial para los reptiles, animales que se arrastran por la tierra, pues en varias culturas, incluida la hebrea, arrastran (valga el retruécano) el estigma de impuros. Acabando el día “Creó, pues, Dios al Hombre a su imagen y semejanza: a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. A continuación los bendice y anima para que dominen el mundo y crezcan y se multipliquen «y añadió Yahveh: - "Ved que os he dado todas las yerbas, las cuales producen simiente de su especie, para que os sirvan de alimento a vosotros”».
Como podemos ver, no hay prohibiciones especiales, ni árboles de la Vida, ni de la Ciencia, ni tabúes caprichosos. Será en el siguiente capítulo, que bebe de otra tradición más esotérica y claramente mazdeísta, en donde se revise todo el proceso creativo del ser humano y, a pesar de los esfuerzos conciliadores, asistamos a un nuevo relato, totalmente distinto de lo leído hasta aquí.
GÉNESIS 2.- “Quedaron, pues, acabados los cielos y la Tierra, y todo el ornato de ellos. Y completó Yahveh al séptimo día la obra que había hecho; y en el séptimo día reposó de todas las obras que había acabado. Y bendijo el día séptimo”.
Pero la Tierra es un infinito desierto, “porque el Señor Dios no había aún hecho llover sobre la Tierra, ni había hombre que la cultivase”. Afortunadamente no todo es un páramo inhabitable, “salía, empero, de la tierra una fuente que iba regando toda la superficie de la Tierra”. Obviamente estamos ante una tradición mesopotámica: los ríos Tigris y Eúfrates riegan “toda la Tierra”.
Allí, sobre la marcha, forma Dios al hombre, con barro. Luego “le inspiró en el rostro un soplo de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma racional”.
Con esta nueva criatura va a tener Yahveh una deferencia muy especial: “Había plantado el Señor Dios, desde el principio, un jardín delicioso en que colocó al hombre que había formado, y en donde el Señor Dios había hecho nacer, de la Tierra misma, toda suerte de árboles hermosos a la vista, y de frutos suves al paladar; y también el Árbol de la Vida en medio del Paraíso, y el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal”.
De allí partían 4 ríos –Pisón, Geón, Tigris y Eúfrates- que circulaban por regiones llenas de oro. Este paraíso es puesto por Yahveh a disposición del hombre, eso sí, a condición de que no coman del fruto que cuelga del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, “porque en cualquier día que comieres de él, infaliblemente morirás”.
Lanzada la admonición, termina Yahveh su obra creando a todos los animales, y los hace desfilar delante del homínido para que les ponga nombre, como reyezuelo de la Creación que es.
Por último crea a la mujer, el más maligno, astuto, fascinante y mortífero de los animales.
GÉNESIS 3.- Aquí se relata la consabida caída de Adán y Eva.
"Dijo entonces la serpiente a la mujer: - ¡Oh! ciertamente que no moriréis, sabe empero Yahveh que, en cualquier tiempo que comiereis de él, se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores de todo, del bien y del mal".
Y efectivamente, comido que fue el susodicho fruto -a instancias de la malvada serpiente- "se les abrieron a entrambos los ojos [...] Y dijo [Yahveh]: - Ved ahí a Adán que se ha hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora pues echémoslo de aquí, no sea que alargue su mano y tome también del fruto del árbol de conservar la vida, y coma de él y viva para siempre".
Así pues, Yahveh nos expulsó del Paraíso porque nos temía.
GÉNESIS 4 - 5.- Eva pare a Caín, y luego a Abel.
Las ofrendas de Caín, el agricultor, no son del agrado de Yahveh, parece ser que debido a la maldad de aquél; en cambio, los sacrificios del pastorcillo Abel son siempre bien recibidos por el Señor. Al final, como ya sabemos, la cosa acaba en tragedia.
Evidentemente, la leyenda exalta el modo de vida pastoril, frente a las culturas agrícolas. Recordemos que los israelitas comenzaron siendo tribus transhumantes que se desplazaban con sus ganados en busca de pastos, saqueando y rapiñando las ciudades que se dedicaban a la agricultura.
Este enfrentamiento ya lo encontramos en el relato sumerio del pastor Dumuzi y el agricultor Enkimdu, en el que ambos rivalizan por la mano de la diosa Inanna. También la diosa preferirá al pastor, aunque en este caso hay final feliz porque Dumuzi y Enkimdu se reconcilian. Seguramente porque la sociedad sumeria era básicamente agrícola y se encontraba altamente desarrollada, comprendiendo que ambos modos de vida son compatibles.
Es curioso que D. Félix Torres Amat feche el asesinato de Abel en el 4003 a.C.
Ésta es la genealogía desde Adán a Noé:
Adán .............. a los 130 años engendró a Set
Set ..................." .... 105 .............." ............ Enós
Enós ............... " ..... 90 .............. " ............ Cainán
Cainán ............ " .... 70 .............. " ............ Malaleel
Malaleel.......... " .... 65 .............. " ............ Jared
Jared .............. " ..... 162 ............ " ............ Enoc
Enoc ............... " ...... 65 .............. " ........... Matusalén
Matusalén ..... " ...... 187 ............." ........... Lamec
Lamec ............ " ...... 182 ............." ........... Noé
Noé ................. " ...... 500 ........... " ........... Sem, Cam y Jafet
____________
SUMAN ... ............ 1556 años.
Hasta aquí, contamos con datos fiables. Cien años más tarde, o sea el 1656 desde la creación de Adán, comenzó el Diluvio.
GÉNESIS 6 - 10.- "Viendo los hijos de Dios la hermosura de las hijas de los hombres, tomaron de entre todas ellas por mujeres las que más les agradaron". Y de este bizarro cruce nace una nueva raza de seres portentosos: los gigantes.
Es evidente que se sigue la tradición helénica de los héroes. Esto se refuerza con la leyenda de Noé (Deucalión, en la mitología griega) y el versículo del holocausto ofrecido por Noé a Yahveh tras el Diluvio: "Y edificó Noé un altar al Señor y, cogiendo de todos los animales y aves limpios, ofreció holocaustos sobre el altar. Y Yahveh se complació en aquel olor de suavidad".
A los dioses olímpicos también les complacía el aroma de los bichos tostándose en los altares.
Hemos de hacer notar que cuando la Biblia habla de “los hijos de Yahveh”, se refiere a los ángeles, mas no en el sentido de el Espíritu de Yahveh más o menos materializado, sino de unos diosecillos menores, aunque similares en poder a Él, solo que supeditados a su mandato. De nuevo sería muy acertado hablar del símil olímpico.
Yahveh asiste desolado a la corrupción del género humano. Y se arrepintió de su creación, así que decide exterminar a toda la humanidad. ¿A toda?, bueno, no; al cabo echa cuentas y se percata de que Noé y su familia merecen seguir vivos por lo que se pone en contacto con él y le avisa con tiempo de lo que va a suceder.
Sin pérdida de tiempo, construye Noé un arca que le permitirá sobrevivir a él, a su familia y a un montón de bicharracos. Lo demás es de sobra conocido.
Resumiendo:
Desapareció por siempre jamás la estirpe de Caín, y todos nosotros somos descendientes de Noé y señora, y de Sem, Cam y/o Jafet (y las respectivas). Aunque bien es verdad que siempre nos cabrá la duda de si alguna de las nueras de Noé no sería vástaga del cainita. Yo, por tal me tengo.
Adán .............. a los 130 años engendró a Set
Set ..................." .... 105 .............." ............ Enós
Enós ............... " ..... 90 .............. " ............ Cainán
Cainán ............ " .... 70 .............. " ............ Malaleel
Malaleel.......... " .... 65 .............. " ............ Jared
Jared .............. " ..... 162 ............ " ............ Enoc
Enoc ............... " ...... 65 .............. " ........... Matusalén
Matusalén ..... " ...... 187 ............." ........... Lamec
Lamec ............ " ...... 182 ............." ........... Noé
Noé ................. " ...... 500 ........... " ........... Sem, Cam y Jafet
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SUMAN ... ............ 1556 años.
Hasta aquí, contamos con datos fiables. Cien años más tarde, o sea el 1656 desde la creación de Adán, comenzó el Diluvio.
GÉNESIS 6 - 10.- "Viendo los hijos de Dios la hermosura de las hijas de los hombres, tomaron de entre todas ellas por mujeres las que más les agradaron". Y de este bizarro cruce nace una nueva raza de seres portentosos: los gigantes.
Es evidente que se sigue la tradición helénica de los héroes. Esto se refuerza con la leyenda de Noé (Deucalión, en la mitología griega) y el versículo del holocausto ofrecido por Noé a Yahveh tras el Diluvio: "Y edificó Noé un altar al Señor y, cogiendo de todos los animales y aves limpios, ofreció holocaustos sobre el altar. Y Yahveh se complació en aquel olor de suavidad".
A los dioses olímpicos también les complacía el aroma de los bichos tostándose en los altares.
Hemos de hacer notar que cuando la Biblia habla de “los hijos de Yahveh”, se refiere a los ángeles, mas no en el sentido de el Espíritu de Yahveh más o menos materializado, sino de unos diosecillos menores, aunque similares en poder a Él, solo que supeditados a su mandato. De nuevo sería muy acertado hablar del símil olímpico.
Yahveh asiste desolado a la corrupción del género humano. Y se arrepintió de su creación, así que decide exterminar a toda la humanidad. ¿A toda?, bueno, no; al cabo echa cuentas y se percata de que Noé y su familia merecen seguir vivos por lo que se pone en contacto con él y le avisa con tiempo de lo que va a suceder.
Sin pérdida de tiempo, construye Noé un arca que le permitirá sobrevivir a él, a su familia y a un montón de bicharracos. Lo demás es de sobra conocido.
Resumiendo:
Desapareció por siempre jamás la estirpe de Caín, y todos nosotros somos descendientes de Noé y señora, y de Sem, Cam y/o Jafet (y las respectivas). Aunque bien es verdad que siempre nos cabrá la duda de si alguna de las nueras de Noé no sería vástaga del cainita. Yo, por tal me tengo.
El relato del Diluvio es prácticamente igual al cuento sumerio de Utnapishtim, incluido en la epopeya de Gilgamesh. Aunque esta leyenda también se halla presente en otras mitologías, como la helénica, donde Deucalión y Pirra, son los humanos que lograrán salvarse a bordo de un barco.
Reúne Yahveh a Noé y su familia y repite el paripé que ya hiciera con Adán y Eva, bendiciéndolos a todos y exhortándolos a que se multipliquen y dominen la Tierra; de todo podrán comer, excepto –esta vez no serán manzanas de la Sabiduría- carne con sangre. Más adelante, cuando lleguemos a Moisés, se ampliará la lista de prohibiciones gastronómicas.
Al tiempo, Noé plantó una viña, bebió vino y se emborrachó, quedando desnudo en su tienda. Cam lo vio y les dijo a sus hermanos el estado en que se encontraba el patriarca, los cuales, sin mirar, cubrieron a su padre con una manta.
Enterado Noé de lo sucedido, maldijo a Cam por haberle visto la mingolina, y bendijo a Sem y Jafet, haciendo a los descendientes de Cam esclavos de la estirpe de Sem y Jafet.
Los descendientes de Jafet ocuparon las “islas de las naciones y las diversas regiones”. Nietos de Jafet son: Elisa (la Dido tiria, princesa que se enamoró de Eneas), Tarsis (epónimo de los tartesios) y Quitim (el antecesor de los romanos y otros pueblos mediterráneos).
Descendientes de Cam fueron Saba, Acad, Asur (el fundador de Nínive), los filisteos, fenicios, cananeos, babilonios... En definitiva todos aquellos epónimos de los pueblos que serán enemigos de Israel. De Sem derivan los propios israelitas y también los arameos, sabeos, elamitas, asirios y los de Ofir. Como vemos, se repiten algunos linajes.
Mención especial merece la figura de Nemrod, nieto de Cam, cuyo nombre significa “rebelde”, quizá porque se rebelara para erigirse en rey. Tuvo fama de ser un gran cazador, o sea un tipo rudo, cruel y sanguinario, habría fundado Nínive tras el fracasado proyecto de la torre de Babel (o sea de Babilonia).
GÉNESIS 11.- Se nos cuenta el episodio de la Torre de Babel, que aconteció en tierra de Sennaar. Suponemos que tiene que ver con los zigurats babilónicos. Es una inocente leyenda para explicar la diversidad de lenguas que utiliza el género humano.
Enterado Noé de lo sucedido, maldijo a Cam por haberle visto la mingolina, y bendijo a Sem y Jafet, haciendo a los descendientes de Cam esclavos de la estirpe de Sem y Jafet.
Los descendientes de Jafet ocuparon las “islas de las naciones y las diversas regiones”. Nietos de Jafet son: Elisa (la Dido tiria, princesa que se enamoró de Eneas), Tarsis (epónimo de los tartesios) y Quitim (el antecesor de los romanos y otros pueblos mediterráneos).
Descendientes de Cam fueron Saba, Acad, Asur (el fundador de Nínive), los filisteos, fenicios, cananeos, babilonios... En definitiva todos aquellos epónimos de los pueblos que serán enemigos de Israel. De Sem derivan los propios israelitas y también los arameos, sabeos, elamitas, asirios y los de Ofir. Como vemos, se repiten algunos linajes.
Mención especial merece la figura de Nemrod, nieto de Cam, cuyo nombre significa “rebelde”, quizá porque se rebelara para erigirse en rey. Tuvo fama de ser un gran cazador, o sea un tipo rudo, cruel y sanguinario, habría fundado Nínive tras el fracasado proyecto de la torre de Babel (o sea de Babilonia).
GÉNESIS 11.- Se nos cuenta el episodio de la Torre de Babel, que aconteció en tierra de Sennaar. Suponemos que tiene que ver con los zigurats babilónicos. Es una inocente leyenda para explicar la diversidad de lenguas que utiliza el género humano.
Tras la dispersión de los malvados humanos que desafiaron a Yahveh, viene otra relación genealógica.
Noé ..................................... en el 1556 engendró a Sem
Sem ..................................... a los 100 años engendró a Arfaxad
Arfaxad ..................................... “ 35 .............................“ Sale
Sale .............................................“ 30 .............................“ Heber
Heber .........................................“ 34 .............................“ Faleg
Faleg ..........................................“ 30 .............................“ Reu
Reu .............................................“ 32 .............................“ Sarug
Sarug ..........................................“ 30 .............................“ Nacor
Nacor .........................................“ 29 ..............................“ Tare
Tare ...........................................“ 70 ..............................“ Abram, Nacor y Arán
________
Que suma 1946 años.
Noé ..................................... en el 1556 engendró a Sem
Sem ..................................... a los 100 años engendró a Arfaxad
Arfaxad ..................................... “ 35 .............................“ Sale
Sale .............................................“ 30 .............................“ Heber
Heber .........................................“ 34 .............................“ Faleg
Faleg ..........................................“ 30 .............................“ Reu
Reu .............................................“ 32 .............................“ Sarug
Sarug ..........................................“ 30 .............................“ Nacor
Nacor .........................................“ 29 ..............................“ Tare
Tare ...........................................“ 70 ..............................“ Abram, Nacor y Arán
________
Que suma 1946 años.
Y ésa es la fecha en que fue engendrado Abram (más adelante cambiará su nombre por Abraham, que es como lo conocemos) . Tanto él como sus hermanos nacieron en Ur, famosa ciudad caldea.
Arán tuvo tres hijos: Lot, Melca y Jesca. Arán falleció, y su hija Melca se casó con su tío Nacor. Abram, por su parte, matrimonió con Sarai.
Tare decidió ir en busca de mejores tierras, y partió junto con Abram, Sarai y Lot rumbo a Harán (viaje larguísimo de unos 500 Kms.), con ánimo de pasar luego a la tierra de Canaán. Pero no pudo lograr su objetivo, y en Harán murió.
GÉNESIS 12 - 13.- Es éste uno de los capítulos más importantes, en él se nos cuenta que Abram es elegido por Yahveh para ser origen de una gran nación. La introducción es abrupta, no se explica por qué ha sido merecedor de tan alto gallardón, ni qué virtudes adornaban al gran patriarca (más adelante veremos que era un tipo bastante lerdo), tan sólo le ordena que se ponga en marcha, y listo.
Tare decidió ir en busca de mejores tierras, y partió junto con Abram, Sarai y Lot rumbo a Harán (viaje larguísimo de unos 500 Kms.), con ánimo de pasar luego a la tierra de Canaán. Pero no pudo lograr su objetivo, y en Harán murió.
GÉNESIS 12 - 13.- Es éste uno de los capítulos más importantes, en él se nos cuenta que Abram es elegido por Yahveh para ser origen de una gran nación. La introducción es abrupta, no se explica por qué ha sido merecedor de tan alto gallardón, ni qué virtudes adornaban al gran patriarca (más adelante veremos que era un tipo bastante lerdo), tan sólo le ordena que se ponga en marcha, y listo.
“Y dijo Yahveh a Abram: - Sal de tu tierra, y de tu parentela, y de la casa de tu padre, y ven a la tierra que te mostraré. Y yo te haré cabeza de una nación grande y bendecirte he, y ensalzaré tu nombre y tú serás bendito”.
Así que cogió los bártulos, a la Sarai y a Lot -el sobrino medio tonto- y se encaminaron hacia la misteriosa tierra de Canaán. Y vio que no era para tanto. Y por aquellos andurriales andaba transhumante cuando, héteme aquí, que sobrevino en la zona una gran hambruna que le obligó a bajar a Egipto para comprar grano.
Pero Abrán tiene miedo de que los egipcios lo maten por ser el esposo de la bella Sarai, así que le ruega se haga pasar por su hermana. La Sarai entra a formar parte del harén faraónico y el cabronazo de Abrán salva el pellejo a cambio de una hermosa cornamenta. Pero como los planes de Yahveh no eran estos, acaba la cosa en plagas y calamidades.
Descubierto el enredo, el Faraón los deja regresar a Canaan.
De vuelta al hogar surgen roces entre Abram y Lot por el uso y disfrute de los pastos, así que deciden tomar caminos distintos. Lot se asienta en el fértil valle del Jordán, en la ciudad de Sodoma.
Marchado que fue el sobrino díscolo, Yahveh vuelve a sellar su pacto con Abram: “Levántate y ve recorriendo ese país a lo largo y a lo ancho, porque a ti he de dártelo”. Y lo que manda Dios bien mandado está; Abram, removiendo su pabellón, se pone en camino, yendo a morar junto al valle o encinar de Mambre, que está al pie de la ciudad de Hebrón, edificando allí un altar.
NOTA.- Hacia el 2000 a.C. grupos nómadas semíticos desestabilizan la zona del Creciente Fértil, llegando en sus correrías hasta Egipto.
En torno al 1800 a.C. esos grupos están altamente sedentarizados en la zona de Canaán. Este hecho viene corroborado por los textos de dos series epigráficas conocidas como Tablillas Execratorias.
La primera serie procede de Luxor, y habla de unos príncipes asiáticos considerados enemigos de Egipto; la época puede datarse en torno al 1850 a.C., y por la onomástica deducimos que los invasores son amorreos de Mesopotamia. En esta época debemos situar al patriarca Abram (o Abraham).
La segunda serie de dichos textos execratorios se sitúan hacia el 1800 a.C., proceden de Saqqara, y presentan un panorama más tranquilizador: los asiáticos de Canaán están sedentarizados, se dedican a la agricultura y han logrado la unificación política local. Aunque, como veremos más adelante, esto no impedirá que desde Palestina llegue a Egipto la invasión de los hicsos siglo y medio más tarde.
GÉNESIS 14.- Pero los reyezuelos cananeos entraron en guerra, y uno de los derrotados fue el de Sodoma, por lo que esta ciudad será saqueada por el enemigo, y su población hecha cautiva. Entre ellos estaba Lot y todo su clan.
“Cuando oyó Abrán que Lot, su sobrino, había sido hecho prisionero, escogió entre sus criados a 318, armados a la ligera” y fue tras los agresores. Una vez localizados, los atacó de noche y los puso en desbandada. Lot y toda su familia fueron liberados, y los rebaños y riquezas recuperados. Luego fue recibido con pompa y boato por los reyes de Sodoma y de Salem (la antigua Jerusalén = Hiero-Salem, o sea Sagrada-Salem). El de esta ciudad, en concreto, era el extraño rey-sacerdote Melquisedec, que parece trasunto del Mesías esenio: “Melquisedec, rey de Salem, presentando pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, le dio su bendición diciendo: -¡Oh, Abram!, bendito eres del Dios excelso que crió el Cielo y la Tierra” (Génesis 14:18-19).
Así que cogió los bártulos, a la Sarai y a Lot -el sobrino medio tonto- y se encaminaron hacia la misteriosa tierra de Canaán. Y vio que no era para tanto. Y por aquellos andurriales andaba transhumante cuando, héteme aquí, que sobrevino en la zona una gran hambruna que le obligó a bajar a Egipto para comprar grano.
Pero Abrán tiene miedo de que los egipcios lo maten por ser el esposo de la bella Sarai, así que le ruega se haga pasar por su hermana. La Sarai entra a formar parte del harén faraónico y el cabronazo de Abrán salva el pellejo a cambio de una hermosa cornamenta. Pero como los planes de Yahveh no eran estos, acaba la cosa en plagas y calamidades.
Descubierto el enredo, el Faraón los deja regresar a Canaan.
De vuelta al hogar surgen roces entre Abram y Lot por el uso y disfrute de los pastos, así que deciden tomar caminos distintos. Lot se asienta en el fértil valle del Jordán, en la ciudad de Sodoma.
Marchado que fue el sobrino díscolo, Yahveh vuelve a sellar su pacto con Abram: “Levántate y ve recorriendo ese país a lo largo y a lo ancho, porque a ti he de dártelo”. Y lo que manda Dios bien mandado está; Abram, removiendo su pabellón, se pone en camino, yendo a morar junto al valle o encinar de Mambre, que está al pie de la ciudad de Hebrón, edificando allí un altar.
NOTA.- Hacia el 2000 a.C. grupos nómadas semíticos desestabilizan la zona del Creciente Fértil, llegando en sus correrías hasta Egipto.
En torno al 1800 a.C. esos grupos están altamente sedentarizados en la zona de Canaán. Este hecho viene corroborado por los textos de dos series epigráficas conocidas como Tablillas Execratorias.
La primera serie procede de Luxor, y habla de unos príncipes asiáticos considerados enemigos de Egipto; la época puede datarse en torno al 1850 a.C., y por la onomástica deducimos que los invasores son amorreos de Mesopotamia. En esta época debemos situar al patriarca Abram (o Abraham).
La segunda serie de dichos textos execratorios se sitúan hacia el 1800 a.C., proceden de Saqqara, y presentan un panorama más tranquilizador: los asiáticos de Canaán están sedentarizados, se dedican a la agricultura y han logrado la unificación política local. Aunque, como veremos más adelante, esto no impedirá que desde Palestina llegue a Egipto la invasión de los hicsos siglo y medio más tarde.
GÉNESIS 14.- Pero los reyezuelos cananeos entraron en guerra, y uno de los derrotados fue el de Sodoma, por lo que esta ciudad será saqueada por el enemigo, y su población hecha cautiva. Entre ellos estaba Lot y todo su clan.
“Cuando oyó Abrán que Lot, su sobrino, había sido hecho prisionero, escogió entre sus criados a 318, armados a la ligera” y fue tras los agresores. Una vez localizados, los atacó de noche y los puso en desbandada. Lot y toda su familia fueron liberados, y los rebaños y riquezas recuperados. Luego fue recibido con pompa y boato por los reyes de Sodoma y de Salem (la antigua Jerusalén = Hiero-Salem, o sea Sagrada-Salem). El de esta ciudad, en concreto, era el extraño rey-sacerdote Melquisedec, que parece trasunto del Mesías esenio: “Melquisedec, rey de Salem, presentando pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, le dio su bendición diciendo: -¡Oh, Abram!, bendito eres del Dios excelso que crió el Cielo y la Tierra” (Génesis 14:18-19).
El Dios Altísimo de Jerusalén era El-Elyón, con el tiempo se confunden las figuras de Yahveh y El-Elyon, y cuando David conquiste la ciudad sagrada ejercerá las funciones de rey sacerdote, igual que Melquisedec y sus sucesores cananeos.
GÉNESIS 15 - 16.- Pero Abram se lamenta ante Yahveh de que no le da descendencia, y Éste lo tranquiliza: tendrá un heredero a su debido tiempo; y de paso le predice los 400 años de esclavitud en Egipto.
“Entonces el Señor firmó alianza con Abram diciendo: -A tu posteridad daré esta tierra, desde el río del Egipto hasta el grande río Eúfrates”.
Sarai, impaciente, ofrece a su marido su esclava Agar, egipcíaca ella. Abram la dejó preñada, y entonces se le subieron los humos a la esclava, así que Sarai la castiga duramente. Agar, harta de malos tratos, se fuga al desierto; agotada y perdida se para a beber junto a un arroyuelo y allí se le aparece un ángel del Señor que la guiará de regreso, a la vez que le predice que el hijo de sus entrañas será hombre fiero y belicoso que fijará “sus tiendas frente por frente a la de todos sus hermanos”.
Aunque Mahoma reivindicó el origen agareno de los árabes, en realidad los ismaelitas eran un grupo cercano a los judíos que vivían alrededor de Palestina: en Idumea, Moab y Amón.
Agar regresó al campamento de Abram y le parió el tan ansiado hijo. Púsole por nombre Ismael.
GÉNESIS 17.- Han pasado 13 años, y Yahveh vuelve a renovar la alianza con el Patriarca: “Y díjole Yahveh: -Yo soy Yahveh, y mi pacto será contigo, y vendrás a ser padre de muchas naciones”. De paso les cambia el nombre, tanto a él, que pasa a llamarse Abraham, como a su mujer que le dio el de Sara. Y dicta Yahveh un contrato verbal en que ofrece a la descendencia de Abraham la tierra de Canaán, a cambio les exige fidelidad absoluta y circuncisión del miembro viril; vuelve a asegurar el embarazo de Sara y que el niño que nazca se llamará Israel. Luego se retiró Yahveh a sus aposentos.
Visto lo visto, Abraham entiende que no le queda otra que cortar por lo sano, así que reúne a todos los varones a su cargo y se someten todos de modo tajante a la bonita ceremonia de la circuncisión.
GÉNESIS 18.- Un buen día aparecen 3 personajes delante de la tienda de Abraham. El relato es harto confuso, pues, aunque tienen aspecto de hombre (de hecho comen, beben y se lavan) son también una personificación de Yahveh. Sobre todo uno de ellos, que le confiesa que se dirigen a Sodoma y Gomorra para destruirlas. Abraham implora clemencia a este extraño ser, llamándolo Señor. Y mientras los otros dos se pierden de vista camino de Sodoma, Abraham negocia con este Yahveh humanizado la salvación de la corrompida ciudad. Al final tras decirle que evitaría la masacre si al menos hubiese 10 justos, desaparece.
GÉNESIS 19.- Nos enteramos que los otros dos personajes eran ángeles. Y la única explicación que se nos ocurre es que Yahveh ha tomado forma humana junto con dos de sus ángeles para bajar a la Tierra.
Los dos ángeles llegan a Sodoma, y Lot, que reconoce en ellos su calidad divina, los acoge en su casa. Pronto los sodomitas -“todo el pueblo, desde el más joven hasta el más viejo”- llaman a la puerta para que les entregue a tan apuestos varones. Éste, aterrado, les ofrece a sus propias hijas a cambio; pero la abyecta chusma no entra en razón ni quiere tratos con mujeres, sólo se calmarán teniendo trato carnal con los efebos, y comienzan a golpear a Lot. Por fin los ángeles entran en acción y dejan ciegos a los agresores; a continuación meten a Lot en la casa y le comunican que la decisión está tomada, no hay tiempo que perder, toda Sodoma va a perecer a fuego y azufre. Los yernos de Lot no le hacen caso, piensan que el viejo chochea, así que sólo parten el matrimonio y las dos hijas.
GÉNESIS 15 - 16.- Pero Abram se lamenta ante Yahveh de que no le da descendencia, y Éste lo tranquiliza: tendrá un heredero a su debido tiempo; y de paso le predice los 400 años de esclavitud en Egipto.
“Entonces el Señor firmó alianza con Abram diciendo: -A tu posteridad daré esta tierra, desde el río del Egipto hasta el grande río Eúfrates”.
Sarai, impaciente, ofrece a su marido su esclava Agar, egipcíaca ella. Abram la dejó preñada, y entonces se le subieron los humos a la esclava, así que Sarai la castiga duramente. Agar, harta de malos tratos, se fuga al desierto; agotada y perdida se para a beber junto a un arroyuelo y allí se le aparece un ángel del Señor que la guiará de regreso, a la vez que le predice que el hijo de sus entrañas será hombre fiero y belicoso que fijará “sus tiendas frente por frente a la de todos sus hermanos”.
Aunque Mahoma reivindicó el origen agareno de los árabes, en realidad los ismaelitas eran un grupo cercano a los judíos que vivían alrededor de Palestina: en Idumea, Moab y Amón.
Agar regresó al campamento de Abram y le parió el tan ansiado hijo. Púsole por nombre Ismael.
GÉNESIS 17.- Han pasado 13 años, y Yahveh vuelve a renovar la alianza con el Patriarca: “Y díjole Yahveh: -Yo soy Yahveh, y mi pacto será contigo, y vendrás a ser padre de muchas naciones”. De paso les cambia el nombre, tanto a él, que pasa a llamarse Abraham, como a su mujer que le dio el de Sara. Y dicta Yahveh un contrato verbal en que ofrece a la descendencia de Abraham la tierra de Canaán, a cambio les exige fidelidad absoluta y circuncisión del miembro viril; vuelve a asegurar el embarazo de Sara y que el niño que nazca se llamará Israel. Luego se retiró Yahveh a sus aposentos.
Visto lo visto, Abraham entiende que no le queda otra que cortar por lo sano, así que reúne a todos los varones a su cargo y se someten todos de modo tajante a la bonita ceremonia de la circuncisión.
GÉNESIS 18.- Un buen día aparecen 3 personajes delante de la tienda de Abraham. El relato es harto confuso, pues, aunque tienen aspecto de hombre (de hecho comen, beben y se lavan) son también una personificación de Yahveh. Sobre todo uno de ellos, que le confiesa que se dirigen a Sodoma y Gomorra para destruirlas. Abraham implora clemencia a este extraño ser, llamándolo Señor. Y mientras los otros dos se pierden de vista camino de Sodoma, Abraham negocia con este Yahveh humanizado la salvación de la corrompida ciudad. Al final tras decirle que evitaría la masacre si al menos hubiese 10 justos, desaparece.
GÉNESIS 19.- Nos enteramos que los otros dos personajes eran ángeles. Y la única explicación que se nos ocurre es que Yahveh ha tomado forma humana junto con dos de sus ángeles para bajar a la Tierra.
Los dos ángeles llegan a Sodoma, y Lot, que reconoce en ellos su calidad divina, los acoge en su casa. Pronto los sodomitas -“todo el pueblo, desde el más joven hasta el más viejo”- llaman a la puerta para que les entregue a tan apuestos varones. Éste, aterrado, les ofrece a sus propias hijas a cambio; pero la abyecta chusma no entra en razón ni quiere tratos con mujeres, sólo se calmarán teniendo trato carnal con los efebos, y comienzan a golpear a Lot. Por fin los ángeles entran en acción y dejan ciegos a los agresores; a continuación meten a Lot en la casa y le comunican que la decisión está tomada, no hay tiempo que perder, toda Sodoma va a perecer a fuego y azufre. Los yernos de Lot no le hacen caso, piensan que el viejo chochea, así que sólo parten el matrimonio y las dos hijas.
“Entonces llovió del Cielo sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego por virtud de Yahveh”.
La cosa acabó muy mal; la mujer de Lot quedó convertida en estatua de sal, y éste, temeroso (no era para menos) “fue con sus dos hijas a refugiarse en el monte y se quedó en una cueva”. En vista de que no ha quedado bicho viviente, las hijas deciden emborrachar a su venerable y anciano padre para acostarse con él y lograr descendencia. La mayor parió un hijo llamado Moab, epónimo de los moabitas; la pequeña dio a luz a Amón, padre de los futuros amonitas, que como es sabido serán enemigos irreconciliables de los israelitas, así pues amonitas y moabitas eran un pueblo abominable fruto del incesto.
GÉNESIS 20.- Abraham se dirige hacia el sur (siguiendo la transhumancia de sus ganados), y se asienta una temporada en Gerara. De nuevo comete la estupidez de dar a entender que Sara es su hermana, y también con la intención de que no lo maten, por lo que el gobernante del lugar –el rey Abimelec en este caso- repite la misma historia de Faraón que ya viéramos en el capítulo 12.
En este caso es Yahveh quien habla en sueños a Abimelec advirtiéndole que no toque a Sara, pues no es hermana sino esposa de Abraham. Indignado, el reyezuelo pedirá explicaciones al hebreo, y éste, aparte de alegar que tenía miedo, no fuera cosa que lo mataran, se cubre de gloria alegando que “por otra parte verdaderamente también es hermana mía, pues es hija de mi padre, mas no de mi madre, y yo me casé con ella”.
Abimelec debió de pensar que este hombre era idiota. En cualquier caso, Yahveh ha tomado la iniciativa dejando estériles a todas las mujeres de la tribu del cacique, así que Abimelec no quiere más problemas, colma de regalos a Abraham y lo autoriza a residir donde mejor le pluguiese. Acto seguido Yahveh levanta el maleficio.
GÉNESIS 21.- Y ya puesto en harina, “Visitó Yahveh a Sara, como lo había prometido y cumplió la promesa que le hiciera”.
Sutilmente se nos da a entender que es Yahveh quien la ha fecundado, por tanto Isaac, al igual que Jesús, sería un héroe, hijo de una mujer mortal y de un dios. En este caso “el Dios”.
Cuando Isaac nace, Abraham contaba con cien años justos. El niño crecía pero Ismael, todo un mozalbete, no cesaba de tocarle los cojones a su hermanastrito, por lo que Sara exige a su marido que ponga inmediatamente a la esclava y al bastardo en la calle. “Dura cosa pareció a Abraham esta demanda, tratándose de un hijo suyo”, pero Yahveh lo tranquiliza: el protagonista de esta historia ha de ser el pequeño Isaac, “bien que aun al hijo de la esclava yo lo haré padre de un pueblo grande por ser sangre tuya”.
Y la pobre Agar, provista de un pan y un odre de agua se internó con su hijo en el desierto de Bersabee. Yahveh le fue favorable, e Ismael “fue creciendo y vivió en los desiertos, y vino a ser un joven diestro en manejar el arco. Y fijó su residencia en el desierto de Faram, donde su madre lo casó con una mujer de la tierra de Egipto”.
Luego hizo Abraham un pacto con Abimelec, el reyezuelo de Palestina, jurándole que nunca le haría daño, ni a él ni a su linaje, “y habitó mucho tiempo como extranjero en la tierra de los palestinos”
GÉNESIS 22 - 23.- Isaac ya es un mozo, y Yahveh le pide a Abraham que, en prueba de fidelidad, le sacrifique a su unigénito; con el consabido final.
Tiempo más tarde murió Sara, y la enterró en lo que será la ciudad de Hebrón.
GÉNESIS 24.- Y viéndose Abraham ya viejo le pide a su caporal que vaya a la Mesopotamia, a la ciudad donde naciera –Harán- y busque a su hermano Nacor a fin de buscarle una esposa a su hijo dentro del mismo clan. Y le toma solemne juramento de que llevará a cabo su misión; en dicho ritual el que prometía cogía los testículos de su señor. Y así lo hizo el criado, poniendo su mano “debajo del muslo de Abraham”.
Llega, pues, el sirviente a Harán, y se sienta a la sombra del pozo donde las doncellas acudían a recoger agua. Al poco, acertó a pasar por allí la hermosa Rebeca; al punto comprendió el enviado de Abraham que ésa era la mujer elegida por Yahveh. Casualmente, la niña era sobrina nieta de Abraham, y estaba adornada con todas las gracias imaginables.
Melca # Nacor -> (hermano de Abraham # Sara)
Batuel -> (primo carnal de Isaac)
Rebeca -> (sobrina nieta de Abraham y sobrina 2ª de Isaac).
El criado le regala a Rebeca pendientes y brazaletes de oro y le solicita hospedaje. La muchacha va corriendo a casa y relata lo sucedido mientras muestra las joyas. Obviamente, el enviado de Abraham es acogido con grandes muestras de atención; inmediatamente expone el motivo de su viaje, y, tanto Labán –el hermano de Rebeca- como Batuel –el papá de la criatura- dan encantados su plácet.
Y así fue que el mayoral regresó a casa de su amo, seguido por Rebeca y sus doncellas. Y nada más llegar fue aquí te pillo aquí te mato: “Isaac, empero, después de haberle contado el criado cuánto había hecho, la hizo entrar en el pabellón de Sara, su madre, y la tomó por mujer”.
GÉNESIS 25.- Abraham, entre tanto, pensó que el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y se buscó nueva esposa, que respondía por Cetura.
Luego el autor nos habla de la descendencia de Ismael, que tuvo doce hijos, y habitaron “el país desde Hávila hasta Shur, desierto que mira a Egipto, cuando uno entra en Asiria”.
Y pasó el tiempo, y mira por donde que Rebeca también era estéril. Pero Isaac oraba al Señor y, por fin, quedó preñada de dos gemelos.
Siguiendo la vieja tradición helena de los gemelos antagonistas, también estos serán enemigos, y ya pelean en el seno materno.
Seguimos con la genealogía:
Tare con 70 años engendró a Abraham (era el año 1946)
Abraham con 100 años engendró a Isaac
Isaac con 60 años engendró a Esaú y Jacob (año 2106)
Esaú nació primero, y era pelirrojo y velludo. Asido a su talón lo siguió Jacob.
“Esaú salió diestro en la caza, y hombre de campo; Jacob, al contrario, mozo sencillo, gustaba de permanecer en las tiendas”. Esaú era el preferido de Isaac, Rebeca sentía debilidad por Jacob.
La rivalidad entrambos seguía siendo grande; ya se lo profetizó Yahveh a Rebeca mientras estaba embarazada y sentía dentro de sí los mamporros que se atizaban los nenes: “Dos naciones están en tu vientre, y dos pueblos saldrán divididos desde tu seno, y un pueblo sojuzgará al otro pueblo, y el mayor ha de servir al menor”; y se refería a los Idumeos –descendientes de Esaú- que habrían de ser sojuzgados por los israelitas.
Un día sobrevino el famoso episodio en que Esaú vende a Jacob su primogeniura a cambio de un plato de lentejas, y hace un pan como unas hostias.
GÉNESIS 26.- De nuevo se repite el episodio que ya viviera Abraham con Abimelec, seguramente una confusión en la tradición oral; veámoslo.
Sobreviene una hambruna, y Yahveh le dice a Isaac que no baje a Egipto, sino que vaya a Gerara, al país de Abimelec, rey de los filisteos. Una vez allí hace pasar a Rebeca como hermana, por temor a que le quiten la vida. Abimelec descubre el enredo y le afea tan estúpida conducta, no obstante le permite que se asiente en su territorio. En muy poco tiempo Isaac, bendecido por Yahveh, se hace inmensamente rico en cosechas y ganado, hasta tal punto llegó la cosa que Abimelec le dijo: “Retírate del país, porque te has hecho mucho más poderoso que nosotros”.
Tampoco se fue muy lejos, pues acampó en el torrente de Gerara, y siguieron los enfrentamientos con los pastores por el control de los pozos. Por fin acude Abimelec para firmar la paz con Isaac. Antes de seguir diremos que la Biblia llama filisteos a los moradores de esta zona, pero seguramente no lo eran, pues aún habían de pasar cuatro o cinco siglos hasta que se asentaran allí esta facción de los pueblos del mar.
Está claro que se nos están narrando los conflictos entre los antiguos habitantes de Palestina (que no eran filisteos) y los invasores semiticos (¿integrantes de la oleada que trajo también a los hicsos?) que poco a poco están penetrando en la tierra de Canaán.
Esaú, entre tanto, se casa con Judit y Basemat “las cuales, ambas dos, tenían agriado el ánimo de Isaac y de Rebeca” (ya se sabe que las nueras...).
GÉNESIS 27- 31.- Donde se explica la treta de Rebeca para que el viejo Isaac bendiga a Jacob.
Para evitar la previsible venganza de Esaú, pide Rebeca a su pequeño que huya a casa de su hermano Labán, en la lejana Harán. Excusa para repetir trasunto del noviazgo de Isaac, pues antes de partir es llamado por su anciano padre que –a lo hecho pecho- le renueva su bendición, de paso, alegando que las mujeres palestinas son insufribles (para muestra ahí estaban las dos esposas de Esaú) le pide que se case con alguna de las primas. Así lo hará.
Mientras tanto, Esaú ya está harto de que sus esposas no sean bien vistas en la familia, así que se casa con Mahelet, hija de Ismael, su tío bastardo.
Jacob ya está en camino, Harán cae muy lejos y ha de andar mucho. Cae la noche y se echa a dormir, reclinando su cabeza sobre una piedra. Sueña que una escala unía ese lugar con el Cielo “Y ángeles de Yahveh subían y bajaban por ella”. Dios le habla y renueva su alianza. Y Jacob llamó a ese lugar “Betel”.
Llega a su destino y le comenta a su tío Labán el objeto de su visita. Pronto queda prendado de su prima Raquel, y la pide en matrimonio. Labán acepta a condición de que sirva en su casa durante siete años. Pasado el plazo, Labán engaña al tierno de Jacob, y le mete en el saco de dormir a la hija mayor, Lía, la de los “ojitos dormilones”. Jacob se enfada pero se aviene a pasar otros siete años de servicio familiar para conseguir, de una vez, a Raquel, la de la “fina figura y hermoso semblante”.
Cómo no, y siguiendo la inveterada tradición bíblica, Raquel se muestra estéril. Gran disgusto familiar, porque, además, Lía está en racha y va pariendo un hijo tras otro: Rubén, Simeón, Leví y Judá. Raquel, celosa, obliga a Jacob a que se acueste con su esclava, Bala; con ella tendrá a Dan y Neftalí. Mas también llegan para Lía las vacas flacas, y deja de parir, así que también le mete en la cama a su marido una esclava para que se porte como un hombre con ella; la sierva responde por Zelfa, y da a luz a Gad y Aser.
Como no hay mal que cien años dure, Lía vuelve a quedar fecunda, y tiene a Isacar y Zabulón y, por fin, una niña: Dina. Por último, Raquel también queda embarazada, y el nuevo vástago se llamará José.
Luego Jacob se marchó con su familia, y se fue, como es habitual, de malas maneras, perseguido por Labán, y aunque luego hacen las paces está claro que el pueblo hebreo, como grupo errante que era, tenía enfrentamientos constantes con los pueblos autóctonos. Uno de los motivos por los que se enfada su tío es que Jacob huye robándole los ídolos familiares. Dato muy interesante.
GÉNESIS 32.- Jacob se entera de que Esaú viene a su encuentro, y lo invade un pánico atroz. Hace un despliegue de medios totalmente patético, dividiendo su ganado en lotes y enviándolo en avanzadilla como regalo para Esaú, esperando poder aplacarlo.
Y mientras espera el encuentro con su hermano se hace de noche; “quedose solo, y he aquí que se le apareció un personaje que comenzó a luchar con él hasta la mañana”.
Extraño pasaje, pues el rival no era otro que el mismísimo Yahveh en forma de ángel. En la riña sale vencedor Jacob, a pesar de que su oponente “viendo que no podía sobrepujar a Jacob, le tocó el tendón del muslo que, al instante, se secó”. Pero éste lo tiene bien cogido y no lo suelta, desoyendo las súplicas del ángel, que le advierte que ya está rayando el alba (¿acaso es un vampiro?) El ángel-Yahveh le cambia el nombre por el de Israel (“el hombre que ve a Dios” o “el hombre que vence a Dios”). Jacob sigue insistiendo en que no lo soltará hasta que le dé su bendición; Yahveh cede de mala gana, pero es que tenía que regresar al Cielo antes de la salida del Sol. Lo dicho, un vampiro.
En realidad estamos ante un pasaje politeísta en el que Jacob pelea con el dios de las tinieblas, y pacta con él inmunidad, pues tan terrible dios tenía potestad para diezmar los ganados. Es una especie de Apolo.
GÉNESIS 33.- “Y alzando después Jacob los ojos, vio venir a Esaú, y, con é,l cuatrocientos hombres [...] Entonces Esaú, corriendo al encuentro de su hermano lo abrazó, y estrechándose con su cuello y besándolo, echó a llorar”.
Así pues hubo final feliz. Luego tomaron caminos diferentes.
Jacob se asentó en “Salem, ciudad de los siquemitas, en la tierra de Canaán, y habitó cerca de la población; y compró la parte del campo en que había fijado sus tiendas de campaña a los hijos de Hemor, padre de Siquem, por cien corderos”.
Como sabemos, Salem es la ciudad santa por antonomasia, Hiero-Salem, o sea Jerusalén.
GÉNESIS 34.- “Salió un día Dina, hija de Lía, a ver las mujeres de aquel país. A la cual como viese Siquem, hijo de Hemor, heveo, príncipe de aquellas tierras, la deseó, y la violó”.
El miserable Siquem habla con su padre para que le consiga a Dina como esposa. Hemor habla con Jacob, la situación, obviamente, es muy tensa, pero llegan a un acuerdo: Todos los siquemitas se circuncidarán y de esta forma podrán matrimoniar ambos pueblos y convertirse en una sola nación. “Asintieron todos a esta propuesta, y circuncidaron a todos los varones”; pero, al tercer día, Simeón y Leví deciden vengar a su hermana, y pasan a cuchillo a todos los varones, para, a continuación, el resto de los hermanos saquear la aldea, secuestrando mujeres y niños.
GÉNESIS 35.- Evidentemente se había creado un problema. “Jacob, inmediatamente, convocada toda la familia, dio esta orden: -Arrojad los dioses extraños (ídolos) que hay en medio de vosotros y purificaos”. Se ve que Jacob sabe lo que se les avecina, y toda ayuda será poca.
Siguiendo instrucciones de Yahveh, se encaminan hacia Betel para erigir un altar. De paso, Dios infunde un grandísimo pavor a los siquemitas, que evita salgan en persecución del clan jacobino.
De todo lo cual deducimos que los israelitas debían de ser una tribu nómada belicosa que aterrorizaba a los habitantes del llano con sus incursiones devastadoras.
Jacob y su gente prosiguen su transhumancia. Camino de Efratá (que luego se llamará Belén) Raquel se pone de parto, dando a luz un varoncito: Benjamín; desgraciadamente ella muere en el trance.
Algún tiempo después, Rubén, se acuesta con Bala (o Bilha), que, recordemos, fue la esclava de Raquel con la que Jacob engendró a Dan y Neftalí. De este incesto se enteró Jacob, mas parece ser que no tomó ninguna medida al respecto.
GÉNESIS 36 - 37.- Tras agotarnos con la relación de los descendientes de Esaú, también llamado Edom (de ahí el nombre de Idumeos), se nos narra la emocionante historia de José.
Era José un muchacho repelente y engreído, “siendo de 16 años apacentaba el ganado con sus hermanos, y estaba con los hijos de Bilha y de Zelda, mujeres de su padre, e informaba a éste de las faltas de sus hermanos”. Un buen modo de hacer amigos.
La zona donde pasta el ganado está en Siquem, así pues no se han alejado mucho del lugar del delito. Otra prueba de que estos invasores (¿hicsos?) eran algo más que pacíficas tribus de pastores. Jacob (también llamado Israel) vive en Hebrón y se sirve de José para que le dé novedades acerca del ganado y de los hermanos.
Para los hermanos debía de ser una pesadilla la consuetudinaria presencia del fraternal comisario político, así que entre bromas y veras planean quitárselo de encima; y en esas están cuando lo divisan en lontananza, inconfundible con su amariconada túnica de colorines. En cuanto llega se abalanzan sobre él con muy malas intenciones; afortunadamente “pichabrava” Rubén, que por ser el primogénito se siente más responsable, impone su criterio de darle solamente un susto, y lo arrojan a una cisterna seca; luego deja a los hermanos y vuelve con los rebaños. Y héte aquí que acertó a pasar por allí una caravana ismaelita; de repente Judá tiene una brillante idea: venderles a Pepito como esclavo: “Y mientras pasaban unos negociantes madianitas, sacándolo de la cisterna, lo vendieron a aquellos ismaelitas por veinte siclos de plata, quienes lo condujeron a Egipto”.
Cuando volvió Rubén y se enteró de lo sucedido se le vino el mundo encima. Pero como el mal ya estaba hecho, han de buscar un engaño para disimular el desaguisado. Mancharon la túnica de José con sangre de un cabrito y le dijeron a Jacob que unas bestias lo habían devorado.
“Entretanto, los madianitas vendieron a José en Egipto a Putifar, funcionario de Faraón y capitán de su guardia”.
GÉNESIS 38.- Donde se nos cuentan las andanzas y descendencias de Judá, (que por algo sus descendientes serán los protagonista de la Historia de Israel). Posiblemente al cabrón de Judá le remuerda la conciencia, o quizá sus hermanos lo miran mal, el caso es que “por ese tiempo Judá, separándose de sus hermanos, se hospedó en casa de un vecino de Odollam llamado Hiram. Y vio allí a la hija de un cananeo llamado Sué, y casóse con ella”. Tuvo tres hijos: Her, Onán y Sela. Como Her era un malvado, Yahveh dispuso mandarlo pronto al otro barrio, por lo que Judá pidió a Onán que yaciera con la viuda de Her, llamada Tamar, para dar sucesión a su difunto hermano. Onán no estaba por la labor y “vertía en tierra para no dar descendencia a su hermano. Por lo que Yahveh lo hirió de muerte, en castigo por tan innoble acción”.
Judá no pierde la esperanza de tener nieticos. “Visto esto, dijo Judá a su nuera Tamar: -Mantente viuda en casa de tu padre, hasta que haya crecido mi hijo Sela”.
Al tiempo enviudó Judá, y un día se entera Tamar de que su suegro va a pasar por su pueblo para el esquileo de las ovejas. Ella sabía que el pequeño Sela estaba muy bien dotado pero hasta la fecha nadie respira su boca para dárselo como esposo. Así que se disfraza de ramera y queda apostada en el camino que va al pueblo. Judá la ve, muerde el anzuelo y se acuesta con ella a cambio de un cabrito; entretanto le llega la res pide a Judá tres prendas: el sello, el brazalete y el bastón.
Al poco, Judá envía un criado para que le diera el prometido cabrito a la puta de marras y recuperas las prendas, pero en el pueblo nadie sabe nada de esa extraña “mujer de la vida”.
A los tres meses avisan a Judá de que su nuera está preñada, “y dijo Judá: -Sacadla fuera para que sea públicamente quemada”. Entonces mandó Tara recado a Judá con las prendas que tenía en su poder, por lo que hábilmente dedujo que él era el padre, a la vez que rememora lo buena que estaba la nuera.
Tara parió gemelos: Fares y Zara. Parece ser que en Fares seguirá la linea sucesoria.
GÉNESIS 34 - 48.- Sigue la historia de José, y se nos cuenta cómo acaba en la cárcel por no querer seguir los torpes requerimientos del putón de la esposa de Putifar. El resto de la historia es conocida: gracias a sus dotes adivinatorias gana el favor de Faraón y lo nombra virrey de Egipto a la edad de 30 años, además “dióle por mujer a Asenet, hija de Putifar, sacerdote de Heliópolis”. Mucho Putifar sale en esta historia. Con ella tuvo dos hijos: Manasés y Efraím, que formarán dos tribus independientes, aunque integradas dentro de la confederación israelita.
Luego vendrá la época de vacas flacas, el encuentro con su familia, los distintos avatares y el final feliz, aposentando a su padre y hermanos en la tierra de Gesén. “José, según lo acordado con Faraón, dio a su padre y hermanos la posesión de Ramsés (Pi-Ramsés) el país más fértil de Egipto” (Génesis 47:11).
Antes de morir, bendice Jacob a sus nietos, y de modo especial a Efraím, a pesar de ser el menor, pues da a entender que en él seguirá la línea sucesoria marcada por Yahveh.
GÉNESIS 49.- Luego llama a sus hijos y los pone a parir; a Rubén, el primogénito, por aberse acostado con su madrastra; a Simeón y Leví los acusa de ser “hermanos en el crimen, instrumentos belicosos de iniquidad”, por haber vengado de modo tan desaforado la violación de su hermana. Enaltece, en cambio, a Judá, a pesar de ser el ideólogo de la ignominiosa venta de su hermano José, y lo compara con un león, anunciando que de su linaje surgirá el Mesías. Y sobre todo alaba de modo especial a José, su favorito.
Luego Jacob murió, y fue enterrado en Canaán.
“Pasadas todas estas cosas, habló José a sus hermanos en estos términos: -Depués de mi muerte os visitará Dios, y os sacará de esta tierra para la tierra que tiene prometida con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob. [...]
Vino a morir cumplidos ciento diez años de vida, y embalsamado fue depositado en Egipto dentro de una caja”.
NOTA.- Los textos jurídicos del archivo de Nuzi (aplicación de leyes consuetudinarias hurritas con notables influencias semíticas) contienen narraciones muy similares a los relatos patriarcales del Génesis.
Toda esta época de los patriarcas, refleja ese periodo seminómada de clanes semíticos que se dio entre los siglos XIX a XVI a. C.
Queda claro que por circunstancias que desconocemos se produjo una gran crisis en torno a estas fechas, probablemente una catástrofe climática, con prolongadas sequías que ocasionaron terribles hambrunas, y empujó a todas esas tribus transhumantes hacia Egipto. Y casualmente es entonces cuando hacen su aparición los hicsos.
Tradicionalmente se ha mantenido que los hicsos eran hurritas con grupos semíticos incorporados. Llegaron a Egipto desde Palestina hacia el 1650 a.C., aunque desconocemos casi todo de tal invasión. Hoy se cree que eran mayoritariamente semitas, y la onomástica así lo avala, incluso hay nombres muy cercanos a los bíblicos.
Los hicsos fueron expulsados un siglo después por Amosis, pero las invasiones siguieron produciéndose durante los siglos siguientes; textos egipcios de los siglos XIV y XIII a. C. nos hablan de grupos asiáticos que, angustiados, "no saben cómo van a subsistir, han venido suplicando un hogar en territorio del faraón, conforme a la costumbre de los padres de sus padres desde el principio". También conservamos la carta de un funcionario de fronteras que ha permitido el paso de semitas hambrientos hacia la localidad de Per-Atum, que seguramente se corresponde - y la homofonía es asombrosa- con la Pi-Tom de Éxodo 1:11.
ÉXODO
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ÉXODO 1 - 2.- Pasaron los años en Egipto, y los israelitas crecían y se multiplicaban. El nuevo rey de Egipto también se llamaba Faraón, y comenzó a oprimir a los hebreos, “y edificaron a Faraón las ciudades de Pi y Ramsés” (Cuyos restos arqueológicos se han encontrado).
“Después de esto, un varón de la familia de Leví se casó con una mujer de su linaje, la cual concibió y parió un hijo”.
Como el Malvado Faraón había ordenado liquidar a todos los bebés, su madre lo metió en un cesto y lo depositó sobre las aguas del Nilo, cerca del remanso donde se bañaba la princesa y sus esclavas. El plan da resultado, Moisés es salvado de las aguas; además su madre consigue hacerse pasar por nodriza y la hija de Faraón le encarga su crianza. “Cuando el niño creció, ella se lo llevó a la hija de Faraón. Él vino a ser para ella su hijo, y le puso por nombre Moisés, diciendo: -Porque de las aguas lo saqué”. Por eso no se comprende que se vea obligado a huir por haber matado a un capataz egipcio que maltraba a un hebreo. Y menos que por esa tontería Faraón quisiera matarlo; el caso es que marchó al país de Madián, allí sale en defensa de las hijas de Ragüel –sacerdote de dicho lugar- frente a unos pastores que pretendían expulsarlas de un pozo. Cuando éste se entera, acoje a Moisés con los brazos abiertos, y le falta tiempo para casarlo con su hija, la bella Séfora; de ella tendrá dos hijos: Gersán y Eliecer.
ÉXODO 3.- Estaba Moisés cuidando las ovejas de su suegro Jetró (clara contradicción con el capítulo anterior, donde se llama Ragüel) cundo ve arder una zarza que no se consumía.
El asunto era que el malvado Faraón había muerto y era momento de liberar al oprimido pueblo de Israel, por lo que Yahveh, en forma de llama, se le aparece a Moisés para exponerle su plan de fuga.
En el prolegómeno le deja claro que él, Moisés, ha sido elegido para la gloria, y para sacar al Pueblo Elegido del dominio egipcíaco y conducirlo “a una tierra que mana leche y miel, al país del cananeo y del heteo y del amorreo y del fereceo y del heveo y del jebuseo”, o sea ibamos a desvestir un santo para vestir otro, y encima vestirlo con harapos, pues era llevarlos de regreso al secarral que hubieron de abandonar unas generaciones atrás por culpa de las hambrunas generalizadas que esa tierra “de leche y miel” provocaba, y que fue el motivo por el que los hijos de Jacob-Israel fueron asentados en Egipto.
Yahveh, que es muy astuto, ha previsto que no salgan con las manos vacías: “Cada mujer ha de pedir a su vecina y a su casera alhajas de plata y oro y vestidos preciosos; vestiréis con ellos a vuestros hijos e hijas y despojaréis a Egipto”. O sea, expolio y choriceo abusando de la buena fe de los vecinos.
ÉXODO 4.- Pero Moisés era tartamudo y sentía terror a expresarse en público, por lo que Dios permite que sea Aarón, su hermano, quien hable en su nombre. ¿De dónde ha salido este hermano? ¿Por qué no murió asesinado al nacer como había prescrito Faraón?
Acabada la filípica, coge Moisé la burra y a su familia y se dirige a Egipto, cual ancestral Sagrada Familia.
Y enconces ocurre uno de los acontecimientos más extraños de la Biblia: “Estando Moisés en el camino, se le presentó el Señor en una posada, en ademán de querer quitarle la vida. Cogió al momento Séfora un pedernal muy afilado, y circuncidó a su hijo, y tocando con el prepucio los pies de Moisés le dijo: -Tú eres para mí un esposo de sangre.
Y el ángel lo dejó estar”.
Una vez más surge de modo absurdo la figura de Yahveh en forma de ángel hostil que amenaza al protagonista del relato bíblico.
“Entre tanto dijo el Señor a Aarón: -Ve al desierto a encontrarte con Moisés.
Y fue a su encuentro hasta Horeb, el monte de Dios, y lo besó”.
ÉXODO 5.- Llegan a Egipto dos hermanos y le imponen sus condiciones a Faraón. La respuesta de éste es hacer más penoso el trabajo de los hebreos, consecuencia de la intervención de Yahveh: “Yo endureceré su corazón, y él no dejará ir al pueblo”.
ÉXODO 6.- A pesar de todo, Yahveh monta en cólera por la actitud de Faraón, y amenaza con tomar medidas.
Luego viene la genealogía de Moisés: Leví engendró a Caat, éste a Amram; Amram se casó con su prima (o tía) Jocabed, con la que tuvo a Moisés y Aarón (nada se nos dice de la hermana mayor que dejó a nuestro protagonista en el cestillo de juncos). Destaquemos la homofonía del padre de Moisés, Amram, con Amón-Ra; habremos de tenerlo en cuenta cuando hablemos de la imposible pero fascinante posibilidad de que Moisés fuera, en realidad, el oscuro Akenatón, también llamdo Amosis, o sea A-Mosés, que castellanizado se queda en Moisés.
En este capítulo se superpone otra fuente narrativa, que provoca alguna reiteración. Por ejemplo Moisés vuelve a quejarse de su tartamudez y Yahveh –en vez de curarlo- opta por que sea Aarón el vocero de la causa:
ÉXODO 7 - 9.- “Entonces Yahveh dijo a Moisés: -Mira, yo te he puesto como dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú le dirás a Aarón todas las cosas que yo te mando, y él hablará a Faraón para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Mas yo endureceré su corazón, y multiplicaré mis prodigios y portentos en la tierra de Egipto”.
Ciertamente impagable eso de que “yo endureceré su corazón”, así tendrá ocasión de hacer exhibición de todo su arsenal de plagas variopintas y apocalípticas. Es lo que le va a D. Yahveh: el Apocalipsis.
Cada dos por tres habla Moisés y su hermano con Faraón, cuando es bien sabido que el rey de egipto era un ser divino al que no podía siquiera mirarse; por eso se hace difícil imaginar a dos esclavos hebreos consiguiendo audiencia con Faraón cada vez que les daba la gana.
Y como el corazón del hijo de Amón-Ra seguía pétreo, las plagas van cayendo, inmisericordes, sobre los egipcios.
Como dato anecdótico diremos que en Éxodo 9:26 se nos hace saber que los hebreos habitaban en la tierra de Gosén (o Gesén).
ÉXODO 10 - 12.- “Y dijo Faraón a Moisés: -¡Retírate de mi presencia, y guárdate de volver a mí, porque ese día morirás!
Respondió Moisés: -Así se hará; jamás volveré a ver tu cara”.
Y llega la última plaga: la muerte de todos los primogénitos egipcios. Cuando faraón contempla el cadáver de su hijo mayor, se derrumba y los deja marchar.
ÉXODO 13 - 14.- “Habló después el Señor a Moisés, diciendo: -Conságrame todo primogénito que abre el vientre de su madre, antre los hijos de Israel, tanto de hombres como de animales, porque míos son todos”.
Luego vendrá el desastre del Mar Rojo, y el pobre Faraón ahogado con todo su ejército en la mar océana; “Y seré glorificado en el exterminio de Faraón y de todo su ejército, y de sus carros y caballería”.
NOTA.- Hacia el 1580 a.C., Amosis expulsa a los hicsos de Avaris, su capital, y los persigue hacia Palestina, fundando el Imperio Nuevo. ¿Tiene esto alguna relación con la historia de Moisés?
Hay una teoría que nos habla de dos éxodos, uno el de los hiscsos, y otro en época de Ramsés II, relacionado con las primeras invasiones de los Pueblos del Mar. Incluso se afirma que la desbandada de los monoteístas solares tras la muerte de Akhenaton (Amenofis IV) en 1358 a.C. está asociado a uno de los dos éxodos; por no hablar de la curiosa teoría que identifica a Moisés con el susodicho Amenofis IV.
Intentando centrar el tema diremos que, por los relatos bíblicos, queda claro que no existía homogeneídad ni de acción ni de cronología entre las doce tribus. Diremos también que la Alianza del Sinaí, en la que Moisés aparece ejerciendo de mediador entre Yahveh y el Pueblo Elegido, es el fundamento de las pretensiones teocráticas del pueblo hebreo, y los ritos inherentes al pacto no son del todo desconocidos entre los viejos pueblos nomádicos, y las formulaciones de la Alianza recuerdan muy de cerca los contratos de vasallaje conocidos en diversos ámbitos del Próximo Oriente, especialmente entre los hititas.
Probablemente el Dios de Abraham fue un primitivo dios tribal que iba asociado a otras entidades menores. Las piedras de culto (como la de Jacob en Betel), los árboles sagrados (como la encina de Mambré) y el rito de Pascua podrían ser manifestaciones de este primitivo estadio con características pastoriles y transhumantes.
Con el Éxodo, Moisés coge ese dios tribal y lo monoteíza, dándole muchos de los atributos de Atón, pero adaptándolo al viejo dios pastoril, símbolo básico de un clan. Con la sedentarización, el Dios nomádico se hace Dios de santuario; el Dios patriarcal se sincretiza con el dios semítico-occidental "El", y, al igual que éste, recibirá culto en los centros religiosos fijos; los lugares altos y los bosques, y protege los ciclos agrícolas. Y en este nuevo contexto recibirá las denominaciones de El, Elhoím, El'Sadday y otras similares; a la vez se produce una transición de los viejos centros religiosos cananeos a referencias sagradas israelitas, y las fiestas agrícolas cananeas son asumidas por los judíos, así Pentecostés (época de la siega) o los Tabernáculos (vendimia).
Pero siempre pervivieron, en esta segunda etapa, grupos monacales, herederos de los antiguos sacerdotes monoteístas de Atón que, convenientemente evolucionados, se constituyeron en castas sacerdotales que mantuvieron siempre viva la llama del monoteísmo. Su autoridad moral era inmensa, lo que les permitía criticar la conducta de los reyes sin que éstos se atrevieran a tomar represalias.
ÉXODO 15 - 16.- Jolgorio y alegría generalizada. Los hombres comienzan a entonar himnos de alabanza al Señor. “Entonces María, la profetisa hermana de Aarón, tomó en su mano un pandero; y salieron en pos de ella todas las mujeres con panderos y danzas”. Suponemos que esta María también compartiría parentesco con Moisés.
Y de este modo tan alborozado comienza el éxodo por el desierto. Pronto se enterarán de lo que vale un peine. Sed, mucha sed y empalagoso maná.
ÉXODO 17.- Llegan las primeras batallas; “aparecieron los amalecitas y presentaron batalla a Israel en Rafidim”.
Josué será el general que afronte el encuentro. Moises ayuda con su magia desde la cima de un montaña observando los acontecimientos; “cuando Moisés alzaba las manos vencía Israel, mas si las bajaba un poco Amalec tenía ventaja”. Así que Aarón y Hur le sujetan los brazos a Moisés hasta la puesta del Sol. “Y Josué derrotó a Amalec y pasó a cuchillo a su gente. Entonces el Señor dijo a Moisés: -Escribe esto para memoria en un libro, y adviérteselo a Josué, a saber, que Yo he de borrar de debajo del Cielo la memoria de Amalec”.
Y es que, según Deuteronomio 25:18, los amalecitas habían atacado a traición a los israelitas, acuchillando a los rezagados.
ÉXODO 18.- Las noticias corren como el viento por el desierto, y Jetró (el antiguo Ragüel), suegro de Moisés y sacerdote de Madián acude a su encuentro acompañado de Séfora, Gersam y Eliezer, mujer e hijos de Moisés, respectivamente.
El sabio Jetró le aconseja que forme un gobierno militar para descargarle las ingratas tareas administrativas y de justicia. Y así lo hace, dividiendo al pueblo en decurias, cincuentenas, centurias, etc. colocando distintos jefes al frente. Luego, el sacerdote madianita vuelve a su pueblo.
ÉXODO 19 - 22.- Al tercer mes de su salida de Egipto, llegan los hebreos al desierto del Sinaí (más bien se refiere al monte Sinaí, que no sabemos cuál es), y llave prepara la grandiosa puesta en escena para su aparición en público.
Entre tanto nos entretiene con perlas como esta: “Yo soy Yahveh, Dios tuyo, el fuerte, el celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me aborrecen” y entonces dicta los Diez Mandamientos y otras normas morales y judiciales.
ÉXODO 23.- Dice Yahveh a su pueblo: “Mira que yo enviaré al ángel mío para que te guíe y guarde en el viaje para que te guíe y guarde en el viaje hasta introducirte en el país que te he preparado [...] Y mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país del amorreo, y del heteo y del ferezeo y del cananeo y del heveo y del jebuseo, a los cuales yo exterminaré”.
No es la primera vez que habla de “ángel” en singular. “Ángel” es palabra griega que significa “mensajero”, ignoro el exacto significado en hebreo. Hasta ahora, el ángel del Señor es como su espíritu, una proyección pseudo-material de Si mismo.
ÉXODO 24 - 27.- “Luego subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel. Y vieron al Dios de Israel; y la peana de sus pies parecía una obra hecha con zafiros, y como el cielo cuando está sereno”. Así pues, Yahveh no era una zarza siempre ardiendo, sino un viejo barbado subido a una peana de fina orfebrería. Afortunadamente nadie muere por haberlo visto. Todo un detalle.
Luego subió solo Moisés a lo alto del monte Sinaí; alli estará durante seis días esperando la llamada de Yahveh, y al séptimo se le aparece. Luego durante cuarenta le da instrucciones precisas de cómo fabricar el Arca de la Alianza, el candelabro de los seis brazos y el Tabernáculo. “Y pondrás en el Arca las Tablas de la Ley que yo te daré. Desde allí te intimaré Yo mis órdenes”. O sea, el Arca de la Alianza era el Teléfono Rojo de Yahveh.
ÉXODO 28 - 31.- Yahveh confirma a Aarón como el iniciador de la dinastía sacerdotal; pero tiene pinta de posterior interpolación.
También explica cómo desea que se le hagan los sacrificios: “Y de esta suerte ofrecerás el carnero, quemándolo todo entero sobre el altar; oblación que se hace al Señor, y hostia,cuyo olor le es sumamente agradable”. Exactamente igual que los sacrificios helenos.
Acabadas las instrucciones sobre el ritual de los sacrificios, pasamos a la parte económica: “Cuando formares el censo de los hijos de Israel, cada uno dará alguna cosa al Señor en precio de su rescate; y empadronados que estén, no habrá entre ellos ningún desastre”. Había que pagar medio siclo, o sea, diez óbolos. Ignoro si era impuesto anual.
Para fabricar todos los artilugios de culto, ya fuese labor de carpintería, de orfebrería, sastrería o perfumería, Yahveh elige a Beseleel, y como ayudante nombra a Ooliab.
Para terminar, Yahveh conmina a su pueblo a que se tome en serio los festivos: “Guardad mi sábado porque es sacrosanto para vosotros. El que lo violare será castigado de muerte. El que trabaje ese día perecerá de en medio de su pueblo”.
Y por si quedaba alguna duda vuelve a repetir que “cualquiera que en tal día trabajare será castigado con la muerte”. “Concluidos estos razonamientos en el Monte Sinaí, dio el Señor a Moisés las dos tablas de Piedra que contenían la Ley, escritas por el dedo de Dios”.
ÉXODO 32.- No es de extrañar que tardara 40 días en dar todas las instrucciones. Entre tanto, el pueblo, siempre ingrato, se aburre y cree que Moisés ha muerto entre tanto aparato eléctrico y nube tenebrosa, así que piden a Aarón la fábrica de un ídolo que suplante al invisible y poco agradecido Yahveh. Dicho y hecho. Las sortijas de oro de las israelitas, conveniente fundidas, dan lugar a un magnífico becerro dorado a imitación del buey Apis egipcio.
Yahveh, que es un dios celoso, monta en cólera y le dice a Moisés que va a exterminar a los israelitas, pero este ruega y suplica, y logra aplacarlo. Eso sí la venganza será apocalíptica. Moisés entra en el poblado, hecho una furia, rompiendo las Tablas de la Ley escritas por Dios y quemando el ídolo abominable. Después, “poniéndose a la puerta del campamento dijo:
- El que sea del Señor júntese conmigo.
Reuniéronsele luego todos los hijos de Leví, a los cuales dijo:
-Esto dice Yahveh, Dios de Israel: Ponga cada cual la espada a su lado. Pasad y traspasad por medio del campamento desde una a otra puerta, y cada cual mate al hermano y al amigo y al vecino.
Ejecutaron los levíticos la orden de Moisés, y perecieron en aquel día como unos veintitrés mil hombres.
Y Moisés les dijo:
- Hoy habéis consagrado vuestras manos al Señor, matando cada uno con santo celo al propio hijo y al hermano, por lo que seréis benditos.”
ÉXODO 33 – 39.- El pueblo se arrepintió y el celoso Yahveh quedó satisfecho con la escabechina. Luego hizo Moisés unas nuevas Tablas.
A continuación, Ooliab y su equipo de artesanos comienzan a fabricar el Tabernáculo y resto de objetos sagrados. Todo Israel se volcó haciendo donativos (tras la reciente experiencia todos estaban muy motivados), y, cuando acabaron la tarea, Moisés bendijo la obra.
ÉXODO 40 .- Yahveh le explica a Moisés cómo deben montar el Tabernáculo y el Arca: “Concluidas todas estas cosas, una nube cubrió el Tabernáculo del Testimonio y quedó todo lleno de la Gloria del Señor”. Esta nube, una especie de Espíritu Santo, los irá guiando en su largo peregrinar.
LEVÍTICO
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Es el conjunto de leyes dadas por Yahveh, y que regulan toda la actividad del Pueblo israelita de modo minucioso y exhaustivo. Yahveh pormenoriza cómo han de ser los sacrificios y los rituales, consagrando por último a Aarón e hijos (S.L.) como sacerdotes suyos.
LEVÍTICO 9.- Establecida la teoría, viene su aplicación práctica. Aarón e hijos (S.L.) realizan el primer sacrificio, “y la gloria del Señor se dejó ver de toda la muchedumbre, pues un fuego enviado por Yahveh devoró el holocausto y los sebos que había sobre el altar. Lo cual, visto por las gentes del pueblo, hizo que se postraran sobre sus rostros y alabaron al señor”.
Por tanto, prueba superada.
LEVÍTICO 10.- “Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomando los incensarios, pusieron en ellos fuego e incienso encima, ofreciendo ante el Señor fuego extraño, lo cual les estaba vedado. Por lo que un fuego venido de Yahveh les quitó la vida y murieron en presencia de Yahveh.”
Y aún les dijo Moisés a los supervivientes que si mostraban signo de duelo también perecerían.
LEVÍTICO 11 - 15.- Relación de animales inmundos que no pueden comerse ni tocar sus cuerpos muertos:
Camélidos; puercoespín; liebre; cerdo; cuadrúpedos no rumiantes (perros, gatos, etc.); animales acuáticos sin escamas (anguilas, ranas, marisco, etc.); aves rapaces; córvidos; avestruz; zancudas; abubilla; murciélago; insectos (excepto el saltamontes) y reptiles.
LEVÍTICO 16.- Donde se explica que en el día de la expiación un macho cabrío asume simbólicamente todos los pecados del pueblo y es soltado por el desierto. Es el famoso chivo expiatorio.
Todo este complejo sistema de culpas y ritos sacrificiales exculpatorios explica la figura redentora de Jesucristo y la necesidad de su muerte en la cruz.
LEVÍTICO 17.- Quedan prohibidos los sacrificios particulares. Sólo el sacerdote está autorizado para ello (explicación asimismo de la figura sacerdotal en el catolicismo). Quien quebrantare este precepto “será reo de muerte; y así sera exterminado de la sociedad de su pueblo, como si hubiere cometido un homicidio”.
También serán reos de muerte –incluidos los forasteros- aquellos que se alimenten de la sangre de los animales “por cuanto la vida del animal está en la sangre”.
LEVÍTICO 18.- (Preceptos sobre la castidad).
Queda prohibida toda relación de consanguinidad, incluidos padrastros, madrastras, tias/os y cuñadas/os.
También mantener relaciones sexuales durante la menstruación, así como la zoofilia, la sodomía y el adulterio. “Cualquier persona que incurriere en alguna de estas abominaciones será exterminada de su pueblo”. Para variar.
LEVÍTICO 19.- Se dan los mandamientos de la Ley de Dios, al menos en parte. Entre ellos:
- "Amarás a tu amigo como a ti mismo”.
- “Si un hombre tuviera cópula con una mujer que sea esclava, ya casadera, pero todavía no rescatada ni en libertad, serán ambos azotados, pero no muertos; pues ella no era libre”.
- “Ante la cabeza llena de canas ponte en pie y honra la presencia del anciano”.
LEVÍTICO 20 - 25.- Lo anterior se completa con: “El que maldijere a su padre o su madre, castigado sea con la pena de muerte”.
Los adivinos y pitonisas tenían que ser lapidados. Palabra de Yahveh, etc. etc.
Los sacerdotes sólo podían casarse con vírgenes de alto linaje y ninguno de los dos cónyuges podía tener defectos físicos.
LEVÍTICO 26.- Yahveh habla claro a los hijos de Israel: si cumplen sus preceptos, lograrán una vida paradisíaca, en caso contrario los castigará y torturará con saña.
La descripción de las plagas que les piensa enviar en cuanto se aparten de la Ley es algo francamente aterrador.
Decididamente es imposible que Éste sea el Dios del amor y el perdón. Claramente se ve que esta parte está escrita durante el Cautiverio, pues da por sentado que algún día serán sometidos por el enemigo: “Y a vosotros os dispersarán por entre las naciones, y desnvainaré mi espada en pos de vosotros, y quedará yerma vuestra tierra, y arruinadas vuestras ciudades”. Aunque dejando, al final, la puerta abierta a la esperanza, afirmando que no los abandonará del todo. Y es que, el el fondo, Yahveh no es mala persona.
NÚMEROS
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Llámanse así estos libros por su alusión a los censos, datos y cifras varias.
NÚMEROS 1 - 2.- Al segundo año de la salida de los hijos de Israel de Egipto, Yahveh ordena a Moisés que haga un censo; sólo se contarán los varones de más de veinte años (o sea los hombres en edad de empuñar armas).
El cómputo fue de 603.550 indivíduos, sin contar a los levitas, que estaban por entero consagrados a Dios; si bien éstos montaban, desmontaban y trasladaban el Tabernáculo y el Arca, los cuales andarían en torno a los 50.000 miembros, que era la media de varones adultos por tribu. Cifra, evidentemente, de todo punto exagerada.
NÚMEROS 3 - 5.- Vuelve a insistir Yahveh en que se le consagren todos los primogénitos: “Desde que maté los primogénitos en la tierra de Egipto, consagré para Mí todo lo primero que nace en Israel, así de hombre como de animales, todos son míos”.
NÚMEROS 6 - 10.- Se marcan las normas del nazareato, o sea de los hombres consagrados al servicio de Yahveh.
Estoy totalmente convencido de que Jesúcristo no nació en Nazaret (ni tampoco en Belén), porque Nazaret nunca ha existido. El Hijo de Yaveh vino al mundo en algún lugar de Galilea; lo de nazareno, nazareo o nazoraios se debe a su condición de varón entregado a Dios. Igual condición que tenía el Bautista o tantos y tantos profetas e iluminados que por Palestina pululaban en el s.I.
NÚMEROS 11.- “Entre tanto se suscitó murmullo en el pueblo, como quejándose contra el Señor por el cansancio, lo que habiendo oído Yahveh, enojóse, y encendido contra ellos fuego de Yahveh devoró a los que estaban en la extremidad del campamento”.
Pasada la chamusquina, el pueblo, relapso y contumaz, quéjase de nuevo amargamente porque no comía carne. El maná, dulzón y empalagoso, está bien como postre o en el desayuno, pero los pobres hebreos estaban totalmente empachados tras llevar meses sin probar otra cosa. Yahveh respondió: “Sí, el Señor os dará carne para que comáis, no un día, ni dos, ni cinco , ni diez, ni veinte ¡¡¡SINO POR TODO UN MES ENTERO HASTA QUE OS SALGA POR LAS NARICES Y OS CAUSE NÁUSEAS!!!”. Palabra de Dios etc. etc.
Y así ocurrió, bandadas interminables de codornices iban cayendo sobre el campamento israelita. Los hebreos se pusieron a gusto de codornices, pero al día siguiente “todavía tenían las carnes entre los dientes y no se habían acabado aún semejante vianda, cuando de repente, irritado el furor del Señor contra el pueblo, lo castigó con una plaga sobremanera grande. Por cuyo motivo fue llamado aquel lugar Quibrot-hata avah (sepulcro de concupiscencia) porque allí quedó sepultado el pueblo glotón”.
NÚMEROS 12.- Aarón y su esposa, María, murmuraban contra Séfora, la mujer etíope (y por tanto negra como el carbón, pues Madián se halla en la actual etiopía) de Moisés. De paso dejaban caer que ellos dos sí que eran israelitas puros, y que también el Señor les hablaba. Aquello olía a conspiración. Entonces Yahveh descendió en forma de nube y dejó las cosicas claras a la intrigante pareja: Moisés era su favorito y el jefe de los indios, y les dijo que lo consideraba “el hombre más manso de cuantos moraban en la Tierra [...] porque Yo a él le hablo boca a boca, y él ve claramente a Yahveh, y no por enigmas o figuras”.
Esta última frase es muy importante pues nos sugiere que los israelitas tenían un concepto antropomorfista de la imagen de Yahveh. Él no quería que se realizasen imágenes suyas, ni que conocieran su nombre por la creencia supersticiosa de que a través de las imágenes y los nombres se puede dominar tanto a personas como a dioses, espíritus, ángeles o demonios. Pero Yahveh, está claro que tiene una forma parecida al ser humano, y un nombre.
Después del diálogo vino el ajuste de cuentas, pues el Señor nunca da puntada sin hilo, y María fue castigada con una repentina lepra. Aunque gracias a la mediación del “manso” sólo le duró una semana.
NÚMEROS 13.- Moisés envía 12 hombres (uno por tribu, supliendo a Leví la de Efraím) para que reconozcan la misteriosa tierra de Canaán, a fin de comenzar la conquista. El jefe de los exploradores es Josué, efraimita y hombre aguerrido, como se corresponde con su belicosa tribu.
Efraím (del hebreo, 'doblemente fecundo'), fue el hijo menor de José y de Asnat. El poderío de este clan entre las demás tribus de Israel y su precedencia sobre la de Manasés (el hermano mayor de Efraím) se augura en Génesis 48. Los efraimitas habitaron en una de las zonas más fértiles de Palestina. Su territorio abarcaba lo que más tarde se denominó Samaria. Tenía por límites: al norte, la tribu de Manasés, al este el río Jordán, al sur la tribu de Benjamín, y al oeste el mar Mediterráneo y la tribu de Dan. Según 1 Samuel, Silo (una importante ciudad de los efraimitas) fue el primer lugar donde se instaló de forma permanente el Arca de la Alianza. La tribu de Efraím siempre aparece caracterizada como una de las más belicosas de Israel. Criticaron a Gedeón (1 Jue. 8,1) por no solicitar su asistencia en la guerra contra los madianitas y protestaron ante Jefté (Jue. 12,1) por no haber sido llamados a participar en la batalla contra los amonitas. Dos de los efraimitas más importantes que recoge la historia bíblica son Josué, conquistador de Canaán, y el profeta Samuel.
Tras la muerte de Saúl, primer rey de Israel, los efraimitas se unieron con las demás tribus de Israel, a excepción de Judá, nombraron rey a Isbaal —hijo de Saúl— y se rebelaron contra David (2 Sam. 2,8-10). En el siglo X a.C., tras la muerte del rey Salomón, por quien habían estado muy oprimidos, los efraimitas —bajo el mando de Jeroboam— se sublevaron contra el hijo y sucesor de Salomón, Roboam. Los efraimitas, aliados con todas las tribus de Israel (a excepción de Judá), Simeón, Leví y parte de la tribu de Benjamín, formaron el Reino del Norte, o Israel (1 Re. 12).
Al cabo de 40 días, regresan los exploradores con un enorme racimo de uva, que sólo podía ser llevado entre dos hombres. Ciertamente la Tierra Prometida mana leche y miel, pero sus habitantes son fieros y terribles: “Allí vimos unos hombres descomunales, hijos de Enac, de raza gigantesca, en cuya comparación nosotros parecíamos langostas”, dijeron desolados los del comando.
Probablemente tan aterradores enemigos fueran indoeuropeos, rubios, altísimos.
NÚMEROS 14.- Los israelitas se desmoralizan y cunden las defecciones. “Y así dijéronse unos a otros: -Nombremos un caudillo y volvamos a Egipto”.
Josué recrimina al pueblo su cobardía y las turbas responden con amenazas de lapidarlo. Yahveh interviene: enviará una peste que acabará con el Pueblo Elegido. Moisés intercede y al final el castigo queda en hacer vagar a los hebreos por el desierto durante cuarenta años, hasta que con el tiempo muera la actual generación; nadie de los que estuvo en Egipto pisará la Tierra Prometida. Eso sí, los exploradores, culpables de haber desmoralizado al pueblo, son afligidos con una plaga y mueren de penosa enfermedad. Tan sólo serán perdonados Josué y Caleb.
Ante un panorama tan desolador, los hebreos deciden huir hacia delante y conquistar la tierra de Canán. A buenas horas.
El Señor les ha retirado su gracia y, tal como ha pronosticado Moisés, sus paisanos sufren una aplastante derrota a manos de amalecitas y cananeos.
No quedaba otro remedio que resignarse a su errante destino.
NÚMEROS 15.- “Aconteció, estando los hijos de Israel en el desierto, que hallaron a un hombre cogiendo leña en día de sábado, y lo presentaron a Moisés y Aarón y a toda la sinagoga [...] y dijo el Señor a Moisés: -Muera sin remisión ese hombre; mátelo todo el pueblo a pedradas fuera del campamento.
Y, habiéndolo sacado afuera, lo apedrearon, y quedó muerto como el Señor lo había mandado”
Aprovechando la coyuntura, les dice Yahveh cómo ha de vestir el buen hebreo: túnica orlada por una franja que rodeará el manto, y cuyos cabos llevarán unos lazos o flecos de color cárdeno.
NÚMEROS 16.- Pero he aquí que Coré, primo de Moisés (y Aarón, claro) encabezó una sedición de 250 preclaros varones israelitas, y presentándose delante de los hermanos les espetó con chulería: “-Básteos ya lo hecho hasta ahora; puesto que todo este pueblo es de santos y en medio de ellos está Yahveh ¿Por qué causa os ensalzáis tanto sobre el Pueblo del Señor?”.
Moisés acepta el órdago y lo desafía, a él y sus secuaces, a que se presenten al día siguiente provistos de incensarios para saber a quién prefiere Yahveh como casta sacerdotal.
Llegado el día de la prueba, todos los amigos de Coré junto con sus familias, tiendas y enseres son tragados por la tierra, “y cubiertos de tierra bajaron vivos al infierno (Sheol)”. Todo Israel echó a correr aterrado.
Entre tanto, de la zona aaronita salió un fuego que abrasó vivos a los 250 díscolos que, incensario en mano, todavía no se habían repuesto del espectáculo de sus colegas tragados por la tierra. Así dejaba Yahveh zanjada la cuestión de sus preferencias.
“Al día siguiente, toda la multitud de los hijos de Israel murmuraba contra Moisés y Aarón diciendo: -Vosotros habéis dado la muerte al Pueblo del Señor”.
Los hermanísimos hubieron de refugiarse en el Tabernáculo huyendo de sus airados paisanos; afortunadamente Yahveh salió en su defensa: “Y dijo el Señor a Moisés: -Retiraos de en medio de esa turba, que ahora mismo voy a acabar con ellos”. Catorce mil setecientos hombres cayeron fulminados, hasta que Aarón, a instancias de Moisés, acudió allí con el incensario para aplacar a un Yahveh fuera de control.
NÚMEROS 17.- Donde tiene lugar el notable milagro del florecimiento de la vara de Aarón, con el propósito de disipara cualquier duda sobre el designado por Yahveh para ocupar la disputada plaza de Sumo Sacerdote.
Pero da igual, este pueblo es duro de cerviz, como muy bien repite Yahveh hasta la saciedad, y no comprende la violenta conducta del Señor Todopoderoso: “Los hijos de Israel dijeron a Moisés: -He aquí que nos vamos consumiendo y pereciendo todos. Cualquiera que se acerca al Tabernáculo de Yahveh es herido de muerte. ¿Hemos de ser todos aniquilados hasta no quedar ninguno con vida?”.
Moisés dio la callada por respuesta.
NÚMEROS 18 – 19.- Donde se fijan los emolumentos, deberes y obligaciones de los levitas: exención de combatir, bebida y comida gratis y un buen sueldo, la ofrenda de los diezmos. Y es que ser cura ha sido siempre un chollo.
NÚMEROS 20 - 21.- Por enésima vez se amotina el pueblo, harto de pasar sed y de errar sin rumbo fijo durante cuarenta años. Yahveh indica a Moisés una roca para que la golpee con su cayado; al instante brota una fuente de aguas frescas y cristalinas. A esa fuente se la llamó Meriva, que significa “contradicción”, “pues allí contendieron los hijos de Israel contra Yahveh y Él manifestó en ellos su gloria”.
Por alguna razón, Moisés y Aarón ofendieron al Señor grandemente; parece ser que dudaron o cuestionaron alguna orden suya, el caso es que Dios los castiga con no entrar en la Tierra Prometida.
Luego, desde Cades, envía Moisés mensajeros al rey de Idumea para que les permitiera cruzar su reino. Apela a él como hermano, ya que los idumeos son descendientes de Esaú; pero Edom, su rey, les salió al paso con gente armada impidiéndoles seguir. No les queda otra que dar media vuelta camino del monte Hor (Horeb?), y bordear la frontera. Allí muere Aarón siendo substituido en el sumo sacerdocio por su hijo Eleazar.
No debían de estar pasando los israelitas por un buen momento, y como a perro flaco todo son pulgas pues Arad, rey de los cananeos, les presenta batalla y los derrota. Entonces los hebreos hacen un voto a Yahveh: si les da la victoria ante Arad, arrasarán las ciudades cananeas. Así sí; el Señor misericordioso y eterno acepta encantado el trato. Todos los vencidos son pasados a cuchillo.
Sin embargo el trato no funcionó con los idumeos pues siguieron su peregrinar sin atreverse a cruzar su frontera, con el enorme rodeo que ello suponía. Así que, para variar, el pueblo, duro de cerviz y bastante idiota, comienza a murmurar; y digo lo de idiota porque a estas alturas ya tenían que saber todos cómo las gasta Yahveh con los disidentes; en este caso no hará una excepción y les envía una plaga de serpientes venenosas que provocan la consiguiente mortandad. Arrepentida la chusma, Moisés fabricó una bicha de bronce que curaba a cuantos la miraban.
Era en realidad esta imagen un idolillo sospechosamente emparentado con el caduceo de Asclepio, dios de la medicina, y con el culto egipcio al dios-serpiente Ptah, sanador por excelencia. Esta pagana estatua se mantuvo durante siglos hasta que fue derruida por Ezequías (2 Rey. 18:4) “Porque hasta aquel entonces le quemaban incienso los hijos de Israel. Y la llamó Nejustán”.
Siguieron, pues, los hebreos con su triste peregrinar entre el Escila y Caribdis de la frontera amorreo-moabita. “Desde allí envió Israel embajadores a Sehón, rey de los amorreos” para que les dejara atravesar su reino. Obviamente la respuesta fueron nones, y la consecuencia fue un encuentro armado en Jasa. Yahveh fue propicio a su pueblo y los amorreos fueron aplastados, siendo ocupado su reino. “Dando después la vuelta subieron por el camino de Basán, y les salió al encuentro Og, rey de Basán”. De nuevo, con la ayuda de Yahveh, gana el Pueblo Elegido; “mataron, pues, también a este rey con sus hijos y a toda sus gente sin dejar hombre vivo, y se apoderaron de su tierra”.
NÚMEROS 22.- “Pasando adelante, acamparon en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, donde al otro lado está Jericó”.
Balac, rey de los moabitas, viendo lo que se le venía encima, contactó con Balaam, mago y adivino que vivía en tierra amonita para que maldijese a los hebreos. Un absurdo recurso de magia.
Pero Balaam, advertido por Yahveh, se niega a tal acción. Como le insistera Balac, el Señor le consiente que vaya a la Corte de Balac.
Levantóse Balaam de mañana, y aparejada su borrica marchóse con los consejeros de Balac. Mas hete aquí que Yahveh, voluble como es, se echa otra cuenta y envía a un ángel para que se pare delante de la burra. Ésta, aterrada, se negaba a seguir avanzando. Balaam, que no veía al fiero arcángel, la molía a palos. Hasta que por obra y gracia de Yahveh, la jumenta se pone a hablar, recriminando a Baal su conducta. El mago, cosa rara, no se asombra del fenómeno, y se lía a discutir con la pollina; Yahveh, harto de cháchara, permite que Baal pueda ver al ángel, espada en mano, y cae postrado de hinojos. El angélico alter ego del Sumo Hacedor le recuerda que debe seguir al pie de la letra las instrucciones divinas, a lo que Balaam no pone objeción alguna.
NÚMEROS 23 – 24.- Balaam y Balac están en lo alto de una colina, desde la que se divisa el campamento israelita, preparando un altar de sacrificios.
Balac no cesa de presionar a Balaam para que maldiga a sus enemigos, pero el mago sigue en sus trece, por lo que es despedido con cajas destempladas. Balaam concluye profetizando que Israel dominará toda esta tierra y que “saldrán navesde la costa de Quitim, que humillarán a Asiria y humillarán a Heber, pero también ellos serán destruidos”. Como ya sabemos, Quitim son los “bárbaros”, los extranjeros allende el Mediterráneo. Quizá se refiera a los Pueblos del Mar, a los macedonios de Alejandro o directamente a los romanos.
“Con esto se levantó Balaam, y regresó a su pueblo. Balac, asimismo, volviose por el camino por donde había venido”.
NÚMEROS 25.- Los hebreos pronto congeniaron con las moabitas (la famosa ley del “tiro de las dos carretas”) e, instigados por ellas, adoraron a Bel-fegor.
A Yahveh le falta tiempo para tomar cartas en el asunto, y exige a Moisés que comience a colgar al personal. Además la práctica seria de la religión cananea contemplaba la prostitución ritual (tanto femenina como masculina), por lo que Finees, hijo de Eleazar (y nieto de Aarón), llevado de su celo puritano, cogió una lanza, entró a la casa de una ramera madianita que estaba yaciendo con un israelita, “y los envasó a entrambos juntamente, al hombre y a la mujer, por las mismas partes pudendas”. Con lo que Yahveh le confirmó una alianza de eterno sacerdocio. Por lo demás esta acción sirvió para apaciguar al Señor, que ya había enviado una peste que produjo veinticuatro mil muertos. La teoría de la prostitución sagrada cobra fuerza al saber que la “ramera”asesinada era Cozbi “hija de Sur, príncipe nobilísimo de los madianitas”. Y de postre “habló después Yahveh a Moisés diciendo: -Conozcan los madianitas que sois sus enemigos y pasadlos a cuchillo”.
NÚMEROS 26.- Y tras tanta batalla y escabechina generalizada, Yahveh ordena que se haga un censo de los varones en edad de guerrear, para preparar el asalto a la Tierre Prometida. El caudillo que lo llevará a cabo será el benjaminita Josué (yoshua).
Sólo Josué y Caleb eran de la generación anterior, pues los demás habían muerto o les faltaba poco, “por cuanto el Señor tenía predicho que todos habrían de morir en el desierto. Y así es que ninguno de ellos se quedó, sino Caleb, hijo de Jefone y Josué hijo de Nun”
NÚMEROS 27.- “Dijo también Yahveh a Moisés: -Sube al monte Abarim, y contempla desde allí la tierra que Yo he de dar a los hijos de Israel”. A continuación le ratifica que morirá en seguida, sin poder entrar en la Tierra Prometida y ratifica a Josué como su substituto; a éste le encarga que se coordine con Eleazar –el Sumo Sacerdote- antes de dar ningún paso.
Todo está ya listo para el gran asalto.
NÚMEROS 28 – 30.- Yahveh da las últimas instrucciones legales sobre sacrificios, fiestas y compromisos de votos y juramentos.
NÚMEROS 31.- Para abrir boca: “Habló el Señor a Moisés diciendo: -Toma primero venganza de lo que han hecho a los hijos de Israel los madianitas”.
Dicho y hecho; todos los varones fueron pasados a cuchillo, las aldeas incendiadas, los bienes saqueados y las mujeres y niños cautivados.
Pero Moisés considera que las mujeres madianitas eran las responsables de todo este desasigado por haber seducido a los ingenuos israelitas y se ve en la obligación de hacer la siguiente matización: “Matad, pues, todos cuantos varones hubiere, aun a los niños, y degollad a las mujeres que han conocido varón, reservaos solamente a las niñas y a todas las doncellas”.
Arriesgado fue enmendarle la plana al Sumo Hacedor, que ya sabemos cómo las gasta en cuanto le llevan la contraria, pero en este caso debió de parecerle bien la enmienda a la totalidad, por ser consecuente con la vieja filosofía del “más vale que sobre...”
NÚMEROS 32.- Las tribus de Rubén y Gad piden permiso para quedarse en tierra de Madián, mas para que no puedan acusarlos de cobardía se comprometen a formar parte del ejército que conquiste la Tierra Prometida.
Recordemos que los hebreos van a entrar a Palestina desde el otro lado del Jordán, y que madianitas, amorreos y moabitas habitaban en la actual Jordania.
“Con esto, Moisés dio a los hijos de Gad y a los de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sehón, rey amorreo, y el reino de Og, rey de Basán, y el territorio de ellos con sus ciudades al contorno”.
NÚMEROS 33.- “Dejando los montes de Abarim, pasaron a las campiñas de Moab, a orilla del Jordán, enfrente de Jericó. Y allí fijaron sus tiendas, desde Betsimot hasta Abelsatim, en los campos más llanos de los moabitas. Aquí fue donde el Señor dijo a Moisés: -Intima a los hijos de Israel, y diles: -Pasado que hubiereis el Jordán, y entrados en la tierra de Canaán, exterminad a todos sus moradores [...] y si no quisiereis matar a los habitantes del país [...] Yo haré contra vosotros todo lo que tenía resuelto hacer contra ellos”.
NÚMEROS 34 - 36.- Donde describe Yahveh cuáles serán los límites de la Tierra Prometida: Por el Sur el desierto de Tsin (Sinaí?); por el Norte el monte “altísimo” (monte Hermón?); al Este el río Jordán; y al Oeste el mar Mediterráneo.
En resumen, la frontera natural era, por un lado el Mediterráneo, por el otro el Jordán; el extremo norte lo marcaban los altos del Golán, y por el Sur el Mar Muerto y el Sinaí.
Los capítulos 35 y 36 matizan leyes sobre homicidios y herencias.
DEUTERONOMIO
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DEUTERONOMIO 1 - 2.- Como su propio nombre indica (Deutero=otro, Nomio=tratado), este libro bíblico es una segunda versión de Éxodo, Levítico y Números; normalmente una repetición resumida, pero también una continuación.
Y comienza la obra con una rápida pincelada del peregrinar israelita, y cómo han llegado a esta situación.
En el segundo capítulo se nos aclara que los hebreos no conquistaron las montañas Seir porque Yahveh se las dio a Esaú y sus descendientes, lo que les obligó a pagar impuesto de paso al atravesar sus tierras. Lo cual se contradice con Números 20:21, donde queda claro que el rey de la zona, Edom, no los dejó pasar por su territorio.
Tampoco se enfrentan a moabitas y ammonitas por ser herederos de Lot.
DEUTERONOMIO 3 - 6.- Prosigue narrando la victoria contra Og, rey de Basán, “Y exterminamos aquella gente como habíamos hecho con Sehón, rey de Hesebón, acabando con todas las ciudades, con hombres, mujeres y niños; y cogimos los ganados y los despojos de las ciudades, con lo que nos hicimos entonces dueños de la tierra ocupada por los dos reyes amorreos que habitaban de este lado del Jordán [...] Es de saber que Og, rey de Basán, era el único que había quedado de la casta de los gigantes. Se muestra su cama de hierro en Rabbat, ciudad de los hijos de Ammón, la cual tiene nueve codos de largo y cuatro de ancho”.
Los hijos de Israel siguen su inexorable avance dejando un reguero de sangre y desolación a su paso. Esta tierra de Transjordania se la adjudica la tribu de Rubén y Gad, mas ellos se compromenten a participar en la conquista de Palestina, en solidaridad con los hermanos de las restantes tribus. Por último, la reiteración de que Moisés no pisará la Tierra Prometida; sí lo hará Josué, “pues es él quien ha de conducir a ese pueblo y quien distribuirá la tierra”.
Los siguientes capítulos son un recordatorio de las leyes dadas a Moisés.
DEUTERONOMIO 7 - 16.- “Cuando el Señor Dios tuyo te introdujere en la tierra que vas a poseer y destruyere a tu vista muchas naciones: al heteo y al gergezeo y al amorreo y al cananeo y al ferezeo y al heveo y al jebuseo; siete naciones mucho más numerosas y robustas que tú, y te las entregare, y has de acabar con ellas, sin dejar alma viviente”.
Luego prosigue con mandamientos y admoniciones en una lista terrorífica e interminable; haciendo especial hincapié en la obligatoriedad de matar a todo aquel que predicase una religión distinta de la hebrea, incluso si son amigos o familiares, tanto hermanos como cónyuges o hijos: “Tú serás el primero en alzar la mano contra él, y después hará lo mismo todo el pueblo: Muera cubierto de piedras, por cuanto intentó separarte del culto de Yahveh tu dios” (Deut. 13:9-10).
Y si en alguna de las ciudades conquistadas se tuviese la certeza de que sus nuevos vecinos judíos se han pasado al paganismo, entonces “inmediatamente pasarás a cuchillo a los moradores de aquella ciudad, y la arrasarás con todas las cosas que en ella haya, matando incluso las bestias [...] y quede la ciudad como un sepulcro y monumento sempiterno. No será jamás reedificada” (Deut. 13:15-16).
DEUTERONOMIO 17 - 18.- Nadie será condenado a muerte por el testimonio de un solo hombre. Pero sí por el de dos o más. “La mano de los testigos será la primera en tirar piedras para matarlo, y después todo el pueblo acabará de apedrearlo, a fin de extirpar al malo que hay en medio de ti”.
Si hubiere dudas se consultará al Sanedrín y a los sacerdotes, quienes, junto con el Sumo Sacerdote, dictarán sentencia. Y quien no obedezca tal sentencia será muerto.
Lo que nos trae a la mente el juicio y Pasión de nuestro Señor, y concluimos que todo el proceso se ajustó a tiempo y forma.
DEUTERONOMIO 19.- Dispuso Yahveh que habría ciudades-refugio donde pudiesen estar seguros los fugitivos por homicidio involuntario.
DEUTERONIMIO 20.- A las ciudades no cananeas con las que Israel entre en guerra, primero se les dará oportunidad de rendirse, si lo hacen se les perdonará la vida, y pasarán a ser tributarios; mas si deciden pelear se pasará a cuchillo sólo a los varones, siendo respetados mujeres y niños.
En cambio con las ciudades cananeas no habrá misericordia, “sino que a todos sin distinción los pasarás a cuchillo; a saber: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Yahveh, tu dios, te tiene mandado”.
DEUTERONOMIO 21 - 33.- “Cuando un hombre cometiere delito de muerte, y sentenciado a morir fuere colgado en un patíbulo, no permanecerá colgado su cadáver en el madero, sino que dentro del mismo día será sepultado: porque es maldito de Dios el que está colgado del madero”. Por eso Jesucristo jamás se imaginó que moriría en un madero, porque esa ignominiosa muerte lo hacía maldito a los ojos de Yahveh. Él pensaba más en el filo de la espada, como le acaeció al Bautista.
En los siguientes capítulos se reiteran leyes diversas; en concreto destacan las relativas a la virginidad, que solían acabar en lapidamiento. Hay que señalar también las terribles admoniciones del capítulo 28 si el Pueblo Elegido osara apartarse del camino marcado por Yahveh.
En Deut. 29:23 se nos dice que, además de Sodoma y Gomorra, también fueron aniquiladas Adama y Seboím.
DEUTERONOMIO 34.- “Subió, pues, Moisés a la llanura de Moab, al monte Nebo, sobre la cumbre de Fasga, en frente de Jericó, y mostróle el Señor toda la tierra de Galaad hasta Dan, y toda la de Neftalí, y la comarca de Efraím y de Manasés, y todo el país de Judá, hasta el mar Occidental (Mediterráneo), y la parte meridional, y la espaciosa vega de Jericó, ciudad de las palmas, hasta Segor”.
Y allí muere, con 120 años de edad.
JOSUÉ
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NOTA.- Es cierto que la arqueología demuestra que hubo destrucciones de ciudades palestinas a finales del s. XIII a.C., pero no tienen nada que ver con las brutales y sangrientas carnicerías de que nos habla el "Libro de Josué". Sencillamente no hubo tal campaña homogénea y rápida, sino que, poco a poco, cada tribu iba logrando sus pequeñas conquistas, jamás espectaculares ni definitivas, y siempre ligadas a una gran integración con la población local.
JOSUÉ 1 - 6.- Muerto Moisés, ordena Yahveh a Oseas (nombre auténtico de Josué, pues éste sólo era su apodo, que significa “salvador”. Recordemos que así se llamaba también Jesucristo) que cruce el Jordán e inicie la conquista de Canaán. Le recuerda cuáles serán los límites del nuevo territorio (en esta nueva versión quedan ampliados): “Vuestros términos serán desde el desierto (Sinaí) y desde el Líbano hasta el gran río Eúfrates; toda la tierra de los heteos (hititas) hasta el mar grande que cae a poniente será vuestra”.
El nuevo caudillo envía dos exploradores a Jericó, que se hospedan en casa de Raab, una prostituta que los ocultó, incluso mintió a sus conciudadanos, que los andaban buscando. A cambio de tan noble acción los israelitas perdonaran la vida tanto a Raab como a su familia.
Todo el pueblo atraviesa el Jordán, que se quedará seco en el tramo que vadean, trasunto del episodio del Mar Rojo.
Cruzado este nuevo Rubicón, la suerte está echada; ya están en tierra de Canaán. “Entonces dice Yahveh a Josué: -Hazte unos cuchillos de pedernal y restablece otra vez la circuncisión entre los hijos de Israel.”
Llegados a los alrededores de Jericó, se encuentra Josué con un personaje armado, es un ángel del ejército de Yahveh que está allí para ayudar.
Yahveh le da a Josué la solución para derribar la inexpugnable muralla de Jericó: el pueblo de Dios dará vueltas durante seis días en redor de la ciudad y al séptimo rematará con un toque sacerdotal de trompetas. Caídos que fueron los muros de la plaza, los hebreos entraron en tromba “y pasaron a cuchillo a todos cuantos había en ella, hombres y mujeres, niños y ancianos: matando hasta los bueyes, las ovejas y los asnos”. Tan sólo se salvan Rahab, la ramera (aunque también podría traducirse como “mesonera”), y su familia. Después incendiaron la ciudad y a otra cosa, mariposa.
JOSUÉ 7 – 8.- “Pero los hijos de Israel quebrantaron el mandamiento, y se apropiaron parte del anatema. Porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá, tomó alguna cosa de lo destinado al anatema, por lo cual se enojó Yahveh contra los hijos de Israel”. La venganza fue simple y efectiva (amén de santa); héte aquí que la siguiente ciudad a tomar era Hai, más bien un poblacho, así que los israelitas pensaron que un pequeño destacamento de tres mil hombres bastaría y sobraría para la conquista.
Mas fueron ignominiosamente derrotados por los haítas. Josué se rasgó las vestiduras, se tiró al suelo y desolado se lamentaba a Yahveh. Entonces aparece el Señor, y le hace saber al desolado caudillo que no van a ganar ni un torneo de petanca mientras no aparezca el que ha sustraído el botín reservado al anatema. Y para facilitar las cosas se realizará un sorteo público ante notario que nos permitirá dar con el sacrílego. Y, mira por dónde, el premio gordo le toca a Acán -hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá-, que decide cantar de plano: “Vi entre los despojos una capa de grana (púrpura?) muy buena, y 200 siclos de plata, y un lingote de oro de 50 siclos; y llevado de la codicia lo tomé y escondí bajo tierra en medio de mi tienda, y enterré el dinero en un hoyo”. Inmediatamente es apresado y, junto con su familia, ganado y posesiones, conducido al desierto. Allí mueren lapidados a manos del pueblo, luego encienden una inmensa pira “y fue consumido de las llamas su cuerpo y todo cuanto poseía”.
Salvado esta escollo ya puede tomarse Hai, y por si hubiere duda Yahveh anima a Josué para que actúe con “la ciudad de Hai y su rey como trataste a Jericó y al rey de ésta”. Como buen estratega que es, el Señor recomienda el viejo, mas no por ello menos eficaz, ardid de la emboscada en retaguardia: cinco mil hombres quedan ocultos a las afueras de Hai, mientras Josué provoca a los haitas que al final salen en su persecución y caen en el garlito. La victoria fue absoluta, “los que perecieron en esta jornada, entre hombres y mujeres, fueron doce mil”. A continuación se repartió el botín, se le pegó fuego a la ciudad y se ahorcó al rey. Amén.
NOTA.- Hacia el 1350, unos dos siglos más tarde de la expulsión hicsa, encontramos en Tell-el-Amarna referencia a grupos de bandas armadas que desde Palestina ponen en peligro la frontera oriental de Egipto: son los habiru o hapiru.
De nuevo se hace inevitable la asociación de "habiru" con "hebreos", y la conquista de Canaán por Josué, aunque cronológicamente hay diversas deficiencias e históricamente está demostrado que los "habiru" eran bandas de desarraigados, muchas veces contratados como mercenarios y que nos recuerdan mucho más a grupos errantes del tipo de los bagaudas de fines del Imperio Romano.
En cualquier caso, todo esto puede conciliarse, pues queda claro que los habiru eran semitas y también es evidente que las conquistas de Josué no tenían la unidad política y étnica que nos relata la Biblia. Los textos egipcios nos cuentan que los habiru fueron sojuzgados hacia el 1275 por Ramsés II que los tuvo esclavizados para realizar sus magnas obras arquitectónicas.
De todo lo cual debemos deducir que la Biblia mezcla varias tradiciones de las tortuosas relaciones entre israelitas y egipcios muy cercanas en el tiempo, creándose las leyendas de Josué, la estancia en Egipto, la esclavitud, la liberación de Moisés, el Éxodo y la conquista de Canaán.
La primera mención histórica de los israelitas data del 1234 aproximadamente la encontramos en la llamada "Estela de Israel", en la que el faraón Merempthá deja constancia de su victoria sobre israelitas, libios y otros "Pueblos del Mar".
JOSUÉ 9.- Habida cuenta el cariz que van tomando los acontecimientos se coaligan todos los pueblos cananeos para frenar la pesadilla hebrea; salvo los gabaonitas que, muertos de miedo envían una embajada fingiéndose embajadores de un país lejano que pretenden negociar un pacto. Cuando los hebreos descubrieron el ardid ya estaban bajo palabra, así que no podían hacerles ningún daño, aunque, eso sí, los condenaron a servir de criados que les suministrasen leña y agua “al lugar que el Señor escogiese, como lo hacen hasta el presente”. Resumiendo: los gabaonitas cometieron defección para pactar una rendición honrosa frente a los terribles invasores, y se hicieron vasallos de Israel.
JOSUÉ 10.- Adonisec, rey de Jerusalén, es el caudillo de la coalición cananea, y convocan a cinco reyes amorreos para conquistar la traidora ciudad de Gabaón. Sus habitantes envían un desesperado mensaje de auxilio a Josué: “No rehúses socorrer a tus siervos”. Evidentemente había un pacto de vasallaje. “Al punto, Josué subió de Gálgala, y con él los guerreros más valientes de todo su ejército”
Su victoria fue espectacular. El Señor también aportó su granito de arena, o de hielo por mejor decir, pues castigó al campo cananeo con una terrible granizada, de suerte que “fueron muchos más los que murieron del pedrisco que los pasados a cuchillo por los hijos de Israel”.
Como pronto va a llegar la noche, y Josué no quiere dejar un enemigo con vida, invoca al Sol y a la Luna para que detengan su curso, y Yahveh dio “curso” a tan singular petición, seguramente por ir cargada de buenas intenciones: “Y paróse el Sol y la Luna hasta que el pueblo del Señor se hubo vengado de sus enemigos”.
A pesar de todo, los cinco reyes cananeos –de Jerusalén, Hebrón, Jerimot, Laquis y Eglón- logran esconderse en una cueva; vano empeño pues son localizados y ahorcados. Esa cueva les servirá de sepultura.
Es de admirar que, en esta brillante campaña, no ha perecido ni un solo israelita, lo que anima a Josué a proseguir con la blitzkrieg y tomar Maceda, Lebna, Laquis, Eglón, Hebrón, Dabir, Asedot y otros lugarejos de menor importancia. “De esta suerte arrasó Josué too el país montuoso, el meridional y el llano, y también a Asedot con sus reyes: no dejó allí cosa con vida, sino que mató a todo ser viviente, como se lo tenía mandadó Yahveh, dios de Israel”.
JOSUÉ 11 - 12.- Enterado de esto Jobín, rey de Hazor, envían mensajeros al resto de pueblos cananeos para formar una nueva coalición que frene a las hordas hebreas. El choque tendrá lugar en las Aguas de Merom. Yahveh habla con Josué y le asegura la victoria: “-Yo te entregaré a todos esos para que sean pasados a cuchillo a vista de Israel. Harás desjarretar sus caballos y quemara sus carros”.
Y así sucedió. Todas las ciudades fueron ocupadas sin resistencia por los israelitas, pues estaban desguarnecidas; y tal y como había ordenado Yahveh, todos sus habitantes fueron pasados a cuchillo sin compasión. En total, desde que cruzaron el Jordán, han sido sometidos 31 reyes cananeos y toda la población exterminada. Esto se llama genocidio.
NOTA.- En la primera mitad del s. XV (época de Amarna) la mayor ciudad de Canaán era Hazor, en la alta Galilea, 14 Km. al norte de Tiberíades; era un estratégico enclave en las rutas de caravanas, sobre todo las de estaño. Unos cien años más tarde, Hazor, fue desruida completamente; la fecha vendría a coincidir con la supuesta conquista israelita liderada por Josué, y las Escrituras corroboran la saña de Josué contra Hazor. Sin embargo, muchos historiadores ponen en duda la autoría del caudillo hebreo en esta hazaña, porque esta ciudad quedaba muy al norte.
JOSUÉ 13 - 22.- “Era Josué anciano y de edad avanzada, cuando el Señor le dijo: -Tú estás viejo, y tienes ya muchos años, y queda por conquistar y dividir en suertes una tierra dilatadísima”. De nuevo repite Yahveh cuáles serán los límites de la Tierra Prometida y las tribus que deben ser exterminadas (todas).
En el versículo 22 leemos que “los hijos de Israel pasaron también a cuchillo, como a todos los demás, al adivino Balaam, hijo de Beor”. Así pues, no le sirvió de nada al mago amonita su negativa a maldecir a los hebreos y desairar a Balac, rey de los moabitas (Números 22). Mas le hubiera valido unir su magia a la espada de Balac. Suponemos que en realidad Balaam, o Baalam, significa “adorador de Baal”, y seguramente era un sacerdote baalamita.
Buena escarda hicieron los hebreos en la tierra de Canaán, que no dejaron uno vivo, “pero a los jebuseos, que habitaban en Jerusalén, no pudieron exterminarlos los hijos de Judá; y así el jebuseo continuó habitando en Jerusalén, con los hijos de Judá hasta el presente” (Josué 15:63). Habrá que esperar la llegada del rey David para que Jerusalén sea definitivamente conquistada.
En posteriores capitulos (Josué 17:12) nos enteramos de que muchas ciudades cananeas no pudieron ser sojuzgadas y se convirtieron en meros tributarios de los israelitas.
Probablemente estos truculentos relatos de genocidio y poblaciones enteras pasadas a cuchilo no deje de ser una invención que obligaba a los hebreos a creer una pureza racial que, con toda seguridad, nunca se dio. En cualquier caso, la convivencia con las tribus cananeas debió de ser algo habitual.
La conquista termina, y Josué agradece a las tribus de Rubén y Gad su lealtad y cooperación, despiediéndolos en paz para que regresen a sus territorios del otro lado del Jordán. Pero llegados a su tierra construyen un altar sacrílego; las demás tribus les piden explicaciones, y los amenazan con ir a la guerra. Ellos se justifican diciendo que ese altar no es para ofrecer holocaustos sino como homenaje a Yahveh. Y todos quedaron conformes.
Luego Josué y Eleazar entregaron su alma al Señor.
JUECES
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Los dos siglos aproximados que cabría atribuir a la época de los jueces quedan estirados en las Escrituras hasta más del doble, y se nos presentan en sucesión ininterrumpida de líderes con poder sobre todo Israel, cuando su alcance era muy localizado (muchas veces exclusivamente tribal) y, los hechos narrados, simultáneos.
JUECES 1.- “Muerto Josué, los hijos de Israel consultaron a Yahveh diciendo: -¿Quién marchará delante de nosotros contra el cananeo, y será nuestro caudillo para continuar la guerra?
Y respondió el Señor: -La tribu de Juda marchará delante de vosotros”
Sigue la campaña bélica; sólo participa la tribu de Judá, ayudada por la de Simeón. En Bezec matarán a diez mil cananeos y ferezeos.
“Entre tanto huyó Adonibezec [literalmente “señor de Bezec”]; mas yéndole al alcance lo prendieron y le cortaron los pulgares de pies y manos”.
Luego, los judíos toman Jerusalén y la arrasan, lo cual se contradice con la posterior versión de que fue conquistada por David.
“Y el Señor estuvo a favor de Judá, quien se hizo dueño de las montañas; pero no pudo exterminar a los moradores del valle porque tenían muchos carros falcados”. Tampoco el resto de tribus lo tenía fácil; en realidad había una tolerada convivencia con los cananeos.
JUECES 2 - 3.- No tarda mucho Yahveh en mandar un ángel que recrimina a los israelitas su blandura y cobardía por haberse aliado con los naturales del país en lugar de exterminarlos que es lo que procede. “Al decir el ángel de Yahveh estas palabras a todos los hijos de Israel, alzarón éstos el grito y se pusieron a llorar”.
Mas pronto pasó el arrepentimiento, porque la generación siguiente olvidó el nombre de Yahveh, “abandonándolo a Él (abandonando a “El”) para servir a Baal y a Astarot [...] De lo cual, irritado el Señor contra los israelitas, los entregó en manos de los saqueadores, que los cautivaron u vendieron a los enemigos locales; y no pudieron oponerse a sus adversarios ”.
De vez en cuando, Yahve, que es misericordioso y omnipotente, proveía de jueces a ese pueblo de dura cerviz para que los devolviera al redil, mas todo en vano; por lo que el Señor resolvió que los cananeos volvieran a fortalecerse. “Estas son las naciones que dejó subsistir el Señor, con el fin de instruir por medio de ellas a Israel: [...] cinco sátrapas de los filisteos, y todos los cananeos y sidonios y heveos habitabitantes del monte Líbano desde la cordillera de Baal-Hermón hasta la entrada de Emat”.
La consecuencia de tanto contubernio fue la paganización generalizada; Yahveh es desplazado por Baal y Astarot.
“Y airado el Señor contra los hijos de Israel, entrególos en manos de Cusán Rasataim, rey de Mesopotamia; y le estuvieron sujetos ocho años”.
Surge un juez llamado Otoniel, que derrotó y sojuzgó a Cusán Rasataim, “Rey de Siria”. Es de imaginar que este Cusán sería algún reyezuelo sirio; tengamos en cuenta que en la Biblia suelen confundirse los territorios de Siria y Mesopotamia.
Durante cuarenta años hubo paz.
Muerto Otoniel, los hebreos sufren el dominio de Eglón, rey de Moab, que había hecho coalición con amonitas y amalecitas.
Entonces surge la figura de Aod, ambidextro él, y miembro de la comitiva israelí que iba a entregar los tributos a Eglón. Aod consigue quedarse a solas con el dignatario moabita. En un descuido le arroja con la mano izquierda una daga que llevaba oculta y se la clava en el vientre, con tal fuerza que hasta la empuñadura penetró en los intestinos “y al instante los excrementos salieron por sus conductos naturales”.
Después de esto, Aod acaudilla a los hijos de Israel para infligir una ignominiosa derrota a los moabitas que los mantuvo en paz durante 80 años.
“Después de Aod floreció Samgar, hijo de Anat, que mató 600 filisteos con una reja de arado; él también fue defensor y libertador de Israel”. Otras versiones cambian el arma homicida por una quijada de burro, evidente trasunto de las aventuras de Sansón, que a su vez lo son de las llevadas a cabo por Hércules, y las hercúleas derivan de las mesopotámicas de Gilgamesh.
JUECES 4 - 5.- Y el ciclo infinito sigue: conducta disoluta y pagana de Israel, castigo y sojuzgamiento, arrepentimiento, envío por parte de Yahveh de un juez libertador, euforia, caída en el pecado, vuelta a empezar.
En este caso, el opresor es Jabín, rey de Canaán, y su general Sísara. Contaba el cananeo con 900 carros falcados, y durante 20 años los había sometido de modo cruel.
“Vivía en aquel tiempo Débora, profetisa, mujer de Lapidot, la cual regía al pueblo”. Débora mandó llamar a Barac, y le dijo que se pusiera al frente de un ejército de diez mil hombres, pues Yahveh le daría la victoria frente a Sísara. Y así fue.
El general cananeo acaba huyendo a pie, mientras su ejército es masacrado. Logrará cobijarse en la tienda de una tribu aliada; Jahel se llamaba la mujer que lo acogió. Mas en estos días de mudanza de nadie te puedes fiar, Jahel oculta al fugitivo bajo un montón de pieles y entonces aprovecha para colocar una puntiaguda estaca sobre su cabeza y dar un tremendo mazazo que acaba con la vida de Sísara.
“Estuvo después todo el país en paz cuarenta años”.
JUECES 6 - 8.- Muerto Barac, son los madianitas quienes oprimen a los hebreos. Yahveh envía un ángel a la casa de Joaz (o Joas), y le dijo al pequeño de la familia, Gedeón, que el Señor lo reservaba para ser el caudillo de su pueblo. Éste, dubitativo, tiene huevos de probar a Yahveh con dos estúpidas pruebas de magia exigiéndole que llenara de rocío un vellocino mientras el campo sobre el que estaba quedaba seco y viceversa. Gedeón fue llamado Jero-Baal, que significa “el que lucha con Baal” por haber destruido el altar de Baal que su padre había edificado; aunque también podría ser Hiero-Baal, “el sagrado de Baal”, y sería en realidad un adorador de Baal. Yo me inclino por esta segunda y herética versión.
Gedeón, investido por Yahveh de tan altísima autoridad, reúne un ejército de 32 mil hombres. Pero el Señor no quiere tanta gente, al objeto de que toda la gloria recaiga sobre Él; de modo que al final el ejército queda en partida de bandoleros: sólo 300 mardanos que atacaron de noche con gran estruendo y alboroto, lo cual provocó enorme pánico y desazón entre los madianitas que, entre tanta confusión y negra obscuridad se mataron entre sí.
Gedeón fue en persecución de los reyes madianitas Ceebe y Salmana. En Socot hizo un alto para pedir provisiones, y sus habitantes se las negaron. “Replicóles él: -Cuando Yahveh haya entregado en mis manos a Cebee y a Salmana, yo destrozaré vuestros cuerpos contra las espinas y abrojos del desierto”. Terrible y crudelísima amenaza que no dejó de llevar a cabo en cuanto hubo prendido y ejecutado a los reyezuelos de Madián.
JUECES 9.- Gedeón tuvo 71 hijos. Uno de ellos, Abimelec, logró convertirse en caudillo de Siquem, y al mando de una partida de la porra, asesinó al resto de sus hermanos, para no tener rivales en el trono. Tan sólo escapó de la degollina Joatam, el menor de ellos, que juró venganza.
Abimelec fue un odioso tirano, y el pueblo se sublevó contra él. Precisamente, estaba una torre rebelde cuando un pedrusco lanzado por una mujer desde las almenas acabó con su vida. Q.s.j.
JUECES 10 – 12.- Tras sucederse varios jueces (Tola, Jair...), los israelitas cayeron en la total depravación del paganismo, así que el Señor los arrojó en brazos de sus enemigos.
Por aquel tiempo había formado una partida de bandoleros un tal Jefté, hijo bastardo de Galaad, que había sido expulsado por sus hermanastros del hogar familiar.
Este Jefté fue nombrado Juez y caudillo israelita. El primer paso era sacudirse el yugo amonita, “hizo un voto al Señor diciendo: -Si entregares en mis manos a los hijos de Amón, la primera persona que saliere de los umbrales de mi casa y se encontrare conmigo cuando yo vuelva victorioso te la ofreceré en holocausto”.
La victoria fue apoteósica, y al regresar a casa salió a recibirlo su única hija. Jefté se rasga las vestiduras y le cuenta a la muchacha su terrible promesa; la muy tonta se resigna a su suerte y tan sólo pide que se le permita vagar dos meses por los montes en compañía de sus amigas llorando su virginidad, costumbre que se mantendrá entre las jóvenes hebreas todos los años. Evidentemente es un trasunto del episodio de Agamenón y su hija Ifigenia en Áulide.
JUECES 13 – 16.- Pues érase una mujer estéril a la que se apareció el Ángel del Señor anunciándole que parirá un hijo, tal hijo será un “nazareno” (nazoraios), un hombre consagrado a Dios “cuya cabeza no tocará navaja, no beberá vino ni sidra ni comerá cosa inmunda, y él ha de comenzar a libertar a Israel del poder de los filisteos”. Emocionadísima, corrió a contárselo a su marido, Manué, de la tribu de Dan, que se quedó encantado por la noticia. Cuando nació en niño le pusieron por nombre Sansón.
Con el tiempo Sansón bajó a Tamnata; y viendo allí una mujer filistea se enamoró de ella y le dijo a sus padres que la quería por esposa; éstos, israelitas de pura cepa, no iban a consentir que su querubín fuese a emparentar con una guarra fililistea. Pero como tiran menos dos carretas que poitrine de filistea los padres no tienen otra que reblar.
Sansón era un chulo piscina malcriado y propone a los jovenzanos del lugar el famoso acertijo del panal de miel en la calavera del león que desencadenará el delictuoso affaire de las túnicas. Por lo demás conviene que el querido lector vea la sin par película de D. Cecilio Blount de Mille “Sansón y Dalila”.
“Apoderóse de él después el espíritu del Señor, y fuese a Ascalón, donde mató treinta hombres, y quitándoles los vestidos se los dio a los que descifraron el enigma. Y enojado sobremanera volvióse a la casa de su padre. Entretanto su mujer, creyéndose abandonada, tomó por marido a uno de los amigos y compañeros de Sansón en las bodas”.
Cuando éste se entera se enciende en cólera, y ya puesto a incendiar ata teas encendidas a los rabos de 300 raposas y las soltó por los trigales filisteos, con lo que se perdió toda la cosecha.
Los filisteos a su vez, ya que no podían apresar a Sansón, quemaron a la ex-novia y al padre de ésta. No obstante pronto dieron con su paradero: una cueva en Judea, y fueron a prenderlo; craso error, pues él solo, con una quijada de burro, mató a mil filisteos sin despeinarse. “Y Sansón, elegido juez, gobernó a Israel veinte años en tiempo de guerra de los filisteos” (Jueces 15:20).
JUECES 16.- “Fue después Sansón a Gaza donde vio a una mujer pública y entró en su casa”. Los filisteos lo descubren y ponen centinelas en la puerta, a continuación cierran las puertas de la ciudad y se preparan para darle su merecido.
A media noche, Sansón se levanta sigiloso del lecho y logra burlar la vigilancia de los guardianes; llega hasta la muralla mas, encontrando las puertas atrancadas, las arranca de cuajo y se las lleva hasta lo alto de un monte.
“Después de esto enamoróse de una mujer que habitaba en el valle Sorec llamada Delihlah”. Y esa zorra fue su perdición.
Sansón acabó con las cuencas de los ojos vacías haciendo de burro en un molino. Dagón se moría de risa.
En un banquete multitudinario ritual en honor de este dios, llevan a Sansón para que haga de payaso. “Es de advertir que el edificio estaba lleno de hombres y mujeres, y se hallaban allí todos los príncipes de los filisteos, y cerca de tres mil personas de ambos sexos, mirando desde las azoteas y techos del edificio las burlas que se hacían de Sansón”.
Pero les salió el pan en una torta, como es de todos sabidos, pues al grito de “muera yo con los filisteos”, el circo acabó en tragedia. Luego acudió su familia y lo enterraron en el sepulcro de su padre, el gitano Manué.
Parece ser que Sansón sería nombre de raíces indoeuropeas, que significaría “hijo del Sol” (similar al inglés sun-son); y toda su historia una leyenda típica de héroe solar.
NOTA.- Fueron los filisteos el peor enemigo de Israel; estaban asentados en la zona costera del sur de Palestina (de ellos tomó su nombre la región), donde llegaron de rebote hacia el año 1200 a.C. tras ser rechazados en el delta del Nilo por Ramsés III. Formaban parte de la coalición de los llamados Pueblos del Mar, y eran llamados "peleset" por los egipcios. La Biblia les adjudica un origen cretense, y no podría descartarse una procedencia egea, aunque también podrían haberse helenizado una vez asentados en canaán como consecuencia de intercambios comerciales con pueblos micénicos. Así pues, casi llegaron a la vez filisteos e israelitas. Probablemente los fillisteos no eran muy numerosos, pero tenían una elevada cultura, monopolizaban en la región el trabajo del hierro y tenían una sólida y eficaz organización militar, a lo que hay que añadir la indiscutible superioridad que les conferían sus armas de hierro y sus carros de guerra. Nunca llegaron a ser totalmente sojuzgados, antes bien, hasta el reinado de David ellos tenían la hegemonía en el sur y centro de Palestina. Si no lograron hacerse con el control de la zona es porque estaban organizados en ciudades-estado, y nunca quisieron unirse; estrategia que sí utilizaron los israelitas, y eso, a la postre, les dio la victoria y el control de Palestina.
JUECES 17.- “Hubo en aquel tiempo un hombre de las montañas de Efraím, llamado Micás”. Este Micás manda fundir 200 monedas de plata (creo que en aquel tiempo no había acuñación de moneda) para fabricar un ídolo, que coloca en su casa y ni corto ni perezoso se autonombra sumo sacerdote. La Biblia lo justifica: “En aquellos días no había rey en Israel; sino que cada cual practicaba lo que le parecía mejor” (Jueces 17:6).
Al poco tiempo conoció Micás a un joven levita y lo convenció para que se quedara en su casa como sacerdote a cambio de un buen sueldo. Y pensó Micás: “Ahora estoy convencido de que Yahveh me será favorable, pues tengo conmigo un sacerdote del linaje de Leví”.
JUECES 18.- Este episodio de Micás parece que sucede al poco de morir Josué, pero históricame no tiene ningún sentido.
“En aquellos días no había rey en Israel, y la tribu de Dan andaba buscando tierra para habitar”. Cinco danaítas partieron en misión exploratoria, y paran en casa de Micás. Allí conocen al levita y le piden augurio para su misión, el cual les dice que el éxito será rotundo. Y en efecto, encuentran una pacífica ciudad, Lais, que reúne todos los requisitos para ser asaltada impunemente. De vuelta al campamento los danaítas organizan un ejército de 600 hombres y se preparan para la invasión. Como les pilla de camino, paran otra vez en casa de Micás y roban las vestiduras sagradas y el idolillo; al descubrirlo el levita le ordenan callar y le proponen que vaya con ellos como sacerdote, proposición a la que accede. Micás entra en escena y le recrimina su traición, de paso exige a los danaíta que le devuelvan sus pertenencias; éstos lo convencen con el sólido argumento de que puede darse por contento con seguir vivo.
Sigue la tropa su camino, “y llegando a Lais hallaron aquel pueblo tranquilo y descuidado, y lo pasaron a cuchillo e incendiaron la ciudad”. Y en aquel chamuscado solar se quedaron a vivir los danaítas y colocaron el ídolo de Micás.
Lo cuál demuestra que la idolatría siguió vigente mucho tiempo entre los israelitas.
JUECES 19.- Es la historia del terrible crimen de los gabaonitas, de la tribu de Benjamín; trasunto de la historia de Sodoma con Lot y los ángeles, y el final del rapto de las sabinas. La cosa acabó en guerra civil y en el cuasi exterminio de la tribu benjaminita.
Y así, con este hecho ta execrable, acaba el libro de los Jueces, y se vuelve a insistir machaconamente en que “en aquellos días no había rey en Israel, sino que cada cual hacía lo que mejor le parecía”.
LIBRO DE RUT
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RUT 1.- Este libro es una prolongación del anterior tratado.
Debido a la hambruna, un judío de Belén se vio obligado a emigrar a la tierra de Moab junto con su familia. Este hombrecico respondía por Elimelec, y su mujer Noemí. Pero al poco murió Elimelec, dejando viuda y dos hijos. Noemí, con grandes esfuerzos fue sacando adelante a los dos mardanos, y cuando estuvieron en edad de merecer matrimoniaron con mujeres moabitas: Orfa y Rut.
Mas, poco dura la alegría en casa del pobre, pues a los diez años ambos muchachos fallecieron, con lo que se incrementó el número de viudas grandemente.
Noemí, sin ya nada que la ate a esa región, decide regresar a Judá, pero las nueras le dicen que no la abandonarán. Loable actitud. La anciana no quiere que las chicas se entierren en vida cuidando a una vieja, y las anima a permanecer en Moab y buscar nuevo marido. “Orfá besó a su suegra y volviose, mas Rut se quedó”, y ante la insistencia de la suegra díjole el famoso discurso. Noemí quedó convencida, agradecida y admirada por tanta lealtad y abnegación; eso era una nuera.
En Belén fue recibida con grande alborozo, mas Noemí dijo a sus paisanos: “No me llaméis Noemí (graciosa) sino Mara (Amara=amarga) porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura”.
Rut decide sacar a las dos adelante, y pide permiso para recoger las espigas sobrantes de los segadores que servían a Booz, un rico agricultor que, casualmente, era pariente consanguíneo de Elimelec.
Quedó Booz prendado del recato, belleza y noble proceder de la muchacha, que no había consentido en dejar abandonada a su suegra, así que decide ayudarla de forma discreta al principio y al poco directamente la pone en plantilla como espigadora.
Sabedora Noemí de que el patrono de Rut es Booz, le da instrucciones para que se eche a sus pies y espere la reacción de éste, pues como pariente cercano casi está obligado a desposarla. ¡Qué más quería Booz, que estaba coladito por la chica! Lo malo era que había otro pariente más cercano que tenía más derechos sobre Rut (así era la Ley mosáica), pero hablando se entiende la gente y el cuento acabó con Booz y Rut felices y comiendo perdices y engendrando a Obed que fue el padre de Isaí, que fue el padre del futuro rey David.
SAMUEL
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1 SAMUEL 1 - 3.- “Hubo un hombre en Ramataimsofim, en las montañas de Efraím, llamado Elcana [...] que tenía dos mujeres, una llamada Annam y la otra Fenenna”
Ana era estéril y sufría mucho, además Fenenna no cesaba de zaherirla por ello. Un día Ana hace un voto ante Helí, sacerdote de Yahveh: si tiene un hojo lo consagrará a Dios y lo hará Nazareno (nazoraios).
“Elcana conoció a Ana, su mujer, y el Señor se acordó de ella”. Parió un varón que fue consagrado a Dios, como había prometido la Sra. Ana, y lo llamó Samuel.
Samuel estaba al servicio de Helí, pero éste tenía 2 hijos que eran unos malvados y se quedaban con los holocaustos pacíficos, de suave olor que en honor de Yahveh se inmolaban. Samu era un encanto, y “Helí bendijo a Elcana y su mujer”, como resultado “el Señor visitó a Ana, la cual concibió y parió tres hijos y dos hijas. Entretanto el niño Samuel iba haciéndose grande en la presencia del Señor”. Es curioso el término “el Señor visitó a Ana”, la misma acción que padeció Nuestra Señora, la Virgen María, ¿eran, por tanto, los tres hijos y las dos hijas, vástagos de Yahveh, igual que N.S. Jesucristo?.
“Helí, empero, era muy viejo, y llegó a saber el modo en que se portaban sus hijos con todo el pueblo, y que dormían con las mujeres que venían a velar en la puerta del Tabernáculo”. Probablemente fuesen casos de prostitución ritual; en cualquier caso Helí les recriminó su execrable conducta, pero ellos como el que oye llover. “Vino a la sazón, un varón de Dios a Helí”, el cual le echa un responso de no te menees, dejándole claro que Yahveh está ofendidísimo y que, por tanto, piensa destituirlo de su cargo.
“Entre tanto, el joven Samuel seguía sirviendo al Señor bajo la dirección de Helí”, y comienza a recibir en exclusiva los mensajes de Yahveh. Decididamente, el viejo sacerdote había caído en desgracia.
1 SAMUEL 4.- “Sucedió por aquellos días que los filisteos se juntaron para hacer la guerra. Israel se puso también en campaña para combatir a los filisteos, y acampó junto a la Piedra del Socorro. Los filisteos, por su parte, avanzaron hasta Afec”.
Recordemos que, hacia el año mil, seguían llegando oleadas de los pueblos del mar; los filisteos han ocupado la costa y el sur de Canaán, de ellos, los peleset tomará nombre la zona: Palestina. Posiblemente sean de ascendencia helénica, lo que explicaría la abundante concomitancia entre los mitos hebreos y griegos.
Volvamos al párrafo anterior, donde filisteos e israelitas están a punto de enfrentarse. La batalla fue desastrosa para el Pueblo Elegido, dejando más de 4000 muertos en la refriega.
Rehecho el ejército, deciden traer de Silo el Arca de la Alianza, pues estando Yahveh en medio de su pueblo, la victoria está asegurada. Craso error. “Dieron pues los filisteos batalla, y quedó derrotado Israel, y todos huyeron a sus casas. El destrozo de los israelitas fue tan grande que treinta mil infantes quedaron muertos. Fue tomada el Arca de Dios, y muertos los dos hijos de Helí: Ofní y Finees”.
Cuando Helí se entera del desastre, cae desmayado hacia atrás, partiéndose el cuello. Tenía el hombre 98 años.
1 SAMUEL 5.- Los filisteos no tienen otra ocurrencia que llevar el Arca de la Alianza a la ciudad de Azoto, e instalarla en el templo de Dagón, a los pies del terrible ídolo. Naturalmente, desde ese día comienzan a sucederse los prodigios; para abrir boca, la estatua del dios pagano aparece caída y destrozada. “Tras eso, la mano de Yahveh descargó terriblemente sobre los azocios, y los asoló e hirió a los de azoto en la parte más secreta de las nalgas. Al mismo tiempo las aldeas y campos de aquel país comenzaron a bullir y apareció una gran cantidad de ratones, con lo que toda la ciudad quedó consternada por la gran mortandad que causaban”
Así que los azocios pidieron que el Arca maldita fuese trasladada a otro lugar “y conforme la iban conduciendo de ciudad en ciudad el Señor descargaba su mano sobre ella, causando una mortandad grandísima; y hería a los moradores de cada pueblo, desde el menor hasta el mayor, de modo que sus almorranas hinchadas y caídas se corrompían, por lo que los geteos discurriendo entre sí se hicieron unos asientos de pieles”. Nadie quería tener en su aldea semejante trofeo.
1 SAMUEL 6.- “Estuvo, pues, el Arca del Señor en el país de los filisteos por espacio de siete meses”, y hartos de tanta aflicción y sufrimiento deciden devolvérsela a sus legítimos dueños, no sin antes construir un exvoto en oro en forma de almorrana y de ratón para aplacar la furia de Yahveh. Las ciudades implicadas eran; Azoto (Asod), Gaza, Ascalón, Get y Acarón.
Por fin llegó el cofre sagrado a territorio hebreo, a Betsamés, donde hubo grande alborozo. Mas poco dura la alegría en casa del pobre, porque algunos curiosos abrieron la tapa para ver su interior, con el resultado de que 70 ediles y cincuenta mil vecinos del lugar cayeron fulminados. Y es que Yahveh se gasta muy pocas bromas.
“Vinieron, pue, los de Cariatiarim y llevaron el Arca de Yahveh y la colocaron en casa de Abinadab, que habitaba en Gabaa; consagrando a su hijo Eleazar para que cuidase del Arca”.
Deshechos del Arca, los filisteos retornan a su deporte favorito de atacar a los israelitas; pero esta vez les salió el tiro por la culata. Los hebreos habían aprendido la lección y se habían convertido en fieles adoradores de su único y amadísimo Dios. “Mientras Samuel ofrecía el holocausto, comenzaron los filisteos el combate contra Israel; mas el Señor tronó aquel día con espantoso estruendo contra los filisteos, y los aterró de tal suerte que fueron derrotados por Israel [...] y fueron restituidas a Israel las ciudades que los filisteos le tenían usurpadas, desde Acarón hasta Get, y libró Samuel a los israelitas de mano de los filisteos, y hubo paz entre Israel y el amorreo”.
1 SAMUEL 8.- Samuel fue un buen juez para Israel, mas al llegar a la vejez pretendió hacer su cargo hereditario, y sus dos hijos ejercían funciones de Gobierno. Joel y Abia se llamaban los vástagos, y resultaron ser un par de corruptos impenitentes.
Ante tal estado de cosas, el pueblo –siempre sabio y soberano- pidió que se nombrase un rey. Lo cuál que desagradó sobremanera a Samuel, pues Israel no debía tener más rey que Yahveh (y Helí y Sucesores S.L. los gestores de su poder).
Yahveh, no podía creer lo que estaba viendo, y habló a Helí diciéndole que accediera a las peticiones de la chusma. Si no lo querían a Él como rey, que eligieran un humano, pero ya tendrían tiempo de arrepentirse.
Samuel advierte al pueblo que el rey será un tirano odioso, “pero el pueblo no quiso dar oídos a las razones de Samuel”. Debían de pensar que ya estaba muy alto el listón con Yahveh.
NOTA.- Sin centralización y sin organización de base jerárquica, Israel corría el riesgo de grave desmoronamiento, de verse arrollado. La asfixiante presión de sus vecinos hacía necesaria la institución de la monarquía. Saúl, aunque ungido rey, aparece como el continuador de la linea de líderes cariamáticos que fueron los jueces. Curiosamente, en Samuel 10:1 leemos que Saúl es ungido como naguid, cargo tradicional de la llamada liga anfictiónica con sentido cercano al comandante militar.
1 SAMUEL 9 – 10.- Cis era un varón de la tribu de Benjamín que envió a su hijo Saúl junto con un criado en busca de unas pollinas que se le habían escapado. Como no las encontraba, pidió ayuda a Samuel, afamado juez, profeta y vidente, todo en uno.
Yahveh comunica a Samuel que Saúl es el hombre elegido por Él para que reine sobre los ingratos israelitas. Y Saúl fue ungido rey por Samuel ¡qué remedio!
Para que no se mosquee la plebe, Samuel comunica al respetable que va a procederse a un imparcial sorteo que decidirá el preclaro varón cuyas sienes ceñirán la corona del nuevo reino.
Entre las 12 tribus, la agraciada fue la de Benjamín, de cuyas familias (gens) salió Metri; y de los metris el tocado por la fortuna fue Saúl, hijo de Cis. “Fueron, pues, corriendo, y trajéronlo de allí; y así que estuvo en medio del pueblo, se vio que era más alto que todos los demás, todo lo que va de hombros arriba”. Hubo vítores y aclamacion general. A Samuel le faltó tiempo para escribir en un libro la Ley de la Monarquía, que expuso al pueblo y luego guardó en el Tabernáculo.
Saúl se fue a su casa, seguido por el ejército en loor de multitud. “Al contrario, los hijos de Belial dijeron: -¿Por ventura podrá este salvarnos?.
Y lo despreciaron, y no le ofrecieron los donativos, mas él disimuló, haciendo como que no lo entendía”
1 SAMUEL 11.- Al cabo de un mes, Naas, ammonita, inicia una campaña y ataca Jabes, en Galaad. Los jabeses intentaron negociar una rendición digna, pero “respondióles Naas: -Haré alianza con vosotros sacándoos a todos el ojo derecho, y poniéndoos por oprobio e todo Israel”.
Desesperados los de Jabes envían mensajeros a Gabaa, la patria de Saúl, en busca de ayuda. Como ya es tradicional en tantas leyendas, Saúl está arando cuando recibe la noticia: “Al oírlo quedó arrebatado del Espíritu del Señor, e irritado sobremanera”. A continuación despedazó sus bueyes de labranza y despachó los restos a todos los rincones de Israel con el siguiente mensaje: “-Así serán tratados los bueyes de todo aquél que no saliere en campaña, y no siguiere a Saúl y Samuel.
Con esto se apoderó del pueblo el temor de Yahveh, y salieron todos, como si fueran un hombre solo”.
Reúne el monarca hebreo 300 mil hombres divididos en tres cuerpos que destrozan el ejército amonita.
Es de notar que Saúl deja claro que los líderes de Israel son tanto él como Samuel, pronto cambiará de actitud.
1 SAMUEL 12.- En el versículo 12 se nos aclara que la petición de un rey surge ante el avance de Naás, el rey amonita.
1 SAMUEL 13.- “Era Saúl, cuando comenzó a reinar, inocente como un niño y reinó así dos años sobre Israel”. Nuestro monarca decide pasar la ofensiva, y con una tropa de tres mil hombres pone en jaque a las guarniciones filisteas. Su lugarteniente era Jonatás, su hijo.
Sucedió que se preparaba una gran batalla en que los filisteos superaban en número a los hebreos. Antes de entrar en combate era necesario que Samuel ofreciese un sacrificio a Yahveh, pero pasaban los días y Samuel no aparecía. El desánimo va cundiendo entre el ejército del Señor, y Saúl decide acabar con esa situació celebrando él mismo el holocausto. Como pasa en estos casos, nada más acabar el ritual, aparece Samuel con la sotana, a buenas horas; por supuesto, al enterarse de lo sucedido, maldice a Saúl, vaticinándole que pronto perderá su reinado a favor de otro más digno que él. Dicho esto, dio media vuelta y se alejó camino de la tierra de Benjamín.
A continuación viene un paréntesis donde se nos explica que los hebreos no contaban con herreros, pues tal monopolio estaba en manos de los filisteos, y sus armas eran de inferior calidad. Recordamos que estamos hacia el año mil, época de la revolución técnica del hierro, metal dominado por ciertos grupos indoeuropeos, como los hititas o los filisteos.
1 SAMUEL 14.- Comenzó a descollar Jonatás con hechos individuales de valor, como por ejemplo el día en que él y su escudero acabaron con una patrulla de 20 filisteos.
Todo lo que viene a continuación es harto confuso; parece ser que estas hazañas de Jonatás desencadenan una guerra civil entre los filisteos. A la vez nos enteramos de que muchísimos israelitas se habían pasado al bando filisteo.
De todo ello deducimos:
a.- Los filisteos eran el grupo dominante de Palestina
b.- Los israelitas eran tributarios suyos.
c.- Estalló una guerra entre algunas ciudades filisteas por lograr la hegemonía, y contrataron soldados hebreos como mercenarios.
d.- Que ante este río revuelto, Saúl aprovecha para iniciar una revuelta del Pueblo de Dios contra los opresores filisteos.
Logra Saúl una gran victoria y en un arranque de locura y fanatismo, juramentó a su ejército a no probar bocado hasta no haber exterminado al ejército filisteo que huía en desbandada.
Pero Jonatán, que no sabía nada de la prohibición, comió miel silvestre. Al enterarse Saúl, sólo le quedan dos opciones, matar a su hijo o dejar de perseguir al enemigo. A instancias del pueblo elige esto último.
“Por lo demás, en todo el tiempo de Saúl hubo guerra muy viva contra los filisteos”
1 SAMUEL 15.- Un buen día aparece Samuel con un mensaje de Yahve, sacando a relucir el episodio de cuando en el Éxodo los amalecitas no dejaron al Pueblo Elegido cruzar por su territorio.
“Ve pues, ahora y destroza a Amalec, y arrasa cuanto tiene: no lo perdones, ni cojas nada de sus bienes, sino mátalo todo, hombres y mujeres, muchachos y niños de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos”
Y Saúl marchó cantra los amalecitas, y los derrotó y pasó a cuchillo a todo el pueblo, pero dejó vivo a su rey, Agag; además el ejército hebreo se quedó con los bienes y rebaños de los vencidos, lo que irritó grandemente a Yahveh por no haber ejecutado sus sangrientos mandatos.
Por lo que Samuel le comunica la irrevocable decisión del Todopoderoso de quitarle el poder. Luego ordena que lleven a su presencia al pobre Agag, hombre orondo que estaba temblando de miedo, y no era baladí su temor, pues Samuel “lo hizo pedazos delante de Yahveh en Gálgala. Y retiróse Samuel a Ramata, y Saúl a su casa de Gabaa; y no volvió jamás Samuel a visitar a Saúl en toda su vida. Sin embargo, lloraba por Saúl, porque el Señor se había arrepentido de haberlo constituido rey de Israel”.
1 SAMUEL 16.- Yahveh recriminó a Samuel su llanto por Saúl, y le dijo que se encaminase a Belén, pues allí tenía que ungir al nuevo rey: David, el hijo menor de Isaí. “Era David un joven rubio de gallarda presencia y hermoso rostro”. Samuel derramó el óleo sagrado sobre su cabeza, y el Espíritu de Yahveh entró en David. “Al contrario, el Espíritu de Dios se retiró de Saúl; y atormentábalo un espíritu maligno por permisión del Señor”.
Para aplacar la depresión que le producía el espíritu maligno acepta Saúl el consejo de su sirviente: oír música. Buscan un hábil tañedor de arpa que no es otro que el ínclito David, y en seguida se gana el corazón del rey.
1 SAMUEL 17 – 20.- Seguían los enfrenamientos entre israelitas y filisteos. “Y salió de los reales de los filisteos un hombre bastardo, llamado Goliat, natural de Get, cuya estatura era de seis codos y un palmo”, para retar en singular combate a los hebreos, mas ninguno recoge tan gigantesco guante.
David, indignado por la cobardía de sus paisanos, acepta el desafío: Goliat morirá de una certera pedrada en su necia frente.
Los filisteos quedan aterrados y huyen en desbandada; los israelitas, pletóricos de moral, los van acuchillando sin piedad. Saúl felicita a su joven arpista por hazaña tan portentosa. “Al punto que David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán se unió estrechamente con el alma de David; y amóle Jonatán como a su propia vida”.
David se queda a vivir en la corte de Saúl, lo cual permite que intime mucho más con Jonatán y que aumente su amor: “De aquí es que se quitó Jonatán la túnica que vestía, y diósela a David junto con otras ropas suyas, hasta su espada y arco, y aún el tahalí”.
Dio Saúl a David algún mando sobre gente de guerra, logrando éste éxitos clamorosos.
“Las mujeres, en sus danzas, cantaban: -Saúl ha matado a mil, pero David a diez mil”.
El rey se llenó de celos contra su niño cantor, hasta el punto que un día arremetió contra David con una lanza. Afortunadamente logra esquivar los golpes.
Al poco, se tranquiliza y le da en matrimonio a Merob, su hija mayor. No se consumará el matrimonio porque el orate de Saúl se echa otra cuenta a última hora y decide que Merob se casará con el molatita Hadriel.
Lo que en realidad busca Saúl es la ruina caracolera de David, así que aprovechando que Micol –la otra hija de Saúl- estaba enamorada del pastorcillo le hace creer que la tendrá como esposa si aporta como dote 100 prepucios de filisteos. “Pero la intención de Saúl era hacer caer a David en manos de los filisteos [...] Y de allí a pocos días marchó con la gente que comandaba y mató a doscientos filisteos”. Y con doscientos prepucios humeantes encima de la mesa, a Saúl no le quedó más remedio que darle por esposa a Micol.
Con esto el odio y el recelo de Saúl por David se multiplicó hasta lo indecible, y habló a su hijo Jonatán y a sus allegados para que lo mataran. Mas Jonatán puso a su amigo sobre aviso.
A pesar de todo, seguía David ejerciendo como terapeuta musical en la corte. Un día, mientras tocaba plácidamente el arpa, Saúl intentó atravesarlo con una lanza, pero el muchacho, ágil y con reflejos, logró esquivar el proyectil y huyó presuroso.
1 SAMUEL 21 - 23.- “Partió después David a Nobe a encontrar al Sumo Sacerdote Aquimelec”. Éste, como no tiene otra cosa, lo aprovisiona con los panes sagrados (evidentemente coaccionado) y le da la espada de Goliat. Cuando Saúl se entera, ordena que maten a los sacerdotes de Nobe junto con sus familias. Nadie se atreve a cometer semejante sacrilegio, sólo Doeg, el idumeo, levantará su espada contra estas gentes consagradas a Dios. De la matanza escapa Abiatar, hijo de Aquimelec, que será acogido por David.
En 1 Samuel 22:2, vemos cómo David se convierte en un fugitivo que encabeza una partida de parias y desposeídos hasta sumar un temible ejército de 400 hombres.
Y así estaba el asunto, como una partida de tres –Saúl, David y filisteos- en un “todos contra todos”.
1 SAMUEL 24.- Un día, casualmente, entró Saúl en una cueva a cagar. Y mira por dónde, en lo más hondo de la gruta estaba David con los suyos. Sigilosamente se acercó y cortó la orla del manto regio, de esta forma pensaba demostrarle que podía haberlo matado de haber querido, y así se lo hizo saber cuando salía de la cueva. Saúl, transtornado, le pidió perdón y entre sollozos suplicó a David que jurase que nunca haría daño a su familia, pues tenía claro que el favor de Yahveh recaía ahora sobre el joven bandido, y tarde o temprano sufriría un trágico final a sus manos. David juró, y luego cada uno se fue por su lado.
1 SAMUEL 25.- Muere Samuel. David pasa al desierto de Farán.
Era Nabal un hombre riquísimo que estaba casado con la bella y prudente Abigail; sus rebaños pastaban en el Monte Carmelo. Envióle David emisarios en petición de impuesto revolucionario, pero Nabal echólos con cajas destempladas. David tomó las armas y se dirigió a la hacienda del oligarca para hacerle pagar cara su insolencia. Abigail, enterada de todo, reúne gran cantidad de víveres e intercepta el camino del hebreo con intención de aplacarlo. Sus artes de mujer surten efecto y el bandido se da por satisfecho.
“Al cabo de diez días el Señor hirió de muerte a Nabal, el cual murió”. En cuanto lo supo David, le faltó tiempo para pedirle que fuera su esposa. Ella accedió encantada. “Además de ella, tomó David a Aquinoam, natural de Jezrael, y ambas fueron esposas suyas. Pero ya antes, Saúl había dado su hija Micol, mujer de David, a Falti, hijo de Lais, que era de Gallim”.
1 SAMUEL 26.- De nuevo logra David infiltrarse en el campamento de Saúl y le demuestra que podría haberlo matado. Saúl vuelve a pedirle perdón y de nuevo le ruega que vuelva con él, que no le hará daño, pero David no lo cree y sigue su camino. Este episodio es una repetición del cap. XXIV y sirve para justificar que David sirviera como mercenario en tierra de filisteos.
1 SAMUEL 27.- “Y así David partió con sus seiscientos hombres y se fue a Aquis, rey de Get, hijo de Maoc. Y habitó David en Get con Aquis, él y los suyos, cada cual con su familia, y David con sus dos esposas, Aquinoam, jezraelita, y Abigail, viuda de Nabal, del Carmelo”.
Aquis asienta al contingente hebreo en la ciudad de Siceleg, donde estarán un año y cuatro meses. La tarea de David es bien simple: realizar correrías por tierras de amalecitas y judíos y dar parte del botín a Aquis. “Y asolaba David todo el país, sin dejar con vida hombre ni mujer; y llevándose ovejas y bueyes y asnos y camellos y ropa; daba la vuelta y se presentaba a Aquis”.
David no tenía compasión con sus paisanos tribales: “No dejaba David hombre ni mujer con vida, ni conducía prisionero alguno a Get, -no sea acaso –decía –que hablen contra nosotros”.
Al ver el rey filisteo que David no dudaba en masacrar a su propio pueblo quedó convencido de la inquebrantable fidelidad del judío.
1 SAMUEL 28.- Decidieron los filisteos llevar a cabo una campaña contra los israelitas; por supuesto David y sus seiscientos macarras combatirán en el lado filisteo.
Cuando Saúl ve el ejército enemigo queda aterrado y, puesto que Samuel ha muerto, busca una pitonisa que invoque el espíritu del fallecido y le dé consejo. Y así se hace, encuentran a una bruja que conjura el espíritu del último juez y éste se manifiesta bastante enfadado por haberlo sacado de su eterno sueño, máxime cuando la voluntad de Yahveh no ha cambiado: Saúl perderá el reino y morirá junto con sus hijos en la batalla.
1 SAMUEL 29.- Mas los jefes filisteos no se fían de los mercenarios hebreos y así se lo manifiestan a Aquis. Éste, intenta tranquilizarlos y les asegura que son de total confianza, pero el recelo es muy grande y Aquis se ve obligado a pedirle a David que abandone la formación y regrese con su mesnada a Síceleg. “Dijo David a Aquis: -Pues ¿qué he hecho yo y qué has visto en mí, siervo tuyo, desde el día en que me presenté a ti hasta hoy para que no pueda ir yo a pelear contra los enemigos del rey, mi señor?”. El filisteo agradece tales palabras, que muestran bien a las claras su lealtad, pero le ruega comprenda la presión a la que está sometido por parte de sus aliados y reitera su decisión.
1 SAMUEL 30.- Al cabo de tres días llegan a Síceleg, y se encuentran con que los amalecitas habían incendiado la ciudad, secuestrando a sus habitantes y robando rebaños y enseres. Llena de furia, se amotina la tropa y quieren lapidar a David por haber dejado la ciudad desguarnecida. Afortunadamente logra calmarlos y se ponen en pronta fuga de los amalecitas. El azar les sonríe y tópanse con un esclavo egipcíaco que, abandonado a su suerte por los de Amalec, hará de guía para los hebreos.
Por fin llegan a la guarida de los amalecitas. “Cargó David sobre ellos, y los siguió acuchillando desde aquella tarde hasta la tarde del día siguiente; y no escapó nadie, excepto cuatrocientos jóvenes que, montando en sus camellos, echaron a huír”. Y todo fue recuperado sin daños, tanto personas como animales y enseres.
1 SAMUEL 31.- “Entre tanto se dio la batalla entre los filisteos e israelitas”. El desastre para éstos fue total. Los tres hijos de Saúl –Jonatán, Abinadab y Melquisua- caen muertos en combate, y el mismo Rey prefiere suicidarse arrojándose sobre su espada. Cuando los filisteos hallaron su cadáver, le cortaron la cabeza, y colgaron su cuerpo en la muralla de Betsán.
El reino de Israel había desaparecido.
2 SAMUEL 1.- Al tercer día de la aplastante derrota aparece en Siceleg un amalecita con un curioso regalo para David: la diadema y el brazalete reales. Éste no sale de su asombro y el recadero le explica que estuvo con Saúl en sus últimos minutos de vida, y que le pidió que lo matara, cosa que llevó a efecto por caridad. Luego cogió del cadáver las insignias reales y se las entregaba a David, al entender que era su justo heredero.
Lamentablemente, le salió al amalecita el tiro por la culata, la recompesa que recibió fue el filo de una espada hebrea.
David lloró grandemente la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán, compuso un poema fúnebre y se dirigió a Hebrón de Judá para ser ungido nuevo rey.
Obviamente, los filisteos son los que encumbran a este nuevo rey, supuestamente títere. Entre tanto, los israelitas se reorganizan y preparan la resistencia; Abner, mano derecha de Saúl, nombra rey de Israel a Isboset, hijo de Saúl, que a la sazón tenía 40 años.
De lo cual se deduce que:
1.- La derrota de Saúl no fue tan aplastante ni decisiva.
2.- La división entre israelitas y judíos era evidente y rotunda, y por tanto la guerra civil será inevitable.
3.- El desencuentro entre ambos grupos será irreversible.
4.- David cuenta con el apoyo filisteo.
Los ejércitos de ambos reinos se encuentran en Gabaón; Abner comanda a los israelitas y Joab a los judíos.
Para minimizar bajas, deciden celebrar unas justas en que contienden los mejores guerreros de cada bando, pero la cosa termina en batalla campal, con los de David en clara ventaja y los enemigos en fuga.
Abner, el cabecilla israelita, es perseguido por Asael, hermano de Joab. En un momento dado, Abner grita a su perseguidor que deje de acosarlo “o me veré obligado a dejarte clavado a la tierra con mi lanza, y luego no podré mirar a la cara a tu hermano Joab”. Pero el judío no hace caso ni a las amenazas ni a la apelación de la amistad con su hermano y al final muere de un lanzazo que le propina Abner.
Al anochecer, éste se encuentra con Joab y le propone un armisticio: - “¿No se saciará de sangre tu espada sino hasta el total exterminio?”. Esto, sumado a un gran número de sensatas razones, convencen a Joab de que no tiene sentido prolongar el enfrentamiento armado, y cada uno se vuelve por donde ha venido.
En esta escaramuza, los judíos tuvieron 20 bajas, “pero las gentes de David mataron a 360 de los benjaminitas y demás gente de Abner”.
No obstante, y como es lógico, la guerra continuó. Poco a poco, David iba consiguiendo ventaja.
Respecto al rey Isboset, diremos que era un hombre de paja, y que el auténtico gobierno israelita era detentado por Abner; éste decide tener un hijo con Resfa, una de las esposas de Saúl. Hasta ahí podíamos llegar, Isboset no está dispuesto a consentir tal villanía, y así se lo hace saber al insolente Abner, éste se ve en la penosa obligación de recordarle al ofendidísimo reyezuelo que, si está en el trono y mantiene la cabeza unida al tronco, es gracias a él. “No se atrevió Isboset a replicarle, porque lo temía”. Mas de poco sirvió tanta prudencia y temor, porque Abner, despechado, ofreció sus servicios a David; el cual acepta su vasallaje a cambio de que le entregue a Micol, hija de Saúl y antigua esposa de David. Y, en vista de cómo está la situación, se la pide David a Isboset directamente. Éste, cobardemente, ordena que se la quiten a su actual marido Faltiel, y se la factura al jefe judío.
A la vez, Abner se va poniendo en contacto con todos los ancianos de Israel para que acepten a David como nuevo rey, el cual, lleno de júbilo, da un banquete de bienvenida al traidor israelita, que llega con un séquito de veinte personas. Pero Joab, que no olvidaba quién había matado a su hermano Asael, asesina traicioneramente al egregio invitado. David, escandalizado, maldice tanto a Joab como al otro hermano Abisaí, sin embargo decide mantenerlos a su lado, pues eran buenos y fieles comandantes y, sobre todo y a fin de cuentas, le han hecho un inmenso favor con cargarse al veleidoso y díscolo Abner.
Isboset está rodeado de soledad y de miedo. Sólo cuenta con dos compañías de tropas ligeras comandadas por los benjaminitas Baana & Recab Hermanos S.L; pero estas ratas han decidido también abandonar el barco antes de que se hunda del todo, no sin antes llevarse con ellos la cabeza del infeliz Isboset. Y se la entregan a David como presente navideño, sin embargo de nuevo yerran en sus apreciaciones porque, lejos de congraciarse con el judío, lo que de verdad consiguen es que sus cabezas sigan el mismo destino que la del finado Isboset.
2 SAMUEL 5.- Y por fin todas las tribus israelitas se presentan en Hebrón para rendir pleitesía a su nuevo amo y señor, y ungirlo como rey indiscutible.
“Treinta años tenía David cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta. En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá”.
Su primera acción como nuevo rey de Israel, será la toma de Jerusalén, inaccesible bastión en manos de los jebuseos. Supondrá una hazaña militar.
En 2 Samuel 5:6 asistimos a un extraño pasaje traducido de muchas maneras, y que viene a decir que, durante el asedio, los jebuseos se burlan de David diciéndole que no podrá tomar la plaza pues será rechazado por los ciegos y los cojos; o sea que para defender la plaza basta y sobra con poner a los minusválidos en las almenas, tan seguros están de la inexpugnabilidad de la urbe. David se toma en serio la chanza y ofrece una recompensa a quien “ataque a los jebuseos y, a través del sinnor, alcance a los ciegos y los cojos, a los cuales aborrece el alma de David y los arroje desde los muros; de donde viene el refrán: ni ciego ni cojo entrará en el Templo”.
En concreto, la palabra sinnor significa “tráquea”, pero también “conducto, canal, pasadizo”, porque parece ser que los judíos lograron introducirse en la ciudad a través de la canalización que, desde la fuente de Gihon, abastecía a Jerusalén de agua potable por el subsuelo. Aunque bien podría ser todo lo anterior un enrevesado juego de palabras que se nos escapa.
Hiero-Salem, la sagrada Salem, enclavada en un privilegiado lugar será la capital de Israel; contaba con la ventaja añadida de que no pertenecía a ninguna tribu, así pues cumplía perfectamente el requisito de neutralidad a la vez que se encontraba ubicada bastante cerca de su Judea natal, de donde recibía los incondicionales apoyos a su poder. En Jerusalén creará David una pequeña corte a imitación de las que tienen las grandes potencias de la zona; reforzará las fortificaciones, construirá nuevos edificios, “además Hiram, rey de Tiro, envió embajadores a David y le remitió madera de cedro y carpinteros y canteros para levantar edificios; y fabricaron la casa de David”. Luego amplió su harén, que un rey sin harén es como un jardín sin flores.
Y es, a estas alturas, cuando los filisteos se caen de la higuera y percátanse de que su reyezuelo títere se quiere emancipar; y, como a grandes males grandes remedios, envían un ejército para ponerlo en su sitio. Pero David no es Saúl; primero toma la iniciativa con un ataque sorpresa que logra dispersar las tropas enemigas “y los filisteos dejaron allí sus ídolos, los cuales fueron recogidos por David y su gente”.
En una segunda campaña llevará a cabo una maniobra envolvente que destroza la retaguardia filistea y le da una aplastante victoria con la que obtendrá la hegemonía de toda Palestina “desde Gabaa hasta la entrada de Gezer”
2 SAMUEL 6.- Reorganizó David el ejército, creando un grupo de élite formado por 30 mil hombres, con ellos parte en busca del Arca de la Alianza, “entonces David se puso en marcha con toda la gente de la tribu de Judá para traerse el Arca de Yahveh, sobre la cual es invocado el nombre de Yahveh de los Ejércitos que tiene su trono entre los querubines. Y pusieron el Arca de Dios en un carro nuevo, sacándola de casa de Abinadab, que habitaba en Gabaa”.
Los hijos de Abinadab guiaban la carreta, en un momento dado los bueyes se pusieron nerviosos y comenzaron a cocear, con lo que el Arca se tambaleaba peligrosamente. Oza, uno de los muchachos la sujetó para evitar males mayores, “y Yahveh, indignado en gran manera contra Oza, lo castigó por su temeridad, y quedó allí muerto junto al Arca de Dios”.
Para aplacar la furia Divina, David ordenó que se hicieran sacrificios durante el camino, mientras él bailaba desnudo danzas rituales. Cuando Micol lo vio llegar le reprochó su conducta, no encontraba razones por las que tuviese que llevar a cabo una danza tan obscena y exhibicionista, por más que la excusa fuera el mismísimo Yahveh. El buen Dios no opinaba igual y, desde ese mismo momento, la volvió estéril.
Pero ésta fue anécdota menor, lo importante es que el Arca sacrosanta ya estaba en Jerusalén; ahora lo que procedía era construir un templo que albergase el excelso cajón, y así se lo manifiesta al profeta Natán, mas éste, que tenía línea directa con el Altísimo, le hace saber que los planes del Señor son posponer la obra hasta la siguiente generación: será su hijo quien la lleve a término. Pues no se hable más.
Digamos, de paso, que David no erradicó el culto jerosolimitano de El-Elyon (Dios -Altísimo), entroncado con el sacerdocio de Melquisedec, rey de Salem (Génesis 14:18), sino que lo integró en el Yahvismo como un atributo más de Dios. Por otra parte, el Sumo Sacerdote de Jerusalén, Sadoc, se encargará de la custodia del Arca, siendo el origen del culto sadoquita.
2 SAMUEL 7 - 8.- Con el Arca en su poder, David está imparable:
- Derrota a los filisteos y deja de ser tributario suyo (de lo que deducimos que sus victorias, en los comienzos de su reinado, no habían sido tan decisivas, ni mucho menos).
- “También destrozó a los moabitas, haciéndolos tender en el suelo y los midió a cordel”. Era costumbre tumbar a los vencidos en el suelo y poner sobre ellos dos medidas de cordel que, consecutivamente iban recorriendo a todos los tumbados. Los abarcados por el primer cordel eran ejecutados, los del segundo salvaban la vida. Esta forma de diezmar al enemigo producía un efecto espectacular, mezcla de terror y síndrome de Estocolmo, que permitía controlar mucho mejor los territorios conquistados.
- “Destrozó igualmente David a Adarecer, hijo de Rohob, rey de Soba, [...] Acudieron los sirios de Damasco a socorrer a Adarecer, rey de Soba, y David pasó a cuchillo a veintidosmil de ellos, con lo que puso David guarniciones en Siria, que le quedó sujeta y tributaria”. Así pues, quedó dueño y señor de Siria, de Moab, de Ammón, de Filistea, de Amalec, de Soba y de Idumea.
Respecto a su equipo de Gobierno, diremos que el general en jefe era Joab; Josafat su consejero y cronista, Sadoc y Aquimelec los sumos sacerdotes y Saraías era su escriba. Por último, siguiendo la inveterada costumbre común a todo lugar y época, su guardia pretoriana estaba formada por extranjeros, en este caso filisteos, y su capitán era Banaías.
2 SAMUEL 9.- Para dejar todos los cabos atados y evitar un golpe de Estado, llama David al único descendiente de Saúl que sigue con vida, se trata de Mifiboset, hijo de Jonatán; era cojo y tenía un bebé llamado Micá. David sentó a Mifiboset a su mesa haciéndole honores de príncipe y, de allí en adelante, entró a formar parte de la corte davídica; de este modo tuvo un control absoluto de sus movimientos.
2 SAMUEL 10.- Murió el rey de los amonitas, heredando la corona su hijo Hanón. David, como buen diplomático, envía una embajada para dar el pésame. Las cosas se complican cuando Hanón –no sabemos si con razón o sin ella- acusa a los emisarios de espías y los escarnece rapándoles media barba y cortándoles la túnica de cintura para abajo, por lo que iban mostrando las vergüenzas.
Consciente el amonita de que esta acción es una declaración de guerra se apresura a contratar los servicios de treinta mil mercenarios siríacos. Que de nada sirvieron, pues son derrotados por Joab en dos batallas decisivas. “Al fin hicieron las paces con los israelitas, y se les sujetaron, y no se atrevieron más los sirios a prestar socorro a los amonitas”.
2 SAMUEL 11 – 12.- Pero al año siguiente de nuevo está Israel en campaña contra los amonitas, prueba de que las victorias no son tan decisivas ni el control de David tan absoluto.
Y sucedió que David se levantó de la siesta la mar de contento, y subió a la terraza a ver si con el fresco de la azotea se calmaban sus ardores, y lo que en realidad vio fue el escultural cuerpazo de Betsabé, esposa de Urías el hitita, que estaba siendo acariciado por las frescas aguas de un baño reparador. El resto de la historia es bien sabido, el problema comienza cuando la moza descubre que está preñada.
David hace todo lo posible para que Urías se acueste con la legítima, pero el muchacho además de manso es tonto y perro fiel que no consiente en holgar con la parienta mientras sus compañeros de armas están batiéndose el bronce con los amonitas. Así que David corta por lo sano y le envía a Joab la siguiente misiva: “Pon a Urías al frente en donde esté lo más recio del combate, y desamparadle para que sea herido y muera”.
Guardó Betsabé los 7 días de luto que marca la Ley, y al octavo pasó a palacio para convertirse en reina. Al tiempo parió un varón.
Pero aquí no termina la historia; Natán, inspirado por Yahveh (of course) pone a David a caer de un burro, y le vaticina que ese hijo del pecado morirá. El rey rogó, suplicó, ayunó, quedó postrado en el suelo sin moverse ni ingerir bocado... mas todo en vano, al séptimo día el bebé murió.
Entonces David se levantó, se lavó, se perfumó, y, tras rezar un padrenuestro delante del Arca, sentóse a la mesa y púsose como el tenazas. Extrañados sus cortesanos por tal cambio de conducta, les explica que ha luchado con todas sus fuerzas mientras había esperanzas, ahora que el niño había muerto no tenía sentido seguir con las rogativas y la mortificación, o sea, “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.
Repuesto con la pitanza, “consoló después David a Betsabé, su esposa, y durmió con ella, y le parió un hijo al que llamó Salom-on (el pacífico), y fue amado por el Señor”.
“Entre tanto, proseguía Joab el asedio de Rabbat, capital de los amonitas”; a estas alturas, los defensores apenas se mantienen en pie, sólo queda asestar el golpe final: es el momento de avisar al rey para que se cubra de gloria. “Juntó, pues, David todas las tropas, y marchó contra Rabbat, y la tomó por asalto”. Tras saquearla a gusto se dignó posar su indulgente mirada sobre los supervivientes: ellos pagarían por todas las humillaciones ante Natán y por la muerte del mamoncete bastardo.
“A los habitantes los sacó fuera, y mandó que fuesen aserrados, les pasaran trillos por encima, fuesen machacados con hierros, despedazados con cuchillos y arrojados a los hornos de ladrillos. Así trató a todas las ciudades de los amonitas. Enseguida volvióse David con todo su ejército a Jerusalén” (2 Samuel 12: 31).
Bien, evidentemente este pasaje es lo suficientemente violento como para provocar el rechazo de cualquier persona que no sea psicópata; por ello, se han hecho traducciones muy forzadas según las cuales los rabatitas y demás amonitas fueron puestos a "trabajar" con trillos, hachas y en los hornos de ladrillos.
Leamos la traducción literal de la Torá:
«30 Sacó también al pueblo que había en ella 31 y los hizo poner debajo de las sierras y los trillos, y de las hachas de hierro; los hizo pasar por los hornos de ladrillos; y así lo fue haciendo con todas las ciudades de los hijos de 'Ammó-n. Enseguida volvió Da-wi-d con toda la gente de guerra a Y-ru-sha-láyim» (Sh-mu-e-l Be-th 12:30-31).
2 SAMUEL 13.- “Sucedió después que Amnón, hijo de David, se enamoró de una hermana de Absalón, también hijo de David, llamada Tamar, la cual era en extremo hermosa”.
El muy cerdo no sabía cómo abordarla y andaba deprimido y ojeroso, pero siempre hay un amigo fiel que nos muestra el fácil camino hacia el envilecimiento, sobre todo si eres hijo de un rey. Este colega se llamaba Jonadab y le propone que se finja enfermo y le pida al rey, su papá, que le envíe a Tamar para que le prepare unas tortas, que le servirán de alivio.
Es seguro que David adivinó la sucia jugada de su asqueroso vástago, pero aceptó seguir el jueguecito, aún a sabiendas de que la cosa podía acabar en violación, que es exactamente lo que pasó.
Consumada la villanía, sintió Amnón un profundo rechazo por su hermana y la echó a la calle de malos modos. Cuando Absalón la ve, al punto adivina lo sucedido; le recomienda discreción, y le promete venganza a su debido tiempo. “Con eso, Tamar se quedó en casa de su hermano Absalón, consumiéndose de tristeza y de dolor”.
David se dio por no enterado, y todos hicieron ver que no pasaba nada. Al cabo de dos años, Absalón invita a su padre a la fiesta del esquileo de sus ovejas; sabiendo que el rey va a declinar acudir al festejo le ruega, como por casualidad, que al menos vaya Amnón con sus hermanos.
Absalón había advertido a los criados que, a una señal convenida, todos se echarían sobre Amnón y lo coserían a puñaladas. Y así sucedió. El resto de hermanos huyeron despavoridos. “Absalón, empero, huyó y fue a refugiarse en casa de Tolomai [su tío materno], hijo de Ammiud, rey de Gesur. Y David lloraba continuamente a su hijo”.
Mas sabemos que David era hombre pragmático y al cabo de tres años ya está su ánimo dispuesto para perdonar a su hijo Absalón.
2 SAMUEL 14 – 15.- Joab, por medio de una “mujer sagaz”, logra que David permita el regreso de Absalón; aunque de momento se niegue a recibirlo. Y aún tardará dos años en darle audiencia: “Absalón entró donde el rey estaba, y arrojándose a sus pies lo adoró, y el rey besó a Absalón”. Pero si “el rey” había perdonado a su hijo, éste no olvidaba la responsabilidad de su padre en la violación de Tamar. Desde este momento, Absalón comienza una campaña en busca de adhesiones que le permitan, con el tiempo, lograr derrocar a David.
El joven príncipe se rodea de una guardia de corps de 50 hombres que no lo dejan ni a sol ni a sombra, además contaba con un pequeño ejército particular. Hablaba con todos, y con su carácter abierto y campechano se ganaba el afecto de la gente y de paso los predisponía contra David.
Y llegó el ansiado día “D”; Abaslón pide permiso a su padre para viajar a Hebrón alegando que debe cumplir con unos votos hechos a Yahveh. A la tradicional capital de Judea lo acompaña gran parte de la corte; “llególe, pues, a David un mensajero, diciendo: -Todo Israel se va con plena voluntad en pos de Absalón”. David, consciente del peligro, huye prácticamente con lo puesto. “Salió, pues, el rey con toda su familia a pie; y dejó a diez de sus concubinas para custodia del palacio”; este hecho acarreará gravísimas consecuencias, como más adelante veremos.
Con David iba Etai, al frente de una guardia pretoriana de 600 geteos; también Sadoc, Abiatar (el otro Sumo Sacerdote) y todos los levitas, los cuales portaban el Arca; David les ruega que regresen a Jerusalén junto con el Arca, pues en su inmediata actividad guerrillera sólo van a servir de estorbo. Y entonces se entera de que Aquitofel, su consejero, también se ha pasado al enemigo, así que ruega a su otro ministro, Cusai, que vuelva a la capital y se haga pasar por traidor. Si el plan sale bien, Absalón lo tomará como consejero y así podrá desbaratar los planes del felón Aquitofel. Cusai, Abiatar y Sadoc, le informarán de cualquier movimiento de Absalón.
2 SAMUEL 16.- “Apenas hubo David bajado un poco de la cima del monte, se dejó ver Siba, criado de Mifiboset, que venía a su encuentro con dos asnos cargados de doscientos panes y cien hilos de pasas, y cien panes de higos secos, y un pellejo de vino”.
Siba le cuenta que, a pesar de que Mifiboset se ha quedado en Jerusalén esperando que Absalón lo ponga en el trono, él sigue siendo leal a David, su señor; y la prueba de ello es que les trae de propio todas esas provisiones. ¿Era Siba sincero o simplemente dijo todo eso al verse interceptado por David? En cualquier caso la suerte estaba echada.
Al llegar el rey a Bahurim, salió un pariente de Saúl, llamado Semei, que maldijo a David y le arrojó piedras; éste le dejó hacer, a pesar de que sus hombres querían matarlo. Aunque este episodio no terminará aquí.
“Entre tanto, Absalón, con los de su facción entró en Jerusalén, acompañado también de Aquitofel. Cusai, araquita, amigo de David, fue a presentarse a Absalón, diciéndole: -Dios te guarde, oh rey; oh rey, Dios te guarde”. Y logra ganarse la confianza del príncipe, según el plan previsto. Entonces le propone un golpe de efecto espectacular: que viole en público a las diez concubinas de palacio, todas madrastras suyas. “Levantaron, pues, un pabellón en el terrado del palacio; y a la vista de todo Israel violó a las concubinas de su padre”
2 SAMUEL 17 – 19.- Aquitofel pide a Absalón que actúe rápido; si le proporciona doce mil hombres será fácil dar alcance al rey y su puñado de leales que, rendidos por la fatiga, serán batidos fácilmente.
Obviamente es el plan que hay que llevar a efecto, así que Cusai aconseja todo lo contrario, que convoque a todas las tribus de Israel para reunir un gran ejército que vaya sobre seguro. De nuevo Absalón cae en la trampa y acepta el absurdo consejo del traidor Cusai, lo cual va a permitir a David ganar tiempo, organizarse y rehacer sus menguadas fuerzas.
David es puntualmente informado de cuanto sucede y cruza rápidamente el Jordán para ponerse a salvo. “Mientras tanto Aquitofel, viendo que no se había seguido su consejo, aparejó su asno, montó, y se fue a su casa de Gilo, su patria; y, dispuestos los negocios de su familia, se ahorcó, y fue sepultado en el sepulcro de su padre”.
David se refugia en tierra de Amonitas, que le ofrecen víveres y enseres. Allí reorganiza su ejército, dividiéndolo en tres cuerpos al mando de Joab, Abisai y Etai el Geteo respectivamente.
Absalón nombra a Amasa comandante de sus tropas. El choque de ambos ejércitos tiene lugar en el bosque de Efraím, “donde fue derrotado el ejército de Israel por las tropas de David. La mortandad fue grande; quedaron allí tendidos veinte mil hombres”.
Otros muchos huyeron, Absalón entre ellos, que iba montado en un mulo. Pero tuvo la mala suerte de que su larga y abundante cabellera se enredara en una encina, quedando colgado por el pelo de sus ramas. Y en tan apurada situación estaba el príncipe rebelde, pateando al aire e intentando zafarse de su extraña prisión arbórea, cuando lo divisó Joab, el cual cargó su arco, y a pesar de la orden terminante de David para que respetasen la vida de su hijo, le clavó tres dardos en el corazón, quedando el pobre Absalón como un jamón de Teruel en el secadero.
Y David lloró amargamente la muerte de su hijo, y las tropas estaban de luto, pero Joab entró a los aposentos reales y le echó en cara si impresentable actitud: “Amas a los que te aborrecen, y aborreces a quienes te aman, y hoy has mostrado que nada se te da de tus capitanes ni de tus soldados; y verdaderamente acabo de conocer ahora que si Absalón viviese y todos nosotros hubiésemos perecido, entonces estarías contento”. Y lo conmina para que salga al balcón y arengue a sus soldados y los felicite, “porque to te juro por Yahveh que, si no sales, ni un hombre sólo ha de quedar contigo esta noche, y te hallarás en un peligro mayor de cuantos has tenido desde tu juventud hasta el día de hoy”.
Terrible amenaza que surte efecto, pues David sale al balcón, aunque no le perdonará su atrevimiento. A continuación habla con los ancianos de Judá para conseguir el apoyo de su tribu; Israel lo ha traicionado y debe estrechar lazos con los judíos y con la tribu proscrita, con el garbanzo negro que nadie quiere: los rudos y belicosos benjaminitas.
Indulta al traidor Amasa, alegando que es judío y sobrino suyo (era hijo de su hermana Abigail), y de paso lo nombra general en jefe de sus ejércitos, destituyendo al atrabiliario Joab. Es ésta una decisión harto arriesgada, amén de ingrata, pues Joab ha peleado con lealtad, siendo además el artífice de las victorias davídicas, pero el reyezuelo es orgulloso y no ha perdonado las muchas insolencias de Joab y, sobre todo, que haya ejecutado a su hijo. También fue perdonado Semei, el jefe guerrillero de la tribu de Benjamín, que ha peleado valerosamente al lado de Absalón.
Abisai, hermano de Joab, no da crédito a lo que está pasando y exije que Semei sea ejecutado, pero David lo manda callar, y sigue apostando por la política de indultos a fin de ganarse adhesiones israelitas. Mifiboset, el hijo cojito de Jonatán, es otro de los agraciados, de todos modos en 2 Samuel 19: 40-43 se nos deja claro que David sólo cuenta con el apoyo claro e incondicional de su tribu, Judá, frente al resto de israelitas.
2 SAMUEL 20.- El hecho de que David sólo confíe en sus paisanos de tribu, provoca la ira mal contenida de muchos israelitas. David acababa de cruzar el Jordán acompañado de todas las tribus, y un benjaminita llamado Seba tocó el cuerno de la asamblea y les habló de la siguiente manera:
“-Nada tenemos que hacer con David, ni esperar cosa alguna del hijo de Isaí ¡Vuélvete Israel a tu casa!.
Y separóse todo Israel de David siguiendo a Seba, hijo de Bocri. Mas los de la tribu de Judá fueron acompañando a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén”.
Está claro que el anterior conflicto ha sido una guerra civil entre Judá, fiel a David, e Israel, que ha dado su apoyo a Absalón. A pesar de los indultos y las muestras de benevolencia, Israel sigue viéndolo como un rey extranjero, fiel sólo a los intereses de Judá. Esta nueva defección supone la continuación de la guerra, con Seba como nuevo caudillo israelita.
David vuelve a la capital y recluye de por vida a su decena de agraviadas concubinas. Nunca verán la luz del día ni él volverá a tocarlas.
“Dijo después el rey a Amasa: -Ve y convócame a todos los hombres de Judá para dentro de tres días, y te presentarás tú con ellos”.
Luego llama David a Abisai, y le ordena que vaya en persecución del rebelde Seba.
“Salieron con él las tropas de Joab, y los cereteos y los filisteos, y todos los valientes partieron de Jerusalén en persecución de Seba, hijo de Bocri”.
A mitad de camino, acude a su encuentro Amasa con las tropas reclutadas. Joab finge alegría y se le acerca para darle un cordial abrazo, y antes de que Amasa se dé cuenta de lo sucedido, Joab desenfunda su daga y se la clava en el costado al desprevenido Amasa, para proseguir con un elegante corte que facilita el vaciado del paquete intestinal. “Y sin repetir el golpe, lo dejó allí muerto. Luego Joab y Abisai, su hermano, continuaron en seguimiento de Seba, hijo de Bocri. Algunos soldados de las tropas de Joab parándose junto al cadáver de Amasa dijeron: -Mirad, el que quiso ser la mano derecha de David en lugar de Joab”.
Todo un aviso a navegantes. Luego el cadáver y las tripas fueron aparatados del camino y cubiertos con una manta para no provocar el desconcierto de las tropas.
Seba se ha refugiado en la ciudad de Abela, y los judíos le ponen sitio.
Mas una de esas profetisas que tanto se prodigan en las escrituras y que son llamadas “mujeres sabias” llegan a un acuerdo con Joab: Si le entregan a Seba, la ciudad será perdonada. Los abelitas, sin pensarlo dos veces, arrojan la cabeza de éste por encima de la muralla. Misión cumplida; todos regresan a casa.
Y una vez más ha de aceptar David los hechos consumados de Joab; si bien éste le ha demostrado su inquebrantable lealtad, también es consciente de su poder y no duda en mantener un pulso con su rey para no perder el segundo puesto en el poder israelita. “De este modo quedó Joab con el mando de todo el ejército de Israel, siendo Banaías, hijo de Joíada, capitán de los cereteos y filisteos [la guardia pretoriana de David] ; y Aduram superintendente de las rentas; Josafat, hijo de Ahilud, secretario [y cronista]. Siva, escriba, y Sadoc y Abiatar Sumos sacerdotes, e Ira de Jair era sacerdote de David”.
Vemos que Joab gana la partida y queda como comandante en jefe, que en realidad es el triunfo de la cordura, pues, todos los actos cometidos por Joab en contra del criterio de David, eran los acertados y los que le permitieron seguir en el poder. Sin embargo, el jefe de la guardia pretoriana es Banaías, por si acaso Joab quiere pasarse de listo. No tenemos noticias de Natán, que como buen profeta e intocable nazoraios, está al margen del poder. Respecto a Ira de Jair , diremos que la traducción correcta no sería “sacerdote” sino consejero, canciller, privado, etc.
2 SAMUEL 21.- Y vino una hambruna que, según el oráculo de Yahveh era a causa de que Saúl mató muchos gabaonitas, siendo que en su día Josué prometió que no les haría daño. David se entrevistó con la tribu de Gabaón para ver qué satisfacción podría darles. Ellos, muy prudentes, le respondieron:
"-Danos siete descendientes de Saúl para que los crucifiquemos a honra de Yahveh en Gabaa, patria de Saúl, que fue en otro tiempo el escogido de Yahveh.
Dijo el rey: -Yo os los daré".
David les entregó a siete hijos de las concubinas de Saúl; "Así perecieron juntos estos siete varones, muertos en los primeros días de la siega de la cebada".
Obviamente todo esto es un sacrificio ritual para favorecer las cosechas.
Luego se narra la rebelión filistea que terminó con el enfrentamiento entre varios gigantes filisteos y otros tantos paladines hebreos, y la victoria de éstos. Entre los colosos peleset se habla de un tal "Goliat de Get, que llevaba una lanza cuyo ástil era como un enjullo de telar". Evidentemente estamos asistiendo a relatos cruzados y repetidos, trasunto de aquella lejana justa que mantuvo un jovencísimo David con un aguerrido Goliat (cuya lanza poseía un ástil tan grueso como un enjullo de telar), la cual, a su vez, es heredera de tradiciones y leyendas bastante comunes a todas las culturas, haciendo imposible distinguer la posible base histórica.
En una de estas escaramuzas, uno de los gigantes a punto está de matar a David, menos mal que Abisai, el hermano de Joab, se interpone y acaba con el terrible filisteo. Pero el rey judío aprende la lección: los años no pasan en balde y no es prudente que siga participando en las batallas; de ahora en adelante se quedará en Jerusalén.
2 SAMUEL 22 - 23.- David compone a Yahveh un hermoso cántico por haberlo librado de sus enemigos.
2 SAMUEL 24.- David ordena a Joab que haga un censo en Israel, obviamente con la sana intención de subir los impuestos. Éste intenta disuadir a su señor, sin el menor éxito.
"Y presentó Joab al rey la suma del encabezamiento del pueblo, y halláronse de Israel ochocientos mil hombres fuertes y aptos para la guerra; de Judá se contaron quinientos mil combatientes". Mas como quiera que realizar un censo era un gran pecado, Yahveh castigará a Israel con dureza. Todo pura lógica. Mas como el susodicho Yahveh es misericordioso, da a elegir a David entre una de estas tres opciones:
- Hambruna de siete años
- Ser perseguido él mismo durante tres meses por sus enemigos.
- Varios días de peste.
La segunda casilla fue desechada al instante (hasta ahí podíamos llegar), siete años de hambruna no hay trono que lo resista, así que se decidió por la más breve, una rápida peste que sólo produjo setenta mil muertos.
Y para terminar de aplacar la absurda ira de Yahveh, compra David a un tal Areúna, una era (Are-una, una-era; curioso juego de palabras) en la que eleva un altar sagrado que con el tiempo será el solar donde se edifique el Templo. AMÉN.
1 REYES
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David era ya viejo y no entraba en calor, así que le buscan una hermosa doncella para que duerma con él. Afortunadamente el rey sólo quería (o sólo podía) dormir, por lo que la muchacha quedó virgen.
Aprovechando esta coyuntura, Adonías, uno de los hijos de David decide preparar el camino sucesorio; para ello contaba con el apoyo de Joab y del Sumo Sacerdote Abiatar. "Mas el otro Sumo Sacerdote, Sadoc, y Banaías, hijo de Joiada, el profeta Natán, y Semei y Rei, y las principales fuerzas del ejército de David, no estaban con Adonías".
El candidato de todos éstos era Salomón, hijo de Betsabé; por eso Natán le dice a ella que acuda presto al lecho del rey a recordarle la promesa de que Salomón sería su heredero y sucesor. De paso le cuenta que Azarías ya se ha autoproclamado rey, y que lo apoyan Joab y Abiatar. En estas llega Natán azuzando a David, y sus comentarios son decisivos para que el monarca ordene los preparativos necesarios para ungir a Salomón como su sucesor.
Mientras el pueblo aclama a Salomón, Adonías y sus seguidores están celebrando su golpe de mano, ajenos a que su plan ya está desbaratado. Cuando se enteran de la cruda realidad, cunde el desánimo y cada uno se va a su casa. "Mas Adonías, temiendo a Salomón, marchóse y refugióse asido a los cuernos del Altar". Salomón jura respetarle la vida en tanto sea leal a su persona; con esto quedó tranquilizado y regresó a su casa.
1 REYES 2.- Viendo David cercano su final, llama a Salomón y le da y transmite sus últimos consejos y voluntades.
1.- Que asesine a Joab: "No aguardarás a que su vejez lo conduzca tranquilamente al sepulcro"
2.- Honrará a los hijos de Berzellai, galaadita, pues lo apoyaron durante la guerra contra Absalón.
3.- Que asesine a Semei, por haberlo insultado mientras huía de Absalón.
Y tras emitir tan piadosas admoniciones, entregó su alma al Señor.
Como es de suponer, Salomón no va a tenerlo fácil. Por de pronto, Adonías no está conforme en su papel de segundón, e intercede ante Betsabé para que el nuevo rey le de como esposa a la sunamita Abisag, la doncella virgen que calentaba el lecho de David.
Adonías debía de pensar que Salomón y su madre eran tontos de baba, porque una petición como ésa era una declaración de rebeldía, y un delito de lesa majestad. Y así se lo comunica la inocente Betsabé a su hijo; éste no da crédito a lo que está oyendo. Raudo llama a Banaías y le ordena que liquide al imbécil de su hermanastro. Y así acabó la prometedora carrera del apuesto Adonías.
Y, una vez abierto el melón, los acontecimientos se precipitan. Comienza desterrando a Abiatar y cesándolo como Sumo Sacerdote. Joab, viendo las barbas de su vecino pelar, busca refugio en el Tabernáculo, asiéndose a los cuernos del Altar. Mas no va a servirle de nada, Salomón ordena a Banaías que cometa el sacrilegio de ejecutarlo allí mismo.
Banaías es recompensado con la jefatura del ejército, y Sadoc con el sumo sacerdocio.
Semeí fue confinado en sus propiedades, con la advertencia de que si algún día salía de sus tierra sería ejecutado. Al cabo de tres años Semeí traspasó los límites de su hacienda en busca de unos esclavos fugitivos, y Salomón lo mandó matar.
1 REYES 3.- Comienza la época gloriosa de Salomón.
"Salomón, pues, afianzado que hubo su trono, emparentó con Faraón, rey de Egipto, desposándose con su hija, a la que condujo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa y el Templo de Yahveh, y los muros alredor de Hiero Salem".
NOTA.- Por las fechas (hacia 950 a.C.), el faraón en cuestión debió de ser Siamón o Psusenes II, a finales de la dinastía XXI. Hace más de 200 años que Egipto ha dejado de ser una gran potencia; ahora no es más que un reino de escaso poder, circunscrito al delta del Nilo, con capital en Tanis. Toda la zona del Alto Nilo está gobernada por los nubios y su capitalidad asentada en Tebas. Así pues, no es de extrañar este matrimonio entre la hija del faraón y un reyezuelo semita; la categoría de ambos estaba muy igualada.
Recordemos que, desde mediados del s. XIII las invasiones de los Pueblos del Mar fueron incesantes. Meremptah y Ramsés III logran contenerlos a duras penas mediante acciones bélicas y asentamientos controlados (episodio que nos recuerda bastante el final del Imperio Romano por los germanos). Pero el desgaste fue tremendo y, al final, el Imperio Egipcio se desmembró y perdió el control de Nubia y Palestina; además todo Oriente Medio quedó desestabilizado. Los grandes beneficiados de este río revuelto fueron, por un lado los filisteos (grupo integrante de los invasores Pueblos del Mar), que se asentaron en Canaán (sobre todo en su zona costera); por otro lado, los israelitas quedaron libres de la presión de las grandes potencias de la zona y pudieron unificarse y crear un sólido reino en el interior.
Y Yahveh se aparece en sueños a Salomón, y le dice que le concederá lo que pida. El monarca le respondió de esta guisa: "Da, pues, a tu siervo un corazón dócil para que te sepa hacer justicia y discernir entre lo bueno y lo malo". Y el Señor quedó muy contento con tal petición, y le dijo que, en efecto, lo haría el hombre más sabio que jamás haya habido en la Tierra, y, además, por su conmovedora humildad, también le daría poder y riquezas sin cuento. Y para que se notara la sabiduría recién estrenada, al día siguiente acuden dos prostitutas con la historia del bebé que ambas reclamaban como hijo propio; y que, como ya es de todos sabido, tan perfectamente resolvió el avispado monarca.
1 REYES 4 - 5.- Montó Salomón un magnífico sistema administrativo, dividiendo el reino en 12 zonas con 12 intendentes al frente de cada una, lo cual mejoró grandemente el sistema impositivo.
Había dinero, había paz, era el momento de construir el famoso Templo. Para ello contó con la inestimable ayuda de Hiram, rey de Tiro, que puso su legión de artesanos al servicio de Salomón.
1 REYES 6 - 8.- "Comenzóse a edificar la casa de Yahveh en el año 480 después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto". Luego hizo un palacio, y dos extrañas columnas de bronce llamdas "Jaquín" y "Boaz", y una gran tina de bronce, llena de agua, apoyada sobre 12 bueyes, también de bronce.
Y, por fin, tras 20 años de duros trabajos, se inauguró el Templo, y la niebla de Yahveh pobló el Tabernáculo.
1 REYES 9.- Salomón le regaló a Hiram 20 poblaciones de la Galilea en pago de sus servicios -ciudades, por cierto, que no le agradaron- y 120 talentos de oro.
Pero no era Salomón el único que regalaba ciudades ajenas, pues Faraón, rey de Egipto, sitió y tomó Gazer, ciudad cananea, y tras pasar a cuchillo a sus habitantes, se la dio en dote a su hija, la esposa de Salomón. Que todo sacrificio es poco para una hija.
Y siguió el monarca judío con su labor arquitectónica, edificando, reparando y amurallando ciudades y fortalezas. "A toda la gente que había quedado de los amorreos, heteos (hititas), ferezeos (filisteos?), hebeos y jebuseos [(antiguos habitantes de Jerusalén)], los cuales no eran del número de los hijos de Israel, que se mantenían en el país por no haberlos podido exterminar los hijos de Israel, los hizo Salomón tributarios, como lo son hasta hoy día [...] Hizo también equipar Salomón una flota en Asiongaber, que cae junto a Ailat, sobre la costa del Mar Rojo, en Idumea". Los marinos fueron instruidos por Hiram, "Y habiendo navegado a Ofir, tomaron de allí cuatrocientos veinte talentos de oro, y trajéronlos al rey Salomón"
1 REYES 10.- "También la reina de Saba, oída la fama de Salomón, vino en el nombre del Señor a hacer prueba de él con varias cuestiones obscuras". Ambos intercambiaron valiosos regalos, y quedaron mutuamente prendados. De todos modos, ella se volvió a su patria con su séquito, llena de presentes.
Las riquezas de Salomón eran inimaginables, "pues la flota del rey se hacía a la vela e iba la flota de Hiram una vez cada tres años a Tarsis a traer de allí oro plata y colmillos de elefante, y monas y pavos reales [...] e hizo que fuese tan abundante en Jerusalén la plata como las piedras, y tan común el cedro como los cabrahigos que nacen en las campiñas".
1 REYES 11.- Además Salomón contaba con un magnífico harén al modo de los reyezuelos orientales, "tanto, que tuvo setecientas mujeres en calidad de reinas y trescientas concubinas; y las mujeres pervirtieron su corazón". Porque muchas de ellas eran egipcias, moabitas, amonitas, idumeas, sidonias e hititas; y Yahveh prohibió expresamente ayuntamientos con extranjeras "porque infaliblemente pervertirán vuestros corazones para que sigáis a sus dioses".
¡Y cuánta razón llevaba en esto D. Yahveh! porque "ya siendo viejo, vino a depravarse su corazón por causa de la mujeres [...] y daba culto Salomón a Astarté, diosa de Sidón, y a Moloc, ídolo de los amonitas [...] Entonces fue cuando erigió Salomón un templo a Camos, ídolo de Moab, sobre el monte que está enfrente de Jerusalén".
Y aunque Yahveh le advertía, Salomón era contumaz, por lo que el Señor le dijo que sería castigado con el desmembramiento del reino, hecho que acaecería a su muerte. Y Salomón debió de pensar que a burro muerto la cebada al rabo, porque siguió sin enmendarse.
"Suscitó pues Yahveh por enemigo de Salomón a Adad, idumeo de sangre real, que habitaba en Edom". Era este Adad un príncipe idumeo que de niño logró escapar a la matanza que perpetró Joab por orden de David en Edom. Adad se refugió en Egipto y llegó a casarse con una hermana de Faraón, y ahora que tenía poder y riquezas y contaba con el apoyo de Faraón regresó a su tierra natal para hacer la guerra a los israelitas.
Adad no era el único enemigo de Salomón; un tal Razón hacía incursiones desde Siria con un ejército de bandidos, asolando y robando sin que nada ni nadie pudiese pararle los pies. Ya era un azote en tiempos de David, pero recientemente había logrado hacerse con el trono de Damasco, lo que nos da una idea del calibre de su poder.
"Asimismo Jeroboam, hijo de Nabar, efrateo, de Sareda, que estaba al servicio de Salomón, cuya madre era una mujer viuda llamada Sarva, se sublevó contra el rey". Aunque la culpa no fue suya, sino de un profeta de Yahveh llamado Ahías, que dividió su capa en 12 trozos y le dijo a Jeroboam que cogiera 10 pedazos, que serían las diez tribus de Israel que Yahveh le daría como reino, pues Salomón era un gran pecador y el Señor le había quitado su gracia, "pero a ti yo te levantaré y reinarás a medida de tus deseos, y serás rey de Israel. [...] De aquí que Salomón intentó hacer matar a Jeroboam, mas este escapó y fue a retirarse en Egipto, cerca de Sesac, rey de Egipto, y allí estuvo hasta la muerte de Salomón. [...] El tiempo que reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel fue de cuarenta años". A su muerte le sucede Roboam (931 - 913).
1 REYES 12.- "Fue Roboam a Siquem, por haberse congregado allí todo el pueblo de Israel para proclamarlo rey".
Enterado Jeroboam de la muerte de Salomón, dejó Egipto y regresó a Israel, dispuesto a encabezar una rebelión a la menor oportunidad. El pueblo también andaba predispuesto, pues "enviaron a llamarlo [a Jeroboam]. Y así, todos crecidos, "hablaron a Roboam en estos términos: -Tu padre nos impuso un yugo muy pesado, si ahora suavizas algún tanto la extrema dureza del gobierno de tu padre, y el pesadísimo yugo que nos puso encima, te rendiremos vasallaje".
Se tomó un tiempo para pensarlo. Los venerables ancianos le recomendaron suavidad y dulzura; los niñatos de la corte, compañeros suyos de correrías, le aconsejaron mano dura. Y a éstos es a quienes hizo caso; y así se lo hizo saber a la plebe, terminando su discurso con un simpático "si mi padre os azotó con correas, yo os azotaré con escorpiones". Y dijo Israel: "¿Qué tenemos que ver con la casa de David?". Y la escisión estaba consumada.
Judá y Benjamín siguieron fieles a Roboam, las restantes tribus eligieron a Jeroboam (931 - 910). "Y separóse Israel de la casa de David, como lo está aún en el día de hoy"
Sólo cuando Aduram, el superintendente de los tributos, fue asesinado a pedradas, comprendió Roboam la gravedad de la situación. Y a uña de caballo huye hacia Jerusalén para ponerse a salvo. "Llegado pues Roboam a Jerusalén, juntó toda la casa de Judá, y la tribu de Benjamín, escogiendo ciento ochenta mil hombres aguerridos para que peleasen contra la casa de Israel, y redujesen el reino a la obediencia de Roboam, hijo de Salomón".
Pero Yahveh, por medio de Semeías, ordena a Roboam que no inicie una guerra fratricida, y que acepte la secesión.
Jeroboam, para afianzar su posición, decide romper todo lazo con Judá y, por tanto, con Jerusalén. "Y, después de discurrirlo mucho, mandó hacer dos becerros de oro, y dijo al pueblo: -No subáis ya más a Jerusalén. He aquí ¡Oh Israel! tus dioses, los que te sacaron de la tierra de Egipto.
Y colocó el uno en Betel, y el otro en Dan".
O sea, en los dos extremos del reino. Y en todos los lugares altos colocó ídolos para ser adorados, y los sacerdotes que oficiaban no eran levitas. Y ya puestos, Jeroboam se adjudicó el sumo sacerdocio.
1 REYES.- Y estaba Jeroboam tan feliz, echando incienso en Betel, cuando acertó a pasar por allí un profeta de esos que acojonaban al más plantao, y señalándole con el dedo le vaticinó que del linaje davídico surgiría un varón llamado Josías, "el cual hará degollar sobre ti los sacerdotes de los lugares altos que ahora queman sobre ti inciensos, y él quemará sobre ti huesos de hombres". Y como prueba de su poder profético y sobrenatural, ordenó que se partiera el altar y se derramara la ceniza. Jeroboam extendió su mano y ordenó que detuviesen al profeta, pero su mano y brazo quedaron secos y rígidos mientras el altar estallaba hecho pedazos.
Aterrado, el rey le ruega que le devuelva la salud, y el profeta devuelva la frescura al miembro enfermo. Entonces Jeroboam, quiere ganarse su amistad -no sería un mal aliado, piensa- y lo invita a comer, mas el santo varón lo manda a tomar pol culo. Y siguió, impertérrito, su camino.
Y héte aquí que otro anciano profeta moraba en Betel, y, no se sabe muy bien por qué, fue en busca del anterior personaje. Lo encontró descansando a la sombra de un terebinto, y lo invitó a comer a su casa, pero éste declinó tan amable ofrecimiento, alegando que Yahveh le tenía prohibido tomar nada en la región de Betel; "dijole el otro: -Yo también soy profeta, como tú, y un ángel me ha venido a decir , en nombre de Yahveh: -Hazle volver contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua.
Engañóle". (La verdad, no entiendo el sentido de esta bobada). Tras acabar la frugal colación, recibe el malvado profeta inspiración divina donde se le comunica que el colega pardillo no será enterrado en el sepulcro de sus padres debido a su estúpida desobediencia. Así que el pobre hombre se quedó tan chafao, y, montando en su asnillo, cabizbajo y apesadumbrado prosiguió el viaje; en esto que un león apareció en mitad del camino y lo mató. Y allí quedó su cadáver, tirado en el camino, con el león y el borrico junto a él sin moverse.
Unos caminantes que pasaban por allí contemplaron tan insólita escena y la comentaron en la ciudad. El otro profeta fue a buscarlo y lo inhumó en su propio sepulcro, y lloró su muerte. Luego pidió a sus hijos que, cuando le llegara la hora, lo enterrasen junto a su desgraciado colega. Y así termina la extraña historia de estos dos profetas.
En cualquier caso, Jeroboam no se enmendó, al contrario, siguó con sus prácticas idólatras.
1 REYES 14.- "Por aquel tiempo enfermó Abía, hijo de Jeroboam". El rey, apenado, envía a su mujer con presentes para que le pregunte al anciano profeta Ahías qué le ocurrirá al muchacho. La reina se disfraza para que no la reconozca y sea más objetivo en su vaticinio. Pero Yahveh, que todo lo ve, le advierte de la estratagema a su fiel servidor; por eso, en cuanto la mujer traspone el umbral de su puerta no recibe más que imprecaciones y amenazas. Le dice que Jeroboam no es más que un maldito idólatra, y que su cadáver será devorado por las alimañas, igual que toda su descendencia, excepto el pequeño Abía, que será honrosamente enterrado, aunque morirá en cuanto la madre entre en la ciudad. Y así ocurrió.
Nadab (910 - 909).- "Reinó Jeroboam veintidós años; bajó al sepulcro como sus padres, y sucedióle en el trono su hijo Nadab.
Al mismo tiempo, Roboam, hijo de Salomón, reinó en Judá. Cuarenta y un años tenía Roboam cuando empezó a reinar, y reinó 17 años en Jerusalén, ciudad escogida por el Señor entre todas las tribus de Israel, para establecer en ella su culto. Su madre era amonita y llamábase Naama".
Pero también Roboam cayó en la idolatría, y renovó la prostitución ritual masculina. Por eso, en el año 5º del reinado de Roboam (hacia el 920 a.C.), llegó Sesac (Sheshonk I), rey de Egipto, e invadió Jerusalén, expoliando los tesoros del Templo.
A pesar de la lejana admonición de Ahías, hubo guerra constante entre Roboam y Jerobam.
A Roboam le sucedió su hijo Abián (916 - 911). En la Biblia Reina-Valera, tanto este muchacho como el de Jeroboam se llaman Abías. Demasiada coincidencia.
1 REYES 15.- "En el año decimo octavo del reinado de Jeroboam, comenzó a reinar Abián, en Judá. Tres años reinó éste en Jerusalén. Llamábase su madre Maaca, hija de Absalón".
Abián fue un impío, como su padre, y siguió la guerra contra Jeroboam.
El sucesor de Abián fue Asa (911 - 870); aunque más bien debía de ser su hermano, pues según 1 Reyes 15:10 "reinó cuarenta y un años en Jerusalén; llamábase su madre Maaca, hija de Absalón". Está claro que hay un error.
"E hizo Asa lo que era justo delante de Yahveh, como su padre David". Acabó con la prostitución ritual masculina y con la idolatría. También echó de su lado a su madre Maaca, porque presidía unas ceremonias de culto fálico; sin embargo no quitó los altares consagrados a Yahveh en las cumbres de ciertos cerros.
"Continuó la guerra entre Asa y Baasa, rey de Israel, mientras que vivieron ambos". De nuevo la curiosa coincidencia en los nombres de los reyes: Asa y Ba-asa. Baasa había logrado una importantísima ventaja al controlar la altura de Rama y edificar allí una fortaleza desde la que controlaba los accesos a Jerusalén. Asa utilizó los tesoros del Templo para comprar la alianza de Benadad rey de Siria, el cual atacó Israel, y Baasa se vio obligado a dejar la estratégica fortaleza de Rama.
El sucesor de Asa fue su hijo Josafat (870 - 848).
Veamos ahora la historia desde la perspectiva Israelita. "Al segundo año de Asa, rey de Judá, empezó a reinar en Israel Nadab, hijo de Jeroboam, y tuvo dos años la corona". Siguió los pasos idólatras y pecadores de su padre, "mas Baasa, hijo de Ahía, de la tribu de Isacar, le armó asechanzas, y lo mató en Gebbetón, ciudad de los filisteos, al tiempo que Nadab y todo Israel estaban sitiando esta ciudad". Lo que demuestra que, a estas alturas, algunas ciudades filisteas seguían siendo independientes y que eran aliadas de Judá.
Baasa (909 - 886).- Exterminó a todo el linaje de Jeroboam, tal como pronosticó Ahías (de igual nombre que el padre del rey); aunque prosiguió con la idolatría y demás maldades del difunto Jeroboam.
1 REYES 16.- Yahveh, que parece tonto, pues no hace sino elegir sucesores a cuál más impresentable, habla con su profeta Jehú para que lea la cartilla a Baasa y les hiciera saber que él y su linaje sufrirían la misma suerte que Jeroboam. Y a partir de aquí comienza una orgía de sangre.
A Baasa le sucede su hijo Ela (886 - 885). Pero aconteció que, en el segundo año de su reinado, estaba su majestad borracho como una cuba, y, Zambri (o Zimri) (885 - 885), uno de los jefes de la caballería, pensó que la ocasión la pintan calva, y sin pensárselo mucho se cargó a Ela (el cual dejó este mundo cruel sin saber lo que estaba pasando) para usurpar su puesto. Su primera medida como rey fue exterminar a toda la familia de Baasa, pues no quería competidores. Aunque no entendía que si él, vulgar plebeyo, había osado quedarse con el trono, no era necesario ser de la casa real para aspirar a tal honor. Y, en efecto, no había transcurrido una semana, cuando Amri (Omri) (885 - 874), otro oficial, dio un golpe de Estado poniendo sitio al palacio. Zambri, al verse acosado, pegó fuego al recinto y murió abrasado.
Entonces estalló una terrible guerra civil en Israel, pues Tebni, otro oficial con ínfulas, también tenía vocación de monarca; y es que una vez abierto el mélon de los condotieros todos quieren tajada.
Tebni fue derrotado y muerto, y Omri, que tenía amplias miras, quiso emular a David y compró a Semer un monte sobre el que edificó la ciudad de Samaría (por el nombre de su dueño) que sería la capital del reino de Israel. Allí reinó por espacio de 12 años. Cómo no, este reyezuelo también fue un idólatra y un pecador.
Le sucedió su primogénito Acab (874 - 853), y fue el más perverso e impío de todos los reyes, porque se casó con Jezabel, princesa de Sidón, y lo introdujo en los cultos de Baal, erigiéndole un templo en Samaría y consagrando un bosque en su honor, donde se instauró un culto fálico a Asera.
1 REYES 17.- La ira de Yahveh no tenía límites. Rápidamente envía al profeta de turno para que ponga las cosicas en su sitio. Elías de Tesbe, llamábase el susodicho:
"Mas Elías de Tesbe, habitante de Galaad, dijo a Acab: -Vive el Señor Dios de Israel, de quien yo soy siervo, que no ha de caer rocío ni lluvia en estos años sino hasta que yo lo dijere".
Dicho lo cual huyó a escape para esconderse en el arroyo de Carit, cerca del Jordán, allí acudían unos cuervos, enviados por Yahveh, que le llevaban pan y carne. Al poco, quedó seco el arroyo, y el Señor lo envía a Sarefta, ciudad de Sidón, donde una mujer le da alojamiento. Pero la pertinaz sequía la tiene sumida en la indigencia, y sólo dispone de una tinajica con un puñado de harina, y de una alcuza con un poco de aceite; ella, no obstante, se ofrece a compartir con Elías su magra colación. Entonces Elías se pone solemne y le asegura a la piadosa patrona que, desde ese día y hasta que lleguen la lluvias, no faltará harina ni aceite en esos recipientes. Lo cual, que era muy de agradecer.
Para colmo de calamidades, muere el único hijo de esta señora, dejándola sumida en el dolor y la desesperación. Pero, a grandes males grandes remedios, va Elías y lo resucita. Con dos cojones.
1 REYES 18.- Y ya entrados en harina, dijo Yahveh a Elías que se presentara ante Acab para tocarle los cojones un rato. El monarca israelita tiene otras preocupaciones, y está de viaje, al igual que su mayordomo Abdías, en busca de pastos frescos para las bestias. Abdías era un buen hombre que había protegido y escondido a varios profetas a los que la arpía de Jezabel quería cortar la cabeza, y, mira por donde, se encuentra a Elías. El ministrín se postra ante el santo varón, y éste lo nombra recadero para que le transmita a Acab el mensaje de Yahveh. Abdías, que era bueno pero no tonto, declina tan prometedor ofrecimiento, y tendrá que ser el propio Elías quien se persone ante Acab. Una vez llegado a su presencia le dice:
"Manda ahora mismo juntar delante de mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los cuatrocientos y cincuenta profetas de los bosques a los que proteje Jezabel".
Y se montó el numerito de los altares, uno en honor de Yahveh, otro de Baal, y al rato bajó un fuego celestial que abrasó el sacrificio de Elías. Todo el pueblo -la chusma, siempre tan impresionable- aclamó a Yahveh como su dios. Ocasión que aprovechó Elías para ordenar que prendieran a los 850 profetas paganos: "Presos que fueron, los mandó llevar Elías al arroyo de Cisón, y allí les hizo quitar la vida". Y como gran broche de fiestas, cayó una tremenda tormenta que acabó con la sequía.
1 REYES 19.- "Contó Acab a Jezabel cuanto había hecho Elías, y cómo había pasado a cuchillo a todos los profetas de Baal, sin dejar uno". Jezabel, debió de poner a su marido de calzonazos y poco hombre hasta que se cansó, y juró que acabaría con Elías.
Éste puso pies en polvorosa, y anduvo errante por el desierto, hasta que ya no pudo más, dejándose caer, rendido, a la sombra de un enebro. Entonces rogó a Yahveh que se lo llevase de una vez por todas; mas un ángel del Señor se le aparecióse y le dio de comer y beber. Y no sabemos que diantre echó el enviado del Altísimo en las vituallas, porque Elías se puso a caminar sin descanso durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Monte Horeb, montaña sagrada de Yahveh.
Luego viene un pasaje confuso, en que se repite la misma escena de Yahveh preguntándole qué hace ahí, con sucesión de varios episodios sobrenaturales: tornados, terremotos, incendio y una suave brisa. A continuación vuelve el Señor a preguntarle por qué está ahí, de nuevo responderá Elías lo mismo que la primera vez, mas ahora no se produce ningún prodigio; "Le dijo Yahveh: -Anda y vuélvete por el mismo camino del desierto hacia Damasco; llegado allá, ungirás a Hazael por rey de Siria; y a Jehú, hijo de Namsi, lo ungirás rey de Israel; y ungirás también a Eliseo, hijo de Safat, natural de Abelmeula, por profeta menor tuyo".
Y pronostica Yahveh que habrá una gran guerra en Israel, y todos los personajes anteriormente mencionados estarán implicados.
Respecto a Eliseo, diremos que lo encontró arando; entonces mató a los bueyes, los asó con la madera del arado, y la carne se la dio a las gentes. Luego siguió a Elías.
1 REYES 20.- En aquel tiempo, Israel era un reino vasallo de Siria, y Benadad, su rey, exigió demasiados tributos, y Acab se rebeló. Poco tardó el siríaco en cercar Samaría, dando la victoria como cosa hecha. Mas un profeta le pronostica a Acab la victoria si inicia un ataque sorpresa a cargo de la infantería que obligue a los sirios a replegarse en las montañas donde sus poderosos carros falcados no sirven de nada. Así se hizo, y la victoria fue completa.
Al año siguiente regresó Benadad, presentando batalla en el valle. No problem: otro profeta le asegura la victoria al rey israelita. Benadad se rindió y, a cambio de hacerse tributario de Acab, salvó la vida y quedó libre. Pero entonces aparece otro profeta (debían de ser una plaga) y le pide a un compañero que lo hiera con una daga, éste no se presta a semejante majadería, y el santo y grillado varón la maldice, profetizando que lo matará un león. Y en efecto, a los pocos pasos un felino se cargó al pobre hombre. El profeta orate hace la misma súplica a otro, y ante la perspectiva de que se lo zampe un león, le hace un corte aparatoso pero inocuo. Y de esta guisa, chorreando sangre y cubierto de polvo, váse a ver a Acab, y empleando el viejo truco de la parábola alusiva le dice: "Esto dice el Señor: -Por cuanto has dejado escapar de tus manos un hombre digno de muerte, tu vida pagarás con la suya, y tu pueblo por el pueblo suyo". Pero Acab ya estaba harto de profetas tocahuevos y no le hizo el menor caso.
1 REYES 21.- Al poco, quiso Acab comprar a Nabot una viña que éste tenía cerca de palacio, mas éste se negó en redondo porque lo prohibía la ley mosaica.
Frustrado, se echó en la cama sin querer comer. Enterada Jezabel, volvió a llamarlo calzonazos, poco hombre y se lamentó de que todo tenía que hacerlo ella. Sobornó a los ancianos del lugar para que levantaran falso testimonio contra Nabot, acusándolo de blasfemo, lo cual obligaba a lapidarlo. Cumplido el crimen, le dijo Jezabel a su maridito que ya podía bajar a quedarse con la viña de marras.
Pero Yahveh, que todo lo ve, manda un fax a Elías para que intercepte a Acab y le advierta de la que se le viene encima: "-En este lugar en que los perros lamieron la sangre de Nabot, en el mismo, lamerán también tu sangre; [...] los perros se comerán a Jezabel en el campo de Jezrael"; concluyendo, cómo no, con la terrible sentencia de que su estirpe será exterminada. Bien por Elías.
Y mira por donde, esta vez sí que hacen mella en el ánimo de Acab los tétricos vaticinios del profeta de Yahveh, que se arrepintió grandemente de sus pecados, por lo que el Altísimo lo perdonó y aplazó el cobro de la deuda: Sería su hijo quien sufriera las consecuencias.
1 REYES 22.- Acab propone a Josafat (870 - 848), rey de Judá, una alianza para atacar a Ramot de Galaad, que está en manos de Siria (aunque se supone que esta nación era tributaria de Israel). Los augures de Acab vaticinan una exitosa campaña, pero Josafat recaba la opinión de un experto, de un profesional, de un profeta de Yahveh. "Respondióle el rey de Israel: -Uno ha quedado, por cuyo medio podemos consultar al Señor, mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino mala. Ése es Miqueas, hijo de Jemla".
Presto mandaron a buscarlo y, en efecto, su profecía fue aciaga, anunciando, además que el maligno habló a través de los augures samaritanos para conseguir la ruina de Acab. "Acercóse entonces Sedecías, hijo de Canaana, y dio un bofetón a Miqueas, diciendo: -¿Con que a mí me ha desamparado el Espíritu de Yahveh, y te ha hablado a ti?.
Respondió Miqueas: -Tú lo verás en aquel día en que irás huyendo de escondrijo en escondrijo para ocultarte y salvarte".
Acab ordena que pongan a Miqueas bajo arresto, y se va a combatir. Y aunque el monarca israelita se disfrazó de vulgar oficial de carros para no ser un blanco fácil, una flecha al azar se clavó en su pecho y murió.
Heredó el trono su hijo Ocozías de Israel (853 - 852), que fue un idólatra adorador de Baal, como su padre.
En cambio el judío Josafat era más bueno que el pan, y acabó con los restos de prostitución ritual masculina. También intentó mantener una flota que enlazara con Ofir, pero naufragaron sus naves en Asiongaber.
A Josafat le sucedió Joram de Judá (848 - 841).
2 REYES 1.- "Después de la muerte de Acab rebeláronse los moabitas contra Israel".
NOTA.- De esta época data un documento que corrobora el anterior dato bíblico, se trata de la estela de Mesha, un rey de Moab del s. IX a.C.; tiene además otro valor añadido, que en ella encontramos la primera mención histórica de Yahveh. Dice así: "Kemosh me dijo: -Ve y arranca Nebo de las manos de Israel- Y yo la tomé, maté a todos, a siete mil hombres vigorosos, y a viejos y a jóvenes mujeres y a ancianas y a esclavas, pues los había consagrado como herem a Astar-Kemosh. Y me traje de ellos los objetos de Yahveh y los puse ante Kemosh". El "herem" es la institución de la guerra santa, algo común a todos los pueblos cananeos y semitas de la región, incluidos los israelitas.
Sucedió también que Ocozías de Israel cayó por una ventana de palacio, dándose una gran calabazada y quedó postrado en cama, "y despachó unos mensajeros, diciéndoles: -Id a consultar a Beelzebub (Baal-Zebub o también Belzebú), dios de Accarón, si podré convalecer de esta enfermedad". Pero Yahveh pone en marcha su maquinaria pesada y saca de nuevo a la palestra al desaparecido Elías, que sale al encuentro de los recaderos y, poniéndose en jarras, les dice:
"-Pues qué, ¿no hay Dios en Israel que vais a consultar a Belzebú, dios de Accarón? Pues esto dice Yahveh: -De la cama en que te has acostado no te levantarás, sino que morirás infaliblemente. Dicho lo cual marchóse Elías".
Regresaron los mensajeros y relataron al doliente Ocozías lo sucedido. Entonces ordenó a un oficial que cogiera 50 hombres y fuese en busca de Elías tesbita. Cuando lo encontraron, el profeta de Dios realizó un conjuro y bajó un fuego del Cielo que acabó con la vida de los soldados. Ocozías no desistió en su empeño y mandó otro pelotón; y de nuevo el fuego vengador de Elías los redujo a cenizas. Inasequible al desaliento, manda el israelita un tercer destacamento; cuando alcanzan al profeta, el oficial al mando se hincó de rodillas y pidió clemencia para él y sus hombres. Entonces el ángel de Yahveh dice a Elías que se entregue al aterrado capitán.
Llegado a la presencia de Ocozías, repite su funesto presagio. Y Ocozías murió. Total, 102 muertos para nada.
El finado no tenía descendencia, por lo que el sucesor será su hermano Joram de Israel (852 - 841), y esto fue en el año segundo del otro Joram, el hijo de Josafat, rey de Judá.
2 REYES 2.- Pasaje absurdo y muy confuso, en que Elías jura a Eliseo que, aunque el Señor lo va a arrebatar, él no lo abandonará. Pero, llegados a Betel, los hijos de los profetas advierten a Eliseo que no volverá. Siguen su camino y, al llegar a Jericó, Elías vuelve a jurar a Eliseo que no lo dejará solo, de nuevo los hijos de los profetas del lugar vuelven a repetir a Eliseo que Elías se irá para siempre. Por fin llegan al Jordán; Elías golpea el río con su manto y, cual nuevo Moisés de pacotilla, sepáranse las aguas y puede atravesar el lecho a pie enjuto. Y ya puestos, cual genio generoso, le dice a su discípulo que pida un deseo, "Y Eliseo dijo: -Pido que sea duplicado en mí tu espíritu" (o sea, tener el doble de poderes que el maestro). Pues no sé si va a poder ser -le vino a decir Elías- pero se hará lo que se pueda.
"Así proseguían su camino, andando y hablando entre sí, cuando he aquí que un carro de fuego, con caballos de fuego, separó al uno del otro, y Elías subió al Cielo en un torbellino".
Eliseo "recogió después el manto, que se le había caído a Elías, y volviéndose se paró en la ribera del Jordán; y con el manto de Elías golpeó las aguas, que no se dividieron, por lo que dijo: -¿Dónde está ahora el Dios de Elías?.
Hirió nuevamente las aguas, y se dividieron a ambos lados, con lo que pasó Eliseo".
Entre tanto, los hijos de los profetas (?) estaban al otro lado esperándolo, y le dijeron que se iban a buscar a Elías por los alrededores. Tres días estuvieron explorando las montañas sin el menor éxito.
Eliseo vivía en Jericó, y le dijeron sus habitantes que era una penica que, siendo que la ciudad estaba enclavada en lugar tan estratégico y hermoso, su manantial fuese amargo y nocivo. Ni corto ni perezoso echó sal en la fuente, y, desde entonces, las aguas de Jericó son buenísimas.
De aquí pasó a Betel, y unos muchachos se burlaban de él llamándolo calvo (quizá padecía de alopecia). "Eliseo, volviéndose hacia ellos, los maldijo en nombre de Yahveh; y, saliendo dos osos del bosque, despedazaron a cuarenta y dos de aquellos muchachos".
De allí se fue al monte Carmelo, y luego a Samaría.
2 REYES 3.- Joram de Israel (852 -841): "Joram, hijo de Acab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año décimo octavo de Josafat, rey de Judá, y reinó doce años".
Mesa, rey de Moab, era tributario del rey de Israel, y le pagaba cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones (muchos miles me parecern), pero en cuanto murió Acab, el moabita dejó de pagar el tributo, por lo que Joram se alió con Josafat para darle un escarmiento.
La estrategia de Joram era pillarlo desprevenido desde Idumea, pero hubo una mala planificación, y al séptimo día estaban en pleno desierto sin gota de agua. Buscaron desesperadamente la mediación de un profeta de Yahveh, y no les quedó más remedio que echar mano de Eliseo. Éste se hace de rogar, incluso se permite despreciar al rey de Israel, pero al fin accede a servir de mediador con el Altísimo. Pide que le traigan un tañedor de arpa que siempre ayuda para recibir la inspiración divina, y al rato les indica dónde han de cavar para encontrar un copioso manantial. De paso pronostica la derrota de Moab, y les hace saber cuáles son los deseos de Yahveh en esta campaña: "Y destruiréis todas las plazas fuertes, y todas las ciudades principales, y cortaréis todos los árboles frutales, y cegaréis todos los manantiales de aguas, y sembraréis de piedras los campos más fértiles".
Entre tanto, los moabitas, que nunca habían salido de su pueblo y eran tontos de baba, confundieron las aguas de tonos rosáceos al amanecer por efecto de la aurora, con un torrente de sangre, y sacaron la precipitada conclusión de que judíos e israelitas se habían extermiando mutuamente en una guerra fratricida. Así que desbordados por la euforia atacaron el campamento enemigo para liquidar a los cuatro gatos supervivientes. Obviamente el ataque fue un desastre, como muy bien había predicho Eliseo. El rey moabita quedó rodeado en la ciudadela de su capital, "y arrebatando a su hijo primogénito, que debía sucederlo en el reino, ofreciólo en holocausto sobre la muralla; cosa que produjo grande horror a los israelitas, y así al punto se retiraron de allí, volviendo a sus casas"
2 REYES 4.- Eliseo realiza varios milagros, como la multiplicación del aceite para que una viuda pudiera ganar un dinero con su venta, y evitar que sus hijos fueran esclavizados (rescoldo del milagro de Elías).
Posteriormente es acogido de modo hospitalario por un matrimonio de avanzada edad; en agradecimiento deja a la mujer embarazada (quiero decir que Eliseo simplemente se limita a interceder ante Yahveh. O al menos eso es lo que le dijeron al marido). Con tan mala suerte que el niño muere en seguida; lógicamente, Eliseo lo resucita. Faltaría más.
Otro día, nuestro protagonista dio un banquete a un montón de colegas, pero uno de sus sirvientes, echó a la olla unos frutos amargos que envenenaron a los comensales. Eliseo quitó el amargor echando harina (mágica) al potaje. También multiplicó unos panes de cebada porque no llegaba para tanto gorrón.
2 REYES 5.- Y siguió realizando prodigios. Como curar de una lepra a Naamán, general de los ejércitos del rey de Siria. El truco era lavarse en agua del Jordán. Quedó el hombre la mar de agradecido y ofreció al profeta ricos presentes que éste, como no podía ser de otra manera, declinó. Mas el criado de Eliseo, llamado Giezi, intentó sacar provecho de la situación y aborda a Naaman, contándole un cuento chino para que afloje los regalos, volviendo más contento que chupilla.
Pero Eliseo nota su ausencia y cuando regresa lo interroga. Giezi se hace el sueco, pero ignora que su amo es un profeta de Yahveh que lo sabe todo, así que Eliseo lo maldice: "Has recibido dinero, y has recibido ropas para comprar olivares y viñas y ovejas y bueyes y esclavos y esclavas. Pero también la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. En efecto, salió Gieci de su presencia cubierto de lepra [blanca] como nieve". No se le estuvo mal.
2 REYES 6 - 7.- Otro milagro de Eliseo: hace flotar un hacha. Aquí vuelve a aparecer con su grupo de acólitos, eufemísticamente llamados en la Biblia "hijos de los profetas".
Tiempo después, los sirios iniciaron la guerra contra Israel, pero Eliseo conocía los movimientos y emboscadas que planeaban, así que los ataques del rey de Siria eran constantemente desbaratados.
Enterados los sirios de que era Eliseo el culpable de sus fracasos, deciden capturarlo. Un gran contingente sitia la ciudad de Dotán, donde reside, pero el profeta hipnotiza al ejército y los conduce a Samaría, donde despiertan rodeados por el ejército israelita. Pero Eliseo dice al rey que les perdone la vida y que los trate bien. Tras alimentarlos son liberados. Llegados a Siria, comprende su rey, Benadad, que lo mejor va a ser suspender la campaña.
Pero poquico duró el propósito de la enmienda, porque al tiempo volvió a sitiar Samaría, la cual, para colmo, estaba sufriendo una terrible hambruna. El rey de Israel, paseaba por la muralla, cuando se le acercó una mujer pidiendo justicia; el caso era que había acordado con una vecina que devorarían a sus propios hijos, ella había cumplido su parte, pero ahora, la otra, se negaba al sacrificio de sus vástagos. El rey, aterrado, se rasgó las vestiduras, entendiendo que todas estas calamidades son por culpa de Eliseo, así que manda prenderlo.
El profeta, anuncia solemne que en 24 horas habrá gran abundancia de cereal. El capitán del pelotón se burla incrédulo, a lo que responde Eliseo: "-Lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello".
Había también cuatro leprosos en las puertas de la ciudad, que deciden pasarse al campamento sirio por ver si se apiadan de ellos. Pero al llegar no encontraron a nadie, y es porque Yahveh les hizo oír un terrible estruendo de carros de guerra y galopar de escuadrones que les hizo pensar a los arameos que llegaban mercenarios de Israel, y huyeron en desbandada.
Los leprosos llevaron a la ciudad la buena nueva, y hubo gran fiesta y alborozo, porque, además, en la precipitación de su huída, habían quedado allí ingente cantidad de alimentos y montones de riquezas. En el tumulto del saqueo pereció aplastado el capitán de la guardia que se burló de la profecía de Eliseo.
2 REYES 8.- Tras un episodio menor con la mujer sunamita, cuyo hijo había resucitado, Eliseo viaja a Damasco (lugar recurrente en la Biblia).
El caso es que Benadad, rey de Siria, estaba enfermo, y mandó a Hazael con ricos presentes para que le preguntase a Eliseo si tendrían curas sus males.
Eliseo respondió a Hazael que la enfermedad no era grave, pero que Benadad iba a morir sin remedio. Luego Eliseo echóse a llorar. Extrañado, el sirio le preguntó el motivo de su llanto; "Porque sé -respondió- los males que has de hacer a los hijos de Israel. Tú entregarás a las llamas sus ciudades fuertes, y pasarás a cuchillo sus jóvenes, y estallarás contra el suelo sus niños, y abrirás el vientre a las mujeres preñadas". Todavía se extrañó más Hazael al oír lo que para él eran disparates, pero Eliseo le aclaró sus presagios: "El Señor me ha manifestado que tú serás rey de Siria".
Regresó Hazael a palacio, y el rey le preguntó ansioso por el vaticinio del profeta; "respondióle: -Me ha dicho que recobrarás la salud". Y respiró tranquilo. A la mañana siguiente, Hazael empapó en agua una toalla y asfixió al rey, su señor; y, tal como predijo Eliseo, ocupó el trono. Un ejemplo de profecía recurrente.
Joram de Judá (848 - 841).- "Al quinto año de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, y de Josafat, rey de Judá, entró a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. Treinta y dos años tenía cuando empezó a reinar, y ocho años reinó en Jerusalén". Se casó con Atalía, hija de Acab, que lo echó a perder.
Durante su reinado, Idumea se sacudió el yugo de Judá, y también se rebeló Lobna. A Joram de Judá lo sucedió su hijo Ocozías (841 - 840). "En el año 12 de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey de Judá. Ocozías tenía 22 años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía hija de Omrí, rey de Israel".
Ocozías se alió con su tío Joram de Israel para hacer la guerra al ya mencionado Hazael, rey de Siria. Cómo no, la manzana de la discordia era Ramot de Galaad.
Y Joram cayó herido por lo que fue a Jezrael a curarse. Y Ocozías pasó a visitarlo e interesarse por su salud.
2 REYES 9.- Y por si hubiera pocos problemas sucesorios, mandó Eliseo a uno de sus acólitos de los "Hijos de los Profetas", a Ramot de Galaad paa que ungiera rey, en secreto, a Jehú, hijo de Josafat, y de paso le dé recado para que extermine a toda la casa de Acab (perros incluidos), y finaliza con un bonito epílogo: "Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezrael, sin que haya quien la entierre".
Jehú (841 - 814).- Así lo hizo el machaca, lo ungió en secreto, dio el recado y se marchó, pero a Jehú le faltó tiempo para contarlo, de modo que todos los jefes tribales se pusieron a sus órdenes.
Y fue Jehú a Jezrael para acabar con Joram. Sin sospechar de su traición salieron a recibirlo Joram y Ocozías montados en sendos carros.
"Apenas vio Joram a Jehú, dijo:
- ¿Tenemos paz, Jehú?
- ¿Qué paz puede haber -le respondió -mientras permanecen aún en su vigor las fornicaciones de tu madre Jezabel y sus muchas hechicerías?".
Joram azuzó al instante sus caballos intentando huir, y gritando a Ocozías que habían caído en una trampa. Pero Jehú le disparó una flecha que le atravesó la espalda, reventándole el corazón. Luego ordenó a su capitán, Badacer, que arrojara el cadáver al campo de Nabot.
Ocozías fue perseguido por los israelitas, y lo mataron en su coche, aunque fue enterrado en Jerusalén con su padre.
Mientras tanto, Jezabel, cual Cleopatra primigenia, se engalana esperando al nuevo César. "Se pintó los ojos con cool, y adornándose la cabeza se puso en una ventana a mirar [...] Alzó Jehú la cabeza hacia la ventana y preguntó: - ¿Quien es esa?
Y dos o tres eunucos hicieron a Jehú una profunda reverencia, a los cuales dijo él: -Arrojadla de ahí a la calle.
Arrojáronla, y quedó la pared salpicada con su sangre, y fue pisoteada por los caballos".
Tras comer y beber ordenó que le diesen sepultura, pero sólo hallaron la calavera de la reina, junto con sus pies y sus manos. Yahveh había hecho justicia una vez más.
2 REYES 10.- Luego despachó correos por toda Samaría para que los notables de las distintas ciudades le enviaran las cabezas de los 70 hijos de Acab. Y así lo hicieron.
La orgía de sangre no había hecho más que comenzar. Familiares y sacerdotes de Acab y Ocozías son degollados sin piedad; cuarenta y dos hombres en total.
No todo han de ser matanzas, también establece una alianza de amistad con Jonadab.
El siguiente paso es convocar a todos los sacerdotes de Baal, fingiéndose baalita. Así pudo exterminarlos sin que pudiera salvarse ni uno. Continuó quemando los ídolos de Baal hasta acabar con su culto.
Pero no nos engañemos, Jehú fue un gran pecador y no quitó los becerros de oro que subsistían en Betel y en Dan.
"En aquellos días comenzó el Señor a indignarse contra Israel; y así Hazael lo derrotó y devastó en todos sus confines, desde el Jordán hacia Oriente, y toda la tierra de Galaad, de Gad y de Rubén, y de Manasé, desde Aroer, situada junto al torrente de Armón, hasta Galaad y Basán".
Jehú (842 - 814) reinó 28 años, y le sucedió su hijo Joacaz (814 - 801).
2 REYES 11.- Muerto Ocozías, tomó el mando Atalía (840 - 835), su madre, mujer de armas tomar que exterminó "toda la prosapia real". Afortunadamente, el hijo de Ocozías, Joás (y nieto, por tanto, de Atalía), fue salvado de la masacre por su tía Josaba. "Y estuvo por espacio de seis años oculto con su ama de leche en la casa de Yahveh; mientras tanto reinó Atalía en Judea".
Mas al año siguiente, el Sumo Sacerdote, Joyada, apoyado por los soldados, ungió rey a Joás de Judá (835 - 801), y Atalía fue muerta por la guardia.
El plan de Joyada es que Joás -que sólo tiene siete años- sea su rey títere. para ello "asentó Joyada el pacto de Yahveh con el rey y con el pueblo, que sería [de nuevo] pueblo del Señor. Y asimismo entre el rey y el pueblo". El eterno problema, el pueblo está sujeto al rey, y éste a Yahveh, cuyo representante terráqueo es el Sumo Sacerdote. Por tanto, si Joyada juega bien sus cartas puede conseguir un poder omnímodo y duradero. El primer paso será eliminar la competencia; "entró todo el pueblo en el templo de Baal, y le derribaron sus altares, e hicieron añicos sus imágenes, y delante del mismo altar mataron a Matán, sacerdote de Baal, y el Sumo Sacerdote puso guardias en la casa de Yahveh".
2 REYES 12.- A pesar de todo, siguieron los sacrificios en los lugares altos, porque el pueblo lo tenía muy arraigado.
Joás reguló y controló los óbolos y tributos dirigidos al Templo.
Llevaba reinando unos veinte años Joas, cuando "Hazael, rey de Siria, salió a campaña, y poniendo sitio a Get la tomó, y enderezó su mira contra Jerusalén". Por lo que se vio obligado a pagar una gran suma de dinero para evitar la agresión siria. Que se pagó con el tesoro del Templo.
No sabemos muy bien por qué, pero un complot palaciego acabó con la vida de Joás. Le sucedió su hijo Amasías (801 - 776).
2 REYES 13.- "El año veintitrés del reinado de Joas, hio de Ocozías, rey de Judá, reinó Joacaz, hijo de Jehú, sobre Israel en Samaría, por espacio de diez y siete años".
Joacaz (814 - 801) estuvo supeditado a Hazael, rey de Siria. Como buen israelita fue idólatra y non grato a los ojos (al Ojo, mejor dicho) de Yahveh.
Tras Joacaz reinó su hijo Joás de Israel (801 - 786), digno hijo de su padre; aunque un Eliseo chocho y moribundo le predice que se librará del yugo sirio. Y así fue, pero sólo cuando murió Hazael, sucediéndole en el trono su hijo Benadad.
2 REYES 14.- Amasías (801 - 776): "En el segundo año de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel, entró a reinar Amasías, hijo de Joás de Judá". Su primera acción fue vengar la muerte de su padre, ajusticiando a los oficiales que participaron en su muerte.
También "derrotó diez mil idumeos en el Valle de las Salinas, y tomó a viva fuerza a Petra, a la cual llamó Jectehel, nombre que se conserva hasta hoy día".
Envalentonado por la victoria, presentó batalla a Joás, rey de Israel, y éste lo derrotó e hizo prisionero. Además "lo llevó a Jerusalén y abrió una brecha de cuatrocientos codos [200 m.] en la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta de la Esquina. Y tomó todo el oro y la plata y todas las alhajas que se hallaron en el Templo de Yahveh y en los tesoros del rey, y varios rehenes, y volvióse a Samaría".
"Amasías, hijo de Joas, rey de Judá vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel". Amasías también fue víctima de una conjura palaciega, y aunque logró huir a Laquis, fue encontrado y asesinado. Le sucedió Azarías (776 - 739).
Mientras tanto en Israel, Jeroboam II (786 - 745), que había sucedido a Joás "restableció en el primitivo Estado los límites del reino de Israel, reconquistando desde la entrada de Emat hasta el mar del desierto, conforme a la palabra de Yahveh, Dios de Israel, pronunciada por su siervo, el profeta Jonás, hijo de Amati, natural de Get, en la región de Ofer". Le sucedió en el trono su hijo Zacarías (?).
2 REYES 15.- Volviendo a Azarías (776 - 739) diremos que era un buen muchacho, "e hizo lo que era agradable al Señor". Aunque, bien es verdad, no abolió el culto en los lugares altos, quizá por eso Yahveh lo castigó con una lepra de por vida.
A éste lo sucederá su hijo Joatam (739 - 734).
En Israel, tras Jeroboam II reina su hijo Zacarías. A éste lo mata Sellum (?) para reinar en su lugar, pero al mes se lo cargó Menahem (745 - 739) (no hay nada como empezar el melón de los magnicidios). Fue Menahem un personaje malvado que sitió Tersa, y cuando la tomó mató a todas las preñadas abriéndoles el vientre. "Ful, rey de los asirios, vino entonces a esta tierra, y dio Menahem a Ful mil talentos de plata para que lo ayudase y lo asegurase en el trono".
A Menahem lo sucede su hijo Faceía, mas por poco, porque caerá bajo el puñal de su general Romelías, que se hará con el trono. Aunque no está claro, parece que pronto reinará su hijo Facee (Pecab) (739 - 732).
"En el reinado de Pecab, rey de Israel, vino Teglatfalasar [Tiglatpileser], rey de Assur, y se apoderó de Ayrón, y de Abel-bet-Maaca, y de Janoé, y de Cedes, y de Hazor, y de Galaad, y de Galilea, y de todo el país de Neftalí, y deportó sus habitantes a Asiria".
Oseas (732 - 722), mató a Pecab y reinó en su lugar. Mientras tanto, en Judá subía al trono Joatam (739 - 734), hijo de Azarías. Tuvo que soportar el ataque del sirio Rasín y del israelita Facee (Pecab).
Todos los reyes de Israel eran abominables a los ojos de Yahveh, pues eran idólatras y pecadores, mientras que los reyes de Judá eran gratos a la tuerta mirada de Señor, a pesar de que ninguno se propuso acabar con las ofrendas de incienso en las cimas de los cerros sagrados.
A Joatam (739 - 734) le sucede Acaz (o Ajaz) (734 - 718).
2 REYES 16.- Acaz sucedió a Joatam de Judá. Este Acaz (nótese la homofonía con Acab), "No hizo lo que era agradable a los ojos de Yahveh, su Dios, como David, su padre, sino que siguió las huellas de los reyes de Israel". Llegando a la aberración de sacrificar en el fuego a su hijo, según hacían los fenicios ante Moloc.
Acaz sufrió el ataque de Rasín, rey de Siria, y de Pecab, rey de Israel, mas pudo contenerlos, aunque Rasín le arrancó algunos territorios de la Idumea.
"Entonces Acaz despachó embajadores a Teglatfalasar, rey de los asirios" para que lo librasen de la amenaza siria; usando el tesoro del Templo para pagar sus servicios, como ya vimos en el capítulo anterior. "Marchó pues el rey de los asirios contra Damasco y la destruyó. Deportando a sus moradores a Cirene, y quitándole la vida a Rasín".
Fue después Acaz a Damasco a rendir pleitesía a Teglatfalasar, y le gustó el altar que allí había, por lo que manda a Urías, el Sumo Sacerdote, que fabrique uno igual en Jerusalén para oficiar sobre él todos los sacrificios; para ello ordena adaptar toda la liturgia hebrea para adaptarla al nuevo culto asirio.
NOTA.- Como ya hemos visto, las invasiones de los Pueblos del Mar desestabilizaron el equilibrio entre las potencias de Oriente Medio. La consecuencia inmediata fue la desaparición de los dos grandes imperios de la zona: el Egipcio y el Hitita. Surgieron muchos reinos menores, todos en pugna por conseguir la hegemonía: Siria, Israel, Mitanni, Hurritas, Urartu... Y será en el s. IX cuando se imponga un reino mesopotámico que ya tuvo en el pasado días de gloria: Asiria. En Un par de siglos conquistará todo el Creciente Fértil. Por supuesto Palestina no se librará del terrible y demoledor rodillo asirio; y así, hacia el 750a.C., Judea pasa a ser tributario de Asiria.
Acaz fue sucedido por Ezequías (718 - 697).
2 REYES 17.- "El año duodécimo del reinado de Acaz, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Oseas, hijo de Ela, y reinó nueve años".
Oseas (732 - 722) pasó a ser tributario de Salmanasar V (726 - 722), rey de Asiria. Sin embargo pidió ayuda a Sua (o So), faraón de Egipto, para sacudirse el yugo asirio. Mas fue en vano, Samaría fue tomada por Salmanasar al cabo de tres años de duro asedio, y su población deportada a Hala y Habor, ciudades de la Media, junto al río Gozán. Oseas será el último rey de Israel.
Obviamente, la causa de la destrucción del reino de Israel fue la idolatría. A Yahveh le disgustaban los holocaustos en los lugares altos y los cultos orgiásticos en los bosques.
Los "lugares altos" no sólo eran enclaves naturales, como las cumbres de cerros y oteros, sino también construcciones religiosas de forma piramidal que imitaban a los zigurats, una clara influencia babilónica. Y es que el peso de las religiones cananeas y mesopotámicas era enorme.
Y entrando en terreno meramente histórico, diremos que Salmanasar fue asesinado durante el sitio de Samaría, seguramente por su hermano y sucesor en el trono, Sargón II (722 -705), uno de los más agresivos monarcas asirios, que pretenderá la culminación imaginaria del Imperio Universal, en un proceso de emulación de su homónimo acadio.
Así pues, no fue Salmansar V el debelador de Samaría, como nos cuenta 2 Reyes 17, sino Sargón II, en el 722. Unas 27 mil personas fueron deportadas.
Respecto a ese extraño faraón "Sua" o "So", aliado de Oseas en su revuelta anti asiria, podría tratarse de Osorcón IV, un reyezuelo del nomo de Bubastis. Recordemos que en esta época, Egipto es un conglomerado de reinos independientes.
Samaría se repobló con gentes venidas de Babilonia, Cut, Ava, Evat y Sefarvaím, los cuales, como es de imaginar, nada sabían de Yahveh ni de cómo se las gastaba, así que, ingénuamente, seguían con los ritos y creencias de sus lugares de procedencia. "Por lo que Yahveh envió contra dichas gentes leones que las iban despedazando". Advertido el rey asirio de estas calamidades, tuvo la buena ocurrencia de restaurar en su cargo a uno de los sacerdotes de Yahveh, que enseguida los puso al día. Mas sólo sirvió para crear un tótum revolútum donde Yahveh se verá obligado a convivir con toda la chusma del panteón cananeo y babilónico. Y así hasta el día de hoy.
2 REYES 18.- "El año tercero de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá".
Este Ezequías (718 - 697) hizo todo lo que era recto a los ojos de Yahveh: "Destruyó los lugares altos, quebró los ídolos, taló los bosques paganos e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le seguían quemando incienso los hijos de Israel, y la llamó Nohestán [fragmento de bronce]". Por tanto, es lógico que Yahveh le fuese favorable, y así logró sacudirse el yugo asirio e infligió graves derrotas a los filisteos.
En cambio, para Israel llegaba el final de su existencia: "El cuarto año del reinado de Ezequías, séptimo del de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, vino Salmansar, rey de los asirios, contra Samaría, y la sitió y se apoderó de ella" (ya hemos visto que no fue Salmansar sino Sargón II el conquistador de Samaría).
Y cuando las barbas de tu vecino veas pelar... porque Judá, a pesar de la piedad de su rey, aparentemente no iba a tener mejor suerte: "El año decimocuarto del reinado de Ezequías, subió Senaquerib, rey de los asirios, a la conquista de todas las ciudades fuertes de Judá, y se apoderó de ellas".
Ezequías intentó aplacarlo con los tesoros del Templo, juntó en total 300 talentos de plata y 30 de oro. Pero no sirvió de nada. Senaquerib (704 - 681) envió a tres de sus generales (Tartán, Rabsaris y Rabsaces) instando a los judíos a su rendición. Esta oferta la hizo Rabsaces bajo la muralla de Jerusalén, para que el pueblo desertara, pero todo el mundo tenía orden de no alentar.
2 REYES 19.- En cualquier caso, menudo sofoco se llevó Ezequías, porque ya daba su reino por perdido. "Y envió a Eliacim, su mayordomo, y a Sobna, su secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes cubiertos de sacos, a [pedir consejo] a Isaías, profeta, hijo de Amós".
Isaías les dice, en nombre de Yahveh, que no hay de qué preocuárse, pues "Yo voy a enviarle cierto espíritu [a Senaquerib], y oirá una nueva, y se volverá a su país, donde lo haré perecer al filo de la espada".
Y se cumplió la profecía: Senaquerib tuvo que dejar el sitio a Jerusalén para presentar batalla a Taraca, rey de Etiopía, que le había declarado la guerra. Antes de marchar, el asirio envía una carta a Ezaquías anunciándole que ya le ajustará las cuentas.
Una vez más será Isaías quien tranquilice a todos asegurando, en nombre de Yahveh, que Senaquerib jamás pondrá el pie en la capital. "En efecto, aquella noche vino el Ángel del Señor, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y levantándose muy de mañana el rey de los asirios, Senaquerib, vio todos aquellos cuerpos muertos, y levantó el campo y se marchó. Y volvióse a Nínive, donde fijó su asiento. Y mientras estaba adorando en el templo a su dios, Nesroc, lo mataron a puñaladas sus hijos Adramalec y Sarasar, y huyeron a tierra de los armenios, reinando en su lugar su hijo Asaraddón".
La realidad histórica es que Senaquerib sitió duramente Jerusalén, dejando encerrado al rey "como un pájaro en su jaula", según leemos en una tablilla asiria. Ezequías morirá en combate, y su sucesor, Manasés, optará por la decisión más inteligente: rendirse. Judá quedará como Estado tributario, humillado pero incólume, y la capital podrá salvarse del saqueo. Aunque, como leeremos a continuación, las Escrituras nos dan otra versión de los hechos.
2 REYES 20.- Ezequías estaba muy enfermo por culpa de una úlcera, y a punto de morir, y así se lo vaticinó Isaías. Entonces el rey de Judá rezó a Yahveh, recordándole que él siempre había hecho lo que era agradable a sus ojos "y derramó Ezequías abundancia de lágrimas". Y Yahveh se enterneció por tanto y tanto recuerdo, ¡total, para uno bueno que le salía! Así que le da un nuevo recado a Isaías: Ezequías vivirá quince años más. Así que el profeta, ni corto ni perezoso, le aplica a la herida ulcerosa un emplasto de higos, y el monarca quedó como nuevo.
Aún el rey pidió una prueba de que estaba realmente curado, entonces Isaías le da a elegir entre adelantar o retrasar la hora del reloj de Sol en diez grados. Aún tiene la insolencia de afirmar que adelantarlo es bien fácil, que opta por que lo retrase. Y así ocurrió.
"En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladías,Rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías por su enfermedad", y se alegró mucho, y les enseñó todas las cosas de palacio, tanto armas como tesoros. Isaías le advierte que día llegará en que los babilonios tomarán todos los bienes de palacio y deportarán a los judíos. ¡Qué le vamos a hacer! dijo su majestad.
Esta historia del príncipe Merodac Baladán, hijo del rey babilonio Baladías es totalmente falsa. En época de Ezequías no existía ningún rey babilonio llamado Baladías, entre otras razones porque Babilonia había sido anexionada por el asirio Tiglatpileser IV (Teglatfalasar) en el 729 (11 años antes de que Ezequías subiese al trono) y se proclamó rey de la susodicha Babilonia con el nombre de Pulu. Su hijo Salmamasar V será quien ponga sitio a Samaría, y, a su muerte, le sucederá Sargón II, quien, como ya dijimos, será quien asalte la ciudad.
Ezequías fue un buen rey que mandó construir un complejo sistema de canalizaciones para abastecer de agua a Jerusalén.
A su muerte vino a sucederlo Manasés (687 - 642)
2 REYES 21.- "De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén; llamábase su madre Hafsiba".
Manasés volvió a las andadas de sus idólatras antepasados. Rehizo todo lo que destruyó su padre bosques paganos, altares a Baal, adoró todos los astros del cielo, y colocó altares profanos en el Templo, inmoló al fuego a su propio hijo y creó una corte de magos y adivinadores.
"Además de esto, Manasés derramó arroyos de sangre inocente hasta inundar a Jerusalén".
Así que los profetas, hablando en nombre de Yahveh, vaticinaron grandes calamidades para Judá.
A Manasés lo sucedió su hijo Amón (642 - 639). Tenía 22 años y sólo reinó durante dos, "e hizo lo malo en presencia del Señor, como lo había hecho su padre". Fue asesinado en una intriga palaciega, si bien "el pueblo mató a todos los conjurados contra el rey Amón, y proclamaron por rey en su lugar a Josías. hijo suyo".
Josías (639 - 609): Tenía 8 años, y reinó durante 31 en Jerusalén
2 REYES 22 -23.- "E hizo lo que era agradable a los ojos del Señor, y siguió la senda de David, su padre".
Josías ordenó reparar el Templo, que estaba muy deteriorado, pues no había sido restaurado desde los lejanos tiempos de Salomón. Durante las obras encontraron el libro de la Ley, el original escrito por Moisés, donde se predecían terribles desastres si el Pueblo Elegido se desviaba del pacto con Yahveh. Por lo que Josías reunió al pueblo y renovó el pacto con Yahveh, y luego exterminó los cultos paganos. Es curioso que entre los cultos anatematizados se encontraban los que les quemaban incienso al Sol, Luna, astros del Cielo en general y, particularmente, a los doce signos zodiacales.
Josías también acabó con la prostitución ritual masculina que se había establecido en el Templo a tal efecto. La prostitución sagrada femenina se llevaba a cabo en unas tiendas de campaña donde se practicaban los obscenos ritos de los cultos fálicos del bosque.
Vemos, pues, una grandísima influencia de las religiones mesopotámicas y cananeas.
El caso es que Josías organizó una tremenda degollina entre los sacerdotes de los ritos paganos, quemando todos sus lugares de culto y sembrándolos de huesos humanos para profanarlos eternamente. "Mas no por eso depuso Yahveh su terible enojo y gran indignación contra Judá por los ultrajes que le había provocado Manasés [...] En su reinado, Faraón Necao, rey de Egipto, se puso en marcha hacia el río Eúfrates para batir al rey de los asirios, y salió contra él el rey Josías, que al primer encuetro quedó muerto en Megido"
NOTA.- Como acabamos de ver, Josías era aliado (o sea tributario y vasallo) del rey asirio, y Judá servía como reino tapón. Pero esto no es cierto; en realidad Necao era aliado de los asirios, y Josías de los babilonios, como sabemos por una crónica babilónica que corrige lo que parece ser un error de la crónica veterotestamentaria. El enfrentamiento entre ambos reyes fue una transferencia de la lucha que estaban llevando a cabo sus respectivos amos asirios y babilonios.
Recordemos que hacia el 615 a.C. las invasiones escitas debilitan el estado asirio, el momento es provechado por sus enemigos orientales, aliándose el medo Ciaxares y el babilonio Nabopolasar; esta vez será definitivamente aplastada la odiada Asiria: Nínive cae en el 612 y hacia el 610 todo el reino ha sido tomado y su población exterminada.
Le sucedió su hijo Joacaz, que volvió a las andadas "haciendo el mal en presencia del Señor". Fue derrotado por Necao, que lo confinó preso lejos de Jerusalén, en Rebla, en la región de Emat; y puso en el trono judío a Eliacim, otro hijo de Josías, hombre dúctil y maleable, al que cambió el nombre por Joaquín (609 - 598). Joacaz, por último, fue deportado a Egipto, donde murió; y el reino de Judá fue sometido a tributo. Obviamente Joaquín fue un idólatra que no desmereció en nada a sus antepasados; y digo obviamente porque, habida cuenta lo bien que le fue a su padre siendo piadoso, la mejor salida era el paganismo.
NOTA.- Vencida Asiria, el enfrentamiento con Egipto será inevitable, pues Babilonia considera toda la estratégica franja Palestina como zona natural de su influencia. En el 604 a.C., Nabucodonosor II, hijo de Nabopolasar, sube al trono de Babilonia. Tras asegurarse el dominio de Siria, ataca a los egipcios a los que vence en la batalla de Karkemish.
2 REYES 24.- "En tiempos de éste [de Joaquín] vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, y Joaquín estuvo sujeto a él [fue vasallo suyo] por tres años, después de los cuales se rebeló". Y aunque la Biblia no lo cuenta, lo hizo aliado con los egipcios, que fueron de poca ayuda.
Los babilonios enviaron un primer ataque de tropas auxiliares de los reinos vasallos de la zona: caldeos, sirios, moabitas y amonitas; seculares enemigos de los hebreos. Los judíos se defendieron con desesperación; entonces murió Joaquín.
Le sucedió Joaquín II (598 - 597), de 18 años de edad.
Y hasta Jerusalén llegó el mismo Nabucodonosor para sitiar y tomar Jerusalén.
Y se apoderó de los tesoros del Templo, "y llevóse cautiva toda la Corte de Jerusalén, sus príncipes y toda la fuerza del ejército, en número de diez mil, y a todos los artífices y maquinistas, sin dejar más que la ínfima plebe [...] y en lugar de Joaquín puso a Matanías, su tío paterno, a quien impuso el nombre de Sedecías"
2 REYES 25.- Sedecías (597 - 587), decició rebelarse en el noveno año de su reinado. Nabucodonosor en persona acudió a sitiar la capital. Al cabo de dos años, la ciudad no tenía alimentos, ni moral ni resistencia que oponer. Por fin, los babilonios lograron abrir una brecha en la muralla. Todo estaba perdido.
Sedecías y una fuerte escolta lograron huir al desierto, pero fueron alcanzados en Jericó por un destacamento caldeo. La guardia pretoriana del rey judío huyó dejándolo al amparo de Dios.
Fue llevado ante Nabucodonosor, "e hizo matar a los hijos de Sedecías en presencia de éste, y después le sacaron los ojos, y atado con cadenas fue conducido a Babilonia". Corría el año 587 a.C.
La ciudad y el Templo fueron incendiados y su población deportada, "dejando solamente a gentes pobres del país para cultivar las viñas y los campos". Godolías fue el encargado de gobernar a estos desharrapados; aunque su mandato fue efímero, ya que a los siete meses los asesinaron miembros de la familia real. "De resultas de esto, todo el pueblo, chicos y grandes, y los oficiales del ejército huyeron a Egipto por temor de los caldeos".
Y de este modo se cierra un ciclo de mil doscientos años que abarca desde la salida de Abraham de Caldea en busca de un lugar donde establecerse y fundar una nación. Ahora, los hebreos retornaban esclavizados a sus orígenes.
Aunque fue muy diferente la deportación israelita que los asirios habían llevado a cabo y que supuso la disgregación y desaparación de del reino del norte, con la cautividad judía en Babilonia. En este segundo caso, los judíos reciben un trato humanitario y se les respetan sus costumbre y modos de vida, esto, junto a la circunstancia de que sólo haya sido exilada la élite intelectual y política del reino, permitirá la creación de un fuerte nacionalismo judío, idealizado y robustecido mediante la codificación de todas sus leyes, historia y tradiciones en un corpus literario que será la base del Antiguo Testamento, de la Biblia, del Libro por excelencia.
Muy pronto, la colonia judía alcanzó una gran prosperidad económica y, por tanto, enorme influencia, por lo que toda la añoranza de su antiguo país no dejaba de ser más que mera retórica.
En el año 539 a.C., Ciro II, fundador del Imperio Persa, conquista Babilonia, sin apenas lucha, ya que Nabónido, el rey babilonio, se encontró desasistido por los estamentos religiosos y por el pueblo. Ciro se proclama rey y es divinizado por los sacerdotes de Marduk.
Al año siguiente autoriza el regreso de los judíos a Palestina; éstos lo nombran "Mesías", o sea, ungido de Yahveh.
A continuación leeremos algunos libros de escaso valor histórico que se sitúan en torno a la época del destierro babilónico.
TOBÍAS
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Nos encontramos en tiempos de Salmansar, hacia el 722 a.C.; el rey asirio ha sometido al reino de Israel y ha puesto en cautiverio a gran parte de su población (como ya hemos repetido hasta la saciedad, en este punto se equivocan las Escrituras, pues no fue Salmansar sino su hermano Sargón II, quien conquistó el reino de Israel y deportó a su población). En la Galilea superior vive un santo varón de la tribu de Neftalí llamado Tobías, a pesar de su juventud es sabio y temeroso de Dios, "en fin, cuando todos adoraban a los becerros de oro que había hecho Jeroboam, rey de Israel, sólo él huía la compañia de los demás, y se iba al Templo del Señor, donde adoraba a Yahveh, Dios de Israel, ofreciendo fielmente todas sus primicias y sus diezmos".
Todo esto lo hacía el bueno de Tobías antes de la guerra contra los asirios; como ya sabemos, al poco fue tomada toda Samaría y todos sus habitantes fueron deportados a Samaría. Entre ellos se encontraba Tobías y su familia.
Parece ser que llegó a tener preeminencia entre su gente, y de alguna forma se relacionó con el rey asirio y le prestó importantes servicios que fueron recompensados por el soberano con 10 talentos de plata. Un pequeña fortuna para la época.
Poco duró en su mano esta riqueza porque, viendo la gran necesidad de sus conciudadanos, dio en préstamo dicha cantidad a un familiar suyo llamado Gabelo, que residía en Ragés, ciudad de la Media.
Además de socorrer a los necesitados, Tobías se dedicaba a recorrer las calles rescatando los cadáveres insepultos de sus paisanos, pues Senaquerib mataba caprichosamente a los israelitas, furioso por no haber podido tomar Jerusalén.
NOTA.- El éxodo de los israelitas se produjo en el 722 a.C., con la llegada de Sargón II al poder. En el 704 sube al poder Senaquerib y comienza la conquista de Judá, consiguiéndolo en el 701. Así pues, los hechos que se narran a continuación son del año 702 aproximadamente, con lo que Tobías lleva unos veinte años cautivo en Nínive.
Un día que regresaba de ejercer su benéfica y peligrosa acción, sentóse a descansar, recostado en la pared de una casa, y se quedó dormido. Con tan mala fortuna que le cayó a los ojos estiércol de golondrina y quedó ciego.
Los familiares y amigos le hacían ver lo injusto de su situación, recalcando que para nada habían servido sus buenas obras; y entonces responde Tobías de esta manera: «No habléis de esa manera, puesto que nosotros somos hijos de los Santos, y esperamos aquella vida que ha de dar Dios a los que siempre conservan en Él su fe» (Tobías 2:18). Éste es el primer testimonio de la creencia en una vida futura; por tanto hemos de suponer que Tobías es obra farisaica de redacción tardía, escrita por supuesto tras el regreso del destierro babilónico.
El pobre Tobías acepta resignado los designios del Señor mientras su esposa, Ana, consigue el sustento diario tejiendo.
A la vez, en la ciudad de Ragés (Ecbatana en el texto griego), ciudad de Media, vive Sara, hija de Ragüel. Sara está desesperada «Porque había tenido siete maridos, y un demonio llamado Asmodeo les había quitado la vida al tiempo de querer acercarse a ella», y suplica a Yahveh que la libere de esta maldición: «Tú sabes, Señor, que nunca he deseado ningún hombre, y que he conservado mi alma limpia de toda concupiscencia».
«A un mismo tiempo fueron oídas las plegarias de ambos (Tobias y Sara) en la presencia de la majestad del soberano Yahveh, y así fue despachado por el Señor el santo ángel Rafael para que libertase a ambos». Recordemos que "Raph-a-El" significa "medicina de Dios".
Hasta ahora, el término ángel y Espíritu de Dios eran sinónimos; cada vez que un ángel se aparecía a algún personaje bíblico, asistíamos, en realidad, a una especie de materialización del propio Yahveh. Así, cuando Jacob lucha con el ángel de Yahveh, es con el mismo Yahveh con quien está contendiendo. Pero, en este caso, el ángel Rafael es una especie de semidiós, un diosecillo inferior a las órdenes de Yahveh. Y ese mismo concepto de ángel-dios secundario lo encontramos en el Libro de Job, obra anterior a Tobías y mencionada por éste. Como ejemplo, podemos leer en el capítulo 1º del Libro de Job: «[...] Pero cierto día, concurriendo los hijos de Dios a presentarse delante de Yahveh, compareció también entre ellos Satanás; al cual dijo el Señor: -"¡De dónde vendrás tú!"; Él respondió: -"Vengo de dar vuelta por la Tierra, y de recorrerla toda"».
En primer lugar vemos que los famosos "hijos de Dios", mencionados ya en Génesis 6:2 (donde son acusados de lujuriosos, por haberse unido con mujeres y engendrar la raza de los gigantes), son en realidad ángeles. Y a estos ángeles podemos definirlos como una especie de diosecillos olímpicos que, al igual que sus colegas helenos, adoptan forma humana para ejecutar en la Tierra los designios de Yahveh -su amo- o para copular con las hermosas hembras que la pueblan. Acabamos de ver cómo Asmodeo asesina a los pretendientes de Sara por celos, pues la joven es deseada por el lascivo diablo. Así pues, por una parte, queda zanjado el largo debate sobre el sexo de los ángeles -son machos lascivos-, y, por otra, hemos de admitir que las mitologías babilónico-mediterráneas tuvieron una grandísima influencia en la religión hebrea. Y es que, si no es bueno que el Hombre esté solo, mucho peor es que lo esté Dios.
Por otra, nos enteramos de que Satanás también es hijo de Dios, en igualdad de condiciones con los demás ángeles, sólo que más díscolo y soberbio. Por eso, cuando se jacta Yahveh de la rectitud y filial devoción de Job, será Satanás quien le responda altanero diciéndole, con lógica aplastante, que la actitud de Job no tiene nada de particular habida cuenta que está colmado de bendiciones y riqueza.
Despechado, Yahveh autoriza a Satanás para que castigue a Job duramente tanto en sus riquezas como en su familia; y este será el comienzo de uno de los libros más famosos de la Biblia.
Resumiendo, los judíos regresaron de Babilonia con un bagaje de influencias religiosas más que notable.
Pero volvamos ahora al texto de Tobías. Éste, barrunta que el Señor ha oído su plegaria, y decide enviara a su hijo -también llamado Tobías- a cobrar la vieja deuda de los diez talentos de plata que le debe Gabelo.
Se pone en camino y pronto encuentra a Rafael. Traban amistad y éstele asegura que lo guiará hasta Ragés-Ecbatana.
En el Tigris capturan un pez monstruoso, y Rafael le pide que conserve su corazón, hiel e hígado, pues tales vísceras tienen poderosas virtudes mágico-terapéuticas.
Pasan la noche en casa de Ragüel que, ¡oh casualidad! es pariente de Tobías. Rafael aconseja a su compañero que pida la mano de la bella Sarita, explicándole cómo evitar la maldición de Asmodeo. «Díjole entonces el ángel Rafael: -Escúchame, que yo te enseñaré cuáles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio. Los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de sí y de su mente a Dios, entregándose a su pasión como el caballo y el mulo, que no tienen entendimiento, esos son sobre quienes tiene poder el demonio». Luego le recomienda que, tras la boda no consume el matrimonio, sino que pase las tres primeras noches orando, «pasada la tercera noche, te juntarás con la doncella en el temor del Señor, llevado más bien del deseo de tener hijos que de la concupiscencia; a fin de conseguir en los hijos la bendición propia del linaje de Abraham». Previamente quemará en el dormitorio el hígado del pez, cuyo humo y el mal olor ahuyentará por siempre jamás al concupiscente Asmodeo. Curioso personaje este Asmodeo, muy relacionado con Salomón y el sexto mandamiento.
Bueno, el caso es que Tobías sigue puntualmente las indicaciones de Rafael y todo sale a la perfección. O sea, logra pillar cacho. Y lo demás es coser y cantar: Rafa cobra la deuda en nombre de su amigo, vuelven al home sweet home y de nuevo el ángel devuelve la vista al anciano Tobías untándole los ojos con la hiel del pez. Y como final de fiestas celebran un banquete por todo lo alto, momento que aprovecha Rafael para revelar su verdadera identidad: «Porque yo soy el ángel Rafael uno de los siete que asistimos delante de Yahveh». Realmente enigmático ese "uno de los siete que asistimos delante del Señor"; ¿qué son en realidad esos siete? ¿eones? ¿dioses menores? ¿ángeles enchufados? Como única pista nos dice lo siguiente: «Parecía en verdad que yo comía y bebía con vosotros, mas yo me substento de un manjar invisible y de una bebida que no puede ser vista de los hombres». O sea néctar y ambrosía. Es evidente la influencia de las mitologías babilónica y mediterráneas.
JUDIT
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Este cuentecillo es un despropósito histórico, sin pies ni cabeza, donde se mezclan personajes, reinos, lugares y cronologías hasta conseguir un engendro imposible de casar ni de aceptar.
«Arfaxad, pues, rey de los medos, había sujetado a su imperio muchas naciones, y edificó una ciudad sumamente fuerte que llamó Ecbatana [...] Pero Nabucodonosor, rey de los asirios, que reinaba en la gran ciudad de Nínive, el año duodécimo de su reinado entró en batalla contra Arfaxad, y lo venció»
Y Nabuco, engreído por su victoria, despacha correos a todas las naciones de la zona: Cilicia, Damasco, Líbano, Canaán, Cisjordania, Galilea, Samaría, Judá e Idumea para que le paguen tributo. Como no le hacen caso, prepara un ejército colosal: ciento veinte mil infantes, doce mil arqueros a caballo, carros de guerra y un servicio de intendencia abrumador; luego ordena a su general en jefe, Holofernes, que los someta a todos.
«Con esto se puso en marcha seguido de todo el ejército, con los carros de guerra y caballería y flecheros, cubriendo a manera de langosta la superficie de la Tierra».
Plazas y ciudades van cayendo a su paso, y todos se van rindiendo: sirios, libios, cilicios... Hasta que llega a las fronteras de Israel. Será el Sumo Sacerdote, Eliaquim, quien prepare la resistencia. «Avisaron pues, a Holofernes, generalísimo del ejército de los asirios, que los hijos de Israel se preparaban para resistirlo, y que tenían tomados los pasos de los montes». Éste, monta en cólera y pregunta atónito quiénes son estos israelitas, pues sólo ellos le han plantado cara en todo Oriente. Y entonces Aquior, jefe de los amonitas, le hace un resumen histórico digno de señalar:
Los hace originarios de Caldea, refiriéndose, obviamente, al primer patriarca Abraham. Luego narra su asentamiento en Canaán, su traslado a Egipto y el Éxodo, aclarando que «dondequiera que pusieron el pie, sin arco ni saeta, sin escudo ni espada, peleó por ellos su Dios, y fue siempre vencedor. Ni hubo quién pudiese hacer daño a este pueblo, sino cuando él se desvió del culto de Yahveh, su Dios». Y prosigue Aquior diciendo que ésta fue la causa por la que, tras conquistar de nuevo toda Palestina, derrotando a cananeos, jebuseos, fereceos, heteos, heveos, amorreos y otros pueblos de menor relevancia, «fueron derrotados y batidos por varias naciones, y llevados cautivos muchísimos de ellos a tierras extrañas. Pero últimamente, habiéndose convertido, poco ha, al Señor su Dios, regresaron todos de los lugares en que habían sido esparcidos, y han repoblado todas estas montañas, y son nuevamente dueños de Jerusalén, donde está su santuario». Terminando el jefe amorreo su historia con un consejo valiosísimo: es preciso averiguar si en este momento están los israelitas reñidos con Yahveh, porque entonces serán pan comido, «pero si este pueblo no ha delinquido con su Dios, no podremos resistirlo, porque lo defenderá su Dios, y vendremos a ser el escarnio de toda la Tierra».
Holofernes se toma muy a mal todo este asunto y le asegura a Aquior que, tras pasar a cuchillo a todos los israelitas, él también morirá al filo de la espada asiria, «mas para que sepas que has de sufrir juntamente con ellos [los israelitas] todo lo dicho, he aquí que desde ahora serás agregado a aquel pueblo, a fin de que cuando mi espada les dé a ellos el castigo merecido, seas tú también envuelto en la venganza».
Y así se hizo, llevaron al amonita a territorio hebreo y lo dejaron atado a un árbol. Capturado por la tribu de Simeón (?) le preguntan el motivo de que haya sido abandonado a su suerte de aquesa manera. Y aquior relata a los israelitas su triste historia, y todos se solidarizan con él, siendo acogido por Ocías, la máxima personalidad de la zona.
Al día siguiente avanzaron los asirios contra la ciudad hebrea de Betulia, casualmente donde está Aquior. Amonitas y moabitas aconsejan a Holofernes que ponga destacamentos controlando el acceso a los manantiales, y la ciudad se rendirá por sed sin entablar batalla.
Al cabo de veinte días, la situación en Betulia es desesperada, y el pueblo pide a Ocías que se rinda al asirio. El caudilo simonita pide a sus conciudadanos un plazo de cinco días, pasado el cual, pedirá la rendición.
Llegadas que fueron estas palabras a oídos de la bellísima y devotísima Judit, viuda de Manasés, montó en cólera contra los betulienses por su falta de fe en Yahveh. Luego retiróse a su casa y, tras orar al Señor, vistióse con sus mejores galas y dirigióse al campamento asirio.
Allí finge ser una traidora que va a revelar a Holofernes los puntos débiles de la ciudad. Éste la acogé encantado y le busca alojamiento en una tienda aparte; allí pasa los tres primeros días tranquila y sin que nadie la moleste, pero al cuarto recibe recado del general para que cene con él. Judit accede, y toda la guardia es despachada para dejar sola la pareja de tortolitos.
Por fin llega la hora de acostarse; Holofernes está como una cuba y ronca tirado en el lecho. Entonces Judit desenvaina el alfanje del asirio y de dos certeros tajos le cercena la cabezota. Luego mete la cesta en un talego y se dirige a Betulia. Allí muestra a todos la sangrante testa del enemigo y estallan en indescriptibles muestras de júbilo. A continuación ordena Judit que la cabeza sea colgada en la muralla, y planea una astuta estrategia de ataque que sumada al pánico desencadenado en el ejército asirio por la espantosa visión de su general decapitado acaba en rotunda victoria.
Y los betulienses saquearon el campamento enemigo, repleto de riquezas; y todos se hicieron ricos de la noche a la mañana, y Aquior se circuncida y abraza el judaísmo, y Judit es honrada de por vida, y murió casta y pura a los 105 años. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
ESTER
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La historia de Ester es otro cuentecillo destinado a ser relatado junto al fuego en las largas tardes de invierno, y, al igual que la historia de Judit, sin el menor fundamento histórico.
Ester es una doncella judía, cautiva en Persia, elevada por su hermosura a esposa del rey Asuero, y que librará a los judíos de la proscripción general que Amán había hecho firmar al rey, de quien era ministro y favorito.
Asuero sería Artajerjes I (465 - 424), el rey que se supone permitió la vuelta de todos los judíos a Palestina, porque una primera remesa habría regresado en tiempos de Ciro. Mas esta teoría es harto dudosa; la vuelta del exilio se hizo de una sola vez y durante el reinado de Ciro, y todo lo de Artajerjes es invención para que pueda casar con el relato de Ester.
El hecho más notable de Artajerjes fue la firma con los atenienses de la paz de Callias (449). Otro monarca que podría ser identificado con Asuero es Jerjes (486 - 465), padre de Artajerjes I.
Es posible que Ester fuese una de las concubinas del harén del monarca medo.
JOB
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«Había en el país de Hus un varón llamado Job; hombre sencillo y recto, y temeroso de Dios que se apartaba del mal».
Hus era territorio idumeo, y allí habitaba el tal Job con su mujer, sus siete hijos y tres hijas y miles de cabezas de ganado; llevando una vida de feliz y esforzado campesino.
«Pero cierto día, concurriendo los hijos de Dios a presentarse delante del Señor, compareció también entre ellos Satanás. Al cual dijo el Señor: -"¿De dónde vendrás tú?". Él respondió: -"Vengo de dar la vuelta por la Tierra y de recorrerla toda"»
Y Yahveh provoca al Maligno haciéndole notar cómo su siervo Job es un dechado de virtudes.
«Mas Satanás le respondió: -"¿Acaso Job teme a Yahveh de balde?"»; recordándole que de bien nacidos es ser agradecidos. Amotazóse el buen Dios: «Dijo, pues, el Señor a Satanás: -"Pues bien, todo cuanto posee lo dejo a tu disposición; sólo que no extiendas tu mano contra su persona"».
El resto de la hitoria es bien conocida. El pique entre Yahveh y Satanás va subiendo de tono, hasta que el pobre Job «sentado en un estercolero se raía la podredumbre con un casco de teja». Han muerto todos sus hijos, y su mujer lo llama tonto y le recomienda que reniegue de Dios. En estas que llegan tres amigos de nuestro protagonista, no sabemos si a consolarlo o a tocarle los cojones; eran, Elifaz de Temán, Badad de Suhá y Sofar de Naamat.
Elifaz le sugiere que el origen de sus males está en sus pecados, y hace una interesantísima observación: «¿Acaso un hombre parangonado con Dios, será tenido por justo o podrá creerse más puro que su Hacedor? Mira que no han sido firmes sus mismos ministros, y que halló culpa hasta en sus ángeles» (Job 4:17-18).
Es la primera mención de la rebelión angélica. Rebelión que no tuvo el nivel de drama cósmico que nos presenta el cristianismo; más bien fue un acto menor al estilo de las sublevaciones olímpicas, en que los dioses menores se levantan contra Zeus, mas en vano, el dios del trueno acababa en un santiamén con la conjura, les imponía a todos un leve castigo y luego tan amigos. Y algo así se desprende de la lectura de este libro representativo del hebraísmo tardío. Porque está claro que Satanás y Yahveh no se llevan bien, pero aquel no deja de ser uno de los Hijos de Dios, y de hecho vemos que goza de plena autonomía, pues viaja por la Tierra a voluntad. Probablemente, la "culpa" de los ángeles sea la que se nos narra en Génesis 6, a saber, su lascivia que los llevó a aparearse con "las hijas de los hombres", engendrando la raza de los gigantes. Desde luego nada nos hace pensar en ese terrible combate en que se enfrentan las huestes del arcángel Miguel contra las mesnadas lideradas por Satanás, presente en la mitología cristiana.
Volviendo al anterior versículo, vemos que Elifaz aprovecha para criticar el excesivo rigor de Yahveh, que en todos halla faltas, incluso en los ángeles. Y para rematar acusa a Job del pecado de soberbia, y no le falta razón.
Los otros amigos no le van a la zaga, cebándose sin duelo con el pobre Job. Éste se defiende como gato panza arriba, y les echa en cara que sabe mucho más sobre Yahveh que todos ellos juntos.
Este comentario no hace gracia al Señor, e interviene, acusando a Job de engreído y soberbio, y recordándole que sólo Él es grande y poderoso. En fin, todo muy cargante.
Por último Yahveh se apiada de su siervo y le devuelve la salud, dándole más hijos y haciéndolo mucho más rico que antes. Y colorín colorado.
ISAÍAS
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Es el primero de los cuatro profetas llamados mayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel). Era hijo de Amós, de la familia real de David; profetizó en los reinados de Ozías, Joatán, Acaz y Ezequías, desde el año 785 hasta el 681 a.C.
El principal objetivo de sus profecías es echar en cara a los habitantes del reino de Judá y Jerusalén sus infidelidades, anunciarles el castigo de Dios que les vendría, primero por el ejército de los airios en el reinado de Senaquerib, y después por el de los caldeos en el reinado de Nabucodonosor; profetizándoles que este rey se los llevará cautivos y destruirá Jerusalén y su Templo. Aunque hay esperanza, también les predice que tiempo después, en el reinado de Ciro (que nombra expresamente) volverán a su patria, y podrán reedificar la Ciudad Sagrada y el Templo, y que las dos casas o reinos de Israel y de Judá volverán a formar un solo pueblo.
Lo más sobresaliente de este profeta es su anuncio de que vendrá un Mesías que devolverá la gloria y esplendor al reino de Israel, siendo como una reedición del mitificado David.
Evidentemente, el autor de Isaías vivió una época muy tardía, lo más seguro en pleno protectorado persa. Y de parecida fecha datan el resto de libros proféticos.
DANIEL
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Libro interesantísimo, es el adalid de las obras apocalípticas, tiene mucho de la historia de José, pues también medrará y triunfará en la Corte gracias a la interpretación certera de los sueños del rey, y será la mano derecha del monarca; pero el libro de Daniel es muchísimo más, es una colección de visiones proféticas de época macabea sin mucha relación entre sí hiladas torpemente por la figura de este mítico personaje. La moraleja fundamental que pretende transmitir es que, tras una época de guerras terribles donde caerán todas las potencias de la Tierra, vendrá un mesías que liderará al pueblo judío para devolverle el esplendor davídico pero esta vez a escala planetaria.
DANIEL 1.- «En el año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra Jerusalén y la sitió».
Tras la derrota y deportación, dispone Nabucco que le aparten unos cuantos jovencitos de buena presencia para educarlos a la manera de los caldeos, como era costumbre antaño. Uno de ellos era Daniel, que hace voto de mantenerse fiel a Yahveh.
DANIEL 2.- «En el año segundo de su reinado tuvo Nabucodonosor, rey de Babilonia, un sueño que dejó consternado su espíritu; y huyósele dicho sueño de la memoria». Convoca a todos sus magos para que le hagan recordar el sueño y se lo interpreten. Mas nadie lo consigue. Resultado, ordena que todos los magos sean ajusticiados. Eran las costumbres de antaño.
Y aquí es donde Daniel entra en escena; pide un aplazamiento de la terrible sentencia y reza con fervor a Yahveh, a fin de que le inspire la solución, y ésta no tarda en llegar.
Daniel comparece al monarca y le recuerda el sueño: Una gran estatua hecha de metales que decrecían en valor, siendo de oro la cabeza, y de hierro las piernas. Mas todo descansaba sobre unos pies de barro que pronto se quebraron, yendo todo a barato.
A continuación expone la interpretación: Tal estatua representa varios imperios, desde Babilonia hasta los romanos (suponemos) y el responsable de que vayan cayendo es Yahveh.
«Entonces el rey Nabucodonosor postróse en tierra sobre su rostro y adoró a Daniel, y mandó que se le hicieran sacrificios de víctimas y le quemasen incienso». Y así es como Daniel llegó a ser la mano derecha de Nabuco.
DANIEL 3.- Hizo el rey una gran estatua en oro de su persona, y ordenó que todo el mundo la adorase, so pena de ser arrojado a un horno ardiente.
Tres compañeros de Daniel se negaron a semejante idolatría, y fueron arrojados al fuego en presencia del tirano mas ¡bendito sea D. Yahveh! el ardiente elemento respetó a los mancebos y achicharró a los soldados que los habían echado al pozo (¡hay que joderse!). Y por ahí andaban los chicos, tan panchos en mitad de la llamas, alabando al Señor, «Y el ángel del Señor, habiendo descencido al horno, estaba con Azarías y con sus compañeros, y los preservaba de la llama del horno».
Nabucodonosor cae postrado de hinojos, alaba a Yahveh y promulga un edicto para que perezca cualquier pueblo o tribu que hable mal de Él.
DANIEL 4.- Nabuco, en primera persona, habla de que ha tenido un extraño sueño que ninguno de sus magos logra interpretar. El desvarío onírico es un rollo patatero sobre un árbol inmenso y un ángel que ordena cortarlo y, en fin, que Daniel, una vez más, sale airoso de la prueba. Le predice que se volverá loco por una temporada y que se comportará como un animal, hasta que reconozca la grandeza de Yahveh, entonces volverá a ser tan gilipollas como siempre. Y así ocurrió, punto por punto. Aunque en el texto más bien parece que es arrebatado por Yahveh, llevándolo a una dimensión extraña. En fin, todo muy extraño, pero lo importante es que Nabuco recobra la cordura, quien, emocionado, proclama: «Ahora, pues, alabo yo, Nabucodonosor, y ensalzo y glorifico al Rey del Cielo; porque todas sus obras son verdaderas, y justos sus caminos, y puede Él abatir a los soberbios».
Sin embargo, la importancia de este capítulo reside en la interpretación que de él han hecho ciertas sectas como los Testigos de Jehová, según los cuales el texto es un mensaje clave que nos predice con total exactitud la fecha del final de los tiempos. Y es que en el versículo 20, Daniel le explica a Nabucodonosor que vivirá como una bestia "hasta que pasen siete tiempos". Siete tiempos eran siete años, y así le acontece al rey caldeo, que al cabo de esos siete años recobra la cordura. Pero los Testigos de Jehovah deciden enrevesar el asunto. Ocurre que en el capítulo 12 del Apocalipsis surge una mujer «vestida del Sol, y la Luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas. Y, estando encinta, gritaba con ansias de parir, y sufría dolores de parto». Tras parir un hijo, la mujer huye al desierto «donde tenía un lugar preparado por Dios, para que allí la sustentasen por espacio de mil doscientos sesenta días» (Apocalipsis 12:6). Luego viene una guerra terrible entre Miguel y sus ángeles contra Satanás y sus demonios. El Diablo es vencido y precipitado a la Tierra; entonces comienza a buscar a la mujer que había huido al desierto; «A la mujer, empero, se le dieron dos alas de gran águila para volar al desierto a su sitio destinado, en donde es alimentada por un tiempo y dos tiempos y la mitad de un tiempo, lejos de la serpiente» (Apocalipsis 12:14).
Tres tiempos y medio, son tres años y medio que equivaldrían a 1277 días y medio; sin embargo los años hebreos eran lunares y duraban 360 días, por eso tres años y medio se corresponden con los 1260 días de los que nos habla el versículo 6.
Volviendo a Daniel, recordemos que Nabuco se volverá loco durante siete tiempos, o sea durante 2520 días. Y en este momento, los Testigos de Jehová dan otra vuelta de tuerca diciendo que esos 2520 días, en realidad, son años, ítem más: Desde la destrucción del Templo hasta el día del Juicio Final habrán de pasar 2520 días. Habida cuenta que Nabucodonosor destruye Jerusalén en el 607 a.C., el mundo dejará de existir en 1913 d.C.
Un razonamiento impecable que tiene dos pequeños fallos sin importancia: el primero es que el Templo no fue destruido en el 607 sino en el 586 a.C., con lo que el final de los tiempos acaecería en 1934 d.C.; el segundo es que, a tal día como hoy todavía no se ha dignado Jehovah a enviar sus ángeles trompeteros para terminar con el Gran Teatro del Mundo.
DANIEL 5.- «Dio el rey Baltasar un gran banquete a mil de los grandes de su Corte, y cada uno bebía según su edad. Estando, pues, él ya lleno de vino, mandó traer los vasos de oro y plata, que su padre Nabucodonosor se había llevado del Templo que hubo en Jerusalén».
De este modo abrupto comienza el capítulo 5º; no se nos cuenta qué ha sido de Nabucodonosor, ni cómo ha llegado Baltasar al trono; deducimos que a la muerte del primero ha heredado la corona su hijo Baltasar, pero sabemos por la historia, que Nabucodonosor muere en el 562 a.C., creándose un vacío de poder que acabará con la ocupación del trono por un jefe militar: Nabónido (556 - 539), cuyas inclinaciones por divinidades astrales provocarán la oposición del clero de Marduk. En este momento, Ciro consigue unir bajo su mando a los reinos medo y persa, y en estas circunstancias se produce un hecho insólito, Nabónido nombra regente a su hijo Baltasar (Belsharussur) y él se instala en Taima durante varios años. En el 536, toma Nabónido de nuevo la corona, y en el 539 Ciro entra en Babilonia aclamado como libertador por el clero de Marduk, que presume de ver restaurados sus privilegios por el persa quien se declara ejecutor de la voluntad de Marduk. Nabónido fue hecho prisionero y pasó el resto de su vida en Carmania.
Así pues, nada tiene que ver Baltasar con Nabucodonosor, de quien no era hijo ni pariente. Pero sigamos con el relato; allí estaba Baltasar y su corte trasegando en los vasos sagrados robados en el Templo, cuando, de repente, una mano fantasmagórica aparece en medio de la estancia y traza en la pared unos extraños signos.
El rey promete que quien descifre los inquietantes escritos será encumbrado a primer ministro. Todos los esfuerzos de magos y adivinos fueron baldíos, pero héteme aquí que la reina viene a recordar que Daniel poseía proféticas habilidades y lo manda llamar. El judío accede gustoso a descifrar el mensaje pero rechaza, insolente, la prometida prebenda.
Comienza por abroncar al rey, acusándolo de profanador, por haber bebido en los vasos sagrados del Templo, y de idólatra. Luego procede a la traducción: las misteriosas palabras eran: Mane, Técel, Fares, que más o menos significaban que Yahveh había tomado la decisión de quitar la corona a Baltasar para dársela a medos y persas.
El rey cumplió su palabra y dio a Daniel «el tercer puesto de autoridad en el reino» (tras el rey y la reina, claro). Y al caer la noche, Baltasar murió. «Y le sucedió en el reino Darío, el medo, de edad de sesenta y dos años».
Por último diremos que la toma de Babilonia no la hizo Darío,sino Ciro II (559 - 529), que será quien permita el retorno de los judíos a su patria. Ciro morirá en combate contra los masagetas, en el Irán oriental, y lo sucederá su hijo Cambises II (529 - 522), que había sido el gobernador de Babilonia todo este tiempo. Durante su reinado habrá sublevaciones y logra ser destronado por un sacerdote llamado Gaumata. Pero en el 512, Darío I (512 - 484), yerno de Ciro II, logra encabezar un golpe de Estado que acabará con Gaumata y lo encumbrará al trono persa.
Darío I será conocido principalmente por haber fracasado en la invasión de Grecia, donde los atenienses derrotaron a su ejército en la batalla de Maratón (490).
DANIEL 6.- Daniel siguió ocupando un puesto relevante en el Gobierno del gran Darío, por lo que era envidiado entre el resto de ministros y sátrapas; astutamente piden a Darío que «promulguen un real decreto, mandando que todo aquel que pidiere alguna cosa a cualquier dios u hombre hasta que pasen treinta días, sino a ti, oh rey, sea arrojado al foso de los leones».
Sublime majadería que Darío aceptó. Obviamente esta necedad no tiene ningún viso de verosimilitud, máxime cuando los persas eran famosos por su absoluta tolerancia a todas las creencias y religiones.
Al poco se presentan ante el rey los intrigantes, acusando a Daniel de que rezaba ante Yahveh. Darío, que era muy bueno, hizo lo posible por evitar el suplicio, pero los malvados sátrapas lo presionan hasta lo indecible y no le queda más remedio que ceder a sus demandas.
«Entonces el rey dio la orden y trajeron a Daniel, y lo echaron al foso de los leones. Y dijo el rey a Daniel: -"Tu Dios, a quie siempre adoras, Él te librará"».
Y el pobre Darío se va, todo compungido, sin ganas de cenar ni dormir, apesadumbrado por la suerte que habrá corrido Danielín. A la mañana siguiente, corre presuroso al foso, y con voz llorosa pregunta a Daniel si Yahveh lo ha salvado de los fieros leones. ¡Pues claro que sí! El Señor envió a "su" ángel para que cerrara las bocazas de los felinos. Darío no cabe en sí de gozo. «Luego, por orden del rey, fueron traídos aquellos que habían acusado a Daniel, y fueron echados al foso de los leones, ellos y sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al suelo del foso cuando los leones los arrebataron y desmenuzaron todos sus huesos».
Mas tarde, emitió varios edictos y decretos proclamando la grandeza de Yahveh.
DANIEL 7.- «En el año primero de Baltasar, rey de Babilonia, tuvo Daniel una visión en sueños; y la visión la tuvo su mente estando en su cama; y escribió el sueño y púsolo en pocas palabras, refiriéndolo de esta manera...»; y comienza la profecía de Daniel, el inaugurador del género apocalíptico; y según vamos leyendo queda en evidencia la abrumadora influencia de esta obra en el Apocalipsis johanino. Destaquemos la aparición de una serie de bestias que representan distintas naciones poderosas y la clara mendión al Mesías, denominado Hijo del Hombre, que rinde pleitesía al Anciano de muchos días, que simboliza a Yahveh. Al igual que el Apocalipsis de Juan, esta visión termina profetizando que tras una espantosa guerra contra el maligno, triunfará el reino de Dios. Aunque todo es muy confuso y farragoso.
DANIEL 8.- El profeta tiene una extraña alucinación en la que un fiero y monstruoso carnero lucha contra un macho cabrío no menos terrible; será el arcángel Gabriel quien le explique su significado: «El carnero que viste armado de astas, es el rey de los medos y de los persas; el macho cabrío es el rey de los griegos». También predice que a ese "rey griego" lo sucederán «cuatro reyes que se alzarán en su nación, mas no tendrán la fuerza del primer rey»; clara referencia a los cuatro diádocos que heredaron el imperio alejandrino y que darán lugar a las cuatro dinastías reinantes en el mundo helenístico: antigónidas (Grecia), atálidas (Asia amenor), lágidas (Egipto) y seléucidas (Siria, Mesopotamia y resto de Asia hasta la India).
Prosigue el ángel prediciendo desdichas y calamidades para los judíos, aunque de modo bastante vago: «Se levantará un rey descarado [...] y se hinchará su corazón, y sobrándole todas las cosas, hará perecer a muchísimos, y se alzará contra el príncipe de los príncipes; pero será aniquilado, y no por obra de hombre; y es verdadera esta explicación de la visión, y tendrá cumplimiento entre la tarde y mañana del último día. Sella tú pues la visión, que ella se verificará pasados muchos años»
DANIEL 9.- «En el año primero de Darío, hijo de Asuero, de la estirpe de los medos, el cual gobernó el reino de los caldeos en el primer año de su reinado, yo, Daniel, consideré en los libros la cuenta de los años de que habló el Señor al profeta Jeremías, en los cuales debían cumplirse los setenta años de la desolación de Jerusalén».
NOTA.- Como ya vimos en el "Libro de Ester", este Asuero es un personaje difícil de precisar, y que se identifica básicamente con dos monarcas aqueménidas: podría ser Jerjes (486 - 465), el perdedor de la II Guerra Médica; el heredero, Darío, es asesinado al cabo de mes y medio por los mismos que acabaron con su padre. Entonces accede al trono otro de los hijos de Jerjes: Artajerjes I Longimano (465 - 424), quien para muchos sería el auténtico Asuero. Fue un rey débil que marca el inicio del declive aqueménida; firmó con los atenienses la Paz de Callias (449). A su muerte toman la corona, durante pocos meses, primero Jerjes II, y luego Sogdiano, que van cayendo asesinados por su hermano Darío II (424 - 404), quien hereda definitivamente el trono. Darío II se convertirá en el árbitro de la política helena, apoyando a Esparta que será la vencedora de las Guerras del Peloponeso.
En el caso que nos ocupa, el Darío del que nos habla Daniel, no puede ser otro que Darío II, con lo cual, si Daniel nace hacia el año 600 (recordemos que era un "jovencito" cuando Nabucodonosor toma Jerusalén en el 586), y Darío II comenzó su reinado en 424, el profeta judío contaba con 176 años de edad en ese momento.
Dicho lo cual procede el hebreo a recitar una larga lamentación justificando la dureza de Yahveh para con su pueblo, y termina rogándole clemencia.
En estas, que se le aparece de nuevo el arcángel Gabriel y le revela la llegada de un Mesías que será asesinado, tras lo cual, un extranjero destruirá Jerusalén y el Templo; estos son los detalles: «Sábete pues, y nota atentamente: Desde que saldrá la orden para que sea reedificada Jerusalén, hasta el Cristo príncipe, pasarán siete semanas y sesenta y dos semanas; y será nuevamente edificada la ciudad y los muros en tiempos de angustia. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Cristo: y no será más suyo el pueblo, el cual lo negará. Y un pueblo con su caudillo vendrá, y destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será la devastación; y acabada la guerra quedará establecida la desolación. Y el Cristo afirmará su nueva alianza en una semana con muchos fieles convertidos y a la mitad de esa semana cesarán las hostias y los sacrificios; y estará en el Templo y la abominación de la desolación; y durará la desolación hasta la consumación y el fin del Mundo» (Daniel 9: 25-27).
Hagamos cálculos. La edificación de los muros de la capital judía tiene lugar hacia el 455 a.C.; por otra parte, esas 69 semanas que han de pasar hasta la llegada del "Cristo príncipe", suman 483 días, que en realidad las hemos de entender como años, que sumados a los 455 a.c. nos da la fecha del 28 d.C., año del bautismo de Jesucristo. Un prodigio de premonición, vive Dios.
DANIEL 10 - 11.- «En el año tercero de Ciro, rey de los persas, fue revelado a Daniel, por sobrenombre Baltasar, un suceso verdadero y una fuerza grande»
Recordemos que tras la deportación, el babilonio Baltasar encumbró a Daniel; probablemente éste, en agradecimiento, adoptara el nombre de su benefactor.
Daniel está ayunando a la orilla del Tigris, cuando se le aparece un varón prodigioso vestido de blanco que le hará una pasmosa revelación: Al Imperio Persa le quedan cuatro telediarios, y será Alejandro quien lo conquiste.
El tal varón no es otro que el arcángel Gabriel, y le confiesa a Daniel que, al principio, estuvo apoyando a Ciro, pero, en vista de que el monarca persa se le puso en contra, decidió, con la ayuda del arcángel Miguel, acabar con el monarca iranio. Y el desarrollo pormenorizado de la debacle es lo que leemos en el capítulo 11.
En él, se hace un resumen de la invasión macedónica las sonadas victorias de Alejandro, sus matrimonios reales y la sucesión de los diádocos; prestando especial atención a los malvados monarcas siríacos, entre los cuales destacará Antíoco IV Epífanes (175 - 164), culpable de la espantosa guerra que tendrá lugar bajo su mandato.
DANIEL 12.- «Y en aquel tiempo se levantará Miguel, príncipe grande, que es el defensor de los hijos de tu pueblo; porque vendrá un tiempo tal, cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día. Y en aquel tiempo tu pueblo será salvado; [...] lo será todo aquel que se hallare escrito en el libro. Y la muchedumbre de aquellos que duermen en el polvo de la tierra despertará: unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, la cual tendrán para siempre delante de sí. Y los que hubieren sido sabios brillarán como la luz del firmamento, y como estrellas por toda la eternidad aquellos que hubieren enseñado a muchos la justicia»
Como se ve, la influencia babilónica es evidente, ya estamos hablando de vida ultraterrena y de premios y castigos eternos.
Daniel pregunta por el momento en que tendrán lugar estos prodigios; la respuesta fue: «En un tiempo y en dos tiempos, y en la mitad de un tiempo. Y cuando se habrá cumplido la dispersión de la muchedumbre del pueblo santo, entonces tendrán efecto todas estas cosas». Obviamente, se queda como estaba, y ruega más detalles, pero Gabi contesta con evasivas, alegando que «Estas son cosas recónditas y selladas hasta el tiempo determinado»; no obstante da algunas pistas: «Y desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo y será entronizada la abominación de la desolación pasarán 1290 días. Bienaventurado el que espere y llegue a 1335 días. Mas tú, Daniel, anda hasta el término señalado; y después reposarás y te levantarás y gozarás de tu suerte el fin de los días».
Problablemente se refiere a la persecución de Antíoco en tiempos de los Macabeos que duró tres años y medio. Lo cual nos lleva al Apocalipsis johanino, donde en su capítulo 12, versículo 14, también se nos habla de un periodo de espera de tres tiempos y medio. Evidentemente el autor del Apocalipsis tuvo delante el Libro de Daniel a la hora de redactar su obra.
DANIEL 13.- Se considera este capítulo como la terminación del capítulo segundo; se nos narra un cuentecillo con moraleja, a saber, que la castidad siempre es recompensada. Y la fabulilla no es otra que la famosa historia de la "Casta Susana", virtuosa doncella injustamente acusada por dos viejos rijosos; menos mal que Dani descubre la infamia, y los lascivos viejunos son lapidados. Que se jodan. «Y Daniel, desde aquel día en adelante fue tenido en gran concepto por todo el pueblo.
Y el rey Astiages fue a reunirse con sus padres; entrando a sucederlo en el trono Ciro, rey de Persia»
Recordemos que Astiages (585 - 550) casó a su hija con un noble persa llamado Cambises; de este matrimonio nacerá Ciro II el Grande (559 - 529), el heredero persa que, tras deponer a su abuelo, unificará los reinos medo e iranio.
DANIEL 14.- Es una segunda versión del capítulo 6. Se nos narra el astuto ardid usado por Daniel para descubrir que los sacerdotes de Bel (o sea Luz-Bel o Baal) se comían los sacrificios que le ofrecían los fieles al ídolo, mientras todos creían que era el diosecillo pagano quien se los zampaba.
Luego acaba con un dragón adorado por los babilonios usando un ardid similar al de Belerofontes con la Quimera (introducirle plomo en las fauces abiertas, que, al exhalar fuego, funde el metal, y la bestia muere por ingerir el plomo derretido). Mas el pueblo, lerdo y obcecado, se solivianta y exige al rey que Daniel sea arrojado al foso de los leones. Como podemos figurarnos, todo acaba a pedir de boca y son felices y comen perdices.
LIBROS PROFÉTICOS
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OSEAS.- «Palabras del Señor dichas a Oseas, hijo de Beeri, en el tiempo de Ocías, de Joatán, de Acaz, de Ezequías, reyes de Judá, y en los días de Jeroboam, hijo de Joaz, rey de Israel. El Señor comenzó a hablar con Oseas, y le dijo: -"Anda cásate con una mujer ramera, y ten hijos de fornicación, porque la tierra de Israel no ha de cesar de fornicar contra Yahveh"»
Tal es el lapidario comienzo de este libro profético, o sea: "Anda maño, ve y fóllate una puta para simbolizar que Israel es una zorra asquerosa que me ha sido infiel"
Y Oseas se casará con Gomer, hija de Debelaim. Tuvieron dos hijos y dos hijas; evidentemente fueron hijos de fornicación, o sea, Gomer siguió ejerciendo la prostitución, y los hijos que parió no sabemos quién los engendró. Esos hijos son malditos y reciben nombres execrables.
Pasado un tiempo, vuelve el Señor a hablar a Oseas, y le dice: «Ve aún y ama a una mujer que ha sido amada por su amante, y ha sido adúltera: así como Yahveh ama a los hijos de Israel y ellos vuelven sus ojos hacia los dioses ajenos y aman el hollejo de las uvas». A esta la compró por 15 siclos de plata y un coro y medio de cebada (unos 300 kilos, o sea 6 sacos de cereal), pero el trato era que debía permanecer casta por una temporada, y lo mismo haría Oseas. Al cabo del tiempo tendrían una relación normal, guardándose fidelidad, para simbolizar la reconversión del pueblo de Israel.
El resto del libro es una pesadísima jeremíada donde el profeta cumple a la perfección su papel de agorero palizas.
El final lo resume todo: «Porque los caminos del Señor son rectos, y por ellos andarán los justos: más los prevaricadores hallarán en ellos su ruina».
Nada nuevo bajo el Sol; y más de lo mismo nos ofrecen los restantes libros proféticos de Joel, Amós y Abdías: lamentaciones, amenazas, ruegos a la conversión y a la vida virtuosa (o sea sumisa) admoniciones y negros presagios.
JONÁS
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«El Señor habló a Jonás, hijo de Amati; y dijo: -"Anda y ve a Nínive, ciudad grande, y predica en ella, porque el clamor de sus maldades ha subido hasta mi presencia. Jonás, empero, tomó el camino de Tarsis, huyendo del Señor; y así que llegó a Jope halló una nave que se hacía a la vela para Tarsis; pagó su flete, y entró en ella con los demás para llegar a Tarsis huyendo del Señor».
Pero menudo es Yahveh como para que le tomen el pelo; cual Neptuno airado, envía la tormenta perfecta sobre el frágil barquichuelo, y la cosa termina con el prófugo Jonás arrojado por la borda. Una vez que el hebreo se zambulló en el Mare Nóstrum, pasó la tormenta y renació la calma. «Y había el Señor preparado un pez grande para que se tragara a Jonás; el cual estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez. E hizo Jonás oración al Señor Dios suyo desde el vientre del pez. [...] El Señor, al fin, dio la orden al pez, y éste vomitó a Jonás en la ribera».
Así que no le queda otra, y enfila hacia Babilonia. «Era Nínive una ciudad grandísima que tenía tres días de camino. Y comenzó a recorrer la ciudad, y anduvo por ella un día clamando y diciendo: -"De aquí a cuarenta días Nínive será destruida".
Y creyeron los ninivitas en la palabra de Dios, y publicaron el ayuno, y vistiéronse todos, chicos y grandes, de saco».
Y no paró esta locura conversa en el populacho; también su majestad el rey cayó en arrebato místico:
«Viendo pues, Dios, las obras de penitencia que hacían, y cómo se habían convertido de su mala vida, movióse a misericordia, y no les envió los males que había decretado».
Y Jonás piensa -con razón- que para este viaje no hacían falta alforjas, y que es mejor que Dios lo mate, porque esta tomadura de pelo es un profundo deshonor. Luego se fue a las afueras de Nínive y se construyó una chabola para vivir; pues suponemos que a estas alturas está pobre como las ratas. Y Yahveh, magnánimo como es, hizo crecer una yedra que le daba agradable sombra; y Jonás se alegró sobremanera, porque el Sol pegaba de justicia. Mas, a la noche, el Señor envió al gusané, que se comió las raíces de la yedra, y al día siguiente estaba seca. Ello acompañado de un viento solano que fundía las piedras. Jonás, exhausto, sediento y abrasado por el infernal calor, vuelve a pedir a Yahveh que acabe de una vez con su mísera existencia, pues es preferible la muerte a esta lenta y despiadada tortura. Y responde el buen Dios, guasón como es,: «tú tiene pesar por la pérdida de una yedra que ningún trabajo te ha costado, ni tú la has hecho crecer; pues ha crecido en una noche y en una noche ha perecido, ¿y no tendré compasión de Nínive, ciudad grande, y en la cual hay más de ciento veinte mil personas, que no saben aún discernir la mano derecha de la izquierda y un gran número de animales?»
Y aquí termina la historia, no sabemos si Jonás se tiró al Tigris o se hizo adorador de Belcebú. Lo más probable es que acabara sus días borracho como una cuba.
La cosa acabó muy mal; la mujer de Lot quedó convertida en estatua de sal, y éste, temeroso (no era para menos) “fue con sus dos hijas a refugiarse en el monte y se quedó en una cueva”. En vista de que no ha quedado bicho viviente, las hijas deciden emborrachar a su venerable y anciano padre para acostarse con él y lograr descendencia. La mayor parió un hijo llamado Moab, epónimo de los moabitas; la pequeña dio a luz a Amón, padre de los futuros amonitas, que como es sabido serán enemigos irreconciliables de los israelitas, así pues amonitas y moabitas eran un pueblo abominable fruto del incesto.
GÉNESIS 20.- Abraham se dirige hacia el sur (siguiendo la transhumancia de sus ganados), y se asienta una temporada en Gerara. De nuevo comete la estupidez de dar a entender que Sara es su hermana, y también con la intención de que no lo maten, por lo que el gobernante del lugar –el rey Abimelec en este caso- repite la misma historia de Faraón que ya viéramos en el capítulo 12.
En este caso es Yahveh quien habla en sueños a Abimelec advirtiéndole que no toque a Sara, pues no es hermana sino esposa de Abraham. Indignado, el reyezuelo pedirá explicaciones al hebreo, y éste, aparte de alegar que tenía miedo, no fuera cosa que lo mataran, se cubre de gloria alegando que “por otra parte verdaderamente también es hermana mía, pues es hija de mi padre, mas no de mi madre, y yo me casé con ella”.
Abimelec debió de pensar que este hombre era idiota. En cualquier caso, Yahveh ha tomado la iniciativa dejando estériles a todas las mujeres de la tribu del cacique, así que Abimelec no quiere más problemas, colma de regalos a Abraham y lo autoriza a residir donde mejor le pluguiese. Acto seguido Yahveh levanta el maleficio.
GÉNESIS 21.- Y ya puesto en harina, “Visitó Yahveh a Sara, como lo había prometido y cumplió la promesa que le hiciera”.
Sutilmente se nos da a entender que es Yahveh quien la ha fecundado, por tanto Isaac, al igual que Jesús, sería un héroe, hijo de una mujer mortal y de un dios. En este caso “el Dios”.
Cuando Isaac nace, Abraham contaba con cien años justos. El niño crecía pero Ismael, todo un mozalbete, no cesaba de tocarle los cojones a su hermanastrito, por lo que Sara exige a su marido que ponga inmediatamente a la esclava y al bastardo en la calle. “Dura cosa pareció a Abraham esta demanda, tratándose de un hijo suyo”, pero Yahveh lo tranquiliza: el protagonista de esta historia ha de ser el pequeño Isaac, “bien que aun al hijo de la esclava yo lo haré padre de un pueblo grande por ser sangre tuya”.
Y la pobre Agar, provista de un pan y un odre de agua se internó con su hijo en el desierto de Bersabee. Yahveh le fue favorable, e Ismael “fue creciendo y vivió en los desiertos, y vino a ser un joven diestro en manejar el arco. Y fijó su residencia en el desierto de Faram, donde su madre lo casó con una mujer de la tierra de Egipto”.
Luego hizo Abraham un pacto con Abimelec, el reyezuelo de Palestina, jurándole que nunca le haría daño, ni a él ni a su linaje, “y habitó mucho tiempo como extranjero en la tierra de los palestinos”
GÉNESIS 22 - 23.- Isaac ya es un mozo, y Yahveh le pide a Abraham que, en prueba de fidelidad, le sacrifique a su unigénito; con el consabido final.
Tiempo más tarde murió Sara, y la enterró en lo que será la ciudad de Hebrón.
GÉNESIS 24.- Y viéndose Abraham ya viejo le pide a su caporal que vaya a la Mesopotamia, a la ciudad donde naciera –Harán- y busque a su hermano Nacor a fin de buscarle una esposa a su hijo dentro del mismo clan. Y le toma solemne juramento de que llevará a cabo su misión; en dicho ritual el que prometía cogía los testículos de su señor. Y así lo hizo el criado, poniendo su mano “debajo del muslo de Abraham”.
Llega, pues, el sirviente a Harán, y se sienta a la sombra del pozo donde las doncellas acudían a recoger agua. Al poco, acertó a pasar por allí la hermosa Rebeca; al punto comprendió el enviado de Abraham que ésa era la mujer elegida por Yahveh. Casualmente, la niña era sobrina nieta de Abraham, y estaba adornada con todas las gracias imaginables.
Melca # Nacor -> (hermano de Abraham # Sara)
Batuel -> (primo carnal de Isaac)
Rebeca -> (sobrina nieta de Abraham y sobrina 2ª de Isaac).
El criado le regala a Rebeca pendientes y brazaletes de oro y le solicita hospedaje. La muchacha va corriendo a casa y relata lo sucedido mientras muestra las joyas. Obviamente, el enviado de Abraham es acogido con grandes muestras de atención; inmediatamente expone el motivo de su viaje, y, tanto Labán –el hermano de Rebeca- como Batuel –el papá de la criatura- dan encantados su plácet.
Y así fue que el mayoral regresó a casa de su amo, seguido por Rebeca y sus doncellas. Y nada más llegar fue aquí te pillo aquí te mato: “Isaac, empero, después de haberle contado el criado cuánto había hecho, la hizo entrar en el pabellón de Sara, su madre, y la tomó por mujer”.
GÉNESIS 25.- Abraham, entre tanto, pensó que el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y se buscó nueva esposa, que respondía por Cetura.
Luego el autor nos habla de la descendencia de Ismael, que tuvo doce hijos, y habitaron “el país desde Hávila hasta Shur, desierto que mira a Egipto, cuando uno entra en Asiria”.
Y pasó el tiempo, y mira por donde que Rebeca también era estéril. Pero Isaac oraba al Señor y, por fin, quedó preñada de dos gemelos.
Siguiendo la vieja tradición helena de los gemelos antagonistas, también estos serán enemigos, y ya pelean en el seno materno.
Seguimos con la genealogía:
Tare con 70 años engendró a Abraham (era el año 1946)
Abraham con 100 años engendró a Isaac
Isaac con 60 años engendró a Esaú y Jacob (año 2106)
Esaú nació primero, y era pelirrojo y velludo. Asido a su talón lo siguió Jacob.
“Esaú salió diestro en la caza, y hombre de campo; Jacob, al contrario, mozo sencillo, gustaba de permanecer en las tiendas”. Esaú era el preferido de Isaac, Rebeca sentía debilidad por Jacob.
La rivalidad entrambos seguía siendo grande; ya se lo profetizó Yahveh a Rebeca mientras estaba embarazada y sentía dentro de sí los mamporros que se atizaban los nenes: “Dos naciones están en tu vientre, y dos pueblos saldrán divididos desde tu seno, y un pueblo sojuzgará al otro pueblo, y el mayor ha de servir al menor”; y se refería a los Idumeos –descendientes de Esaú- que habrían de ser sojuzgados por los israelitas.
Un día sobrevino el famoso episodio en que Esaú vende a Jacob su primogeniura a cambio de un plato de lentejas, y hace un pan como unas hostias.
GÉNESIS 26.- De nuevo se repite el episodio que ya viviera Abraham con Abimelec, seguramente una confusión en la tradición oral; veámoslo.
Sobreviene una hambruna, y Yahveh le dice a Isaac que no baje a Egipto, sino que vaya a Gerara, al país de Abimelec, rey de los filisteos. Una vez allí hace pasar a Rebeca como hermana, por temor a que le quiten la vida. Abimelec descubre el enredo y le afea tan estúpida conducta, no obstante le permite que se asiente en su territorio. En muy poco tiempo Isaac, bendecido por Yahveh, se hace inmensamente rico en cosechas y ganado, hasta tal punto llegó la cosa que Abimelec le dijo: “Retírate del país, porque te has hecho mucho más poderoso que nosotros”.
Tampoco se fue muy lejos, pues acampó en el torrente de Gerara, y siguieron los enfrentamientos con los pastores por el control de los pozos. Por fin acude Abimelec para firmar la paz con Isaac. Antes de seguir diremos que la Biblia llama filisteos a los moradores de esta zona, pero seguramente no lo eran, pues aún habían de pasar cuatro o cinco siglos hasta que se asentaran allí esta facción de los pueblos del mar.
Está claro que se nos están narrando los conflictos entre los antiguos habitantes de Palestina (que no eran filisteos) y los invasores semiticos (¿integrantes de la oleada que trajo también a los hicsos?) que poco a poco están penetrando en la tierra de Canaán.
Esaú, entre tanto, se casa con Judit y Basemat “las cuales, ambas dos, tenían agriado el ánimo de Isaac y de Rebeca” (ya se sabe que las nueras...).
GÉNESIS 27- 31.- Donde se explica la treta de Rebeca para que el viejo Isaac bendiga a Jacob.
Para evitar la previsible venganza de Esaú, pide Rebeca a su pequeño que huya a casa de su hermano Labán, en la lejana Harán. Excusa para repetir trasunto del noviazgo de Isaac, pues antes de partir es llamado por su anciano padre que –a lo hecho pecho- le renueva su bendición, de paso, alegando que las mujeres palestinas son insufribles (para muestra ahí estaban las dos esposas de Esaú) le pide que se case con alguna de las primas. Así lo hará.
Mientras tanto, Esaú ya está harto de que sus esposas no sean bien vistas en la familia, así que se casa con Mahelet, hija de Ismael, su tío bastardo.
Jacob ya está en camino, Harán cae muy lejos y ha de andar mucho. Cae la noche y se echa a dormir, reclinando su cabeza sobre una piedra. Sueña que una escala unía ese lugar con el Cielo “Y ángeles de Yahveh subían y bajaban por ella”. Dios le habla y renueva su alianza. Y Jacob llamó a ese lugar “Betel”.
Llega a su destino y le comenta a su tío Labán el objeto de su visita. Pronto queda prendado de su prima Raquel, y la pide en matrimonio. Labán acepta a condición de que sirva en su casa durante siete años. Pasado el plazo, Labán engaña al tierno de Jacob, y le mete en el saco de dormir a la hija mayor, Lía, la de los “ojitos dormilones”. Jacob se enfada pero se aviene a pasar otros siete años de servicio familiar para conseguir, de una vez, a Raquel, la de la “fina figura y hermoso semblante”.
Cómo no, y siguiendo la inveterada tradición bíblica, Raquel se muestra estéril. Gran disgusto familiar, porque, además, Lía está en racha y va pariendo un hijo tras otro: Rubén, Simeón, Leví y Judá. Raquel, celosa, obliga a Jacob a que se acueste con su esclava, Bala; con ella tendrá a Dan y Neftalí. Mas también llegan para Lía las vacas flacas, y deja de parir, así que también le mete en la cama a su marido una esclava para que se porte como un hombre con ella; la sierva responde por Zelfa, y da a luz a Gad y Aser.
Como no hay mal que cien años dure, Lía vuelve a quedar fecunda, y tiene a Isacar y Zabulón y, por fin, una niña: Dina. Por último, Raquel también queda embarazada, y el nuevo vástago se llamará José.
Luego Jacob se marchó con su familia, y se fue, como es habitual, de malas maneras, perseguido por Labán, y aunque luego hacen las paces está claro que el pueblo hebreo, como grupo errante que era, tenía enfrentamientos constantes con los pueblos autóctonos. Uno de los motivos por los que se enfada su tío es que Jacob huye robándole los ídolos familiares. Dato muy interesante.
GÉNESIS 32.- Jacob se entera de que Esaú viene a su encuentro, y lo invade un pánico atroz. Hace un despliegue de medios totalmente patético, dividiendo su ganado en lotes y enviándolo en avanzadilla como regalo para Esaú, esperando poder aplacarlo.
Y mientras espera el encuentro con su hermano se hace de noche; “quedose solo, y he aquí que se le apareció un personaje que comenzó a luchar con él hasta la mañana”.
Extraño pasaje, pues el rival no era otro que el mismísimo Yahveh en forma de ángel. En la riña sale vencedor Jacob, a pesar de que su oponente “viendo que no podía sobrepujar a Jacob, le tocó el tendón del muslo que, al instante, se secó”. Pero éste lo tiene bien cogido y no lo suelta, desoyendo las súplicas del ángel, que le advierte que ya está rayando el alba (¿acaso es un vampiro?) El ángel-Yahveh le cambia el nombre por el de Israel (“el hombre que ve a Dios” o “el hombre que vence a Dios”). Jacob sigue insistiendo en que no lo soltará hasta que le dé su bendición; Yahveh cede de mala gana, pero es que tenía que regresar al Cielo antes de la salida del Sol. Lo dicho, un vampiro.
En realidad estamos ante un pasaje politeísta en el que Jacob pelea con el dios de las tinieblas, y pacta con él inmunidad, pues tan terrible dios tenía potestad para diezmar los ganados. Es una especie de Apolo.
GÉNESIS 33.- “Y alzando después Jacob los ojos, vio venir a Esaú, y, con é,l cuatrocientos hombres [...] Entonces Esaú, corriendo al encuentro de su hermano lo abrazó, y estrechándose con su cuello y besándolo, echó a llorar”.
Así pues hubo final feliz. Luego tomaron caminos diferentes.
Jacob se asentó en “Salem, ciudad de los siquemitas, en la tierra de Canaán, y habitó cerca de la población; y compró la parte del campo en que había fijado sus tiendas de campaña a los hijos de Hemor, padre de Siquem, por cien corderos”.
Como sabemos, Salem es la ciudad santa por antonomasia, Hiero-Salem, o sea Jerusalén.
GÉNESIS 34.- “Salió un día Dina, hija de Lía, a ver las mujeres de aquel país. A la cual como viese Siquem, hijo de Hemor, heveo, príncipe de aquellas tierras, la deseó, y la violó”.
El miserable Siquem habla con su padre para que le consiga a Dina como esposa. Hemor habla con Jacob, la situación, obviamente, es muy tensa, pero llegan a un acuerdo: Todos los siquemitas se circuncidarán y de esta forma podrán matrimoniar ambos pueblos y convertirse en una sola nación. “Asintieron todos a esta propuesta, y circuncidaron a todos los varones”; pero, al tercer día, Simeón y Leví deciden vengar a su hermana, y pasan a cuchillo a todos los varones, para, a continuación, el resto de los hermanos saquear la aldea, secuestrando mujeres y niños.
GÉNESIS 35.- Evidentemente se había creado un problema. “Jacob, inmediatamente, convocada toda la familia, dio esta orden: -Arrojad los dioses extraños (ídolos) que hay en medio de vosotros y purificaos”. Se ve que Jacob sabe lo que se les avecina, y toda ayuda será poca.
Siguiendo instrucciones de Yahveh, se encaminan hacia Betel para erigir un altar. De paso, Dios infunde un grandísimo pavor a los siquemitas, que evita salgan en persecución del clan jacobino.
De todo lo cual deducimos que los israelitas debían de ser una tribu nómada belicosa que aterrorizaba a los habitantes del llano con sus incursiones devastadoras.
Jacob y su gente prosiguen su transhumancia. Camino de Efratá (que luego se llamará Belén) Raquel se pone de parto, dando a luz un varoncito: Benjamín; desgraciadamente ella muere en el trance.
Algún tiempo después, Rubén, se acuesta con Bala (o Bilha), que, recordemos, fue la esclava de Raquel con la que Jacob engendró a Dan y Neftalí. De este incesto se enteró Jacob, mas parece ser que no tomó ninguna medida al respecto.
GÉNESIS 36 - 37.- Tras agotarnos con la relación de los descendientes de Esaú, también llamado Edom (de ahí el nombre de Idumeos), se nos narra la emocionante historia de José.
Era José un muchacho repelente y engreído, “siendo de 16 años apacentaba el ganado con sus hermanos, y estaba con los hijos de Bilha y de Zelda, mujeres de su padre, e informaba a éste de las faltas de sus hermanos”. Un buen modo de hacer amigos.
La zona donde pasta el ganado está en Siquem, así pues no se han alejado mucho del lugar del delito. Otra prueba de que estos invasores (¿hicsos?) eran algo más que pacíficas tribus de pastores. Jacob (también llamado Israel) vive en Hebrón y se sirve de José para que le dé novedades acerca del ganado y de los hermanos.
Para los hermanos debía de ser una pesadilla la consuetudinaria presencia del fraternal comisario político, así que entre bromas y veras planean quitárselo de encima; y en esas están cuando lo divisan en lontananza, inconfundible con su amariconada túnica de colorines. En cuanto llega se abalanzan sobre él con muy malas intenciones; afortunadamente “pichabrava” Rubén, que por ser el primogénito se siente más responsable, impone su criterio de darle solamente un susto, y lo arrojan a una cisterna seca; luego deja a los hermanos y vuelve con los rebaños. Y héte aquí que acertó a pasar por allí una caravana ismaelita; de repente Judá tiene una brillante idea: venderles a Pepito como esclavo: “Y mientras pasaban unos negociantes madianitas, sacándolo de la cisterna, lo vendieron a aquellos ismaelitas por veinte siclos de plata, quienes lo condujeron a Egipto”.
Cuando volvió Rubén y se enteró de lo sucedido se le vino el mundo encima. Pero como el mal ya estaba hecho, han de buscar un engaño para disimular el desaguisado. Mancharon la túnica de José con sangre de un cabrito y le dijeron a Jacob que unas bestias lo habían devorado.
“Entretanto, los madianitas vendieron a José en Egipto a Putifar, funcionario de Faraón y capitán de su guardia”.
GÉNESIS 38.- Donde se nos cuentan las andanzas y descendencias de Judá, (que por algo sus descendientes serán los protagonista de la Historia de Israel). Posiblemente al cabrón de Judá le remuerda la conciencia, o quizá sus hermanos lo miran mal, el caso es que “por ese tiempo Judá, separándose de sus hermanos, se hospedó en casa de un vecino de Odollam llamado Hiram. Y vio allí a la hija de un cananeo llamado Sué, y casóse con ella”. Tuvo tres hijos: Her, Onán y Sela. Como Her era un malvado, Yahveh dispuso mandarlo pronto al otro barrio, por lo que Judá pidió a Onán que yaciera con la viuda de Her, llamada Tamar, para dar sucesión a su difunto hermano. Onán no estaba por la labor y “vertía en tierra para no dar descendencia a su hermano. Por lo que Yahveh lo hirió de muerte, en castigo por tan innoble acción”.
Judá no pierde la esperanza de tener nieticos. “Visto esto, dijo Judá a su nuera Tamar: -Mantente viuda en casa de tu padre, hasta que haya crecido mi hijo Sela”.
Al tiempo enviudó Judá, y un día se entera Tamar de que su suegro va a pasar por su pueblo para el esquileo de las ovejas. Ella sabía que el pequeño Sela estaba muy bien dotado pero hasta la fecha nadie respira su boca para dárselo como esposo. Así que se disfraza de ramera y queda apostada en el camino que va al pueblo. Judá la ve, muerde el anzuelo y se acuesta con ella a cambio de un cabrito; entretanto le llega la res pide a Judá tres prendas: el sello, el brazalete y el bastón.
Al poco, Judá envía un criado para que le diera el prometido cabrito a la puta de marras y recuperas las prendas, pero en el pueblo nadie sabe nada de esa extraña “mujer de la vida”.
A los tres meses avisan a Judá de que su nuera está preñada, “y dijo Judá: -Sacadla fuera para que sea públicamente quemada”. Entonces mandó Tara recado a Judá con las prendas que tenía en su poder, por lo que hábilmente dedujo que él era el padre, a la vez que rememora lo buena que estaba la nuera.
Tara parió gemelos: Fares y Zara. Parece ser que en Fares seguirá la linea sucesoria.
GÉNESIS 34 - 48.- Sigue la historia de José, y se nos cuenta cómo acaba en la cárcel por no querer seguir los torpes requerimientos del putón de la esposa de Putifar. El resto de la historia es conocida: gracias a sus dotes adivinatorias gana el favor de Faraón y lo nombra virrey de Egipto a la edad de 30 años, además “dióle por mujer a Asenet, hija de Putifar, sacerdote de Heliópolis”. Mucho Putifar sale en esta historia. Con ella tuvo dos hijos: Manasés y Efraím, que formarán dos tribus independientes, aunque integradas dentro de la confederación israelita.
Luego vendrá la época de vacas flacas, el encuentro con su familia, los distintos avatares y el final feliz, aposentando a su padre y hermanos en la tierra de Gesén. “José, según lo acordado con Faraón, dio a su padre y hermanos la posesión de Ramsés (Pi-Ramsés) el país más fértil de Egipto” (Génesis 47:11).
Antes de morir, bendice Jacob a sus nietos, y de modo especial a Efraím, a pesar de ser el menor, pues da a entender que en él seguirá la línea sucesoria marcada por Yahveh.
GÉNESIS 49.- Luego llama a sus hijos y los pone a parir; a Rubén, el primogénito, por aberse acostado con su madrastra; a Simeón y Leví los acusa de ser “hermanos en el crimen, instrumentos belicosos de iniquidad”, por haber vengado de modo tan desaforado la violación de su hermana. Enaltece, en cambio, a Judá, a pesar de ser el ideólogo de la ignominiosa venta de su hermano José, y lo compara con un león, anunciando que de su linaje surgirá el Mesías. Y sobre todo alaba de modo especial a José, su favorito.
Luego Jacob murió, y fue enterrado en Canaán.
“Pasadas todas estas cosas, habló José a sus hermanos en estos términos: -Depués de mi muerte os visitará Dios, y os sacará de esta tierra para la tierra que tiene prometida con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob. [...]
Vino a morir cumplidos ciento diez años de vida, y embalsamado fue depositado en Egipto dentro de una caja”.
NOTA.- Los textos jurídicos del archivo de Nuzi (aplicación de leyes consuetudinarias hurritas con notables influencias semíticas) contienen narraciones muy similares a los relatos patriarcales del Génesis.
Toda esta época de los patriarcas, refleja ese periodo seminómada de clanes semíticos que se dio entre los siglos XIX a XVI a. C.
Queda claro que por circunstancias que desconocemos se produjo una gran crisis en torno a estas fechas, probablemente una catástrofe climática, con prolongadas sequías que ocasionaron terribles hambrunas, y empujó a todas esas tribus transhumantes hacia Egipto. Y casualmente es entonces cuando hacen su aparición los hicsos.
Tradicionalmente se ha mantenido que los hicsos eran hurritas con grupos semíticos incorporados. Llegaron a Egipto desde Palestina hacia el 1650 a.C., aunque desconocemos casi todo de tal invasión. Hoy se cree que eran mayoritariamente semitas, y la onomástica así lo avala, incluso hay nombres muy cercanos a los bíblicos.
Los hicsos fueron expulsados un siglo después por Amosis, pero las invasiones siguieron produciéndose durante los siglos siguientes; textos egipcios de los siglos XIV y XIII a. C. nos hablan de grupos asiáticos que, angustiados, "no saben cómo van a subsistir, han venido suplicando un hogar en territorio del faraón, conforme a la costumbre de los padres de sus padres desde el principio". También conservamos la carta de un funcionario de fronteras que ha permitido el paso de semitas hambrientos hacia la localidad de Per-Atum, que seguramente se corresponde - y la homofonía es asombrosa- con la Pi-Tom de Éxodo 1:11.
ÉXODO
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ÉXODO 1 - 2.- Pasaron los años en Egipto, y los israelitas crecían y se multiplicaban. El nuevo rey de Egipto también se llamaba Faraón, y comenzó a oprimir a los hebreos, “y edificaron a Faraón las ciudades de Pi y Ramsés” (Cuyos restos arqueológicos se han encontrado).
“Después de esto, un varón de la familia de Leví se casó con una mujer de su linaje, la cual concibió y parió un hijo”.
Como el Malvado Faraón había ordenado liquidar a todos los bebés, su madre lo metió en un cesto y lo depositó sobre las aguas del Nilo, cerca del remanso donde se bañaba la princesa y sus esclavas. El plan da resultado, Moisés es salvado de las aguas; además su madre consigue hacerse pasar por nodriza y la hija de Faraón le encarga su crianza. “Cuando el niño creció, ella se lo llevó a la hija de Faraón. Él vino a ser para ella su hijo, y le puso por nombre Moisés, diciendo: -Porque de las aguas lo saqué”. Por eso no se comprende que se vea obligado a huir por haber matado a un capataz egipcio que maltraba a un hebreo. Y menos que por esa tontería Faraón quisiera matarlo; el caso es que marchó al país de Madián, allí sale en defensa de las hijas de Ragüel –sacerdote de dicho lugar- frente a unos pastores que pretendían expulsarlas de un pozo. Cuando éste se entera, acoje a Moisés con los brazos abiertos, y le falta tiempo para casarlo con su hija, la bella Séfora; de ella tendrá dos hijos: Gersán y Eliecer.
ÉXODO 3.- Estaba Moisés cuidando las ovejas de su suegro Jetró (clara contradicción con el capítulo anterior, donde se llama Ragüel) cundo ve arder una zarza que no se consumía.
El asunto era que el malvado Faraón había muerto y era momento de liberar al oprimido pueblo de Israel, por lo que Yahveh, en forma de llama, se le aparece a Moisés para exponerle su plan de fuga.
En el prolegómeno le deja claro que él, Moisés, ha sido elegido para la gloria, y para sacar al Pueblo Elegido del dominio egipcíaco y conducirlo “a una tierra que mana leche y miel, al país del cananeo y del heteo y del amorreo y del fereceo y del heveo y del jebuseo”, o sea ibamos a desvestir un santo para vestir otro, y encima vestirlo con harapos, pues era llevarlos de regreso al secarral que hubieron de abandonar unas generaciones atrás por culpa de las hambrunas generalizadas que esa tierra “de leche y miel” provocaba, y que fue el motivo por el que los hijos de Jacob-Israel fueron asentados en Egipto.
Yahveh, que es muy astuto, ha previsto que no salgan con las manos vacías: “Cada mujer ha de pedir a su vecina y a su casera alhajas de plata y oro y vestidos preciosos; vestiréis con ellos a vuestros hijos e hijas y despojaréis a Egipto”. O sea, expolio y choriceo abusando de la buena fe de los vecinos.
ÉXODO 4.- Pero Moisés era tartamudo y sentía terror a expresarse en público, por lo que Dios permite que sea Aarón, su hermano, quien hable en su nombre. ¿De dónde ha salido este hermano? ¿Por qué no murió asesinado al nacer como había prescrito Faraón?
Acabada la filípica, coge Moisé la burra y a su familia y se dirige a Egipto, cual ancestral Sagrada Familia.
Y enconces ocurre uno de los acontecimientos más extraños de la Biblia: “Estando Moisés en el camino, se le presentó el Señor en una posada, en ademán de querer quitarle la vida. Cogió al momento Séfora un pedernal muy afilado, y circuncidó a su hijo, y tocando con el prepucio los pies de Moisés le dijo: -Tú eres para mí un esposo de sangre.
Y el ángel lo dejó estar”.
Una vez más surge de modo absurdo la figura de Yahveh en forma de ángel hostil que amenaza al protagonista del relato bíblico.
“Entre tanto dijo el Señor a Aarón: -Ve al desierto a encontrarte con Moisés.
Y fue a su encuentro hasta Horeb, el monte de Dios, y lo besó”.
ÉXODO 5.- Llegan a Egipto dos hermanos y le imponen sus condiciones a Faraón. La respuesta de éste es hacer más penoso el trabajo de los hebreos, consecuencia de la intervención de Yahveh: “Yo endureceré su corazón, y él no dejará ir al pueblo”.
ÉXODO 6.- A pesar de todo, Yahveh monta en cólera por la actitud de Faraón, y amenaza con tomar medidas.
Luego viene la genealogía de Moisés: Leví engendró a Caat, éste a Amram; Amram se casó con su prima (o tía) Jocabed, con la que tuvo a Moisés y Aarón (nada se nos dice de la hermana mayor que dejó a nuestro protagonista en el cestillo de juncos). Destaquemos la homofonía del padre de Moisés, Amram, con Amón-Ra; habremos de tenerlo en cuenta cuando hablemos de la imposible pero fascinante posibilidad de que Moisés fuera, en realidad, el oscuro Akenatón, también llamdo Amosis, o sea A-Mosés, que castellanizado se queda en Moisés.
En este capítulo se superpone otra fuente narrativa, que provoca alguna reiteración. Por ejemplo Moisés vuelve a quejarse de su tartamudez y Yahveh –en vez de curarlo- opta por que sea Aarón el vocero de la causa:
ÉXODO 7 - 9.- “Entonces Yahveh dijo a Moisés: -Mira, yo te he puesto como dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú le dirás a Aarón todas las cosas que yo te mando, y él hablará a Faraón para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Mas yo endureceré su corazón, y multiplicaré mis prodigios y portentos en la tierra de Egipto”.
Ciertamente impagable eso de que “yo endureceré su corazón”, así tendrá ocasión de hacer exhibición de todo su arsenal de plagas variopintas y apocalípticas. Es lo que le va a D. Yahveh: el Apocalipsis.
Cada dos por tres habla Moisés y su hermano con Faraón, cuando es bien sabido que el rey de egipto era un ser divino al que no podía siquiera mirarse; por eso se hace difícil imaginar a dos esclavos hebreos consiguiendo audiencia con Faraón cada vez que les daba la gana.
Y como el corazón del hijo de Amón-Ra seguía pétreo, las plagas van cayendo, inmisericordes, sobre los egipcios.
Como dato anecdótico diremos que en Éxodo 9:26 se nos hace saber que los hebreos habitaban en la tierra de Gosén (o Gesén).
ÉXODO 10 - 12.- “Y dijo Faraón a Moisés: -¡Retírate de mi presencia, y guárdate de volver a mí, porque ese día morirás!
Respondió Moisés: -Así se hará; jamás volveré a ver tu cara”.
Y llega la última plaga: la muerte de todos los primogénitos egipcios. Cuando faraón contempla el cadáver de su hijo mayor, se derrumba y los deja marchar.
ÉXODO 13 - 14.- “Habló después el Señor a Moisés, diciendo: -Conságrame todo primogénito que abre el vientre de su madre, antre los hijos de Israel, tanto de hombres como de animales, porque míos son todos”.
Luego vendrá el desastre del Mar Rojo, y el pobre Faraón ahogado con todo su ejército en la mar océana; “Y seré glorificado en el exterminio de Faraón y de todo su ejército, y de sus carros y caballería”.
NOTA.- Hacia el 1580 a.C., Amosis expulsa a los hicsos de Avaris, su capital, y los persigue hacia Palestina, fundando el Imperio Nuevo. ¿Tiene esto alguna relación con la historia de Moisés?
Hay una teoría que nos habla de dos éxodos, uno el de los hiscsos, y otro en época de Ramsés II, relacionado con las primeras invasiones de los Pueblos del Mar. Incluso se afirma que la desbandada de los monoteístas solares tras la muerte de Akhenaton (Amenofis IV) en 1358 a.C. está asociado a uno de los dos éxodos; por no hablar de la curiosa teoría que identifica a Moisés con el susodicho Amenofis IV.
Intentando centrar el tema diremos que, por los relatos bíblicos, queda claro que no existía homogeneídad ni de acción ni de cronología entre las doce tribus. Diremos también que la Alianza del Sinaí, en la que Moisés aparece ejerciendo de mediador entre Yahveh y el Pueblo Elegido, es el fundamento de las pretensiones teocráticas del pueblo hebreo, y los ritos inherentes al pacto no son del todo desconocidos entre los viejos pueblos nomádicos, y las formulaciones de la Alianza recuerdan muy de cerca los contratos de vasallaje conocidos en diversos ámbitos del Próximo Oriente, especialmente entre los hititas.
Probablemente el Dios de Abraham fue un primitivo dios tribal que iba asociado a otras entidades menores. Las piedras de culto (como la de Jacob en Betel), los árboles sagrados (como la encina de Mambré) y el rito de Pascua podrían ser manifestaciones de este primitivo estadio con características pastoriles y transhumantes.
Con el Éxodo, Moisés coge ese dios tribal y lo monoteíza, dándole muchos de los atributos de Atón, pero adaptándolo al viejo dios pastoril, símbolo básico de un clan. Con la sedentarización, el Dios nomádico se hace Dios de santuario; el Dios patriarcal se sincretiza con el dios semítico-occidental "El", y, al igual que éste, recibirá culto en los centros religiosos fijos; los lugares altos y los bosques, y protege los ciclos agrícolas. Y en este nuevo contexto recibirá las denominaciones de El, Elhoím, El'Sadday y otras similares; a la vez se produce una transición de los viejos centros religiosos cananeos a referencias sagradas israelitas, y las fiestas agrícolas cananeas son asumidas por los judíos, así Pentecostés (época de la siega) o los Tabernáculos (vendimia).
Pero siempre pervivieron, en esta segunda etapa, grupos monacales, herederos de los antiguos sacerdotes monoteístas de Atón que, convenientemente evolucionados, se constituyeron en castas sacerdotales que mantuvieron siempre viva la llama del monoteísmo. Su autoridad moral era inmensa, lo que les permitía criticar la conducta de los reyes sin que éstos se atrevieran a tomar represalias.
ÉXODO 15 - 16.- Jolgorio y alegría generalizada. Los hombres comienzan a entonar himnos de alabanza al Señor. “Entonces María, la profetisa hermana de Aarón, tomó en su mano un pandero; y salieron en pos de ella todas las mujeres con panderos y danzas”. Suponemos que esta María también compartiría parentesco con Moisés.
Y de este modo tan alborozado comienza el éxodo por el desierto. Pronto se enterarán de lo que vale un peine. Sed, mucha sed y empalagoso maná.
ÉXODO 17.- Llegan las primeras batallas; “aparecieron los amalecitas y presentaron batalla a Israel en Rafidim”.
Josué será el general que afronte el encuentro. Moises ayuda con su magia desde la cima de un montaña observando los acontecimientos; “cuando Moisés alzaba las manos vencía Israel, mas si las bajaba un poco Amalec tenía ventaja”. Así que Aarón y Hur le sujetan los brazos a Moisés hasta la puesta del Sol. “Y Josué derrotó a Amalec y pasó a cuchillo a su gente. Entonces el Señor dijo a Moisés: -Escribe esto para memoria en un libro, y adviérteselo a Josué, a saber, que Yo he de borrar de debajo del Cielo la memoria de Amalec”.
Y es que, según Deuteronomio 25:18, los amalecitas habían atacado a traición a los israelitas, acuchillando a los rezagados.
ÉXODO 18.- Las noticias corren como el viento por el desierto, y Jetró (el antiguo Ragüel), suegro de Moisés y sacerdote de Madián acude a su encuentro acompañado de Séfora, Gersam y Eliezer, mujer e hijos de Moisés, respectivamente.
El sabio Jetró le aconseja que forme un gobierno militar para descargarle las ingratas tareas administrativas y de justicia. Y así lo hace, dividiendo al pueblo en decurias, cincuentenas, centurias, etc. colocando distintos jefes al frente. Luego, el sacerdote madianita vuelve a su pueblo.
ÉXODO 19 - 22.- Al tercer mes de su salida de Egipto, llegan los hebreos al desierto del Sinaí (más bien se refiere al monte Sinaí, que no sabemos cuál es), y llave prepara la grandiosa puesta en escena para su aparición en público.
Entre tanto nos entretiene con perlas como esta: “Yo soy Yahveh, Dios tuyo, el fuerte, el celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me aborrecen” y entonces dicta los Diez Mandamientos y otras normas morales y judiciales.
ÉXODO 23.- Dice Yahveh a su pueblo: “Mira que yo enviaré al ángel mío para que te guíe y guarde en el viaje para que te guíe y guarde en el viaje hasta introducirte en el país que te he preparado [...] Y mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país del amorreo, y del heteo y del ferezeo y del cananeo y del heveo y del jebuseo, a los cuales yo exterminaré”.
No es la primera vez que habla de “ángel” en singular. “Ángel” es palabra griega que significa “mensajero”, ignoro el exacto significado en hebreo. Hasta ahora, el ángel del Señor es como su espíritu, una proyección pseudo-material de Si mismo.
ÉXODO 24 - 27.- “Luego subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel. Y vieron al Dios de Israel; y la peana de sus pies parecía una obra hecha con zafiros, y como el cielo cuando está sereno”. Así pues, Yahveh no era una zarza siempre ardiendo, sino un viejo barbado subido a una peana de fina orfebrería. Afortunadamente nadie muere por haberlo visto. Todo un detalle.
Luego subió solo Moisés a lo alto del monte Sinaí; alli estará durante seis días esperando la llamada de Yahveh, y al séptimo se le aparece. Luego durante cuarenta le da instrucciones precisas de cómo fabricar el Arca de la Alianza, el candelabro de los seis brazos y el Tabernáculo. “Y pondrás en el Arca las Tablas de la Ley que yo te daré. Desde allí te intimaré Yo mis órdenes”. O sea, el Arca de la Alianza era el Teléfono Rojo de Yahveh.
ÉXODO 28 - 31.- Yahveh confirma a Aarón como el iniciador de la dinastía sacerdotal; pero tiene pinta de posterior interpolación.
También explica cómo desea que se le hagan los sacrificios: “Y de esta suerte ofrecerás el carnero, quemándolo todo entero sobre el altar; oblación que se hace al Señor, y hostia,cuyo olor le es sumamente agradable”. Exactamente igual que los sacrificios helenos.
Acabadas las instrucciones sobre el ritual de los sacrificios, pasamos a la parte económica: “Cuando formares el censo de los hijos de Israel, cada uno dará alguna cosa al Señor en precio de su rescate; y empadronados que estén, no habrá entre ellos ningún desastre”. Había que pagar medio siclo, o sea, diez óbolos. Ignoro si era impuesto anual.
Para fabricar todos los artilugios de culto, ya fuese labor de carpintería, de orfebrería, sastrería o perfumería, Yahveh elige a Beseleel, y como ayudante nombra a Ooliab.
Para terminar, Yahveh conmina a su pueblo a que se tome en serio los festivos: “Guardad mi sábado porque es sacrosanto para vosotros. El que lo violare será castigado de muerte. El que trabaje ese día perecerá de en medio de su pueblo”.
Y por si quedaba alguna duda vuelve a repetir que “cualquiera que en tal día trabajare será castigado con la muerte”. “Concluidos estos razonamientos en el Monte Sinaí, dio el Señor a Moisés las dos tablas de Piedra que contenían la Ley, escritas por el dedo de Dios”.
ÉXODO 32.- No es de extrañar que tardara 40 días en dar todas las instrucciones. Entre tanto, el pueblo, siempre ingrato, se aburre y cree que Moisés ha muerto entre tanto aparato eléctrico y nube tenebrosa, así que piden a Aarón la fábrica de un ídolo que suplante al invisible y poco agradecido Yahveh. Dicho y hecho. Las sortijas de oro de las israelitas, conveniente fundidas, dan lugar a un magnífico becerro dorado a imitación del buey Apis egipcio.
Yahveh, que es un dios celoso, monta en cólera y le dice a Moisés que va a exterminar a los israelitas, pero este ruega y suplica, y logra aplacarlo. Eso sí la venganza será apocalíptica. Moisés entra en el poblado, hecho una furia, rompiendo las Tablas de la Ley escritas por Dios y quemando el ídolo abominable. Después, “poniéndose a la puerta del campamento dijo:
- El que sea del Señor júntese conmigo.
Reuniéronsele luego todos los hijos de Leví, a los cuales dijo:
-Esto dice Yahveh, Dios de Israel: Ponga cada cual la espada a su lado. Pasad y traspasad por medio del campamento desde una a otra puerta, y cada cual mate al hermano y al amigo y al vecino.
Ejecutaron los levíticos la orden de Moisés, y perecieron en aquel día como unos veintitrés mil hombres.
Y Moisés les dijo:
- Hoy habéis consagrado vuestras manos al Señor, matando cada uno con santo celo al propio hijo y al hermano, por lo que seréis benditos.”
ÉXODO 33 – 39.- El pueblo se arrepintió y el celoso Yahveh quedó satisfecho con la escabechina. Luego hizo Moisés unas nuevas Tablas.
A continuación, Ooliab y su equipo de artesanos comienzan a fabricar el Tabernáculo y resto de objetos sagrados. Todo Israel se volcó haciendo donativos (tras la reciente experiencia todos estaban muy motivados), y, cuando acabaron la tarea, Moisés bendijo la obra.
ÉXODO 40 .- Yahveh le explica a Moisés cómo deben montar el Tabernáculo y el Arca: “Concluidas todas estas cosas, una nube cubrió el Tabernáculo del Testimonio y quedó todo lleno de la Gloria del Señor”. Esta nube, una especie de Espíritu Santo, los irá guiando en su largo peregrinar.
LEVÍTICO
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Es el conjunto de leyes dadas por Yahveh, y que regulan toda la actividad del Pueblo israelita de modo minucioso y exhaustivo. Yahveh pormenoriza cómo han de ser los sacrificios y los rituales, consagrando por último a Aarón e hijos (S.L.) como sacerdotes suyos.
LEVÍTICO 9.- Establecida la teoría, viene su aplicación práctica. Aarón e hijos (S.L.) realizan el primer sacrificio, “y la gloria del Señor se dejó ver de toda la muchedumbre, pues un fuego enviado por Yahveh devoró el holocausto y los sebos que había sobre el altar. Lo cual, visto por las gentes del pueblo, hizo que se postraran sobre sus rostros y alabaron al señor”.
Por tanto, prueba superada.
LEVÍTICO 10.- “Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomando los incensarios, pusieron en ellos fuego e incienso encima, ofreciendo ante el Señor fuego extraño, lo cual les estaba vedado. Por lo que un fuego venido de Yahveh les quitó la vida y murieron en presencia de Yahveh.”
Y aún les dijo Moisés a los supervivientes que si mostraban signo de duelo también perecerían.
LEVÍTICO 11 - 15.- Relación de animales inmundos que no pueden comerse ni tocar sus cuerpos muertos:
Camélidos; puercoespín; liebre; cerdo; cuadrúpedos no rumiantes (perros, gatos, etc.); animales acuáticos sin escamas (anguilas, ranas, marisco, etc.); aves rapaces; córvidos; avestruz; zancudas; abubilla; murciélago; insectos (excepto el saltamontes) y reptiles.
LEVÍTICO 16.- Donde se explica que en el día de la expiación un macho cabrío asume simbólicamente todos los pecados del pueblo y es soltado por el desierto. Es el famoso chivo expiatorio.
Todo este complejo sistema de culpas y ritos sacrificiales exculpatorios explica la figura redentora de Jesucristo y la necesidad de su muerte en la cruz.
LEVÍTICO 17.- Quedan prohibidos los sacrificios particulares. Sólo el sacerdote está autorizado para ello (explicación asimismo de la figura sacerdotal en el catolicismo). Quien quebrantare este precepto “será reo de muerte; y así sera exterminado de la sociedad de su pueblo, como si hubiere cometido un homicidio”.
También serán reos de muerte –incluidos los forasteros- aquellos que se alimenten de la sangre de los animales “por cuanto la vida del animal está en la sangre”.
LEVÍTICO 18.- (Preceptos sobre la castidad).
Queda prohibida toda relación de consanguinidad, incluidos padrastros, madrastras, tias/os y cuñadas/os.
También mantener relaciones sexuales durante la menstruación, así como la zoofilia, la sodomía y el adulterio. “Cualquier persona que incurriere en alguna de estas abominaciones será exterminada de su pueblo”. Para variar.
LEVÍTICO 19.- Se dan los mandamientos de la Ley de Dios, al menos en parte. Entre ellos:
- "Amarás a tu amigo como a ti mismo”.
- “Si un hombre tuviera cópula con una mujer que sea esclava, ya casadera, pero todavía no rescatada ni en libertad, serán ambos azotados, pero no muertos; pues ella no era libre”.
- “Ante la cabeza llena de canas ponte en pie y honra la presencia del anciano”.
LEVÍTICO 20 - 25.- Lo anterior se completa con: “El que maldijere a su padre o su madre, castigado sea con la pena de muerte”.
Los adivinos y pitonisas tenían que ser lapidados. Palabra de Yahveh, etc. etc.
Los sacerdotes sólo podían casarse con vírgenes de alto linaje y ninguno de los dos cónyuges podía tener defectos físicos.
LEVÍTICO 26.- Yahveh habla claro a los hijos de Israel: si cumplen sus preceptos, lograrán una vida paradisíaca, en caso contrario los castigará y torturará con saña.
La descripción de las plagas que les piensa enviar en cuanto se aparten de la Ley es algo francamente aterrador.
Decididamente es imposible que Éste sea el Dios del amor y el perdón. Claramente se ve que esta parte está escrita durante el Cautiverio, pues da por sentado que algún día serán sometidos por el enemigo: “Y a vosotros os dispersarán por entre las naciones, y desnvainaré mi espada en pos de vosotros, y quedará yerma vuestra tierra, y arruinadas vuestras ciudades”. Aunque dejando, al final, la puerta abierta a la esperanza, afirmando que no los abandonará del todo. Y es que, el el fondo, Yahveh no es mala persona.
NÚMEROS
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Llámanse así estos libros por su alusión a los censos, datos y cifras varias.
NÚMEROS 1 - 2.- Al segundo año de la salida de los hijos de Israel de Egipto, Yahveh ordena a Moisés que haga un censo; sólo se contarán los varones de más de veinte años (o sea los hombres en edad de empuñar armas).
El cómputo fue de 603.550 indivíduos, sin contar a los levitas, que estaban por entero consagrados a Dios; si bien éstos montaban, desmontaban y trasladaban el Tabernáculo y el Arca, los cuales andarían en torno a los 50.000 miembros, que era la media de varones adultos por tribu. Cifra, evidentemente, de todo punto exagerada.
NÚMEROS 3 - 5.- Vuelve a insistir Yahveh en que se le consagren todos los primogénitos: “Desde que maté los primogénitos en la tierra de Egipto, consagré para Mí todo lo primero que nace en Israel, así de hombre como de animales, todos son míos”.
NÚMEROS 6 - 10.- Se marcan las normas del nazareato, o sea de los hombres consagrados al servicio de Yahveh.
Estoy totalmente convencido de que Jesúcristo no nació en Nazaret (ni tampoco en Belén), porque Nazaret nunca ha existido. El Hijo de Yaveh vino al mundo en algún lugar de Galilea; lo de nazareno, nazareo o nazoraios se debe a su condición de varón entregado a Dios. Igual condición que tenía el Bautista o tantos y tantos profetas e iluminados que por Palestina pululaban en el s.I.
NÚMEROS 11.- “Entre tanto se suscitó murmullo en el pueblo, como quejándose contra el Señor por el cansancio, lo que habiendo oído Yahveh, enojóse, y encendido contra ellos fuego de Yahveh devoró a los que estaban en la extremidad del campamento”.
Pasada la chamusquina, el pueblo, relapso y contumaz, quéjase de nuevo amargamente porque no comía carne. El maná, dulzón y empalagoso, está bien como postre o en el desayuno, pero los pobres hebreos estaban totalmente empachados tras llevar meses sin probar otra cosa. Yahveh respondió: “Sí, el Señor os dará carne para que comáis, no un día, ni dos, ni cinco , ni diez, ni veinte ¡¡¡SINO POR TODO UN MES ENTERO HASTA QUE OS SALGA POR LAS NARICES Y OS CAUSE NÁUSEAS!!!”. Palabra de Dios etc. etc.
Y así ocurrió, bandadas interminables de codornices iban cayendo sobre el campamento israelita. Los hebreos se pusieron a gusto de codornices, pero al día siguiente “todavía tenían las carnes entre los dientes y no se habían acabado aún semejante vianda, cuando de repente, irritado el furor del Señor contra el pueblo, lo castigó con una plaga sobremanera grande. Por cuyo motivo fue llamado aquel lugar Quibrot-hata avah (sepulcro de concupiscencia) porque allí quedó sepultado el pueblo glotón”.
NÚMEROS 12.- Aarón y su esposa, María, murmuraban contra Séfora, la mujer etíope (y por tanto negra como el carbón, pues Madián se halla en la actual etiopía) de Moisés. De paso dejaban caer que ellos dos sí que eran israelitas puros, y que también el Señor les hablaba. Aquello olía a conspiración. Entonces Yahveh descendió en forma de nube y dejó las cosicas claras a la intrigante pareja: Moisés era su favorito y el jefe de los indios, y les dijo que lo consideraba “el hombre más manso de cuantos moraban en la Tierra [...] porque Yo a él le hablo boca a boca, y él ve claramente a Yahveh, y no por enigmas o figuras”.
Esta última frase es muy importante pues nos sugiere que los israelitas tenían un concepto antropomorfista de la imagen de Yahveh. Él no quería que se realizasen imágenes suyas, ni que conocieran su nombre por la creencia supersticiosa de que a través de las imágenes y los nombres se puede dominar tanto a personas como a dioses, espíritus, ángeles o demonios. Pero Yahveh, está claro que tiene una forma parecida al ser humano, y un nombre.
Después del diálogo vino el ajuste de cuentas, pues el Señor nunca da puntada sin hilo, y María fue castigada con una repentina lepra. Aunque gracias a la mediación del “manso” sólo le duró una semana.
NÚMEROS 13.- Moisés envía 12 hombres (uno por tribu, supliendo a Leví la de Efraím) para que reconozcan la misteriosa tierra de Canaán, a fin de comenzar la conquista. El jefe de los exploradores es Josué, efraimita y hombre aguerrido, como se corresponde con su belicosa tribu.
Efraím (del hebreo, 'doblemente fecundo'), fue el hijo menor de José y de Asnat. El poderío de este clan entre las demás tribus de Israel y su precedencia sobre la de Manasés (el hermano mayor de Efraím) se augura en Génesis 48. Los efraimitas habitaron en una de las zonas más fértiles de Palestina. Su territorio abarcaba lo que más tarde se denominó Samaria. Tenía por límites: al norte, la tribu de Manasés, al este el río Jordán, al sur la tribu de Benjamín, y al oeste el mar Mediterráneo y la tribu de Dan. Según 1 Samuel, Silo (una importante ciudad de los efraimitas) fue el primer lugar donde se instaló de forma permanente el Arca de la Alianza. La tribu de Efraím siempre aparece caracterizada como una de las más belicosas de Israel. Criticaron a Gedeón (1 Jue. 8,1) por no solicitar su asistencia en la guerra contra los madianitas y protestaron ante Jefté (Jue. 12,1) por no haber sido llamados a participar en la batalla contra los amonitas. Dos de los efraimitas más importantes que recoge la historia bíblica son Josué, conquistador de Canaán, y el profeta Samuel.
Tras la muerte de Saúl, primer rey de Israel, los efraimitas se unieron con las demás tribus de Israel, a excepción de Judá, nombraron rey a Isbaal —hijo de Saúl— y se rebelaron contra David (2 Sam. 2,8-10). En el siglo X a.C., tras la muerte del rey Salomón, por quien habían estado muy oprimidos, los efraimitas —bajo el mando de Jeroboam— se sublevaron contra el hijo y sucesor de Salomón, Roboam. Los efraimitas, aliados con todas las tribus de Israel (a excepción de Judá), Simeón, Leví y parte de la tribu de Benjamín, formaron el Reino del Norte, o Israel (1 Re. 12).
Al cabo de 40 días, regresan los exploradores con un enorme racimo de uva, que sólo podía ser llevado entre dos hombres. Ciertamente la Tierra Prometida mana leche y miel, pero sus habitantes son fieros y terribles: “Allí vimos unos hombres descomunales, hijos de Enac, de raza gigantesca, en cuya comparación nosotros parecíamos langostas”, dijeron desolados los del comando.
Probablemente tan aterradores enemigos fueran indoeuropeos, rubios, altísimos.
NÚMEROS 14.- Los israelitas se desmoralizan y cunden las defecciones. “Y así dijéronse unos a otros: -Nombremos un caudillo y volvamos a Egipto”.
Josué recrimina al pueblo su cobardía y las turbas responden con amenazas de lapidarlo. Yahveh interviene: enviará una peste que acabará con el Pueblo Elegido. Moisés intercede y al final el castigo queda en hacer vagar a los hebreos por el desierto durante cuarenta años, hasta que con el tiempo muera la actual generación; nadie de los que estuvo en Egipto pisará la Tierra Prometida. Eso sí, los exploradores, culpables de haber desmoralizado al pueblo, son afligidos con una plaga y mueren de penosa enfermedad. Tan sólo serán perdonados Josué y Caleb.
Ante un panorama tan desolador, los hebreos deciden huir hacia delante y conquistar la tierra de Canán. A buenas horas.
El Señor les ha retirado su gracia y, tal como ha pronosticado Moisés, sus paisanos sufren una aplastante derrota a manos de amalecitas y cananeos.
No quedaba otro remedio que resignarse a su errante destino.
NÚMEROS 15.- “Aconteció, estando los hijos de Israel en el desierto, que hallaron a un hombre cogiendo leña en día de sábado, y lo presentaron a Moisés y Aarón y a toda la sinagoga [...] y dijo el Señor a Moisés: -Muera sin remisión ese hombre; mátelo todo el pueblo a pedradas fuera del campamento.
Y, habiéndolo sacado afuera, lo apedrearon, y quedó muerto como el Señor lo había mandado”
Aprovechando la coyuntura, les dice Yahveh cómo ha de vestir el buen hebreo: túnica orlada por una franja que rodeará el manto, y cuyos cabos llevarán unos lazos o flecos de color cárdeno.
NÚMEROS 16.- Pero he aquí que Coré, primo de Moisés (y Aarón, claro) encabezó una sedición de 250 preclaros varones israelitas, y presentándose delante de los hermanos les espetó con chulería: “-Básteos ya lo hecho hasta ahora; puesto que todo este pueblo es de santos y en medio de ellos está Yahveh ¿Por qué causa os ensalzáis tanto sobre el Pueblo del Señor?”.
Moisés acepta el órdago y lo desafía, a él y sus secuaces, a que se presenten al día siguiente provistos de incensarios para saber a quién prefiere Yahveh como casta sacerdotal.
Llegado el día de la prueba, todos los amigos de Coré junto con sus familias, tiendas y enseres son tragados por la tierra, “y cubiertos de tierra bajaron vivos al infierno (Sheol)”. Todo Israel echó a correr aterrado.
Entre tanto, de la zona aaronita salió un fuego que abrasó vivos a los 250 díscolos que, incensario en mano, todavía no se habían repuesto del espectáculo de sus colegas tragados por la tierra. Así dejaba Yahveh zanjada la cuestión de sus preferencias.
“Al día siguiente, toda la multitud de los hijos de Israel murmuraba contra Moisés y Aarón diciendo: -Vosotros habéis dado la muerte al Pueblo del Señor”.
Los hermanísimos hubieron de refugiarse en el Tabernáculo huyendo de sus airados paisanos; afortunadamente Yahveh salió en su defensa: “Y dijo el Señor a Moisés: -Retiraos de en medio de esa turba, que ahora mismo voy a acabar con ellos”. Catorce mil setecientos hombres cayeron fulminados, hasta que Aarón, a instancias de Moisés, acudió allí con el incensario para aplacar a un Yahveh fuera de control.
NÚMEROS 17.- Donde tiene lugar el notable milagro del florecimiento de la vara de Aarón, con el propósito de disipara cualquier duda sobre el designado por Yahveh para ocupar la disputada plaza de Sumo Sacerdote.
Pero da igual, este pueblo es duro de cerviz, como muy bien repite Yahveh hasta la saciedad, y no comprende la violenta conducta del Señor Todopoderoso: “Los hijos de Israel dijeron a Moisés: -He aquí que nos vamos consumiendo y pereciendo todos. Cualquiera que se acerca al Tabernáculo de Yahveh es herido de muerte. ¿Hemos de ser todos aniquilados hasta no quedar ninguno con vida?”.
Moisés dio la callada por respuesta.
NÚMEROS 18 – 19.- Donde se fijan los emolumentos, deberes y obligaciones de los levitas: exención de combatir, bebida y comida gratis y un buen sueldo, la ofrenda de los diezmos. Y es que ser cura ha sido siempre un chollo.
NÚMEROS 20 - 21.- Por enésima vez se amotina el pueblo, harto de pasar sed y de errar sin rumbo fijo durante cuarenta años. Yahveh indica a Moisés una roca para que la golpee con su cayado; al instante brota una fuente de aguas frescas y cristalinas. A esa fuente se la llamó Meriva, que significa “contradicción”, “pues allí contendieron los hijos de Israel contra Yahveh y Él manifestó en ellos su gloria”.
Por alguna razón, Moisés y Aarón ofendieron al Señor grandemente; parece ser que dudaron o cuestionaron alguna orden suya, el caso es que Dios los castiga con no entrar en la Tierra Prometida.
Luego, desde Cades, envía Moisés mensajeros al rey de Idumea para que les permitiera cruzar su reino. Apela a él como hermano, ya que los idumeos son descendientes de Esaú; pero Edom, su rey, les salió al paso con gente armada impidiéndoles seguir. No les queda otra que dar media vuelta camino del monte Hor (Horeb?), y bordear la frontera. Allí muere Aarón siendo substituido en el sumo sacerdocio por su hijo Eleazar.
No debían de estar pasando los israelitas por un buen momento, y como a perro flaco todo son pulgas pues Arad, rey de los cananeos, les presenta batalla y los derrota. Entonces los hebreos hacen un voto a Yahveh: si les da la victoria ante Arad, arrasarán las ciudades cananeas. Así sí; el Señor misericordioso y eterno acepta encantado el trato. Todos los vencidos son pasados a cuchillo.
Sin embargo el trato no funcionó con los idumeos pues siguieron su peregrinar sin atreverse a cruzar su frontera, con el enorme rodeo que ello suponía. Así que, para variar, el pueblo, duro de cerviz y bastante idiota, comienza a murmurar; y digo lo de idiota porque a estas alturas ya tenían que saber todos cómo las gasta Yahveh con los disidentes; en este caso no hará una excepción y les envía una plaga de serpientes venenosas que provocan la consiguiente mortandad. Arrepentida la chusma, Moisés fabricó una bicha de bronce que curaba a cuantos la miraban.
Era en realidad esta imagen un idolillo sospechosamente emparentado con el caduceo de Asclepio, dios de la medicina, y con el culto egipcio al dios-serpiente Ptah, sanador por excelencia. Esta pagana estatua se mantuvo durante siglos hasta que fue derruida por Ezequías (2 Rey. 18:4) “Porque hasta aquel entonces le quemaban incienso los hijos de Israel. Y la llamó Nejustán”.
Siguieron, pues, los hebreos con su triste peregrinar entre el Escila y Caribdis de la frontera amorreo-moabita. “Desde allí envió Israel embajadores a Sehón, rey de los amorreos” para que les dejara atravesar su reino. Obviamente la respuesta fueron nones, y la consecuencia fue un encuentro armado en Jasa. Yahveh fue propicio a su pueblo y los amorreos fueron aplastados, siendo ocupado su reino. “Dando después la vuelta subieron por el camino de Basán, y les salió al encuentro Og, rey de Basán”. De nuevo, con la ayuda de Yahveh, gana el Pueblo Elegido; “mataron, pues, también a este rey con sus hijos y a toda sus gente sin dejar hombre vivo, y se apoderaron de su tierra”.
NÚMEROS 22.- “Pasando adelante, acamparon en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, donde al otro lado está Jericó”.
Balac, rey de los moabitas, viendo lo que se le venía encima, contactó con Balaam, mago y adivino que vivía en tierra amonita para que maldijese a los hebreos. Un absurdo recurso de magia.
Pero Balaam, advertido por Yahveh, se niega a tal acción. Como le insistera Balac, el Señor le consiente que vaya a la Corte de Balac.
Levantóse Balaam de mañana, y aparejada su borrica marchóse con los consejeros de Balac. Mas hete aquí que Yahveh, voluble como es, se echa otra cuenta y envía a un ángel para que se pare delante de la burra. Ésta, aterrada, se negaba a seguir avanzando. Balaam, que no veía al fiero arcángel, la molía a palos. Hasta que por obra y gracia de Yahveh, la jumenta se pone a hablar, recriminando a Baal su conducta. El mago, cosa rara, no se asombra del fenómeno, y se lía a discutir con la pollina; Yahveh, harto de cháchara, permite que Baal pueda ver al ángel, espada en mano, y cae postrado de hinojos. El angélico alter ego del Sumo Hacedor le recuerda que debe seguir al pie de la letra las instrucciones divinas, a lo que Balaam no pone objeción alguna.
NÚMEROS 23 – 24.- Balaam y Balac están en lo alto de una colina, desde la que se divisa el campamento israelita, preparando un altar de sacrificios.
Balac no cesa de presionar a Balaam para que maldiga a sus enemigos, pero el mago sigue en sus trece, por lo que es despedido con cajas destempladas. Balaam concluye profetizando que Israel dominará toda esta tierra y que “saldrán navesde la costa de Quitim, que humillarán a Asiria y humillarán a Heber, pero también ellos serán destruidos”. Como ya sabemos, Quitim son los “bárbaros”, los extranjeros allende el Mediterráneo. Quizá se refiera a los Pueblos del Mar, a los macedonios de Alejandro o directamente a los romanos.
“Con esto se levantó Balaam, y regresó a su pueblo. Balac, asimismo, volviose por el camino por donde había venido”.
NÚMEROS 25.- Los hebreos pronto congeniaron con las moabitas (la famosa ley del “tiro de las dos carretas”) e, instigados por ellas, adoraron a Bel-fegor.
A Yahveh le falta tiempo para tomar cartas en el asunto, y exige a Moisés que comience a colgar al personal. Además la práctica seria de la religión cananea contemplaba la prostitución ritual (tanto femenina como masculina), por lo que Finees, hijo de Eleazar (y nieto de Aarón), llevado de su celo puritano, cogió una lanza, entró a la casa de una ramera madianita que estaba yaciendo con un israelita, “y los envasó a entrambos juntamente, al hombre y a la mujer, por las mismas partes pudendas”. Con lo que Yahveh le confirmó una alianza de eterno sacerdocio. Por lo demás esta acción sirvió para apaciguar al Señor, que ya había enviado una peste que produjo veinticuatro mil muertos. La teoría de la prostitución sagrada cobra fuerza al saber que la “ramera”asesinada era Cozbi “hija de Sur, príncipe nobilísimo de los madianitas”. Y de postre “habló después Yahveh a Moisés diciendo: -Conozcan los madianitas que sois sus enemigos y pasadlos a cuchillo”.
NÚMEROS 26.- Y tras tanta batalla y escabechina generalizada, Yahveh ordena que se haga un censo de los varones en edad de guerrear, para preparar el asalto a la Tierre Prometida. El caudillo que lo llevará a cabo será el benjaminita Josué (yoshua).
Sólo Josué y Caleb eran de la generación anterior, pues los demás habían muerto o les faltaba poco, “por cuanto el Señor tenía predicho que todos habrían de morir en el desierto. Y así es que ninguno de ellos se quedó, sino Caleb, hijo de Jefone y Josué hijo de Nun”
NÚMEROS 27.- “Dijo también Yahveh a Moisés: -Sube al monte Abarim, y contempla desde allí la tierra que Yo he de dar a los hijos de Israel”. A continuación le ratifica que morirá en seguida, sin poder entrar en la Tierra Prometida y ratifica a Josué como su substituto; a éste le encarga que se coordine con Eleazar –el Sumo Sacerdote- antes de dar ningún paso.
Todo está ya listo para el gran asalto.
NÚMEROS 28 – 30.- Yahveh da las últimas instrucciones legales sobre sacrificios, fiestas y compromisos de votos y juramentos.
NÚMEROS 31.- Para abrir boca: “Habló el Señor a Moisés diciendo: -Toma primero venganza de lo que han hecho a los hijos de Israel los madianitas”.
Dicho y hecho; todos los varones fueron pasados a cuchillo, las aldeas incendiadas, los bienes saqueados y las mujeres y niños cautivados.
Pero Moisés considera que las mujeres madianitas eran las responsables de todo este desasigado por haber seducido a los ingenuos israelitas y se ve en la obligación de hacer la siguiente matización: “Matad, pues, todos cuantos varones hubiere, aun a los niños, y degollad a las mujeres que han conocido varón, reservaos solamente a las niñas y a todas las doncellas”.
Arriesgado fue enmendarle la plana al Sumo Hacedor, que ya sabemos cómo las gasta en cuanto le llevan la contraria, pero en este caso debió de parecerle bien la enmienda a la totalidad, por ser consecuente con la vieja filosofía del “más vale que sobre...”
NÚMEROS 32.- Las tribus de Rubén y Gad piden permiso para quedarse en tierra de Madián, mas para que no puedan acusarlos de cobardía se comprometen a formar parte del ejército que conquiste la Tierra Prometida.
Recordemos que los hebreos van a entrar a Palestina desde el otro lado del Jordán, y que madianitas, amorreos y moabitas habitaban en la actual Jordania.
“Con esto, Moisés dio a los hijos de Gad y a los de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sehón, rey amorreo, y el reino de Og, rey de Basán, y el territorio de ellos con sus ciudades al contorno”.
NÚMEROS 33.- “Dejando los montes de Abarim, pasaron a las campiñas de Moab, a orilla del Jordán, enfrente de Jericó. Y allí fijaron sus tiendas, desde Betsimot hasta Abelsatim, en los campos más llanos de los moabitas. Aquí fue donde el Señor dijo a Moisés: -Intima a los hijos de Israel, y diles: -Pasado que hubiereis el Jordán, y entrados en la tierra de Canaán, exterminad a todos sus moradores [...] y si no quisiereis matar a los habitantes del país [...] Yo haré contra vosotros todo lo que tenía resuelto hacer contra ellos”.
NÚMEROS 34 - 36.- Donde describe Yahveh cuáles serán los límites de la Tierra Prometida: Por el Sur el desierto de Tsin (Sinaí?); por el Norte el monte “altísimo” (monte Hermón?); al Este el río Jordán; y al Oeste el mar Mediterráneo.
En resumen, la frontera natural era, por un lado el Mediterráneo, por el otro el Jordán; el extremo norte lo marcaban los altos del Golán, y por el Sur el Mar Muerto y el Sinaí.
Los capítulos 35 y 36 matizan leyes sobre homicidios y herencias.
DEUTERONOMIO
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DEUTERONOMIO 1 - 2.- Como su propio nombre indica (Deutero=otro, Nomio=tratado), este libro bíblico es una segunda versión de Éxodo, Levítico y Números; normalmente una repetición resumida, pero también una continuación.
Y comienza la obra con una rápida pincelada del peregrinar israelita, y cómo han llegado a esta situación.
En el segundo capítulo se nos aclara que los hebreos no conquistaron las montañas Seir porque Yahveh se las dio a Esaú y sus descendientes, lo que les obligó a pagar impuesto de paso al atravesar sus tierras. Lo cual se contradice con Números 20:21, donde queda claro que el rey de la zona, Edom, no los dejó pasar por su territorio.
Tampoco se enfrentan a moabitas y ammonitas por ser herederos de Lot.
DEUTERONOMIO 3 - 6.- Prosigue narrando la victoria contra Og, rey de Basán, “Y exterminamos aquella gente como habíamos hecho con Sehón, rey de Hesebón, acabando con todas las ciudades, con hombres, mujeres y niños; y cogimos los ganados y los despojos de las ciudades, con lo que nos hicimos entonces dueños de la tierra ocupada por los dos reyes amorreos que habitaban de este lado del Jordán [...] Es de saber que Og, rey de Basán, era el único que había quedado de la casta de los gigantes. Se muestra su cama de hierro en Rabbat, ciudad de los hijos de Ammón, la cual tiene nueve codos de largo y cuatro de ancho”.
Los hijos de Israel siguen su inexorable avance dejando un reguero de sangre y desolación a su paso. Esta tierra de Transjordania se la adjudica la tribu de Rubén y Gad, mas ellos se compromenten a participar en la conquista de Palestina, en solidaridad con los hermanos de las restantes tribus. Por último, la reiteración de que Moisés no pisará la Tierra Prometida; sí lo hará Josué, “pues es él quien ha de conducir a ese pueblo y quien distribuirá la tierra”.
Los siguientes capítulos son un recordatorio de las leyes dadas a Moisés.
DEUTERONOMIO 7 - 16.- “Cuando el Señor Dios tuyo te introdujere en la tierra que vas a poseer y destruyere a tu vista muchas naciones: al heteo y al gergezeo y al amorreo y al cananeo y al ferezeo y al heveo y al jebuseo; siete naciones mucho más numerosas y robustas que tú, y te las entregare, y has de acabar con ellas, sin dejar alma viviente”.
Luego prosigue con mandamientos y admoniciones en una lista terrorífica e interminable; haciendo especial hincapié en la obligatoriedad de matar a todo aquel que predicase una religión distinta de la hebrea, incluso si son amigos o familiares, tanto hermanos como cónyuges o hijos: “Tú serás el primero en alzar la mano contra él, y después hará lo mismo todo el pueblo: Muera cubierto de piedras, por cuanto intentó separarte del culto de Yahveh tu dios” (Deut. 13:9-10).
Y si en alguna de las ciudades conquistadas se tuviese la certeza de que sus nuevos vecinos judíos se han pasado al paganismo, entonces “inmediatamente pasarás a cuchillo a los moradores de aquella ciudad, y la arrasarás con todas las cosas que en ella haya, matando incluso las bestias [...] y quede la ciudad como un sepulcro y monumento sempiterno. No será jamás reedificada” (Deut. 13:15-16).
DEUTERONOMIO 17 - 18.- Nadie será condenado a muerte por el testimonio de un solo hombre. Pero sí por el de dos o más. “La mano de los testigos será la primera en tirar piedras para matarlo, y después todo el pueblo acabará de apedrearlo, a fin de extirpar al malo que hay en medio de ti”.
Si hubiere dudas se consultará al Sanedrín y a los sacerdotes, quienes, junto con el Sumo Sacerdote, dictarán sentencia. Y quien no obedezca tal sentencia será muerto.
Lo que nos trae a la mente el juicio y Pasión de nuestro Señor, y concluimos que todo el proceso se ajustó a tiempo y forma.
DEUTERONOMIO 19.- Dispuso Yahveh que habría ciudades-refugio donde pudiesen estar seguros los fugitivos por homicidio involuntario.
DEUTERONIMIO 20.- A las ciudades no cananeas con las que Israel entre en guerra, primero se les dará oportunidad de rendirse, si lo hacen se les perdonará la vida, y pasarán a ser tributarios; mas si deciden pelear se pasará a cuchillo sólo a los varones, siendo respetados mujeres y niños.
En cambio con las ciudades cananeas no habrá misericordia, “sino que a todos sin distinción los pasarás a cuchillo; a saber: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Yahveh, tu dios, te tiene mandado”.
DEUTERONOMIO 21 - 33.- “Cuando un hombre cometiere delito de muerte, y sentenciado a morir fuere colgado en un patíbulo, no permanecerá colgado su cadáver en el madero, sino que dentro del mismo día será sepultado: porque es maldito de Dios el que está colgado del madero”. Por eso Jesucristo jamás se imaginó que moriría en un madero, porque esa ignominiosa muerte lo hacía maldito a los ojos de Yahveh. Él pensaba más en el filo de la espada, como le acaeció al Bautista.
En los siguientes capítulos se reiteran leyes diversas; en concreto destacan las relativas a la virginidad, que solían acabar en lapidamiento. Hay que señalar también las terribles admoniciones del capítulo 28 si el Pueblo Elegido osara apartarse del camino marcado por Yahveh.
En Deut. 29:23 se nos dice que, además de Sodoma y Gomorra, también fueron aniquiladas Adama y Seboím.
DEUTERONOMIO 34.- “Subió, pues, Moisés a la llanura de Moab, al monte Nebo, sobre la cumbre de Fasga, en frente de Jericó, y mostróle el Señor toda la tierra de Galaad hasta Dan, y toda la de Neftalí, y la comarca de Efraím y de Manasés, y todo el país de Judá, hasta el mar Occidental (Mediterráneo), y la parte meridional, y la espaciosa vega de Jericó, ciudad de las palmas, hasta Segor”.
Y allí muere, con 120 años de edad.
JOSUÉ
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NOTA.- Es cierto que la arqueología demuestra que hubo destrucciones de ciudades palestinas a finales del s. XIII a.C., pero no tienen nada que ver con las brutales y sangrientas carnicerías de que nos habla el "Libro de Josué". Sencillamente no hubo tal campaña homogénea y rápida, sino que, poco a poco, cada tribu iba logrando sus pequeñas conquistas, jamás espectaculares ni definitivas, y siempre ligadas a una gran integración con la población local.
JOSUÉ 1 - 6.- Muerto Moisés, ordena Yahveh a Oseas (nombre auténtico de Josué, pues éste sólo era su apodo, que significa “salvador”. Recordemos que así se llamaba también Jesucristo) que cruce el Jordán e inicie la conquista de Canaán. Le recuerda cuáles serán los límites del nuevo territorio (en esta nueva versión quedan ampliados): “Vuestros términos serán desde el desierto (Sinaí) y desde el Líbano hasta el gran río Eúfrates; toda la tierra de los heteos (hititas) hasta el mar grande que cae a poniente será vuestra”.
El nuevo caudillo envía dos exploradores a Jericó, que se hospedan en casa de Raab, una prostituta que los ocultó, incluso mintió a sus conciudadanos, que los andaban buscando. A cambio de tan noble acción los israelitas perdonaran la vida tanto a Raab como a su familia.
Todo el pueblo atraviesa el Jordán, que se quedará seco en el tramo que vadean, trasunto del episodio del Mar Rojo.
Cruzado este nuevo Rubicón, la suerte está echada; ya están en tierra de Canaán. “Entonces dice Yahveh a Josué: -Hazte unos cuchillos de pedernal y restablece otra vez la circuncisión entre los hijos de Israel.”
Llegados a los alrededores de Jericó, se encuentra Josué con un personaje armado, es un ángel del ejército de Yahveh que está allí para ayudar.
Yahveh le da a Josué la solución para derribar la inexpugnable muralla de Jericó: el pueblo de Dios dará vueltas durante seis días en redor de la ciudad y al séptimo rematará con un toque sacerdotal de trompetas. Caídos que fueron los muros de la plaza, los hebreos entraron en tromba “y pasaron a cuchillo a todos cuantos había en ella, hombres y mujeres, niños y ancianos: matando hasta los bueyes, las ovejas y los asnos”. Tan sólo se salvan Rahab, la ramera (aunque también podría traducirse como “mesonera”), y su familia. Después incendiaron la ciudad y a otra cosa, mariposa.
JOSUÉ 7 – 8.- “Pero los hijos de Israel quebrantaron el mandamiento, y se apropiaron parte del anatema. Porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá, tomó alguna cosa de lo destinado al anatema, por lo cual se enojó Yahveh contra los hijos de Israel”. La venganza fue simple y efectiva (amén de santa); héte aquí que la siguiente ciudad a tomar era Hai, más bien un poblacho, así que los israelitas pensaron que un pequeño destacamento de tres mil hombres bastaría y sobraría para la conquista.
Mas fueron ignominiosamente derrotados por los haítas. Josué se rasgó las vestiduras, se tiró al suelo y desolado se lamentaba a Yahveh. Entonces aparece el Señor, y le hace saber al desolado caudillo que no van a ganar ni un torneo de petanca mientras no aparezca el que ha sustraído el botín reservado al anatema. Y para facilitar las cosas se realizará un sorteo público ante notario que nos permitirá dar con el sacrílego. Y, mira por dónde, el premio gordo le toca a Acán -hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá-, que decide cantar de plano: “Vi entre los despojos una capa de grana (púrpura?) muy buena, y 200 siclos de plata, y un lingote de oro de 50 siclos; y llevado de la codicia lo tomé y escondí bajo tierra en medio de mi tienda, y enterré el dinero en un hoyo”. Inmediatamente es apresado y, junto con su familia, ganado y posesiones, conducido al desierto. Allí mueren lapidados a manos del pueblo, luego encienden una inmensa pira “y fue consumido de las llamas su cuerpo y todo cuanto poseía”.
Salvado esta escollo ya puede tomarse Hai, y por si hubiere duda Yahveh anima a Josué para que actúe con “la ciudad de Hai y su rey como trataste a Jericó y al rey de ésta”. Como buen estratega que es, el Señor recomienda el viejo, mas no por ello menos eficaz, ardid de la emboscada en retaguardia: cinco mil hombres quedan ocultos a las afueras de Hai, mientras Josué provoca a los haitas que al final salen en su persecución y caen en el garlito. La victoria fue absoluta, “los que perecieron en esta jornada, entre hombres y mujeres, fueron doce mil”. A continuación se repartió el botín, se le pegó fuego a la ciudad y se ahorcó al rey. Amén.
NOTA.- Hacia el 1350, unos dos siglos más tarde de la expulsión hicsa, encontramos en Tell-el-Amarna referencia a grupos de bandas armadas que desde Palestina ponen en peligro la frontera oriental de Egipto: son los habiru o hapiru.
De nuevo se hace inevitable la asociación de "habiru" con "hebreos", y la conquista de Canaán por Josué, aunque cronológicamente hay diversas deficiencias e históricamente está demostrado que los "habiru" eran bandas de desarraigados, muchas veces contratados como mercenarios y que nos recuerdan mucho más a grupos errantes del tipo de los bagaudas de fines del Imperio Romano.
En cualquier caso, todo esto puede conciliarse, pues queda claro que los habiru eran semitas y también es evidente que las conquistas de Josué no tenían la unidad política y étnica que nos relata la Biblia. Los textos egipcios nos cuentan que los habiru fueron sojuzgados hacia el 1275 por Ramsés II que los tuvo esclavizados para realizar sus magnas obras arquitectónicas.
De todo lo cual debemos deducir que la Biblia mezcla varias tradiciones de las tortuosas relaciones entre israelitas y egipcios muy cercanas en el tiempo, creándose las leyendas de Josué, la estancia en Egipto, la esclavitud, la liberación de Moisés, el Éxodo y la conquista de Canaán.
La primera mención histórica de los israelitas data del 1234 aproximadamente la encontramos en la llamada "Estela de Israel", en la que el faraón Merempthá deja constancia de su victoria sobre israelitas, libios y otros "Pueblos del Mar".
JOSUÉ 9.- Habida cuenta el cariz que van tomando los acontecimientos se coaligan todos los pueblos cananeos para frenar la pesadilla hebrea; salvo los gabaonitas que, muertos de miedo envían una embajada fingiéndose embajadores de un país lejano que pretenden negociar un pacto. Cuando los hebreos descubrieron el ardid ya estaban bajo palabra, así que no podían hacerles ningún daño, aunque, eso sí, los condenaron a servir de criados que les suministrasen leña y agua “al lugar que el Señor escogiese, como lo hacen hasta el presente”. Resumiendo: los gabaonitas cometieron defección para pactar una rendición honrosa frente a los terribles invasores, y se hicieron vasallos de Israel.
JOSUÉ 10.- Adonisec, rey de Jerusalén, es el caudillo de la coalición cananea, y convocan a cinco reyes amorreos para conquistar la traidora ciudad de Gabaón. Sus habitantes envían un desesperado mensaje de auxilio a Josué: “No rehúses socorrer a tus siervos”. Evidentemente había un pacto de vasallaje. “Al punto, Josué subió de Gálgala, y con él los guerreros más valientes de todo su ejército”
Su victoria fue espectacular. El Señor también aportó su granito de arena, o de hielo por mejor decir, pues castigó al campo cananeo con una terrible granizada, de suerte que “fueron muchos más los que murieron del pedrisco que los pasados a cuchillo por los hijos de Israel”.
Como pronto va a llegar la noche, y Josué no quiere dejar un enemigo con vida, invoca al Sol y a la Luna para que detengan su curso, y Yahveh dio “curso” a tan singular petición, seguramente por ir cargada de buenas intenciones: “Y paróse el Sol y la Luna hasta que el pueblo del Señor se hubo vengado de sus enemigos”.
A pesar de todo, los cinco reyes cananeos –de Jerusalén, Hebrón, Jerimot, Laquis y Eglón- logran esconderse en una cueva; vano empeño pues son localizados y ahorcados. Esa cueva les servirá de sepultura.
Es de admirar que, en esta brillante campaña, no ha perecido ni un solo israelita, lo que anima a Josué a proseguir con la blitzkrieg y tomar Maceda, Lebna, Laquis, Eglón, Hebrón, Dabir, Asedot y otros lugarejos de menor importancia. “De esta suerte arrasó Josué too el país montuoso, el meridional y el llano, y también a Asedot con sus reyes: no dejó allí cosa con vida, sino que mató a todo ser viviente, como se lo tenía mandadó Yahveh, dios de Israel”.
JOSUÉ 11 - 12.- Enterado de esto Jobín, rey de Hazor, envían mensajeros al resto de pueblos cananeos para formar una nueva coalición que frene a las hordas hebreas. El choque tendrá lugar en las Aguas de Merom. Yahveh habla con Josué y le asegura la victoria: “-Yo te entregaré a todos esos para que sean pasados a cuchillo a vista de Israel. Harás desjarretar sus caballos y quemara sus carros”.
Y así sucedió. Todas las ciudades fueron ocupadas sin resistencia por los israelitas, pues estaban desguarnecidas; y tal y como había ordenado Yahveh, todos sus habitantes fueron pasados a cuchillo sin compasión. En total, desde que cruzaron el Jordán, han sido sometidos 31 reyes cananeos y toda la población exterminada. Esto se llama genocidio.
NOTA.- En la primera mitad del s. XV (época de Amarna) la mayor ciudad de Canaán era Hazor, en la alta Galilea, 14 Km. al norte de Tiberíades; era un estratégico enclave en las rutas de caravanas, sobre todo las de estaño. Unos cien años más tarde, Hazor, fue desruida completamente; la fecha vendría a coincidir con la supuesta conquista israelita liderada por Josué, y las Escrituras corroboran la saña de Josué contra Hazor. Sin embargo, muchos historiadores ponen en duda la autoría del caudillo hebreo en esta hazaña, porque esta ciudad quedaba muy al norte.
JOSUÉ 13 - 22.- “Era Josué anciano y de edad avanzada, cuando el Señor le dijo: -Tú estás viejo, y tienes ya muchos años, y queda por conquistar y dividir en suertes una tierra dilatadísima”. De nuevo repite Yahveh cuáles serán los límites de la Tierra Prometida y las tribus que deben ser exterminadas (todas).
En el versículo 22 leemos que “los hijos de Israel pasaron también a cuchillo, como a todos los demás, al adivino Balaam, hijo de Beor”. Así pues, no le sirvió de nada al mago amonita su negativa a maldecir a los hebreos y desairar a Balac, rey de los moabitas (Números 22). Mas le hubiera valido unir su magia a la espada de Balac. Suponemos que en realidad Balaam, o Baalam, significa “adorador de Baal”, y seguramente era un sacerdote baalamita.
Buena escarda hicieron los hebreos en la tierra de Canaán, que no dejaron uno vivo, “pero a los jebuseos, que habitaban en Jerusalén, no pudieron exterminarlos los hijos de Judá; y así el jebuseo continuó habitando en Jerusalén, con los hijos de Judá hasta el presente” (Josué 15:63). Habrá que esperar la llegada del rey David para que Jerusalén sea definitivamente conquistada.
En posteriores capitulos (Josué 17:12) nos enteramos de que muchas ciudades cananeas no pudieron ser sojuzgadas y se convirtieron en meros tributarios de los israelitas.
Probablemente estos truculentos relatos de genocidio y poblaciones enteras pasadas a cuchilo no deje de ser una invención que obligaba a los hebreos a creer una pureza racial que, con toda seguridad, nunca se dio. En cualquier caso, la convivencia con las tribus cananeas debió de ser algo habitual.
La conquista termina, y Josué agradece a las tribus de Rubén y Gad su lealtad y cooperación, despiediéndolos en paz para que regresen a sus territorios del otro lado del Jordán. Pero llegados a su tierra construyen un altar sacrílego; las demás tribus les piden explicaciones, y los amenazan con ir a la guerra. Ellos se justifican diciendo que ese altar no es para ofrecer holocaustos sino como homenaje a Yahveh. Y todos quedaron conformes.
Luego Josué y Eleazar entregaron su alma al Señor.
JUECES
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Los dos siglos aproximados que cabría atribuir a la época de los jueces quedan estirados en las Escrituras hasta más del doble, y se nos presentan en sucesión ininterrumpida de líderes con poder sobre todo Israel, cuando su alcance era muy localizado (muchas veces exclusivamente tribal) y, los hechos narrados, simultáneos.
JUECES 1.- “Muerto Josué, los hijos de Israel consultaron a Yahveh diciendo: -¿Quién marchará delante de nosotros contra el cananeo, y será nuestro caudillo para continuar la guerra?
Y respondió el Señor: -La tribu de Juda marchará delante de vosotros”
Sigue la campaña bélica; sólo participa la tribu de Judá, ayudada por la de Simeón. En Bezec matarán a diez mil cananeos y ferezeos.
“Entre tanto huyó Adonibezec [literalmente “señor de Bezec”]; mas yéndole al alcance lo prendieron y le cortaron los pulgares de pies y manos”.
Luego, los judíos toman Jerusalén y la arrasan, lo cual se contradice con la posterior versión de que fue conquistada por David.
“Y el Señor estuvo a favor de Judá, quien se hizo dueño de las montañas; pero no pudo exterminar a los moradores del valle porque tenían muchos carros falcados”. Tampoco el resto de tribus lo tenía fácil; en realidad había una tolerada convivencia con los cananeos.
JUECES 2 - 3.- No tarda mucho Yahveh en mandar un ángel que recrimina a los israelitas su blandura y cobardía por haberse aliado con los naturales del país en lugar de exterminarlos que es lo que procede. “Al decir el ángel de Yahveh estas palabras a todos los hijos de Israel, alzarón éstos el grito y se pusieron a llorar”.
Mas pronto pasó el arrepentimiento, porque la generación siguiente olvidó el nombre de Yahveh, “abandonándolo a Él (abandonando a “El”) para servir a Baal y a Astarot [...] De lo cual, irritado el Señor contra los israelitas, los entregó en manos de los saqueadores, que los cautivaron u vendieron a los enemigos locales; y no pudieron oponerse a sus adversarios ”.
De vez en cuando, Yahve, que es misericordioso y omnipotente, proveía de jueces a ese pueblo de dura cerviz para que los devolviera al redil, mas todo en vano; por lo que el Señor resolvió que los cananeos volvieran a fortalecerse. “Estas son las naciones que dejó subsistir el Señor, con el fin de instruir por medio de ellas a Israel: [...] cinco sátrapas de los filisteos, y todos los cananeos y sidonios y heveos habitabitantes del monte Líbano desde la cordillera de Baal-Hermón hasta la entrada de Emat”.
La consecuencia de tanto contubernio fue la paganización generalizada; Yahveh es desplazado por Baal y Astarot.
“Y airado el Señor contra los hijos de Israel, entrególos en manos de Cusán Rasataim, rey de Mesopotamia; y le estuvieron sujetos ocho años”.
Surge un juez llamado Otoniel, que derrotó y sojuzgó a Cusán Rasataim, “Rey de Siria”. Es de imaginar que este Cusán sería algún reyezuelo sirio; tengamos en cuenta que en la Biblia suelen confundirse los territorios de Siria y Mesopotamia.
Durante cuarenta años hubo paz.
Muerto Otoniel, los hebreos sufren el dominio de Eglón, rey de Moab, que había hecho coalición con amonitas y amalecitas.
Entonces surge la figura de Aod, ambidextro él, y miembro de la comitiva israelí que iba a entregar los tributos a Eglón. Aod consigue quedarse a solas con el dignatario moabita. En un descuido le arroja con la mano izquierda una daga que llevaba oculta y se la clava en el vientre, con tal fuerza que hasta la empuñadura penetró en los intestinos “y al instante los excrementos salieron por sus conductos naturales”.
Después de esto, Aod acaudilla a los hijos de Israel para infligir una ignominiosa derrota a los moabitas que los mantuvo en paz durante 80 años.
“Después de Aod floreció Samgar, hijo de Anat, que mató 600 filisteos con una reja de arado; él también fue defensor y libertador de Israel”. Otras versiones cambian el arma homicida por una quijada de burro, evidente trasunto de las aventuras de Sansón, que a su vez lo son de las llevadas a cabo por Hércules, y las hercúleas derivan de las mesopotámicas de Gilgamesh.
JUECES 4 - 5.- Y el ciclo infinito sigue: conducta disoluta y pagana de Israel, castigo y sojuzgamiento, arrepentimiento, envío por parte de Yahveh de un juez libertador, euforia, caída en el pecado, vuelta a empezar.
En este caso, el opresor es Jabín, rey de Canaán, y su general Sísara. Contaba el cananeo con 900 carros falcados, y durante 20 años los había sometido de modo cruel.
“Vivía en aquel tiempo Débora, profetisa, mujer de Lapidot, la cual regía al pueblo”. Débora mandó llamar a Barac, y le dijo que se pusiera al frente de un ejército de diez mil hombres, pues Yahveh le daría la victoria frente a Sísara. Y así fue.
El general cananeo acaba huyendo a pie, mientras su ejército es masacrado. Logrará cobijarse en la tienda de una tribu aliada; Jahel se llamaba la mujer que lo acogió. Mas en estos días de mudanza de nadie te puedes fiar, Jahel oculta al fugitivo bajo un montón de pieles y entonces aprovecha para colocar una puntiaguda estaca sobre su cabeza y dar un tremendo mazazo que acaba con la vida de Sísara.
“Estuvo después todo el país en paz cuarenta años”.
JUECES 6 - 8.- Muerto Barac, son los madianitas quienes oprimen a los hebreos. Yahveh envía un ángel a la casa de Joaz (o Joas), y le dijo al pequeño de la familia, Gedeón, que el Señor lo reservaba para ser el caudillo de su pueblo. Éste, dubitativo, tiene huevos de probar a Yahveh con dos estúpidas pruebas de magia exigiéndole que llenara de rocío un vellocino mientras el campo sobre el que estaba quedaba seco y viceversa. Gedeón fue llamado Jero-Baal, que significa “el que lucha con Baal” por haber destruido el altar de Baal que su padre había edificado; aunque también podría ser Hiero-Baal, “el sagrado de Baal”, y sería en realidad un adorador de Baal. Yo me inclino por esta segunda y herética versión.
Gedeón, investido por Yahveh de tan altísima autoridad, reúne un ejército de 32 mil hombres. Pero el Señor no quiere tanta gente, al objeto de que toda la gloria recaiga sobre Él; de modo que al final el ejército queda en partida de bandoleros: sólo 300 mardanos que atacaron de noche con gran estruendo y alboroto, lo cual provocó enorme pánico y desazón entre los madianitas que, entre tanta confusión y negra obscuridad se mataron entre sí.
Gedeón fue en persecución de los reyes madianitas Ceebe y Salmana. En Socot hizo un alto para pedir provisiones, y sus habitantes se las negaron. “Replicóles él: -Cuando Yahveh haya entregado en mis manos a Cebee y a Salmana, yo destrozaré vuestros cuerpos contra las espinas y abrojos del desierto”. Terrible y crudelísima amenaza que no dejó de llevar a cabo en cuanto hubo prendido y ejecutado a los reyezuelos de Madián.
JUECES 9.- Gedeón tuvo 71 hijos. Uno de ellos, Abimelec, logró convertirse en caudillo de Siquem, y al mando de una partida de la porra, asesinó al resto de sus hermanos, para no tener rivales en el trono. Tan sólo escapó de la degollina Joatam, el menor de ellos, que juró venganza.
Abimelec fue un odioso tirano, y el pueblo se sublevó contra él. Precisamente, estaba una torre rebelde cuando un pedrusco lanzado por una mujer desde las almenas acabó con su vida. Q.s.j.
JUECES 10 – 12.- Tras sucederse varios jueces (Tola, Jair...), los israelitas cayeron en la total depravación del paganismo, así que el Señor los arrojó en brazos de sus enemigos.
Por aquel tiempo había formado una partida de bandoleros un tal Jefté, hijo bastardo de Galaad, que había sido expulsado por sus hermanastros del hogar familiar.
Este Jefté fue nombrado Juez y caudillo israelita. El primer paso era sacudirse el yugo amonita, “hizo un voto al Señor diciendo: -Si entregares en mis manos a los hijos de Amón, la primera persona que saliere de los umbrales de mi casa y se encontrare conmigo cuando yo vuelva victorioso te la ofreceré en holocausto”.
La victoria fue apoteósica, y al regresar a casa salió a recibirlo su única hija. Jefté se rasga las vestiduras y le cuenta a la muchacha su terrible promesa; la muy tonta se resigna a su suerte y tan sólo pide que se le permita vagar dos meses por los montes en compañía de sus amigas llorando su virginidad, costumbre que se mantendrá entre las jóvenes hebreas todos los años. Evidentemente es un trasunto del episodio de Agamenón y su hija Ifigenia en Áulide.
JUECES 13 – 16.- Pues érase una mujer estéril a la que se apareció el Ángel del Señor anunciándole que parirá un hijo, tal hijo será un “nazareno” (nazoraios), un hombre consagrado a Dios “cuya cabeza no tocará navaja, no beberá vino ni sidra ni comerá cosa inmunda, y él ha de comenzar a libertar a Israel del poder de los filisteos”. Emocionadísima, corrió a contárselo a su marido, Manué, de la tribu de Dan, que se quedó encantado por la noticia. Cuando nació en niño le pusieron por nombre Sansón.
Con el tiempo Sansón bajó a Tamnata; y viendo allí una mujer filistea se enamoró de ella y le dijo a sus padres que la quería por esposa; éstos, israelitas de pura cepa, no iban a consentir que su querubín fuese a emparentar con una guarra fililistea. Pero como tiran menos dos carretas que poitrine de filistea los padres no tienen otra que reblar.
Sansón era un chulo piscina malcriado y propone a los jovenzanos del lugar el famoso acertijo del panal de miel en la calavera del león que desencadenará el delictuoso affaire de las túnicas. Por lo demás conviene que el querido lector vea la sin par película de D. Cecilio Blount de Mille “Sansón y Dalila”.
“Apoderóse de él después el espíritu del Señor, y fuese a Ascalón, donde mató treinta hombres, y quitándoles los vestidos se los dio a los que descifraron el enigma. Y enojado sobremanera volvióse a la casa de su padre. Entretanto su mujer, creyéndose abandonada, tomó por marido a uno de los amigos y compañeros de Sansón en las bodas”.
Cuando éste se entera se enciende en cólera, y ya puesto a incendiar ata teas encendidas a los rabos de 300 raposas y las soltó por los trigales filisteos, con lo que se perdió toda la cosecha.
Los filisteos a su vez, ya que no podían apresar a Sansón, quemaron a la ex-novia y al padre de ésta. No obstante pronto dieron con su paradero: una cueva en Judea, y fueron a prenderlo; craso error, pues él solo, con una quijada de burro, mató a mil filisteos sin despeinarse. “Y Sansón, elegido juez, gobernó a Israel veinte años en tiempo de guerra de los filisteos” (Jueces 15:20).
JUECES 16.- “Fue después Sansón a Gaza donde vio a una mujer pública y entró en su casa”. Los filisteos lo descubren y ponen centinelas en la puerta, a continuación cierran las puertas de la ciudad y se preparan para darle su merecido.
A media noche, Sansón se levanta sigiloso del lecho y logra burlar la vigilancia de los guardianes; llega hasta la muralla mas, encontrando las puertas atrancadas, las arranca de cuajo y se las lleva hasta lo alto de un monte.
“Después de esto enamoróse de una mujer que habitaba en el valle Sorec llamada Delihlah”. Y esa zorra fue su perdición.
Sansón acabó con las cuencas de los ojos vacías haciendo de burro en un molino. Dagón se moría de risa.
En un banquete multitudinario ritual en honor de este dios, llevan a Sansón para que haga de payaso. “Es de advertir que el edificio estaba lleno de hombres y mujeres, y se hallaban allí todos los príncipes de los filisteos, y cerca de tres mil personas de ambos sexos, mirando desde las azoteas y techos del edificio las burlas que se hacían de Sansón”.
Pero les salió el pan en una torta, como es de todos sabidos, pues al grito de “muera yo con los filisteos”, el circo acabó en tragedia. Luego acudió su familia y lo enterraron en el sepulcro de su padre, el gitano Manué.
Parece ser que Sansón sería nombre de raíces indoeuropeas, que significaría “hijo del Sol” (similar al inglés sun-son); y toda su historia una leyenda típica de héroe solar.
NOTA.- Fueron los filisteos el peor enemigo de Israel; estaban asentados en la zona costera del sur de Palestina (de ellos tomó su nombre la región), donde llegaron de rebote hacia el año 1200 a.C. tras ser rechazados en el delta del Nilo por Ramsés III. Formaban parte de la coalición de los llamados Pueblos del Mar, y eran llamados "peleset" por los egipcios. La Biblia les adjudica un origen cretense, y no podría descartarse una procedencia egea, aunque también podrían haberse helenizado una vez asentados en canaán como consecuencia de intercambios comerciales con pueblos micénicos. Así pues, casi llegaron a la vez filisteos e israelitas. Probablemente los fillisteos no eran muy numerosos, pero tenían una elevada cultura, monopolizaban en la región el trabajo del hierro y tenían una sólida y eficaz organización militar, a lo que hay que añadir la indiscutible superioridad que les conferían sus armas de hierro y sus carros de guerra. Nunca llegaron a ser totalmente sojuzgados, antes bien, hasta el reinado de David ellos tenían la hegemonía en el sur y centro de Palestina. Si no lograron hacerse con el control de la zona es porque estaban organizados en ciudades-estado, y nunca quisieron unirse; estrategia que sí utilizaron los israelitas, y eso, a la postre, les dio la victoria y el control de Palestina.
JUECES 17.- “Hubo en aquel tiempo un hombre de las montañas de Efraím, llamado Micás”. Este Micás manda fundir 200 monedas de plata (creo que en aquel tiempo no había acuñación de moneda) para fabricar un ídolo, que coloca en su casa y ni corto ni perezoso se autonombra sumo sacerdote. La Biblia lo justifica: “En aquellos días no había rey en Israel; sino que cada cual practicaba lo que le parecía mejor” (Jueces 17:6).
Al poco tiempo conoció Micás a un joven levita y lo convenció para que se quedara en su casa como sacerdote a cambio de un buen sueldo. Y pensó Micás: “Ahora estoy convencido de que Yahveh me será favorable, pues tengo conmigo un sacerdote del linaje de Leví”.
JUECES 18.- Este episodio de Micás parece que sucede al poco de morir Josué, pero históricame no tiene ningún sentido.
“En aquellos días no había rey en Israel, y la tribu de Dan andaba buscando tierra para habitar”. Cinco danaítas partieron en misión exploratoria, y paran en casa de Micás. Allí conocen al levita y le piden augurio para su misión, el cual les dice que el éxito será rotundo. Y en efecto, encuentran una pacífica ciudad, Lais, que reúne todos los requisitos para ser asaltada impunemente. De vuelta al campamento los danaítas organizan un ejército de 600 hombres y se preparan para la invasión. Como les pilla de camino, paran otra vez en casa de Micás y roban las vestiduras sagradas y el idolillo; al descubrirlo el levita le ordenan callar y le proponen que vaya con ellos como sacerdote, proposición a la que accede. Micás entra en escena y le recrimina su traición, de paso exige a los danaíta que le devuelvan sus pertenencias; éstos lo convencen con el sólido argumento de que puede darse por contento con seguir vivo.
Sigue la tropa su camino, “y llegando a Lais hallaron aquel pueblo tranquilo y descuidado, y lo pasaron a cuchillo e incendiaron la ciudad”. Y en aquel chamuscado solar se quedaron a vivir los danaítas y colocaron el ídolo de Micás.
Lo cuál demuestra que la idolatría siguió vigente mucho tiempo entre los israelitas.
JUECES 19.- Es la historia del terrible crimen de los gabaonitas, de la tribu de Benjamín; trasunto de la historia de Sodoma con Lot y los ángeles, y el final del rapto de las sabinas. La cosa acabó en guerra civil y en el cuasi exterminio de la tribu benjaminita.
Y así, con este hecho ta execrable, acaba el libro de los Jueces, y se vuelve a insistir machaconamente en que “en aquellos días no había rey en Israel, sino que cada cual hacía lo que mejor le parecía”.
LIBRO DE RUT
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RUT 1.- Este libro es una prolongación del anterior tratado.
Debido a la hambruna, un judío de Belén se vio obligado a emigrar a la tierra de Moab junto con su familia. Este hombrecico respondía por Elimelec, y su mujer Noemí. Pero al poco murió Elimelec, dejando viuda y dos hijos. Noemí, con grandes esfuerzos fue sacando adelante a los dos mardanos, y cuando estuvieron en edad de merecer matrimoniaron con mujeres moabitas: Orfa y Rut.
Mas, poco dura la alegría en casa del pobre, pues a los diez años ambos muchachos fallecieron, con lo que se incrementó el número de viudas grandemente.
Noemí, sin ya nada que la ate a esa región, decide regresar a Judá, pero las nueras le dicen que no la abandonarán. Loable actitud. La anciana no quiere que las chicas se entierren en vida cuidando a una vieja, y las anima a permanecer en Moab y buscar nuevo marido. “Orfá besó a su suegra y volviose, mas Rut se quedó”, y ante la insistencia de la suegra díjole el famoso discurso. Noemí quedó convencida, agradecida y admirada por tanta lealtad y abnegación; eso era una nuera.
En Belén fue recibida con grande alborozo, mas Noemí dijo a sus paisanos: “No me llaméis Noemí (graciosa) sino Mara (Amara=amarga) porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura”.
Rut decide sacar a las dos adelante, y pide permiso para recoger las espigas sobrantes de los segadores que servían a Booz, un rico agricultor que, casualmente, era pariente consanguíneo de Elimelec.
Quedó Booz prendado del recato, belleza y noble proceder de la muchacha, que no había consentido en dejar abandonada a su suegra, así que decide ayudarla de forma discreta al principio y al poco directamente la pone en plantilla como espigadora.
Sabedora Noemí de que el patrono de Rut es Booz, le da instrucciones para que se eche a sus pies y espere la reacción de éste, pues como pariente cercano casi está obligado a desposarla. ¡Qué más quería Booz, que estaba coladito por la chica! Lo malo era que había otro pariente más cercano que tenía más derechos sobre Rut (así era la Ley mosáica), pero hablando se entiende la gente y el cuento acabó con Booz y Rut felices y comiendo perdices y engendrando a Obed que fue el padre de Isaí, que fue el padre del futuro rey David.
SAMUEL
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1 SAMUEL 1 - 3.- “Hubo un hombre en Ramataimsofim, en las montañas de Efraím, llamado Elcana [...] que tenía dos mujeres, una llamada Annam y la otra Fenenna”
Ana era estéril y sufría mucho, además Fenenna no cesaba de zaherirla por ello. Un día Ana hace un voto ante Helí, sacerdote de Yahveh: si tiene un hojo lo consagrará a Dios y lo hará Nazareno (nazoraios).
“Elcana conoció a Ana, su mujer, y el Señor se acordó de ella”. Parió un varón que fue consagrado a Dios, como había prometido la Sra. Ana, y lo llamó Samuel.
Samuel estaba al servicio de Helí, pero éste tenía 2 hijos que eran unos malvados y se quedaban con los holocaustos pacíficos, de suave olor que en honor de Yahveh se inmolaban. Samu era un encanto, y “Helí bendijo a Elcana y su mujer”, como resultado “el Señor visitó a Ana, la cual concibió y parió tres hijos y dos hijas. Entretanto el niño Samuel iba haciéndose grande en la presencia del Señor”. Es curioso el término “el Señor visitó a Ana”, la misma acción que padeció Nuestra Señora, la Virgen María, ¿eran, por tanto, los tres hijos y las dos hijas, vástagos de Yahveh, igual que N.S. Jesucristo?.
“Helí, empero, era muy viejo, y llegó a saber el modo en que se portaban sus hijos con todo el pueblo, y que dormían con las mujeres que venían a velar en la puerta del Tabernáculo”. Probablemente fuesen casos de prostitución ritual; en cualquier caso Helí les recriminó su execrable conducta, pero ellos como el que oye llover. “Vino a la sazón, un varón de Dios a Helí”, el cual le echa un responso de no te menees, dejándole claro que Yahveh está ofendidísimo y que, por tanto, piensa destituirlo de su cargo.
“Entre tanto, el joven Samuel seguía sirviendo al Señor bajo la dirección de Helí”, y comienza a recibir en exclusiva los mensajes de Yahveh. Decididamente, el viejo sacerdote había caído en desgracia.
1 SAMUEL 4.- “Sucedió por aquellos días que los filisteos se juntaron para hacer la guerra. Israel se puso también en campaña para combatir a los filisteos, y acampó junto a la Piedra del Socorro. Los filisteos, por su parte, avanzaron hasta Afec”.
Recordemos que, hacia el año mil, seguían llegando oleadas de los pueblos del mar; los filisteos han ocupado la costa y el sur de Canaán, de ellos, los peleset tomará nombre la zona: Palestina. Posiblemente sean de ascendencia helénica, lo que explicaría la abundante concomitancia entre los mitos hebreos y griegos.
Volvamos al párrafo anterior, donde filisteos e israelitas están a punto de enfrentarse. La batalla fue desastrosa para el Pueblo Elegido, dejando más de 4000 muertos en la refriega.
Rehecho el ejército, deciden traer de Silo el Arca de la Alianza, pues estando Yahveh en medio de su pueblo, la victoria está asegurada. Craso error. “Dieron pues los filisteos batalla, y quedó derrotado Israel, y todos huyeron a sus casas. El destrozo de los israelitas fue tan grande que treinta mil infantes quedaron muertos. Fue tomada el Arca de Dios, y muertos los dos hijos de Helí: Ofní y Finees”.
Cuando Helí se entera del desastre, cae desmayado hacia atrás, partiéndose el cuello. Tenía el hombre 98 años.
1 SAMUEL 5.- Los filisteos no tienen otra ocurrencia que llevar el Arca de la Alianza a la ciudad de Azoto, e instalarla en el templo de Dagón, a los pies del terrible ídolo. Naturalmente, desde ese día comienzan a sucederse los prodigios; para abrir boca, la estatua del dios pagano aparece caída y destrozada. “Tras eso, la mano de Yahveh descargó terriblemente sobre los azocios, y los asoló e hirió a los de azoto en la parte más secreta de las nalgas. Al mismo tiempo las aldeas y campos de aquel país comenzaron a bullir y apareció una gran cantidad de ratones, con lo que toda la ciudad quedó consternada por la gran mortandad que causaban”
Así que los azocios pidieron que el Arca maldita fuese trasladada a otro lugar “y conforme la iban conduciendo de ciudad en ciudad el Señor descargaba su mano sobre ella, causando una mortandad grandísima; y hería a los moradores de cada pueblo, desde el menor hasta el mayor, de modo que sus almorranas hinchadas y caídas se corrompían, por lo que los geteos discurriendo entre sí se hicieron unos asientos de pieles”. Nadie quería tener en su aldea semejante trofeo.
1 SAMUEL 6.- “Estuvo, pues, el Arca del Señor en el país de los filisteos por espacio de siete meses”, y hartos de tanta aflicción y sufrimiento deciden devolvérsela a sus legítimos dueños, no sin antes construir un exvoto en oro en forma de almorrana y de ratón para aplacar la furia de Yahveh. Las ciudades implicadas eran; Azoto (Asod), Gaza, Ascalón, Get y Acarón.
Por fin llegó el cofre sagrado a territorio hebreo, a Betsamés, donde hubo grande alborozo. Mas poco dura la alegría en casa del pobre, porque algunos curiosos abrieron la tapa para ver su interior, con el resultado de que 70 ediles y cincuenta mil vecinos del lugar cayeron fulminados. Y es que Yahveh se gasta muy pocas bromas.
“Vinieron, pue, los de Cariatiarim y llevaron el Arca de Yahveh y la colocaron en casa de Abinadab, que habitaba en Gabaa; consagrando a su hijo Eleazar para que cuidase del Arca”.
Deshechos del Arca, los filisteos retornan a su deporte favorito de atacar a los israelitas; pero esta vez les salió el tiro por la culata. Los hebreos habían aprendido la lección y se habían convertido en fieles adoradores de su único y amadísimo Dios. “Mientras Samuel ofrecía el holocausto, comenzaron los filisteos el combate contra Israel; mas el Señor tronó aquel día con espantoso estruendo contra los filisteos, y los aterró de tal suerte que fueron derrotados por Israel [...] y fueron restituidas a Israel las ciudades que los filisteos le tenían usurpadas, desde Acarón hasta Get, y libró Samuel a los israelitas de mano de los filisteos, y hubo paz entre Israel y el amorreo”.
1 SAMUEL 8.- Samuel fue un buen juez para Israel, mas al llegar a la vejez pretendió hacer su cargo hereditario, y sus dos hijos ejercían funciones de Gobierno. Joel y Abia se llamaban los vástagos, y resultaron ser un par de corruptos impenitentes.
Ante tal estado de cosas, el pueblo –siempre sabio y soberano- pidió que se nombrase un rey. Lo cuál que desagradó sobremanera a Samuel, pues Israel no debía tener más rey que Yahveh (y Helí y Sucesores S.L. los gestores de su poder).
Yahveh, no podía creer lo que estaba viendo, y habló a Helí diciéndole que accediera a las peticiones de la chusma. Si no lo querían a Él como rey, que eligieran un humano, pero ya tendrían tiempo de arrepentirse.
Samuel advierte al pueblo que el rey será un tirano odioso, “pero el pueblo no quiso dar oídos a las razones de Samuel”. Debían de pensar que ya estaba muy alto el listón con Yahveh.
NOTA.- Sin centralización y sin organización de base jerárquica, Israel corría el riesgo de grave desmoronamiento, de verse arrollado. La asfixiante presión de sus vecinos hacía necesaria la institución de la monarquía. Saúl, aunque ungido rey, aparece como el continuador de la linea de líderes cariamáticos que fueron los jueces. Curiosamente, en Samuel 10:1 leemos que Saúl es ungido como naguid, cargo tradicional de la llamada liga anfictiónica con sentido cercano al comandante militar.
1 SAMUEL 9 – 10.- Cis era un varón de la tribu de Benjamín que envió a su hijo Saúl junto con un criado en busca de unas pollinas que se le habían escapado. Como no las encontraba, pidió ayuda a Samuel, afamado juez, profeta y vidente, todo en uno.
Yahveh comunica a Samuel que Saúl es el hombre elegido por Él para que reine sobre los ingratos israelitas. Y Saúl fue ungido rey por Samuel ¡qué remedio!
Para que no se mosquee la plebe, Samuel comunica al respetable que va a procederse a un imparcial sorteo que decidirá el preclaro varón cuyas sienes ceñirán la corona del nuevo reino.
Entre las 12 tribus, la agraciada fue la de Benjamín, de cuyas familias (gens) salió Metri; y de los metris el tocado por la fortuna fue Saúl, hijo de Cis. “Fueron, pues, corriendo, y trajéronlo de allí; y así que estuvo en medio del pueblo, se vio que era más alto que todos los demás, todo lo que va de hombros arriba”. Hubo vítores y aclamacion general. A Samuel le faltó tiempo para escribir en un libro la Ley de la Monarquía, que expuso al pueblo y luego guardó en el Tabernáculo.
Saúl se fue a su casa, seguido por el ejército en loor de multitud. “Al contrario, los hijos de Belial dijeron: -¿Por ventura podrá este salvarnos?.
Y lo despreciaron, y no le ofrecieron los donativos, mas él disimuló, haciendo como que no lo entendía”
1 SAMUEL 11.- Al cabo de un mes, Naas, ammonita, inicia una campaña y ataca Jabes, en Galaad. Los jabeses intentaron negociar una rendición digna, pero “respondióles Naas: -Haré alianza con vosotros sacándoos a todos el ojo derecho, y poniéndoos por oprobio e todo Israel”.
Desesperados los de Jabes envían mensajeros a Gabaa, la patria de Saúl, en busca de ayuda. Como ya es tradicional en tantas leyendas, Saúl está arando cuando recibe la noticia: “Al oírlo quedó arrebatado del Espíritu del Señor, e irritado sobremanera”. A continuación despedazó sus bueyes de labranza y despachó los restos a todos los rincones de Israel con el siguiente mensaje: “-Así serán tratados los bueyes de todo aquél que no saliere en campaña, y no siguiere a Saúl y Samuel.
Con esto se apoderó del pueblo el temor de Yahveh, y salieron todos, como si fueran un hombre solo”.
Reúne el monarca hebreo 300 mil hombres divididos en tres cuerpos que destrozan el ejército amonita.
Es de notar que Saúl deja claro que los líderes de Israel son tanto él como Samuel, pronto cambiará de actitud.
1 SAMUEL 12.- En el versículo 12 se nos aclara que la petición de un rey surge ante el avance de Naás, el rey amonita.
1 SAMUEL 13.- “Era Saúl, cuando comenzó a reinar, inocente como un niño y reinó así dos años sobre Israel”. Nuestro monarca decide pasar la ofensiva, y con una tropa de tres mil hombres pone en jaque a las guarniciones filisteas. Su lugarteniente era Jonatás, su hijo.
Sucedió que se preparaba una gran batalla en que los filisteos superaban en número a los hebreos. Antes de entrar en combate era necesario que Samuel ofreciese un sacrificio a Yahveh, pero pasaban los días y Samuel no aparecía. El desánimo va cundiendo entre el ejército del Señor, y Saúl decide acabar con esa situació celebrando él mismo el holocausto. Como pasa en estos casos, nada más acabar el ritual, aparece Samuel con la sotana, a buenas horas; por supuesto, al enterarse de lo sucedido, maldice a Saúl, vaticinándole que pronto perderá su reinado a favor de otro más digno que él. Dicho esto, dio media vuelta y se alejó camino de la tierra de Benjamín.
A continuación viene un paréntesis donde se nos explica que los hebreos no contaban con herreros, pues tal monopolio estaba en manos de los filisteos, y sus armas eran de inferior calidad. Recordamos que estamos hacia el año mil, época de la revolución técnica del hierro, metal dominado por ciertos grupos indoeuropeos, como los hititas o los filisteos.
1 SAMUEL 14.- Comenzó a descollar Jonatás con hechos individuales de valor, como por ejemplo el día en que él y su escudero acabaron con una patrulla de 20 filisteos.
Todo lo que viene a continuación es harto confuso; parece ser que estas hazañas de Jonatás desencadenan una guerra civil entre los filisteos. A la vez nos enteramos de que muchísimos israelitas se habían pasado al bando filisteo.
De todo ello deducimos:
a.- Los filisteos eran el grupo dominante de Palestina
b.- Los israelitas eran tributarios suyos.
c.- Estalló una guerra entre algunas ciudades filisteas por lograr la hegemonía, y contrataron soldados hebreos como mercenarios.
d.- Que ante este río revuelto, Saúl aprovecha para iniciar una revuelta del Pueblo de Dios contra los opresores filisteos.
Logra Saúl una gran victoria y en un arranque de locura y fanatismo, juramentó a su ejército a no probar bocado hasta no haber exterminado al ejército filisteo que huía en desbandada.
Pero Jonatán, que no sabía nada de la prohibición, comió miel silvestre. Al enterarse Saúl, sólo le quedan dos opciones, matar a su hijo o dejar de perseguir al enemigo. A instancias del pueblo elige esto último.
“Por lo demás, en todo el tiempo de Saúl hubo guerra muy viva contra los filisteos”
1 SAMUEL 15.- Un buen día aparece Samuel con un mensaje de Yahve, sacando a relucir el episodio de cuando en el Éxodo los amalecitas no dejaron al Pueblo Elegido cruzar por su territorio.
“Ve pues, ahora y destroza a Amalec, y arrasa cuanto tiene: no lo perdones, ni cojas nada de sus bienes, sino mátalo todo, hombres y mujeres, muchachos y niños de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos”
Y Saúl marchó cantra los amalecitas, y los derrotó y pasó a cuchillo a todo el pueblo, pero dejó vivo a su rey, Agag; además el ejército hebreo se quedó con los bienes y rebaños de los vencidos, lo que irritó grandemente a Yahveh por no haber ejecutado sus sangrientos mandatos.
Por lo que Samuel le comunica la irrevocable decisión del Todopoderoso de quitarle el poder. Luego ordena que lleven a su presencia al pobre Agag, hombre orondo que estaba temblando de miedo, y no era baladí su temor, pues Samuel “lo hizo pedazos delante de Yahveh en Gálgala. Y retiróse Samuel a Ramata, y Saúl a su casa de Gabaa; y no volvió jamás Samuel a visitar a Saúl en toda su vida. Sin embargo, lloraba por Saúl, porque el Señor se había arrepentido de haberlo constituido rey de Israel”.
1 SAMUEL 16.- Yahveh recriminó a Samuel su llanto por Saúl, y le dijo que se encaminase a Belén, pues allí tenía que ungir al nuevo rey: David, el hijo menor de Isaí. “Era David un joven rubio de gallarda presencia y hermoso rostro”. Samuel derramó el óleo sagrado sobre su cabeza, y el Espíritu de Yahveh entró en David. “Al contrario, el Espíritu de Dios se retiró de Saúl; y atormentábalo un espíritu maligno por permisión del Señor”.
Para aplacar la depresión que le producía el espíritu maligno acepta Saúl el consejo de su sirviente: oír música. Buscan un hábil tañedor de arpa que no es otro que el ínclito David, y en seguida se gana el corazón del rey.
1 SAMUEL 17 – 20.- Seguían los enfrenamientos entre israelitas y filisteos. “Y salió de los reales de los filisteos un hombre bastardo, llamado Goliat, natural de Get, cuya estatura era de seis codos y un palmo”, para retar en singular combate a los hebreos, mas ninguno recoge tan gigantesco guante.
David, indignado por la cobardía de sus paisanos, acepta el desafío: Goliat morirá de una certera pedrada en su necia frente.
Los filisteos quedan aterrados y huyen en desbandada; los israelitas, pletóricos de moral, los van acuchillando sin piedad. Saúl felicita a su joven arpista por hazaña tan portentosa. “Al punto que David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán se unió estrechamente con el alma de David; y amóle Jonatán como a su propia vida”.
David se queda a vivir en la corte de Saúl, lo cual permite que intime mucho más con Jonatán y que aumente su amor: “De aquí es que se quitó Jonatán la túnica que vestía, y diósela a David junto con otras ropas suyas, hasta su espada y arco, y aún el tahalí”.
Dio Saúl a David algún mando sobre gente de guerra, logrando éste éxitos clamorosos.
“Las mujeres, en sus danzas, cantaban: -Saúl ha matado a mil, pero David a diez mil”.
El rey se llenó de celos contra su niño cantor, hasta el punto que un día arremetió contra David con una lanza. Afortunadamente logra esquivar los golpes.
Al poco, se tranquiliza y le da en matrimonio a Merob, su hija mayor. No se consumará el matrimonio porque el orate de Saúl se echa otra cuenta a última hora y decide que Merob se casará con el molatita Hadriel.
Lo que en realidad busca Saúl es la ruina caracolera de David, así que aprovechando que Micol –la otra hija de Saúl- estaba enamorada del pastorcillo le hace creer que la tendrá como esposa si aporta como dote 100 prepucios de filisteos. “Pero la intención de Saúl era hacer caer a David en manos de los filisteos [...] Y de allí a pocos días marchó con la gente que comandaba y mató a doscientos filisteos”. Y con doscientos prepucios humeantes encima de la mesa, a Saúl no le quedó más remedio que darle por esposa a Micol.
Con esto el odio y el recelo de Saúl por David se multiplicó hasta lo indecible, y habló a su hijo Jonatán y a sus allegados para que lo mataran. Mas Jonatán puso a su amigo sobre aviso.
A pesar de todo, seguía David ejerciendo como terapeuta musical en la corte. Un día, mientras tocaba plácidamente el arpa, Saúl intentó atravesarlo con una lanza, pero el muchacho, ágil y con reflejos, logró esquivar el proyectil y huyó presuroso.
1 SAMUEL 21 - 23.- “Partió después David a Nobe a encontrar al Sumo Sacerdote Aquimelec”. Éste, como no tiene otra cosa, lo aprovisiona con los panes sagrados (evidentemente coaccionado) y le da la espada de Goliat. Cuando Saúl se entera, ordena que maten a los sacerdotes de Nobe junto con sus familias. Nadie se atreve a cometer semejante sacrilegio, sólo Doeg, el idumeo, levantará su espada contra estas gentes consagradas a Dios. De la matanza escapa Abiatar, hijo de Aquimelec, que será acogido por David.
En 1 Samuel 22:2, vemos cómo David se convierte en un fugitivo que encabeza una partida de parias y desposeídos hasta sumar un temible ejército de 400 hombres.
Y así estaba el asunto, como una partida de tres –Saúl, David y filisteos- en un “todos contra todos”.
1 SAMUEL 24.- Un día, casualmente, entró Saúl en una cueva a cagar. Y mira por dónde, en lo más hondo de la gruta estaba David con los suyos. Sigilosamente se acercó y cortó la orla del manto regio, de esta forma pensaba demostrarle que podía haberlo matado de haber querido, y así se lo hizo saber cuando salía de la cueva. Saúl, transtornado, le pidió perdón y entre sollozos suplicó a David que jurase que nunca haría daño a su familia, pues tenía claro que el favor de Yahveh recaía ahora sobre el joven bandido, y tarde o temprano sufriría un trágico final a sus manos. David juró, y luego cada uno se fue por su lado.
1 SAMUEL 25.- Muere Samuel. David pasa al desierto de Farán.
Era Nabal un hombre riquísimo que estaba casado con la bella y prudente Abigail; sus rebaños pastaban en el Monte Carmelo. Envióle David emisarios en petición de impuesto revolucionario, pero Nabal echólos con cajas destempladas. David tomó las armas y se dirigió a la hacienda del oligarca para hacerle pagar cara su insolencia. Abigail, enterada de todo, reúne gran cantidad de víveres e intercepta el camino del hebreo con intención de aplacarlo. Sus artes de mujer surten efecto y el bandido se da por satisfecho.
“Al cabo de diez días el Señor hirió de muerte a Nabal, el cual murió”. En cuanto lo supo David, le faltó tiempo para pedirle que fuera su esposa. Ella accedió encantada. “Además de ella, tomó David a Aquinoam, natural de Jezrael, y ambas fueron esposas suyas. Pero ya antes, Saúl había dado su hija Micol, mujer de David, a Falti, hijo de Lais, que era de Gallim”.
1 SAMUEL 26.- De nuevo logra David infiltrarse en el campamento de Saúl y le demuestra que podría haberlo matado. Saúl vuelve a pedirle perdón y de nuevo le ruega que vuelva con él, que no le hará daño, pero David no lo cree y sigue su camino. Este episodio es una repetición del cap. XXIV y sirve para justificar que David sirviera como mercenario en tierra de filisteos.
1 SAMUEL 27.- “Y así David partió con sus seiscientos hombres y se fue a Aquis, rey de Get, hijo de Maoc. Y habitó David en Get con Aquis, él y los suyos, cada cual con su familia, y David con sus dos esposas, Aquinoam, jezraelita, y Abigail, viuda de Nabal, del Carmelo”.
Aquis asienta al contingente hebreo en la ciudad de Siceleg, donde estarán un año y cuatro meses. La tarea de David es bien simple: realizar correrías por tierras de amalecitas y judíos y dar parte del botín a Aquis. “Y asolaba David todo el país, sin dejar con vida hombre ni mujer; y llevándose ovejas y bueyes y asnos y camellos y ropa; daba la vuelta y se presentaba a Aquis”.
David no tenía compasión con sus paisanos tribales: “No dejaba David hombre ni mujer con vida, ni conducía prisionero alguno a Get, -no sea acaso –decía –que hablen contra nosotros”.
Al ver el rey filisteo que David no dudaba en masacrar a su propio pueblo quedó convencido de la inquebrantable fidelidad del judío.
1 SAMUEL 28.- Decidieron los filisteos llevar a cabo una campaña contra los israelitas; por supuesto David y sus seiscientos macarras combatirán en el lado filisteo.
Cuando Saúl ve el ejército enemigo queda aterrado y, puesto que Samuel ha muerto, busca una pitonisa que invoque el espíritu del fallecido y le dé consejo. Y así se hace, encuentran a una bruja que conjura el espíritu del último juez y éste se manifiesta bastante enfadado por haberlo sacado de su eterno sueño, máxime cuando la voluntad de Yahveh no ha cambiado: Saúl perderá el reino y morirá junto con sus hijos en la batalla.
1 SAMUEL 29.- Mas los jefes filisteos no se fían de los mercenarios hebreos y así se lo manifiestan a Aquis. Éste, intenta tranquilizarlos y les asegura que son de total confianza, pero el recelo es muy grande y Aquis se ve obligado a pedirle a David que abandone la formación y regrese con su mesnada a Síceleg. “Dijo David a Aquis: -Pues ¿qué he hecho yo y qué has visto en mí, siervo tuyo, desde el día en que me presenté a ti hasta hoy para que no pueda ir yo a pelear contra los enemigos del rey, mi señor?”. El filisteo agradece tales palabras, que muestran bien a las claras su lealtad, pero le ruega comprenda la presión a la que está sometido por parte de sus aliados y reitera su decisión.
1 SAMUEL 30.- Al cabo de tres días llegan a Síceleg, y se encuentran con que los amalecitas habían incendiado la ciudad, secuestrando a sus habitantes y robando rebaños y enseres. Llena de furia, se amotina la tropa y quieren lapidar a David por haber dejado la ciudad desguarnecida. Afortunadamente logra calmarlos y se ponen en pronta fuga de los amalecitas. El azar les sonríe y tópanse con un esclavo egipcíaco que, abandonado a su suerte por los de Amalec, hará de guía para los hebreos.
Por fin llegan a la guarida de los amalecitas. “Cargó David sobre ellos, y los siguió acuchillando desde aquella tarde hasta la tarde del día siguiente; y no escapó nadie, excepto cuatrocientos jóvenes que, montando en sus camellos, echaron a huír”. Y todo fue recuperado sin daños, tanto personas como animales y enseres.
1 SAMUEL 31.- “Entre tanto se dio la batalla entre los filisteos e israelitas”. El desastre para éstos fue total. Los tres hijos de Saúl –Jonatán, Abinadab y Melquisua- caen muertos en combate, y el mismo Rey prefiere suicidarse arrojándose sobre su espada. Cuando los filisteos hallaron su cadáver, le cortaron la cabeza, y colgaron su cuerpo en la muralla de Betsán.
El reino de Israel había desaparecido.
2 SAMUEL 1.- Al tercer día de la aplastante derrota aparece en Siceleg un amalecita con un curioso regalo para David: la diadema y el brazalete reales. Éste no sale de su asombro y el recadero le explica que estuvo con Saúl en sus últimos minutos de vida, y que le pidió que lo matara, cosa que llevó a efecto por caridad. Luego cogió del cadáver las insignias reales y se las entregaba a David, al entender que era su justo heredero.
Lamentablemente, le salió al amalecita el tiro por la culata, la recompesa que recibió fue el filo de una espada hebrea.
David lloró grandemente la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán, compuso un poema fúnebre y se dirigió a Hebrón de Judá para ser ungido nuevo rey.
Obviamente, los filisteos son los que encumbran a este nuevo rey, supuestamente títere. Entre tanto, los israelitas se reorganizan y preparan la resistencia; Abner, mano derecha de Saúl, nombra rey de Israel a Isboset, hijo de Saúl, que a la sazón tenía 40 años.
De lo cual se deduce que:
1.- La derrota de Saúl no fue tan aplastante ni decisiva.
2.- La división entre israelitas y judíos era evidente y rotunda, y por tanto la guerra civil será inevitable.
3.- El desencuentro entre ambos grupos será irreversible.
4.- David cuenta con el apoyo filisteo.
Los ejércitos de ambos reinos se encuentran en Gabaón; Abner comanda a los israelitas y Joab a los judíos.
Para minimizar bajas, deciden celebrar unas justas en que contienden los mejores guerreros de cada bando, pero la cosa termina en batalla campal, con los de David en clara ventaja y los enemigos en fuga.
Abner, el cabecilla israelita, es perseguido por Asael, hermano de Joab. En un momento dado, Abner grita a su perseguidor que deje de acosarlo “o me veré obligado a dejarte clavado a la tierra con mi lanza, y luego no podré mirar a la cara a tu hermano Joab”. Pero el judío no hace caso ni a las amenazas ni a la apelación de la amistad con su hermano y al final muere de un lanzazo que le propina Abner.
Al anochecer, éste se encuentra con Joab y le propone un armisticio: - “¿No se saciará de sangre tu espada sino hasta el total exterminio?”. Esto, sumado a un gran número de sensatas razones, convencen a Joab de que no tiene sentido prolongar el enfrentamiento armado, y cada uno se vuelve por donde ha venido.
En esta escaramuza, los judíos tuvieron 20 bajas, “pero las gentes de David mataron a 360 de los benjaminitas y demás gente de Abner”.
No obstante, y como es lógico, la guerra continuó. Poco a poco, David iba consiguiendo ventaja.
Respecto al rey Isboset, diremos que era un hombre de paja, y que el auténtico gobierno israelita era detentado por Abner; éste decide tener un hijo con Resfa, una de las esposas de Saúl. Hasta ahí podíamos llegar, Isboset no está dispuesto a consentir tal villanía, y así se lo hace saber al insolente Abner, éste se ve en la penosa obligación de recordarle al ofendidísimo reyezuelo que, si está en el trono y mantiene la cabeza unida al tronco, es gracias a él. “No se atrevió Isboset a replicarle, porque lo temía”. Mas de poco sirvió tanta prudencia y temor, porque Abner, despechado, ofreció sus servicios a David; el cual acepta su vasallaje a cambio de que le entregue a Micol, hija de Saúl y antigua esposa de David. Y, en vista de cómo está la situación, se la pide David a Isboset directamente. Éste, cobardemente, ordena que se la quiten a su actual marido Faltiel, y se la factura al jefe judío.
A la vez, Abner se va poniendo en contacto con todos los ancianos de Israel para que acepten a David como nuevo rey, el cual, lleno de júbilo, da un banquete de bienvenida al traidor israelita, que llega con un séquito de veinte personas. Pero Joab, que no olvidaba quién había matado a su hermano Asael, asesina traicioneramente al egregio invitado. David, escandalizado, maldice tanto a Joab como al otro hermano Abisaí, sin embargo decide mantenerlos a su lado, pues eran buenos y fieles comandantes y, sobre todo y a fin de cuentas, le han hecho un inmenso favor con cargarse al veleidoso y díscolo Abner.
Isboset está rodeado de soledad y de miedo. Sólo cuenta con dos compañías de tropas ligeras comandadas por los benjaminitas Baana & Recab Hermanos S.L; pero estas ratas han decidido también abandonar el barco antes de que se hunda del todo, no sin antes llevarse con ellos la cabeza del infeliz Isboset. Y se la entregan a David como presente navideño, sin embargo de nuevo yerran en sus apreciaciones porque, lejos de congraciarse con el judío, lo que de verdad consiguen es que sus cabezas sigan el mismo destino que la del finado Isboset.
2 SAMUEL 5.- Y por fin todas las tribus israelitas se presentan en Hebrón para rendir pleitesía a su nuevo amo y señor, y ungirlo como rey indiscutible.
“Treinta años tenía David cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta. En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá”.
Su primera acción como nuevo rey de Israel, será la toma de Jerusalén, inaccesible bastión en manos de los jebuseos. Supondrá una hazaña militar.
En 2 Samuel 5:6 asistimos a un extraño pasaje traducido de muchas maneras, y que viene a decir que, durante el asedio, los jebuseos se burlan de David diciéndole que no podrá tomar la plaza pues será rechazado por los ciegos y los cojos; o sea que para defender la plaza basta y sobra con poner a los minusválidos en las almenas, tan seguros están de la inexpugnabilidad de la urbe. David se toma en serio la chanza y ofrece una recompensa a quien “ataque a los jebuseos y, a través del sinnor, alcance a los ciegos y los cojos, a los cuales aborrece el alma de David y los arroje desde los muros; de donde viene el refrán: ni ciego ni cojo entrará en el Templo”.
En concreto, la palabra sinnor significa “tráquea”, pero también “conducto, canal, pasadizo”, porque parece ser que los judíos lograron introducirse en la ciudad a través de la canalización que, desde la fuente de Gihon, abastecía a Jerusalén de agua potable por el subsuelo. Aunque bien podría ser todo lo anterior un enrevesado juego de palabras que se nos escapa.
Hiero-Salem, la sagrada Salem, enclavada en un privilegiado lugar será la capital de Israel; contaba con la ventaja añadida de que no pertenecía a ninguna tribu, así pues cumplía perfectamente el requisito de neutralidad a la vez que se encontraba ubicada bastante cerca de su Judea natal, de donde recibía los incondicionales apoyos a su poder. En Jerusalén creará David una pequeña corte a imitación de las que tienen las grandes potencias de la zona; reforzará las fortificaciones, construirá nuevos edificios, “además Hiram, rey de Tiro, envió embajadores a David y le remitió madera de cedro y carpinteros y canteros para levantar edificios; y fabricaron la casa de David”. Luego amplió su harén, que un rey sin harén es como un jardín sin flores.
Y es, a estas alturas, cuando los filisteos se caen de la higuera y percátanse de que su reyezuelo títere se quiere emancipar; y, como a grandes males grandes remedios, envían un ejército para ponerlo en su sitio. Pero David no es Saúl; primero toma la iniciativa con un ataque sorpresa que logra dispersar las tropas enemigas “y los filisteos dejaron allí sus ídolos, los cuales fueron recogidos por David y su gente”.
En una segunda campaña llevará a cabo una maniobra envolvente que destroza la retaguardia filistea y le da una aplastante victoria con la que obtendrá la hegemonía de toda Palestina “desde Gabaa hasta la entrada de Gezer”
2 SAMUEL 6.- Reorganizó David el ejército, creando un grupo de élite formado por 30 mil hombres, con ellos parte en busca del Arca de la Alianza, “entonces David se puso en marcha con toda la gente de la tribu de Judá para traerse el Arca de Yahveh, sobre la cual es invocado el nombre de Yahveh de los Ejércitos que tiene su trono entre los querubines. Y pusieron el Arca de Dios en un carro nuevo, sacándola de casa de Abinadab, que habitaba en Gabaa”.
Los hijos de Abinadab guiaban la carreta, en un momento dado los bueyes se pusieron nerviosos y comenzaron a cocear, con lo que el Arca se tambaleaba peligrosamente. Oza, uno de los muchachos la sujetó para evitar males mayores, “y Yahveh, indignado en gran manera contra Oza, lo castigó por su temeridad, y quedó allí muerto junto al Arca de Dios”.
Para aplacar la furia Divina, David ordenó que se hicieran sacrificios durante el camino, mientras él bailaba desnudo danzas rituales. Cuando Micol lo vio llegar le reprochó su conducta, no encontraba razones por las que tuviese que llevar a cabo una danza tan obscena y exhibicionista, por más que la excusa fuera el mismísimo Yahveh. El buen Dios no opinaba igual y, desde ese mismo momento, la volvió estéril.
Pero ésta fue anécdota menor, lo importante es que el Arca sacrosanta ya estaba en Jerusalén; ahora lo que procedía era construir un templo que albergase el excelso cajón, y así se lo manifiesta al profeta Natán, mas éste, que tenía línea directa con el Altísimo, le hace saber que los planes del Señor son posponer la obra hasta la siguiente generación: será su hijo quien la lleve a término. Pues no se hable más.
Digamos, de paso, que David no erradicó el culto jerosolimitano de El-Elyon (Dios -Altísimo), entroncado con el sacerdocio de Melquisedec, rey de Salem (Génesis 14:18), sino que lo integró en el Yahvismo como un atributo más de Dios. Por otra parte, el Sumo Sacerdote de Jerusalén, Sadoc, se encargará de la custodia del Arca, siendo el origen del culto sadoquita.
2 SAMUEL 7 - 8.- Con el Arca en su poder, David está imparable:
- Derrota a los filisteos y deja de ser tributario suyo (de lo que deducimos que sus victorias, en los comienzos de su reinado, no habían sido tan decisivas, ni mucho menos).
- “También destrozó a los moabitas, haciéndolos tender en el suelo y los midió a cordel”. Era costumbre tumbar a los vencidos en el suelo y poner sobre ellos dos medidas de cordel que, consecutivamente iban recorriendo a todos los tumbados. Los abarcados por el primer cordel eran ejecutados, los del segundo salvaban la vida. Esta forma de diezmar al enemigo producía un efecto espectacular, mezcla de terror y síndrome de Estocolmo, que permitía controlar mucho mejor los territorios conquistados.
- “Destrozó igualmente David a Adarecer, hijo de Rohob, rey de Soba, [...] Acudieron los sirios de Damasco a socorrer a Adarecer, rey de Soba, y David pasó a cuchillo a veintidosmil de ellos, con lo que puso David guarniciones en Siria, que le quedó sujeta y tributaria”. Así pues, quedó dueño y señor de Siria, de Moab, de Ammón, de Filistea, de Amalec, de Soba y de Idumea.
Respecto a su equipo de Gobierno, diremos que el general en jefe era Joab; Josafat su consejero y cronista, Sadoc y Aquimelec los sumos sacerdotes y Saraías era su escriba. Por último, siguiendo la inveterada costumbre común a todo lugar y época, su guardia pretoriana estaba formada por extranjeros, en este caso filisteos, y su capitán era Banaías.
2 SAMUEL 9.- Para dejar todos los cabos atados y evitar un golpe de Estado, llama David al único descendiente de Saúl que sigue con vida, se trata de Mifiboset, hijo de Jonatán; era cojo y tenía un bebé llamado Micá. David sentó a Mifiboset a su mesa haciéndole honores de príncipe y, de allí en adelante, entró a formar parte de la corte davídica; de este modo tuvo un control absoluto de sus movimientos.
2 SAMUEL 10.- Murió el rey de los amonitas, heredando la corona su hijo Hanón. David, como buen diplomático, envía una embajada para dar el pésame. Las cosas se complican cuando Hanón –no sabemos si con razón o sin ella- acusa a los emisarios de espías y los escarnece rapándoles media barba y cortándoles la túnica de cintura para abajo, por lo que iban mostrando las vergüenzas.
Consciente el amonita de que esta acción es una declaración de guerra se apresura a contratar los servicios de treinta mil mercenarios siríacos. Que de nada sirvieron, pues son derrotados por Joab en dos batallas decisivas. “Al fin hicieron las paces con los israelitas, y se les sujetaron, y no se atrevieron más los sirios a prestar socorro a los amonitas”.
2 SAMUEL 11 – 12.- Pero al año siguiente de nuevo está Israel en campaña contra los amonitas, prueba de que las victorias no son tan decisivas ni el control de David tan absoluto.
Y sucedió que David se levantó de la siesta la mar de contento, y subió a la terraza a ver si con el fresco de la azotea se calmaban sus ardores, y lo que en realidad vio fue el escultural cuerpazo de Betsabé, esposa de Urías el hitita, que estaba siendo acariciado por las frescas aguas de un baño reparador. El resto de la historia es bien sabido, el problema comienza cuando la moza descubre que está preñada.
David hace todo lo posible para que Urías se acueste con la legítima, pero el muchacho además de manso es tonto y perro fiel que no consiente en holgar con la parienta mientras sus compañeros de armas están batiéndose el bronce con los amonitas. Así que David corta por lo sano y le envía a Joab la siguiente misiva: “Pon a Urías al frente en donde esté lo más recio del combate, y desamparadle para que sea herido y muera”.
Guardó Betsabé los 7 días de luto que marca la Ley, y al octavo pasó a palacio para convertirse en reina. Al tiempo parió un varón.
Pero aquí no termina la historia; Natán, inspirado por Yahveh (of course) pone a David a caer de un burro, y le vaticina que ese hijo del pecado morirá. El rey rogó, suplicó, ayunó, quedó postrado en el suelo sin moverse ni ingerir bocado... mas todo en vano, al séptimo día el bebé murió.
Entonces David se levantó, se lavó, se perfumó, y, tras rezar un padrenuestro delante del Arca, sentóse a la mesa y púsose como el tenazas. Extrañados sus cortesanos por tal cambio de conducta, les explica que ha luchado con todas sus fuerzas mientras había esperanzas, ahora que el niño había muerto no tenía sentido seguir con las rogativas y la mortificación, o sea, “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.
Repuesto con la pitanza, “consoló después David a Betsabé, su esposa, y durmió con ella, y le parió un hijo al que llamó Salom-on (el pacífico), y fue amado por el Señor”.
“Entre tanto, proseguía Joab el asedio de Rabbat, capital de los amonitas”; a estas alturas, los defensores apenas se mantienen en pie, sólo queda asestar el golpe final: es el momento de avisar al rey para que se cubra de gloria. “Juntó, pues, David todas las tropas, y marchó contra Rabbat, y la tomó por asalto”. Tras saquearla a gusto se dignó posar su indulgente mirada sobre los supervivientes: ellos pagarían por todas las humillaciones ante Natán y por la muerte del mamoncete bastardo.
“A los habitantes los sacó fuera, y mandó que fuesen aserrados, les pasaran trillos por encima, fuesen machacados con hierros, despedazados con cuchillos y arrojados a los hornos de ladrillos. Así trató a todas las ciudades de los amonitas. Enseguida volvióse David con todo su ejército a Jerusalén” (2 Samuel 12: 31).
Bien, evidentemente este pasaje es lo suficientemente violento como para provocar el rechazo de cualquier persona que no sea psicópata; por ello, se han hecho traducciones muy forzadas según las cuales los rabatitas y demás amonitas fueron puestos a "trabajar" con trillos, hachas y en los hornos de ladrillos.
Leamos la traducción literal de la Torá:
«30 Sacó también al pueblo que había en ella 31 y los hizo poner debajo de las sierras y los trillos, y de las hachas de hierro; los hizo pasar por los hornos de ladrillos; y así lo fue haciendo con todas las ciudades de los hijos de 'Ammó-n. Enseguida volvió Da-wi-d con toda la gente de guerra a Y-ru-sha-láyim» (Sh-mu-e-l Be-th 12:30-31).
2 SAMUEL 13.- “Sucedió después que Amnón, hijo de David, se enamoró de una hermana de Absalón, también hijo de David, llamada Tamar, la cual era en extremo hermosa”.
El muy cerdo no sabía cómo abordarla y andaba deprimido y ojeroso, pero siempre hay un amigo fiel que nos muestra el fácil camino hacia el envilecimiento, sobre todo si eres hijo de un rey. Este colega se llamaba Jonadab y le propone que se finja enfermo y le pida al rey, su papá, que le envíe a Tamar para que le prepare unas tortas, que le servirán de alivio.
Es seguro que David adivinó la sucia jugada de su asqueroso vástago, pero aceptó seguir el jueguecito, aún a sabiendas de que la cosa podía acabar en violación, que es exactamente lo que pasó.
Consumada la villanía, sintió Amnón un profundo rechazo por su hermana y la echó a la calle de malos modos. Cuando Absalón la ve, al punto adivina lo sucedido; le recomienda discreción, y le promete venganza a su debido tiempo. “Con eso, Tamar se quedó en casa de su hermano Absalón, consumiéndose de tristeza y de dolor”.
David se dio por no enterado, y todos hicieron ver que no pasaba nada. Al cabo de dos años, Absalón invita a su padre a la fiesta del esquileo de sus ovejas; sabiendo que el rey va a declinar acudir al festejo le ruega, como por casualidad, que al menos vaya Amnón con sus hermanos.
Absalón había advertido a los criados que, a una señal convenida, todos se echarían sobre Amnón y lo coserían a puñaladas. Y así sucedió. El resto de hermanos huyeron despavoridos. “Absalón, empero, huyó y fue a refugiarse en casa de Tolomai [su tío materno], hijo de Ammiud, rey de Gesur. Y David lloraba continuamente a su hijo”.
Mas sabemos que David era hombre pragmático y al cabo de tres años ya está su ánimo dispuesto para perdonar a su hijo Absalón.
2 SAMUEL 14 – 15.- Joab, por medio de una “mujer sagaz”, logra que David permita el regreso de Absalón; aunque de momento se niegue a recibirlo. Y aún tardará dos años en darle audiencia: “Absalón entró donde el rey estaba, y arrojándose a sus pies lo adoró, y el rey besó a Absalón”. Pero si “el rey” había perdonado a su hijo, éste no olvidaba la responsabilidad de su padre en la violación de Tamar. Desde este momento, Absalón comienza una campaña en busca de adhesiones que le permitan, con el tiempo, lograr derrocar a David.
El joven príncipe se rodea de una guardia de corps de 50 hombres que no lo dejan ni a sol ni a sombra, además contaba con un pequeño ejército particular. Hablaba con todos, y con su carácter abierto y campechano se ganaba el afecto de la gente y de paso los predisponía contra David.
Y llegó el ansiado día “D”; Abaslón pide permiso a su padre para viajar a Hebrón alegando que debe cumplir con unos votos hechos a Yahveh. A la tradicional capital de Judea lo acompaña gran parte de la corte; “llególe, pues, a David un mensajero, diciendo: -Todo Israel se va con plena voluntad en pos de Absalón”. David, consciente del peligro, huye prácticamente con lo puesto. “Salió, pues, el rey con toda su familia a pie; y dejó a diez de sus concubinas para custodia del palacio”; este hecho acarreará gravísimas consecuencias, como más adelante veremos.
Con David iba Etai, al frente de una guardia pretoriana de 600 geteos; también Sadoc, Abiatar (el otro Sumo Sacerdote) y todos los levitas, los cuales portaban el Arca; David les ruega que regresen a Jerusalén junto con el Arca, pues en su inmediata actividad guerrillera sólo van a servir de estorbo. Y entonces se entera de que Aquitofel, su consejero, también se ha pasado al enemigo, así que ruega a su otro ministro, Cusai, que vuelva a la capital y se haga pasar por traidor. Si el plan sale bien, Absalón lo tomará como consejero y así podrá desbaratar los planes del felón Aquitofel. Cusai, Abiatar y Sadoc, le informarán de cualquier movimiento de Absalón.
2 SAMUEL 16.- “Apenas hubo David bajado un poco de la cima del monte, se dejó ver Siba, criado de Mifiboset, que venía a su encuentro con dos asnos cargados de doscientos panes y cien hilos de pasas, y cien panes de higos secos, y un pellejo de vino”.
Siba le cuenta que, a pesar de que Mifiboset se ha quedado en Jerusalén esperando que Absalón lo ponga en el trono, él sigue siendo leal a David, su señor; y la prueba de ello es que les trae de propio todas esas provisiones. ¿Era Siba sincero o simplemente dijo todo eso al verse interceptado por David? En cualquier caso la suerte estaba echada.
Al llegar el rey a Bahurim, salió un pariente de Saúl, llamado Semei, que maldijo a David y le arrojó piedras; éste le dejó hacer, a pesar de que sus hombres querían matarlo. Aunque este episodio no terminará aquí.
“Entre tanto, Absalón, con los de su facción entró en Jerusalén, acompañado también de Aquitofel. Cusai, araquita, amigo de David, fue a presentarse a Absalón, diciéndole: -Dios te guarde, oh rey; oh rey, Dios te guarde”. Y logra ganarse la confianza del príncipe, según el plan previsto. Entonces le propone un golpe de efecto espectacular: que viole en público a las diez concubinas de palacio, todas madrastras suyas. “Levantaron, pues, un pabellón en el terrado del palacio; y a la vista de todo Israel violó a las concubinas de su padre”
2 SAMUEL 17 – 19.- Aquitofel pide a Absalón que actúe rápido; si le proporciona doce mil hombres será fácil dar alcance al rey y su puñado de leales que, rendidos por la fatiga, serán batidos fácilmente.
Obviamente es el plan que hay que llevar a efecto, así que Cusai aconseja todo lo contrario, que convoque a todas las tribus de Israel para reunir un gran ejército que vaya sobre seguro. De nuevo Absalón cae en la trampa y acepta el absurdo consejo del traidor Cusai, lo cual va a permitir a David ganar tiempo, organizarse y rehacer sus menguadas fuerzas.
David es puntualmente informado de cuanto sucede y cruza rápidamente el Jordán para ponerse a salvo. “Mientras tanto Aquitofel, viendo que no se había seguido su consejo, aparejó su asno, montó, y se fue a su casa de Gilo, su patria; y, dispuestos los negocios de su familia, se ahorcó, y fue sepultado en el sepulcro de su padre”.
David se refugia en tierra de Amonitas, que le ofrecen víveres y enseres. Allí reorganiza su ejército, dividiéndolo en tres cuerpos al mando de Joab, Abisai y Etai el Geteo respectivamente.
Absalón nombra a Amasa comandante de sus tropas. El choque de ambos ejércitos tiene lugar en el bosque de Efraím, “donde fue derrotado el ejército de Israel por las tropas de David. La mortandad fue grande; quedaron allí tendidos veinte mil hombres”.
Otros muchos huyeron, Absalón entre ellos, que iba montado en un mulo. Pero tuvo la mala suerte de que su larga y abundante cabellera se enredara en una encina, quedando colgado por el pelo de sus ramas. Y en tan apurada situación estaba el príncipe rebelde, pateando al aire e intentando zafarse de su extraña prisión arbórea, cuando lo divisó Joab, el cual cargó su arco, y a pesar de la orden terminante de David para que respetasen la vida de su hijo, le clavó tres dardos en el corazón, quedando el pobre Absalón como un jamón de Teruel en el secadero.
Y David lloró amargamente la muerte de su hijo, y las tropas estaban de luto, pero Joab entró a los aposentos reales y le echó en cara si impresentable actitud: “Amas a los que te aborrecen, y aborreces a quienes te aman, y hoy has mostrado que nada se te da de tus capitanes ni de tus soldados; y verdaderamente acabo de conocer ahora que si Absalón viviese y todos nosotros hubiésemos perecido, entonces estarías contento”. Y lo conmina para que salga al balcón y arengue a sus soldados y los felicite, “porque to te juro por Yahveh que, si no sales, ni un hombre sólo ha de quedar contigo esta noche, y te hallarás en un peligro mayor de cuantos has tenido desde tu juventud hasta el día de hoy”.
Terrible amenaza que surte efecto, pues David sale al balcón, aunque no le perdonará su atrevimiento. A continuación habla con los ancianos de Judá para conseguir el apoyo de su tribu; Israel lo ha traicionado y debe estrechar lazos con los judíos y con la tribu proscrita, con el garbanzo negro que nadie quiere: los rudos y belicosos benjaminitas.
Indulta al traidor Amasa, alegando que es judío y sobrino suyo (era hijo de su hermana Abigail), y de paso lo nombra general en jefe de sus ejércitos, destituyendo al atrabiliario Joab. Es ésta una decisión harto arriesgada, amén de ingrata, pues Joab ha peleado con lealtad, siendo además el artífice de las victorias davídicas, pero el reyezuelo es orgulloso y no ha perdonado las muchas insolencias de Joab y, sobre todo, que haya ejecutado a su hijo. También fue perdonado Semei, el jefe guerrillero de la tribu de Benjamín, que ha peleado valerosamente al lado de Absalón.
Abisai, hermano de Joab, no da crédito a lo que está pasando y exije que Semei sea ejecutado, pero David lo manda callar, y sigue apostando por la política de indultos a fin de ganarse adhesiones israelitas. Mifiboset, el hijo cojito de Jonatán, es otro de los agraciados, de todos modos en 2 Samuel 19: 40-43 se nos deja claro que David sólo cuenta con el apoyo claro e incondicional de su tribu, Judá, frente al resto de israelitas.
2 SAMUEL 20.- El hecho de que David sólo confíe en sus paisanos de tribu, provoca la ira mal contenida de muchos israelitas. David acababa de cruzar el Jordán acompañado de todas las tribus, y un benjaminita llamado Seba tocó el cuerno de la asamblea y les habló de la siguiente manera:
“-Nada tenemos que hacer con David, ni esperar cosa alguna del hijo de Isaí ¡Vuélvete Israel a tu casa!.
Y separóse todo Israel de David siguiendo a Seba, hijo de Bocri. Mas los de la tribu de Judá fueron acompañando a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén”.
Está claro que el anterior conflicto ha sido una guerra civil entre Judá, fiel a David, e Israel, que ha dado su apoyo a Absalón. A pesar de los indultos y las muestras de benevolencia, Israel sigue viéndolo como un rey extranjero, fiel sólo a los intereses de Judá. Esta nueva defección supone la continuación de la guerra, con Seba como nuevo caudillo israelita.
David vuelve a la capital y recluye de por vida a su decena de agraviadas concubinas. Nunca verán la luz del día ni él volverá a tocarlas.
“Dijo después el rey a Amasa: -Ve y convócame a todos los hombres de Judá para dentro de tres días, y te presentarás tú con ellos”.
Luego llama David a Abisai, y le ordena que vaya en persecución del rebelde Seba.
“Salieron con él las tropas de Joab, y los cereteos y los filisteos, y todos los valientes partieron de Jerusalén en persecución de Seba, hijo de Bocri”.
A mitad de camino, acude a su encuentro Amasa con las tropas reclutadas. Joab finge alegría y se le acerca para darle un cordial abrazo, y antes de que Amasa se dé cuenta de lo sucedido, Joab desenfunda su daga y se la clava en el costado al desprevenido Amasa, para proseguir con un elegante corte que facilita el vaciado del paquete intestinal. “Y sin repetir el golpe, lo dejó allí muerto. Luego Joab y Abisai, su hermano, continuaron en seguimiento de Seba, hijo de Bocri. Algunos soldados de las tropas de Joab parándose junto al cadáver de Amasa dijeron: -Mirad, el que quiso ser la mano derecha de David en lugar de Joab”.
Todo un aviso a navegantes. Luego el cadáver y las tripas fueron aparatados del camino y cubiertos con una manta para no provocar el desconcierto de las tropas.
Seba se ha refugiado en la ciudad de Abela, y los judíos le ponen sitio.
Mas una de esas profetisas que tanto se prodigan en las escrituras y que son llamadas “mujeres sabias” llegan a un acuerdo con Joab: Si le entregan a Seba, la ciudad será perdonada. Los abelitas, sin pensarlo dos veces, arrojan la cabeza de éste por encima de la muralla. Misión cumplida; todos regresan a casa.
Y una vez más ha de aceptar David los hechos consumados de Joab; si bien éste le ha demostrado su inquebrantable lealtad, también es consciente de su poder y no duda en mantener un pulso con su rey para no perder el segundo puesto en el poder israelita. “De este modo quedó Joab con el mando de todo el ejército de Israel, siendo Banaías, hijo de Joíada, capitán de los cereteos y filisteos [la guardia pretoriana de David] ; y Aduram superintendente de las rentas; Josafat, hijo de Ahilud, secretario [y cronista]. Siva, escriba, y Sadoc y Abiatar Sumos sacerdotes, e Ira de Jair era sacerdote de David”.
Vemos que Joab gana la partida y queda como comandante en jefe, que en realidad es el triunfo de la cordura, pues, todos los actos cometidos por Joab en contra del criterio de David, eran los acertados y los que le permitieron seguir en el poder. Sin embargo, el jefe de la guardia pretoriana es Banaías, por si acaso Joab quiere pasarse de listo. No tenemos noticias de Natán, que como buen profeta e intocable nazoraios, está al margen del poder. Respecto a Ira de Jair , diremos que la traducción correcta no sería “sacerdote” sino consejero, canciller, privado, etc.
2 SAMUEL 21.- Y vino una hambruna que, según el oráculo de Yahveh era a causa de que Saúl mató muchos gabaonitas, siendo que en su día Josué prometió que no les haría daño. David se entrevistó con la tribu de Gabaón para ver qué satisfacción podría darles. Ellos, muy prudentes, le respondieron:
"-Danos siete descendientes de Saúl para que los crucifiquemos a honra de Yahveh en Gabaa, patria de Saúl, que fue en otro tiempo el escogido de Yahveh.
Dijo el rey: -Yo os los daré".
David les entregó a siete hijos de las concubinas de Saúl; "Así perecieron juntos estos siete varones, muertos en los primeros días de la siega de la cebada".
Obviamente todo esto es un sacrificio ritual para favorecer las cosechas.
Luego se narra la rebelión filistea que terminó con el enfrentamiento entre varios gigantes filisteos y otros tantos paladines hebreos, y la victoria de éstos. Entre los colosos peleset se habla de un tal "Goliat de Get, que llevaba una lanza cuyo ástil era como un enjullo de telar". Evidentemente estamos asistiendo a relatos cruzados y repetidos, trasunto de aquella lejana justa que mantuvo un jovencísimo David con un aguerrido Goliat (cuya lanza poseía un ástil tan grueso como un enjullo de telar), la cual, a su vez, es heredera de tradiciones y leyendas bastante comunes a todas las culturas, haciendo imposible distinguer la posible base histórica.
En una de estas escaramuzas, uno de los gigantes a punto está de matar a David, menos mal que Abisai, el hermano de Joab, se interpone y acaba con el terrible filisteo. Pero el rey judío aprende la lección: los años no pasan en balde y no es prudente que siga participando en las batallas; de ahora en adelante se quedará en Jerusalén.
2 SAMUEL 22 - 23.- David compone a Yahveh un hermoso cántico por haberlo librado de sus enemigos.
2 SAMUEL 24.- David ordena a Joab que haga un censo en Israel, obviamente con la sana intención de subir los impuestos. Éste intenta disuadir a su señor, sin el menor éxito.
"Y presentó Joab al rey la suma del encabezamiento del pueblo, y halláronse de Israel ochocientos mil hombres fuertes y aptos para la guerra; de Judá se contaron quinientos mil combatientes". Mas como quiera que realizar un censo era un gran pecado, Yahveh castigará a Israel con dureza. Todo pura lógica. Mas como el susodicho Yahveh es misericordioso, da a elegir a David entre una de estas tres opciones:
- Hambruna de siete años
- Ser perseguido él mismo durante tres meses por sus enemigos.
- Varios días de peste.
La segunda casilla fue desechada al instante (hasta ahí podíamos llegar), siete años de hambruna no hay trono que lo resista, así que se decidió por la más breve, una rápida peste que sólo produjo setenta mil muertos.
Y para terminar de aplacar la absurda ira de Yahveh, compra David a un tal Areúna, una era (Are-una, una-era; curioso juego de palabras) en la que eleva un altar sagrado que con el tiempo será el solar donde se edifique el Templo. AMÉN.
1 REYES
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David era ya viejo y no entraba en calor, así que le buscan una hermosa doncella para que duerma con él. Afortunadamente el rey sólo quería (o sólo podía) dormir, por lo que la muchacha quedó virgen.
Aprovechando esta coyuntura, Adonías, uno de los hijos de David decide preparar el camino sucesorio; para ello contaba con el apoyo de Joab y del Sumo Sacerdote Abiatar. "Mas el otro Sumo Sacerdote, Sadoc, y Banaías, hijo de Joiada, el profeta Natán, y Semei y Rei, y las principales fuerzas del ejército de David, no estaban con Adonías".
El candidato de todos éstos era Salomón, hijo de Betsabé; por eso Natán le dice a ella que acuda presto al lecho del rey a recordarle la promesa de que Salomón sería su heredero y sucesor. De paso le cuenta que Azarías ya se ha autoproclamado rey, y que lo apoyan Joab y Abiatar. En estas llega Natán azuzando a David, y sus comentarios son decisivos para que el monarca ordene los preparativos necesarios para ungir a Salomón como su sucesor.
Mientras el pueblo aclama a Salomón, Adonías y sus seguidores están celebrando su golpe de mano, ajenos a que su plan ya está desbaratado. Cuando se enteran de la cruda realidad, cunde el desánimo y cada uno se va a su casa. "Mas Adonías, temiendo a Salomón, marchóse y refugióse asido a los cuernos del Altar". Salomón jura respetarle la vida en tanto sea leal a su persona; con esto quedó tranquilizado y regresó a su casa.
1 REYES 2.- Viendo David cercano su final, llama a Salomón y le da y transmite sus últimos consejos y voluntades.
1.- Que asesine a Joab: "No aguardarás a que su vejez lo conduzca tranquilamente al sepulcro"
2.- Honrará a los hijos de Berzellai, galaadita, pues lo apoyaron durante la guerra contra Absalón.
3.- Que asesine a Semei, por haberlo insultado mientras huía de Absalón.
Y tras emitir tan piadosas admoniciones, entregó su alma al Señor.
Como es de suponer, Salomón no va a tenerlo fácil. Por de pronto, Adonías no está conforme en su papel de segundón, e intercede ante Betsabé para que el nuevo rey le de como esposa a la sunamita Abisag, la doncella virgen que calentaba el lecho de David.
Adonías debía de pensar que Salomón y su madre eran tontos de baba, porque una petición como ésa era una declaración de rebeldía, y un delito de lesa majestad. Y así se lo comunica la inocente Betsabé a su hijo; éste no da crédito a lo que está oyendo. Raudo llama a Banaías y le ordena que liquide al imbécil de su hermanastro. Y así acabó la prometedora carrera del apuesto Adonías.
Y, una vez abierto el melón, los acontecimientos se precipitan. Comienza desterrando a Abiatar y cesándolo como Sumo Sacerdote. Joab, viendo las barbas de su vecino pelar, busca refugio en el Tabernáculo, asiéndose a los cuernos del Altar. Mas no va a servirle de nada, Salomón ordena a Banaías que cometa el sacrilegio de ejecutarlo allí mismo.
Banaías es recompensado con la jefatura del ejército, y Sadoc con el sumo sacerdocio.
Semeí fue confinado en sus propiedades, con la advertencia de que si algún día salía de sus tierra sería ejecutado. Al cabo de tres años Semeí traspasó los límites de su hacienda en busca de unos esclavos fugitivos, y Salomón lo mandó matar.
1 REYES 3.- Comienza la época gloriosa de Salomón.
"Salomón, pues, afianzado que hubo su trono, emparentó con Faraón, rey de Egipto, desposándose con su hija, a la que condujo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa y el Templo de Yahveh, y los muros alredor de Hiero Salem".
NOTA.- Por las fechas (hacia 950 a.C.), el faraón en cuestión debió de ser Siamón o Psusenes II, a finales de la dinastía XXI. Hace más de 200 años que Egipto ha dejado de ser una gran potencia; ahora no es más que un reino de escaso poder, circunscrito al delta del Nilo, con capital en Tanis. Toda la zona del Alto Nilo está gobernada por los nubios y su capitalidad asentada en Tebas. Así pues, no es de extrañar este matrimonio entre la hija del faraón y un reyezuelo semita; la categoría de ambos estaba muy igualada.
Recordemos que, desde mediados del s. XIII las invasiones de los Pueblos del Mar fueron incesantes. Meremptah y Ramsés III logran contenerlos a duras penas mediante acciones bélicas y asentamientos controlados (episodio que nos recuerda bastante el final del Imperio Romano por los germanos). Pero el desgaste fue tremendo y, al final, el Imperio Egipcio se desmembró y perdió el control de Nubia y Palestina; además todo Oriente Medio quedó desestabilizado. Los grandes beneficiados de este río revuelto fueron, por un lado los filisteos (grupo integrante de los invasores Pueblos del Mar), que se asentaron en Canaán (sobre todo en su zona costera); por otro lado, los israelitas quedaron libres de la presión de las grandes potencias de la zona y pudieron unificarse y crear un sólido reino en el interior.
Y Yahveh se aparece en sueños a Salomón, y le dice que le concederá lo que pida. El monarca le respondió de esta guisa: "Da, pues, a tu siervo un corazón dócil para que te sepa hacer justicia y discernir entre lo bueno y lo malo". Y el Señor quedó muy contento con tal petición, y le dijo que, en efecto, lo haría el hombre más sabio que jamás haya habido en la Tierra, y, además, por su conmovedora humildad, también le daría poder y riquezas sin cuento. Y para que se notara la sabiduría recién estrenada, al día siguiente acuden dos prostitutas con la historia del bebé que ambas reclamaban como hijo propio; y que, como ya es de todos sabido, tan perfectamente resolvió el avispado monarca.
1 REYES 4 - 5.- Montó Salomón un magnífico sistema administrativo, dividiendo el reino en 12 zonas con 12 intendentes al frente de cada una, lo cual mejoró grandemente el sistema impositivo.
Había dinero, había paz, era el momento de construir el famoso Templo. Para ello contó con la inestimable ayuda de Hiram, rey de Tiro, que puso su legión de artesanos al servicio de Salomón.
1 REYES 6 - 8.- "Comenzóse a edificar la casa de Yahveh en el año 480 después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto". Luego hizo un palacio, y dos extrañas columnas de bronce llamdas "Jaquín" y "Boaz", y una gran tina de bronce, llena de agua, apoyada sobre 12 bueyes, también de bronce.
Y, por fin, tras 20 años de duros trabajos, se inauguró el Templo, y la niebla de Yahveh pobló el Tabernáculo.
1 REYES 9.- Salomón le regaló a Hiram 20 poblaciones de la Galilea en pago de sus servicios -ciudades, por cierto, que no le agradaron- y 120 talentos de oro.
Pero no era Salomón el único que regalaba ciudades ajenas, pues Faraón, rey de Egipto, sitió y tomó Gazer, ciudad cananea, y tras pasar a cuchillo a sus habitantes, se la dio en dote a su hija, la esposa de Salomón. Que todo sacrificio es poco para una hija.
Y siguió el monarca judío con su labor arquitectónica, edificando, reparando y amurallando ciudades y fortalezas. "A toda la gente que había quedado de los amorreos, heteos (hititas), ferezeos (filisteos?), hebeos y jebuseos [(antiguos habitantes de Jerusalén)], los cuales no eran del número de los hijos de Israel, que se mantenían en el país por no haberlos podido exterminar los hijos de Israel, los hizo Salomón tributarios, como lo son hasta hoy día [...] Hizo también equipar Salomón una flota en Asiongaber, que cae junto a Ailat, sobre la costa del Mar Rojo, en Idumea". Los marinos fueron instruidos por Hiram, "Y habiendo navegado a Ofir, tomaron de allí cuatrocientos veinte talentos de oro, y trajéronlos al rey Salomón"
1 REYES 10.- "También la reina de Saba, oída la fama de Salomón, vino en el nombre del Señor a hacer prueba de él con varias cuestiones obscuras". Ambos intercambiaron valiosos regalos, y quedaron mutuamente prendados. De todos modos, ella se volvió a su patria con su séquito, llena de presentes.
Las riquezas de Salomón eran inimaginables, "pues la flota del rey se hacía a la vela e iba la flota de Hiram una vez cada tres años a Tarsis a traer de allí oro plata y colmillos de elefante, y monas y pavos reales [...] e hizo que fuese tan abundante en Jerusalén la plata como las piedras, y tan común el cedro como los cabrahigos que nacen en las campiñas".
1 REYES 11.- Además Salomón contaba con un magnífico harén al modo de los reyezuelos orientales, "tanto, que tuvo setecientas mujeres en calidad de reinas y trescientas concubinas; y las mujeres pervirtieron su corazón". Porque muchas de ellas eran egipcias, moabitas, amonitas, idumeas, sidonias e hititas; y Yahveh prohibió expresamente ayuntamientos con extranjeras "porque infaliblemente pervertirán vuestros corazones para que sigáis a sus dioses".
¡Y cuánta razón llevaba en esto D. Yahveh! porque "ya siendo viejo, vino a depravarse su corazón por causa de la mujeres [...] y daba culto Salomón a Astarté, diosa de Sidón, y a Moloc, ídolo de los amonitas [...] Entonces fue cuando erigió Salomón un templo a Camos, ídolo de Moab, sobre el monte que está enfrente de Jerusalén".
Y aunque Yahveh le advertía, Salomón era contumaz, por lo que el Señor le dijo que sería castigado con el desmembramiento del reino, hecho que acaecería a su muerte. Y Salomón debió de pensar que a burro muerto la cebada al rabo, porque siguió sin enmendarse.
"Suscitó pues Yahveh por enemigo de Salomón a Adad, idumeo de sangre real, que habitaba en Edom". Era este Adad un príncipe idumeo que de niño logró escapar a la matanza que perpetró Joab por orden de David en Edom. Adad se refugió en Egipto y llegó a casarse con una hermana de Faraón, y ahora que tenía poder y riquezas y contaba con el apoyo de Faraón regresó a su tierra natal para hacer la guerra a los israelitas.
Adad no era el único enemigo de Salomón; un tal Razón hacía incursiones desde Siria con un ejército de bandidos, asolando y robando sin que nada ni nadie pudiese pararle los pies. Ya era un azote en tiempos de David, pero recientemente había logrado hacerse con el trono de Damasco, lo que nos da una idea del calibre de su poder.
"Asimismo Jeroboam, hijo de Nabar, efrateo, de Sareda, que estaba al servicio de Salomón, cuya madre era una mujer viuda llamada Sarva, se sublevó contra el rey". Aunque la culpa no fue suya, sino de un profeta de Yahveh llamado Ahías, que dividió su capa en 12 trozos y le dijo a Jeroboam que cogiera 10 pedazos, que serían las diez tribus de Israel que Yahveh le daría como reino, pues Salomón era un gran pecador y el Señor le había quitado su gracia, "pero a ti yo te levantaré y reinarás a medida de tus deseos, y serás rey de Israel. [...] De aquí que Salomón intentó hacer matar a Jeroboam, mas este escapó y fue a retirarse en Egipto, cerca de Sesac, rey de Egipto, y allí estuvo hasta la muerte de Salomón. [...] El tiempo que reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel fue de cuarenta años". A su muerte le sucede Roboam (931 - 913).
1 REYES 12.- "Fue Roboam a Siquem, por haberse congregado allí todo el pueblo de Israel para proclamarlo rey".
Enterado Jeroboam de la muerte de Salomón, dejó Egipto y regresó a Israel, dispuesto a encabezar una rebelión a la menor oportunidad. El pueblo también andaba predispuesto, pues "enviaron a llamarlo [a Jeroboam]. Y así, todos crecidos, "hablaron a Roboam en estos términos: -Tu padre nos impuso un yugo muy pesado, si ahora suavizas algún tanto la extrema dureza del gobierno de tu padre, y el pesadísimo yugo que nos puso encima, te rendiremos vasallaje".
Se tomó un tiempo para pensarlo. Los venerables ancianos le recomendaron suavidad y dulzura; los niñatos de la corte, compañeros suyos de correrías, le aconsejaron mano dura. Y a éstos es a quienes hizo caso; y así se lo hizo saber a la plebe, terminando su discurso con un simpático "si mi padre os azotó con correas, yo os azotaré con escorpiones". Y dijo Israel: "¿Qué tenemos que ver con la casa de David?". Y la escisión estaba consumada.
Judá y Benjamín siguieron fieles a Roboam, las restantes tribus eligieron a Jeroboam (931 - 910). "Y separóse Israel de la casa de David, como lo está aún en el día de hoy"
Sólo cuando Aduram, el superintendente de los tributos, fue asesinado a pedradas, comprendió Roboam la gravedad de la situación. Y a uña de caballo huye hacia Jerusalén para ponerse a salvo. "Llegado pues Roboam a Jerusalén, juntó toda la casa de Judá, y la tribu de Benjamín, escogiendo ciento ochenta mil hombres aguerridos para que peleasen contra la casa de Israel, y redujesen el reino a la obediencia de Roboam, hijo de Salomón".
Pero Yahveh, por medio de Semeías, ordena a Roboam que no inicie una guerra fratricida, y que acepte la secesión.
Jeroboam, para afianzar su posición, decide romper todo lazo con Judá y, por tanto, con Jerusalén. "Y, después de discurrirlo mucho, mandó hacer dos becerros de oro, y dijo al pueblo: -No subáis ya más a Jerusalén. He aquí ¡Oh Israel! tus dioses, los que te sacaron de la tierra de Egipto.
Y colocó el uno en Betel, y el otro en Dan".
O sea, en los dos extremos del reino. Y en todos los lugares altos colocó ídolos para ser adorados, y los sacerdotes que oficiaban no eran levitas. Y ya puestos, Jeroboam se adjudicó el sumo sacerdocio.
1 REYES.- Y estaba Jeroboam tan feliz, echando incienso en Betel, cuando acertó a pasar por allí un profeta de esos que acojonaban al más plantao, y señalándole con el dedo le vaticinó que del linaje davídico surgiría un varón llamado Josías, "el cual hará degollar sobre ti los sacerdotes de los lugares altos que ahora queman sobre ti inciensos, y él quemará sobre ti huesos de hombres". Y como prueba de su poder profético y sobrenatural, ordenó que se partiera el altar y se derramara la ceniza. Jeroboam extendió su mano y ordenó que detuviesen al profeta, pero su mano y brazo quedaron secos y rígidos mientras el altar estallaba hecho pedazos.
Aterrado, el rey le ruega que le devuelva la salud, y el profeta devuelva la frescura al miembro enfermo. Entonces Jeroboam, quiere ganarse su amistad -no sería un mal aliado, piensa- y lo invita a comer, mas el santo varón lo manda a tomar pol culo. Y siguió, impertérrito, su camino.
Y héte aquí que otro anciano profeta moraba en Betel, y, no se sabe muy bien por qué, fue en busca del anterior personaje. Lo encontró descansando a la sombra de un terebinto, y lo invitó a comer a su casa, pero éste declinó tan amable ofrecimiento, alegando que Yahveh le tenía prohibido tomar nada en la región de Betel; "dijole el otro: -Yo también soy profeta, como tú, y un ángel me ha venido a decir , en nombre de Yahveh: -Hazle volver contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua.
Engañóle". (La verdad, no entiendo el sentido de esta bobada). Tras acabar la frugal colación, recibe el malvado profeta inspiración divina donde se le comunica que el colega pardillo no será enterrado en el sepulcro de sus padres debido a su estúpida desobediencia. Así que el pobre hombre se quedó tan chafao, y, montando en su asnillo, cabizbajo y apesadumbrado prosiguió el viaje; en esto que un león apareció en mitad del camino y lo mató. Y allí quedó su cadáver, tirado en el camino, con el león y el borrico junto a él sin moverse.
Unos caminantes que pasaban por allí contemplaron tan insólita escena y la comentaron en la ciudad. El otro profeta fue a buscarlo y lo inhumó en su propio sepulcro, y lloró su muerte. Luego pidió a sus hijos que, cuando le llegara la hora, lo enterrasen junto a su desgraciado colega. Y así termina la extraña historia de estos dos profetas.
En cualquier caso, Jeroboam no se enmendó, al contrario, siguó con sus prácticas idólatras.
1 REYES 14.- "Por aquel tiempo enfermó Abía, hijo de Jeroboam". El rey, apenado, envía a su mujer con presentes para que le pregunte al anciano profeta Ahías qué le ocurrirá al muchacho. La reina se disfraza para que no la reconozca y sea más objetivo en su vaticinio. Pero Yahveh, que todo lo ve, le advierte de la estratagema a su fiel servidor; por eso, en cuanto la mujer traspone el umbral de su puerta no recibe más que imprecaciones y amenazas. Le dice que Jeroboam no es más que un maldito idólatra, y que su cadáver será devorado por las alimañas, igual que toda su descendencia, excepto el pequeño Abía, que será honrosamente enterrado, aunque morirá en cuanto la madre entre en la ciudad. Y así ocurrió.
Nadab (910 - 909).- "Reinó Jeroboam veintidós años; bajó al sepulcro como sus padres, y sucedióle en el trono su hijo Nadab.
Al mismo tiempo, Roboam, hijo de Salomón, reinó en Judá. Cuarenta y un años tenía Roboam cuando empezó a reinar, y reinó 17 años en Jerusalén, ciudad escogida por el Señor entre todas las tribus de Israel, para establecer en ella su culto. Su madre era amonita y llamábase Naama".
Pero también Roboam cayó en la idolatría, y renovó la prostitución ritual masculina. Por eso, en el año 5º del reinado de Roboam (hacia el 920 a.C.), llegó Sesac (Sheshonk I), rey de Egipto, e invadió Jerusalén, expoliando los tesoros del Templo.
A pesar de la lejana admonición de Ahías, hubo guerra constante entre Roboam y Jerobam.
A Roboam le sucedió su hijo Abián (916 - 911). En la Biblia Reina-Valera, tanto este muchacho como el de Jeroboam se llaman Abías. Demasiada coincidencia.
1 REYES 15.- "En el año decimo octavo del reinado de Jeroboam, comenzó a reinar Abián, en Judá. Tres años reinó éste en Jerusalén. Llamábase su madre Maaca, hija de Absalón".
Abián fue un impío, como su padre, y siguió la guerra contra Jeroboam.
El sucesor de Abián fue Asa (911 - 870); aunque más bien debía de ser su hermano, pues según 1 Reyes 15:10 "reinó cuarenta y un años en Jerusalén; llamábase su madre Maaca, hija de Absalón". Está claro que hay un error.
"E hizo Asa lo que era justo delante de Yahveh, como su padre David". Acabó con la prostitución ritual masculina y con la idolatría. También echó de su lado a su madre Maaca, porque presidía unas ceremonias de culto fálico; sin embargo no quitó los altares consagrados a Yahveh en las cumbres de ciertos cerros.
"Continuó la guerra entre Asa y Baasa, rey de Israel, mientras que vivieron ambos". De nuevo la curiosa coincidencia en los nombres de los reyes: Asa y Ba-asa. Baasa había logrado una importantísima ventaja al controlar la altura de Rama y edificar allí una fortaleza desde la que controlaba los accesos a Jerusalén. Asa utilizó los tesoros del Templo para comprar la alianza de Benadad rey de Siria, el cual atacó Israel, y Baasa se vio obligado a dejar la estratégica fortaleza de Rama.
El sucesor de Asa fue su hijo Josafat (870 - 848).
Veamos ahora la historia desde la perspectiva Israelita. "Al segundo año de Asa, rey de Judá, empezó a reinar en Israel Nadab, hijo de Jeroboam, y tuvo dos años la corona". Siguió los pasos idólatras y pecadores de su padre, "mas Baasa, hijo de Ahía, de la tribu de Isacar, le armó asechanzas, y lo mató en Gebbetón, ciudad de los filisteos, al tiempo que Nadab y todo Israel estaban sitiando esta ciudad". Lo que demuestra que, a estas alturas, algunas ciudades filisteas seguían siendo independientes y que eran aliadas de Judá.
Baasa (909 - 886).- Exterminó a todo el linaje de Jeroboam, tal como pronosticó Ahías (de igual nombre que el padre del rey); aunque prosiguió con la idolatría y demás maldades del difunto Jeroboam.
1 REYES 16.- Yahveh, que parece tonto, pues no hace sino elegir sucesores a cuál más impresentable, habla con su profeta Jehú para que lea la cartilla a Baasa y les hiciera saber que él y su linaje sufrirían la misma suerte que Jeroboam. Y a partir de aquí comienza una orgía de sangre.
A Baasa le sucede su hijo Ela (886 - 885). Pero aconteció que, en el segundo año de su reinado, estaba su majestad borracho como una cuba, y, Zambri (o Zimri) (885 - 885), uno de los jefes de la caballería, pensó que la ocasión la pintan calva, y sin pensárselo mucho se cargó a Ela (el cual dejó este mundo cruel sin saber lo que estaba pasando) para usurpar su puesto. Su primera medida como rey fue exterminar a toda la familia de Baasa, pues no quería competidores. Aunque no entendía que si él, vulgar plebeyo, había osado quedarse con el trono, no era necesario ser de la casa real para aspirar a tal honor. Y, en efecto, no había transcurrido una semana, cuando Amri (Omri) (885 - 874), otro oficial, dio un golpe de Estado poniendo sitio al palacio. Zambri, al verse acosado, pegó fuego al recinto y murió abrasado.
Entonces estalló una terrible guerra civil en Israel, pues Tebni, otro oficial con ínfulas, también tenía vocación de monarca; y es que una vez abierto el mélon de los condotieros todos quieren tajada.
Tebni fue derrotado y muerto, y Omri, que tenía amplias miras, quiso emular a David y compró a Semer un monte sobre el que edificó la ciudad de Samaría (por el nombre de su dueño) que sería la capital del reino de Israel. Allí reinó por espacio de 12 años. Cómo no, este reyezuelo también fue un idólatra y un pecador.
Le sucedió su primogénito Acab (874 - 853), y fue el más perverso e impío de todos los reyes, porque se casó con Jezabel, princesa de Sidón, y lo introdujo en los cultos de Baal, erigiéndole un templo en Samaría y consagrando un bosque en su honor, donde se instauró un culto fálico a Asera.
1 REYES 17.- La ira de Yahveh no tenía límites. Rápidamente envía al profeta de turno para que ponga las cosicas en su sitio. Elías de Tesbe, llamábase el susodicho:
"Mas Elías de Tesbe, habitante de Galaad, dijo a Acab: -Vive el Señor Dios de Israel, de quien yo soy siervo, que no ha de caer rocío ni lluvia en estos años sino hasta que yo lo dijere".
Dicho lo cual huyó a escape para esconderse en el arroyo de Carit, cerca del Jordán, allí acudían unos cuervos, enviados por Yahveh, que le llevaban pan y carne. Al poco, quedó seco el arroyo, y el Señor lo envía a Sarefta, ciudad de Sidón, donde una mujer le da alojamiento. Pero la pertinaz sequía la tiene sumida en la indigencia, y sólo dispone de una tinajica con un puñado de harina, y de una alcuza con un poco de aceite; ella, no obstante, se ofrece a compartir con Elías su magra colación. Entonces Elías se pone solemne y le asegura a la piadosa patrona que, desde ese día y hasta que lleguen la lluvias, no faltará harina ni aceite en esos recipientes. Lo cual, que era muy de agradecer.
Para colmo de calamidades, muere el único hijo de esta señora, dejándola sumida en el dolor y la desesperación. Pero, a grandes males grandes remedios, va Elías y lo resucita. Con dos cojones.
1 REYES 18.- Y ya entrados en harina, dijo Yahveh a Elías que se presentara ante Acab para tocarle los cojones un rato. El monarca israelita tiene otras preocupaciones, y está de viaje, al igual que su mayordomo Abdías, en busca de pastos frescos para las bestias. Abdías era un buen hombre que había protegido y escondido a varios profetas a los que la arpía de Jezabel quería cortar la cabeza, y, mira por donde, se encuentra a Elías. El ministrín se postra ante el santo varón, y éste lo nombra recadero para que le transmita a Acab el mensaje de Yahveh. Abdías, que era bueno pero no tonto, declina tan prometedor ofrecimiento, y tendrá que ser el propio Elías quien se persone ante Acab. Una vez llegado a su presencia le dice:
"Manda ahora mismo juntar delante de mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los cuatrocientos y cincuenta profetas de los bosques a los que proteje Jezabel".
Y se montó el numerito de los altares, uno en honor de Yahveh, otro de Baal, y al rato bajó un fuego celestial que abrasó el sacrificio de Elías. Todo el pueblo -la chusma, siempre tan impresionable- aclamó a Yahveh como su dios. Ocasión que aprovechó Elías para ordenar que prendieran a los 850 profetas paganos: "Presos que fueron, los mandó llevar Elías al arroyo de Cisón, y allí les hizo quitar la vida". Y como gran broche de fiestas, cayó una tremenda tormenta que acabó con la sequía.
1 REYES 19.- "Contó Acab a Jezabel cuanto había hecho Elías, y cómo había pasado a cuchillo a todos los profetas de Baal, sin dejar uno". Jezabel, debió de poner a su marido de calzonazos y poco hombre hasta que se cansó, y juró que acabaría con Elías.
Éste puso pies en polvorosa, y anduvo errante por el desierto, hasta que ya no pudo más, dejándose caer, rendido, a la sombra de un enebro. Entonces rogó a Yahveh que se lo llevase de una vez por todas; mas un ángel del Señor se le aparecióse y le dio de comer y beber. Y no sabemos que diantre echó el enviado del Altísimo en las vituallas, porque Elías se puso a caminar sin descanso durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Monte Horeb, montaña sagrada de Yahveh.
Luego viene un pasaje confuso, en que se repite la misma escena de Yahveh preguntándole qué hace ahí, con sucesión de varios episodios sobrenaturales: tornados, terremotos, incendio y una suave brisa. A continuación vuelve el Señor a preguntarle por qué está ahí, de nuevo responderá Elías lo mismo que la primera vez, mas ahora no se produce ningún prodigio; "Le dijo Yahveh: -Anda y vuélvete por el mismo camino del desierto hacia Damasco; llegado allá, ungirás a Hazael por rey de Siria; y a Jehú, hijo de Namsi, lo ungirás rey de Israel; y ungirás también a Eliseo, hijo de Safat, natural de Abelmeula, por profeta menor tuyo".
Y pronostica Yahveh que habrá una gran guerra en Israel, y todos los personajes anteriormente mencionados estarán implicados.
Respecto a Eliseo, diremos que lo encontró arando; entonces mató a los bueyes, los asó con la madera del arado, y la carne se la dio a las gentes. Luego siguió a Elías.
1 REYES 20.- En aquel tiempo, Israel era un reino vasallo de Siria, y Benadad, su rey, exigió demasiados tributos, y Acab se rebeló. Poco tardó el siríaco en cercar Samaría, dando la victoria como cosa hecha. Mas un profeta le pronostica a Acab la victoria si inicia un ataque sorpresa a cargo de la infantería que obligue a los sirios a replegarse en las montañas donde sus poderosos carros falcados no sirven de nada. Así se hizo, y la victoria fue completa.
Al año siguiente regresó Benadad, presentando batalla en el valle. No problem: otro profeta le asegura la victoria al rey israelita. Benadad se rindió y, a cambio de hacerse tributario de Acab, salvó la vida y quedó libre. Pero entonces aparece otro profeta (debían de ser una plaga) y le pide a un compañero que lo hiera con una daga, éste no se presta a semejante majadería, y el santo y grillado varón la maldice, profetizando que lo matará un león. Y en efecto, a los pocos pasos un felino se cargó al pobre hombre. El profeta orate hace la misma súplica a otro, y ante la perspectiva de que se lo zampe un león, le hace un corte aparatoso pero inocuo. Y de esta guisa, chorreando sangre y cubierto de polvo, váse a ver a Acab, y empleando el viejo truco de la parábola alusiva le dice: "Esto dice el Señor: -Por cuanto has dejado escapar de tus manos un hombre digno de muerte, tu vida pagarás con la suya, y tu pueblo por el pueblo suyo". Pero Acab ya estaba harto de profetas tocahuevos y no le hizo el menor caso.
1 REYES 21.- Al poco, quiso Acab comprar a Nabot una viña que éste tenía cerca de palacio, mas éste se negó en redondo porque lo prohibía la ley mosaica.
Frustrado, se echó en la cama sin querer comer. Enterada Jezabel, volvió a llamarlo calzonazos, poco hombre y se lamentó de que todo tenía que hacerlo ella. Sobornó a los ancianos del lugar para que levantaran falso testimonio contra Nabot, acusándolo de blasfemo, lo cual obligaba a lapidarlo. Cumplido el crimen, le dijo Jezabel a su maridito que ya podía bajar a quedarse con la viña de marras.
Pero Yahveh, que todo lo ve, manda un fax a Elías para que intercepte a Acab y le advierta de la que se le viene encima: "-En este lugar en que los perros lamieron la sangre de Nabot, en el mismo, lamerán también tu sangre; [...] los perros se comerán a Jezabel en el campo de Jezrael"; concluyendo, cómo no, con la terrible sentencia de que su estirpe será exterminada. Bien por Elías.
Y mira por donde, esta vez sí que hacen mella en el ánimo de Acab los tétricos vaticinios del profeta de Yahveh, que se arrepintió grandemente de sus pecados, por lo que el Altísimo lo perdonó y aplazó el cobro de la deuda: Sería su hijo quien sufriera las consecuencias.
1 REYES 22.- Acab propone a Josafat (870 - 848), rey de Judá, una alianza para atacar a Ramot de Galaad, que está en manos de Siria (aunque se supone que esta nación era tributaria de Israel). Los augures de Acab vaticinan una exitosa campaña, pero Josafat recaba la opinión de un experto, de un profesional, de un profeta de Yahveh. "Respondióle el rey de Israel: -Uno ha quedado, por cuyo medio podemos consultar al Señor, mas yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino mala. Ése es Miqueas, hijo de Jemla".
Presto mandaron a buscarlo y, en efecto, su profecía fue aciaga, anunciando, además que el maligno habló a través de los augures samaritanos para conseguir la ruina de Acab. "Acercóse entonces Sedecías, hijo de Canaana, y dio un bofetón a Miqueas, diciendo: -¿Con que a mí me ha desamparado el Espíritu de Yahveh, y te ha hablado a ti?.
Respondió Miqueas: -Tú lo verás en aquel día en que irás huyendo de escondrijo en escondrijo para ocultarte y salvarte".
Acab ordena que pongan a Miqueas bajo arresto, y se va a combatir. Y aunque el monarca israelita se disfrazó de vulgar oficial de carros para no ser un blanco fácil, una flecha al azar se clavó en su pecho y murió.
Heredó el trono su hijo Ocozías de Israel (853 - 852), que fue un idólatra adorador de Baal, como su padre.
En cambio el judío Josafat era más bueno que el pan, y acabó con los restos de prostitución ritual masculina. También intentó mantener una flota que enlazara con Ofir, pero naufragaron sus naves en Asiongaber.
A Josafat le sucedió Joram de Judá (848 - 841).
2 REYES 1.- "Después de la muerte de Acab rebeláronse los moabitas contra Israel".
NOTA.- De esta época data un documento que corrobora el anterior dato bíblico, se trata de la estela de Mesha, un rey de Moab del s. IX a.C.; tiene además otro valor añadido, que en ella encontramos la primera mención histórica de Yahveh. Dice así: "Kemosh me dijo: -Ve y arranca Nebo de las manos de Israel- Y yo la tomé, maté a todos, a siete mil hombres vigorosos, y a viejos y a jóvenes mujeres y a ancianas y a esclavas, pues los había consagrado como herem a Astar-Kemosh. Y me traje de ellos los objetos de Yahveh y los puse ante Kemosh". El "herem" es la institución de la guerra santa, algo común a todos los pueblos cananeos y semitas de la región, incluidos los israelitas.
Sucedió también que Ocozías de Israel cayó por una ventana de palacio, dándose una gran calabazada y quedó postrado en cama, "y despachó unos mensajeros, diciéndoles: -Id a consultar a Beelzebub (Baal-Zebub o también Belzebú), dios de Accarón, si podré convalecer de esta enfermedad". Pero Yahveh pone en marcha su maquinaria pesada y saca de nuevo a la palestra al desaparecido Elías, que sale al encuentro de los recaderos y, poniéndose en jarras, les dice:
"-Pues qué, ¿no hay Dios en Israel que vais a consultar a Belzebú, dios de Accarón? Pues esto dice Yahveh: -De la cama en que te has acostado no te levantarás, sino que morirás infaliblemente. Dicho lo cual marchóse Elías".
Regresaron los mensajeros y relataron al doliente Ocozías lo sucedido. Entonces ordenó a un oficial que cogiera 50 hombres y fuese en busca de Elías tesbita. Cuando lo encontraron, el profeta de Dios realizó un conjuro y bajó un fuego del Cielo que acabó con la vida de los soldados. Ocozías no desistió en su empeño y mandó otro pelotón; y de nuevo el fuego vengador de Elías los redujo a cenizas. Inasequible al desaliento, manda el israelita un tercer destacamento; cuando alcanzan al profeta, el oficial al mando se hincó de rodillas y pidió clemencia para él y sus hombres. Entonces el ángel de Yahveh dice a Elías que se entregue al aterrado capitán.
Llegado a la presencia de Ocozías, repite su funesto presagio. Y Ocozías murió. Total, 102 muertos para nada.
El finado no tenía descendencia, por lo que el sucesor será su hermano Joram de Israel (852 - 841), y esto fue en el año segundo del otro Joram, el hijo de Josafat, rey de Judá.
2 REYES 2.- Pasaje absurdo y muy confuso, en que Elías jura a Eliseo que, aunque el Señor lo va a arrebatar, él no lo abandonará. Pero, llegados a Betel, los hijos de los profetas advierten a Eliseo que no volverá. Siguen su camino y, al llegar a Jericó, Elías vuelve a jurar a Eliseo que no lo dejará solo, de nuevo los hijos de los profetas del lugar vuelven a repetir a Eliseo que Elías se irá para siempre. Por fin llegan al Jordán; Elías golpea el río con su manto y, cual nuevo Moisés de pacotilla, sepáranse las aguas y puede atravesar el lecho a pie enjuto. Y ya puestos, cual genio generoso, le dice a su discípulo que pida un deseo, "Y Eliseo dijo: -Pido que sea duplicado en mí tu espíritu" (o sea, tener el doble de poderes que el maestro). Pues no sé si va a poder ser -le vino a decir Elías- pero se hará lo que se pueda.
"Así proseguían su camino, andando y hablando entre sí, cuando he aquí que un carro de fuego, con caballos de fuego, separó al uno del otro, y Elías subió al Cielo en un torbellino".
Eliseo "recogió después el manto, que se le había caído a Elías, y volviéndose se paró en la ribera del Jordán; y con el manto de Elías golpeó las aguas, que no se dividieron, por lo que dijo: -¿Dónde está ahora el Dios de Elías?.
Hirió nuevamente las aguas, y se dividieron a ambos lados, con lo que pasó Eliseo".
Entre tanto, los hijos de los profetas (?) estaban al otro lado esperándolo, y le dijeron que se iban a buscar a Elías por los alrededores. Tres días estuvieron explorando las montañas sin el menor éxito.
Eliseo vivía en Jericó, y le dijeron sus habitantes que era una penica que, siendo que la ciudad estaba enclavada en lugar tan estratégico y hermoso, su manantial fuese amargo y nocivo. Ni corto ni perezoso echó sal en la fuente, y, desde entonces, las aguas de Jericó son buenísimas.
De aquí pasó a Betel, y unos muchachos se burlaban de él llamándolo calvo (quizá padecía de alopecia). "Eliseo, volviéndose hacia ellos, los maldijo en nombre de Yahveh; y, saliendo dos osos del bosque, despedazaron a cuarenta y dos de aquellos muchachos".
De allí se fue al monte Carmelo, y luego a Samaría.
2 REYES 3.- Joram de Israel (852 -841): "Joram, hijo de Acab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año décimo octavo de Josafat, rey de Judá, y reinó doce años".
Mesa, rey de Moab, era tributario del rey de Israel, y le pagaba cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones (muchos miles me parecern), pero en cuanto murió Acab, el moabita dejó de pagar el tributo, por lo que Joram se alió con Josafat para darle un escarmiento.
La estrategia de Joram era pillarlo desprevenido desde Idumea, pero hubo una mala planificación, y al séptimo día estaban en pleno desierto sin gota de agua. Buscaron desesperadamente la mediación de un profeta de Yahveh, y no les quedó más remedio que echar mano de Eliseo. Éste se hace de rogar, incluso se permite despreciar al rey de Israel, pero al fin accede a servir de mediador con el Altísimo. Pide que le traigan un tañedor de arpa que siempre ayuda para recibir la inspiración divina, y al rato les indica dónde han de cavar para encontrar un copioso manantial. De paso pronostica la derrota de Moab, y les hace saber cuáles son los deseos de Yahveh en esta campaña: "Y destruiréis todas las plazas fuertes, y todas las ciudades principales, y cortaréis todos los árboles frutales, y cegaréis todos los manantiales de aguas, y sembraréis de piedras los campos más fértiles".
Entre tanto, los moabitas, que nunca habían salido de su pueblo y eran tontos de baba, confundieron las aguas de tonos rosáceos al amanecer por efecto de la aurora, con un torrente de sangre, y sacaron la precipitada conclusión de que judíos e israelitas se habían extermiando mutuamente en una guerra fratricida. Así que desbordados por la euforia atacaron el campamento enemigo para liquidar a los cuatro gatos supervivientes. Obviamente el ataque fue un desastre, como muy bien había predicho Eliseo. El rey moabita quedó rodeado en la ciudadela de su capital, "y arrebatando a su hijo primogénito, que debía sucederlo en el reino, ofreciólo en holocausto sobre la muralla; cosa que produjo grande horror a los israelitas, y así al punto se retiraron de allí, volviendo a sus casas"
2 REYES 4.- Eliseo realiza varios milagros, como la multiplicación del aceite para que una viuda pudiera ganar un dinero con su venta, y evitar que sus hijos fueran esclavizados (rescoldo del milagro de Elías).
Posteriormente es acogido de modo hospitalario por un matrimonio de avanzada edad; en agradecimiento deja a la mujer embarazada (quiero decir que Eliseo simplemente se limita a interceder ante Yahveh. O al menos eso es lo que le dijeron al marido). Con tan mala suerte que el niño muere en seguida; lógicamente, Eliseo lo resucita. Faltaría más.
Otro día, nuestro protagonista dio un banquete a un montón de colegas, pero uno de sus sirvientes, echó a la olla unos frutos amargos que envenenaron a los comensales. Eliseo quitó el amargor echando harina (mágica) al potaje. También multiplicó unos panes de cebada porque no llegaba para tanto gorrón.
2 REYES 5.- Y siguió realizando prodigios. Como curar de una lepra a Naamán, general de los ejércitos del rey de Siria. El truco era lavarse en agua del Jordán. Quedó el hombre la mar de agradecido y ofreció al profeta ricos presentes que éste, como no podía ser de otra manera, declinó. Mas el criado de Eliseo, llamado Giezi, intentó sacar provecho de la situación y aborda a Naaman, contándole un cuento chino para que afloje los regalos, volviendo más contento que chupilla.
Pero Eliseo nota su ausencia y cuando regresa lo interroga. Giezi se hace el sueco, pero ignora que su amo es un profeta de Yahveh que lo sabe todo, así que Eliseo lo maldice: "Has recibido dinero, y has recibido ropas para comprar olivares y viñas y ovejas y bueyes y esclavos y esclavas. Pero también la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. En efecto, salió Gieci de su presencia cubierto de lepra [blanca] como nieve". No se le estuvo mal.
2 REYES 6 - 7.- Otro milagro de Eliseo: hace flotar un hacha. Aquí vuelve a aparecer con su grupo de acólitos, eufemísticamente llamados en la Biblia "hijos de los profetas".
Tiempo después, los sirios iniciaron la guerra contra Israel, pero Eliseo conocía los movimientos y emboscadas que planeaban, así que los ataques del rey de Siria eran constantemente desbaratados.
Enterados los sirios de que era Eliseo el culpable de sus fracasos, deciden capturarlo. Un gran contingente sitia la ciudad de Dotán, donde reside, pero el profeta hipnotiza al ejército y los conduce a Samaría, donde despiertan rodeados por el ejército israelita. Pero Eliseo dice al rey que les perdone la vida y que los trate bien. Tras alimentarlos son liberados. Llegados a Siria, comprende su rey, Benadad, que lo mejor va a ser suspender la campaña.
Pero poquico duró el propósito de la enmienda, porque al tiempo volvió a sitiar Samaría, la cual, para colmo, estaba sufriendo una terrible hambruna. El rey de Israel, paseaba por la muralla, cuando se le acercó una mujer pidiendo justicia; el caso era que había acordado con una vecina que devorarían a sus propios hijos, ella había cumplido su parte, pero ahora, la otra, se negaba al sacrificio de sus vástagos. El rey, aterrado, se rasgó las vestiduras, entendiendo que todas estas calamidades son por culpa de Eliseo, así que manda prenderlo.
El profeta, anuncia solemne que en 24 horas habrá gran abundancia de cereal. El capitán del pelotón se burla incrédulo, a lo que responde Eliseo: "-Lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello".
Había también cuatro leprosos en las puertas de la ciudad, que deciden pasarse al campamento sirio por ver si se apiadan de ellos. Pero al llegar no encontraron a nadie, y es porque Yahveh les hizo oír un terrible estruendo de carros de guerra y galopar de escuadrones que les hizo pensar a los arameos que llegaban mercenarios de Israel, y huyeron en desbandada.
Los leprosos llevaron a la ciudad la buena nueva, y hubo gran fiesta y alborozo, porque, además, en la precipitación de su huída, habían quedado allí ingente cantidad de alimentos y montones de riquezas. En el tumulto del saqueo pereció aplastado el capitán de la guardia que se burló de la profecía de Eliseo.
2 REYES 8.- Tras un episodio menor con la mujer sunamita, cuyo hijo había resucitado, Eliseo viaja a Damasco (lugar recurrente en la Biblia).
El caso es que Benadad, rey de Siria, estaba enfermo, y mandó a Hazael con ricos presentes para que le preguntase a Eliseo si tendrían curas sus males.
Eliseo respondió a Hazael que la enfermedad no era grave, pero que Benadad iba a morir sin remedio. Luego Eliseo echóse a llorar. Extrañado, el sirio le preguntó el motivo de su llanto; "Porque sé -respondió- los males que has de hacer a los hijos de Israel. Tú entregarás a las llamas sus ciudades fuertes, y pasarás a cuchillo sus jóvenes, y estallarás contra el suelo sus niños, y abrirás el vientre a las mujeres preñadas". Todavía se extrañó más Hazael al oír lo que para él eran disparates, pero Eliseo le aclaró sus presagios: "El Señor me ha manifestado que tú serás rey de Siria".
Regresó Hazael a palacio, y el rey le preguntó ansioso por el vaticinio del profeta; "respondióle: -Me ha dicho que recobrarás la salud". Y respiró tranquilo. A la mañana siguiente, Hazael empapó en agua una toalla y asfixió al rey, su señor; y, tal como predijo Eliseo, ocupó el trono. Un ejemplo de profecía recurrente.
Joram de Judá (848 - 841).- "Al quinto año de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, y de Josafat, rey de Judá, entró a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. Treinta y dos años tenía cuando empezó a reinar, y ocho años reinó en Jerusalén". Se casó con Atalía, hija de Acab, que lo echó a perder.
Durante su reinado, Idumea se sacudió el yugo de Judá, y también se rebeló Lobna. A Joram de Judá lo sucedió su hijo Ocozías (841 - 840). "En el año 12 de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías hijo de Joram, rey de Judá. Ocozías tenía 22 años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía hija de Omrí, rey de Israel".
Ocozías se alió con su tío Joram de Israel para hacer la guerra al ya mencionado Hazael, rey de Siria. Cómo no, la manzana de la discordia era Ramot de Galaad.
Y Joram cayó herido por lo que fue a Jezrael a curarse. Y Ocozías pasó a visitarlo e interesarse por su salud.
2 REYES 9.- Y por si hubiera pocos problemas sucesorios, mandó Eliseo a uno de sus acólitos de los "Hijos de los Profetas", a Ramot de Galaad paa que ungiera rey, en secreto, a Jehú, hijo de Josafat, y de paso le dé recado para que extermine a toda la casa de Acab (perros incluidos), y finaliza con un bonito epílogo: "Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezrael, sin que haya quien la entierre".
Jehú (841 - 814).- Así lo hizo el machaca, lo ungió en secreto, dio el recado y se marchó, pero a Jehú le faltó tiempo para contarlo, de modo que todos los jefes tribales se pusieron a sus órdenes.
Y fue Jehú a Jezrael para acabar con Joram. Sin sospechar de su traición salieron a recibirlo Joram y Ocozías montados en sendos carros.
"Apenas vio Joram a Jehú, dijo:
- ¿Tenemos paz, Jehú?
- ¿Qué paz puede haber -le respondió -mientras permanecen aún en su vigor las fornicaciones de tu madre Jezabel y sus muchas hechicerías?".
Joram azuzó al instante sus caballos intentando huir, y gritando a Ocozías que habían caído en una trampa. Pero Jehú le disparó una flecha que le atravesó la espalda, reventándole el corazón. Luego ordenó a su capitán, Badacer, que arrojara el cadáver al campo de Nabot.
Ocozías fue perseguido por los israelitas, y lo mataron en su coche, aunque fue enterrado en Jerusalén con su padre.
Mientras tanto, Jezabel, cual Cleopatra primigenia, se engalana esperando al nuevo César. "Se pintó los ojos con cool, y adornándose la cabeza se puso en una ventana a mirar [...] Alzó Jehú la cabeza hacia la ventana y preguntó: - ¿Quien es esa?
Y dos o tres eunucos hicieron a Jehú una profunda reverencia, a los cuales dijo él: -Arrojadla de ahí a la calle.
Arrojáronla, y quedó la pared salpicada con su sangre, y fue pisoteada por los caballos".
Tras comer y beber ordenó que le diesen sepultura, pero sólo hallaron la calavera de la reina, junto con sus pies y sus manos. Yahveh había hecho justicia una vez más.
2 REYES 10.- Luego despachó correos por toda Samaría para que los notables de las distintas ciudades le enviaran las cabezas de los 70 hijos de Acab. Y así lo hicieron.
La orgía de sangre no había hecho más que comenzar. Familiares y sacerdotes de Acab y Ocozías son degollados sin piedad; cuarenta y dos hombres en total.
No todo han de ser matanzas, también establece una alianza de amistad con Jonadab.
El siguiente paso es convocar a todos los sacerdotes de Baal, fingiéndose baalita. Así pudo exterminarlos sin que pudiera salvarse ni uno. Continuó quemando los ídolos de Baal hasta acabar con su culto.
Pero no nos engañemos, Jehú fue un gran pecador y no quitó los becerros de oro que subsistían en Betel y en Dan.
"En aquellos días comenzó el Señor a indignarse contra Israel; y así Hazael lo derrotó y devastó en todos sus confines, desde el Jordán hacia Oriente, y toda la tierra de Galaad, de Gad y de Rubén, y de Manasé, desde Aroer, situada junto al torrente de Armón, hasta Galaad y Basán".
Jehú (842 - 814) reinó 28 años, y le sucedió su hijo Joacaz (814 - 801).
2 REYES 11.- Muerto Ocozías, tomó el mando Atalía (840 - 835), su madre, mujer de armas tomar que exterminó "toda la prosapia real". Afortunadamente, el hijo de Ocozías, Joás (y nieto, por tanto, de Atalía), fue salvado de la masacre por su tía Josaba. "Y estuvo por espacio de seis años oculto con su ama de leche en la casa de Yahveh; mientras tanto reinó Atalía en Judea".
Mas al año siguiente, el Sumo Sacerdote, Joyada, apoyado por los soldados, ungió rey a Joás de Judá (835 - 801), y Atalía fue muerta por la guardia.
El plan de Joyada es que Joás -que sólo tiene siete años- sea su rey títere. para ello "asentó Joyada el pacto de Yahveh con el rey y con el pueblo, que sería [de nuevo] pueblo del Señor. Y asimismo entre el rey y el pueblo". El eterno problema, el pueblo está sujeto al rey, y éste a Yahveh, cuyo representante terráqueo es el Sumo Sacerdote. Por tanto, si Joyada juega bien sus cartas puede conseguir un poder omnímodo y duradero. El primer paso será eliminar la competencia; "entró todo el pueblo en el templo de Baal, y le derribaron sus altares, e hicieron añicos sus imágenes, y delante del mismo altar mataron a Matán, sacerdote de Baal, y el Sumo Sacerdote puso guardias en la casa de Yahveh".
2 REYES 12.- A pesar de todo, siguieron los sacrificios en los lugares altos, porque el pueblo lo tenía muy arraigado.
Joás reguló y controló los óbolos y tributos dirigidos al Templo.
Llevaba reinando unos veinte años Joas, cuando "Hazael, rey de Siria, salió a campaña, y poniendo sitio a Get la tomó, y enderezó su mira contra Jerusalén". Por lo que se vio obligado a pagar una gran suma de dinero para evitar la agresión siria. Que se pagó con el tesoro del Templo.
No sabemos muy bien por qué, pero un complot palaciego acabó con la vida de Joás. Le sucedió su hijo Amasías (801 - 776).
2 REYES 13.- "El año veintitrés del reinado de Joas, hio de Ocozías, rey de Judá, reinó Joacaz, hijo de Jehú, sobre Israel en Samaría, por espacio de diez y siete años".
Joacaz (814 - 801) estuvo supeditado a Hazael, rey de Siria. Como buen israelita fue idólatra y non grato a los ojos (al Ojo, mejor dicho) de Yahveh.
Tras Joacaz reinó su hijo Joás de Israel (801 - 786), digno hijo de su padre; aunque un Eliseo chocho y moribundo le predice que se librará del yugo sirio. Y así fue, pero sólo cuando murió Hazael, sucediéndole en el trono su hijo Benadad.
2 REYES 14.- Amasías (801 - 776): "En el segundo año de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel, entró a reinar Amasías, hijo de Joás de Judá". Su primera acción fue vengar la muerte de su padre, ajusticiando a los oficiales que participaron en su muerte.
También "derrotó diez mil idumeos en el Valle de las Salinas, y tomó a viva fuerza a Petra, a la cual llamó Jectehel, nombre que se conserva hasta hoy día".
Envalentonado por la victoria, presentó batalla a Joás, rey de Israel, y éste lo derrotó e hizo prisionero. Además "lo llevó a Jerusalén y abrió una brecha de cuatrocientos codos [200 m.] en la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta de la Esquina. Y tomó todo el oro y la plata y todas las alhajas que se hallaron en el Templo de Yahveh y en los tesoros del rey, y varios rehenes, y volvióse a Samaría".
"Amasías, hijo de Joas, rey de Judá vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel". Amasías también fue víctima de una conjura palaciega, y aunque logró huir a Laquis, fue encontrado y asesinado. Le sucedió Azarías (776 - 739).
Mientras tanto en Israel, Jeroboam II (786 - 745), que había sucedido a Joás "restableció en el primitivo Estado los límites del reino de Israel, reconquistando desde la entrada de Emat hasta el mar del desierto, conforme a la palabra de Yahveh, Dios de Israel, pronunciada por su siervo, el profeta Jonás, hijo de Amati, natural de Get, en la región de Ofer". Le sucedió en el trono su hijo Zacarías (?).
2 REYES 15.- Volviendo a Azarías (776 - 739) diremos que era un buen muchacho, "e hizo lo que era agradable al Señor". Aunque, bien es verdad, no abolió el culto en los lugares altos, quizá por eso Yahveh lo castigó con una lepra de por vida.
A éste lo sucederá su hijo Joatam (739 - 734).
En Israel, tras Jeroboam II reina su hijo Zacarías. A éste lo mata Sellum (?) para reinar en su lugar, pero al mes se lo cargó Menahem (745 - 739) (no hay nada como empezar el melón de los magnicidios). Fue Menahem un personaje malvado que sitió Tersa, y cuando la tomó mató a todas las preñadas abriéndoles el vientre. "Ful, rey de los asirios, vino entonces a esta tierra, y dio Menahem a Ful mil talentos de plata para que lo ayudase y lo asegurase en el trono".
A Menahem lo sucede su hijo Faceía, mas por poco, porque caerá bajo el puñal de su general Romelías, que se hará con el trono. Aunque no está claro, parece que pronto reinará su hijo Facee (Pecab) (739 - 732).
"En el reinado de Pecab, rey de Israel, vino Teglatfalasar [Tiglatpileser], rey de Assur, y se apoderó de Ayrón, y de Abel-bet-Maaca, y de Janoé, y de Cedes, y de Hazor, y de Galaad, y de Galilea, y de todo el país de Neftalí, y deportó sus habitantes a Asiria".
Oseas (732 - 722), mató a Pecab y reinó en su lugar. Mientras tanto, en Judá subía al trono Joatam (739 - 734), hijo de Azarías. Tuvo que soportar el ataque del sirio Rasín y del israelita Facee (Pecab).
Todos los reyes de Israel eran abominables a los ojos de Yahveh, pues eran idólatras y pecadores, mientras que los reyes de Judá eran gratos a la tuerta mirada de Señor, a pesar de que ninguno se propuso acabar con las ofrendas de incienso en las cimas de los cerros sagrados.
A Joatam (739 - 734) le sucede Acaz (o Ajaz) (734 - 718).
2 REYES 16.- Acaz sucedió a Joatam de Judá. Este Acaz (nótese la homofonía con Acab), "No hizo lo que era agradable a los ojos de Yahveh, su Dios, como David, su padre, sino que siguió las huellas de los reyes de Israel". Llegando a la aberración de sacrificar en el fuego a su hijo, según hacían los fenicios ante Moloc.
Acaz sufrió el ataque de Rasín, rey de Siria, y de Pecab, rey de Israel, mas pudo contenerlos, aunque Rasín le arrancó algunos territorios de la Idumea.
"Entonces Acaz despachó embajadores a Teglatfalasar, rey de los asirios" para que lo librasen de la amenaza siria; usando el tesoro del Templo para pagar sus servicios, como ya vimos en el capítulo anterior. "Marchó pues el rey de los asirios contra Damasco y la destruyó. Deportando a sus moradores a Cirene, y quitándole la vida a Rasín".
Fue después Acaz a Damasco a rendir pleitesía a Teglatfalasar, y le gustó el altar que allí había, por lo que manda a Urías, el Sumo Sacerdote, que fabrique uno igual en Jerusalén para oficiar sobre él todos los sacrificios; para ello ordena adaptar toda la liturgia hebrea para adaptarla al nuevo culto asirio.
NOTA.- Como ya hemos visto, las invasiones de los Pueblos del Mar desestabilizaron el equilibrio entre las potencias de Oriente Medio. La consecuencia inmediata fue la desaparición de los dos grandes imperios de la zona: el Egipcio y el Hitita. Surgieron muchos reinos menores, todos en pugna por conseguir la hegemonía: Siria, Israel, Mitanni, Hurritas, Urartu... Y será en el s. IX cuando se imponga un reino mesopotámico que ya tuvo en el pasado días de gloria: Asiria. En Un par de siglos conquistará todo el Creciente Fértil. Por supuesto Palestina no se librará del terrible y demoledor rodillo asirio; y así, hacia el 750a.C., Judea pasa a ser tributario de Asiria.
Acaz fue sucedido por Ezequías (718 - 697).
2 REYES 17.- "El año duodécimo del reinado de Acaz, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Oseas, hijo de Ela, y reinó nueve años".
Oseas (732 - 722) pasó a ser tributario de Salmanasar V (726 - 722), rey de Asiria. Sin embargo pidió ayuda a Sua (o So), faraón de Egipto, para sacudirse el yugo asirio. Mas fue en vano, Samaría fue tomada por Salmanasar al cabo de tres años de duro asedio, y su población deportada a Hala y Habor, ciudades de la Media, junto al río Gozán. Oseas será el último rey de Israel.
Obviamente, la causa de la destrucción del reino de Israel fue la idolatría. A Yahveh le disgustaban los holocaustos en los lugares altos y los cultos orgiásticos en los bosques.
Los "lugares altos" no sólo eran enclaves naturales, como las cumbres de cerros y oteros, sino también construcciones religiosas de forma piramidal que imitaban a los zigurats, una clara influencia babilónica. Y es que el peso de las religiones cananeas y mesopotámicas era enorme.
Y entrando en terreno meramente histórico, diremos que Salmanasar fue asesinado durante el sitio de Samaría, seguramente por su hermano y sucesor en el trono, Sargón II (722 -705), uno de los más agresivos monarcas asirios, que pretenderá la culminación imaginaria del Imperio Universal, en un proceso de emulación de su homónimo acadio.
Así pues, no fue Salmansar V el debelador de Samaría, como nos cuenta 2 Reyes 17, sino Sargón II, en el 722. Unas 27 mil personas fueron deportadas.
Respecto a ese extraño faraón "Sua" o "So", aliado de Oseas en su revuelta anti asiria, podría tratarse de Osorcón IV, un reyezuelo del nomo de Bubastis. Recordemos que en esta época, Egipto es un conglomerado de reinos independientes.
Samaría se repobló con gentes venidas de Babilonia, Cut, Ava, Evat y Sefarvaím, los cuales, como es de imaginar, nada sabían de Yahveh ni de cómo se las gastaba, así que, ingénuamente, seguían con los ritos y creencias de sus lugares de procedencia. "Por lo que Yahveh envió contra dichas gentes leones que las iban despedazando". Advertido el rey asirio de estas calamidades, tuvo la buena ocurrencia de restaurar en su cargo a uno de los sacerdotes de Yahveh, que enseguida los puso al día. Mas sólo sirvió para crear un tótum revolútum donde Yahveh se verá obligado a convivir con toda la chusma del panteón cananeo y babilónico. Y así hasta el día de hoy.
2 REYES 18.- "El año tercero de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá".
Este Ezequías (718 - 697) hizo todo lo que era recto a los ojos de Yahveh: "Destruyó los lugares altos, quebró los ídolos, taló los bosques paganos e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le seguían quemando incienso los hijos de Israel, y la llamó Nohestán [fragmento de bronce]". Por tanto, es lógico que Yahveh le fuese favorable, y así logró sacudirse el yugo asirio e infligió graves derrotas a los filisteos.
En cambio, para Israel llegaba el final de su existencia: "El cuarto año del reinado de Ezequías, séptimo del de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, vino Salmansar, rey de los asirios, contra Samaría, y la sitió y se apoderó de ella" (ya hemos visto que no fue Salmansar sino Sargón II el conquistador de Samaría).
Y cuando las barbas de tu vecino veas pelar... porque Judá, a pesar de la piedad de su rey, aparentemente no iba a tener mejor suerte: "El año decimocuarto del reinado de Ezequías, subió Senaquerib, rey de los asirios, a la conquista de todas las ciudades fuertes de Judá, y se apoderó de ellas".
Ezequías intentó aplacarlo con los tesoros del Templo, juntó en total 300 talentos de plata y 30 de oro. Pero no sirvió de nada. Senaquerib (704 - 681) envió a tres de sus generales (Tartán, Rabsaris y Rabsaces) instando a los judíos a su rendición. Esta oferta la hizo Rabsaces bajo la muralla de Jerusalén, para que el pueblo desertara, pero todo el mundo tenía orden de no alentar.
2 REYES 19.- En cualquier caso, menudo sofoco se llevó Ezequías, porque ya daba su reino por perdido. "Y envió a Eliacim, su mayordomo, y a Sobna, su secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes cubiertos de sacos, a [pedir consejo] a Isaías, profeta, hijo de Amós".
Isaías les dice, en nombre de Yahveh, que no hay de qué preocuárse, pues "Yo voy a enviarle cierto espíritu [a Senaquerib], y oirá una nueva, y se volverá a su país, donde lo haré perecer al filo de la espada".
Y se cumplió la profecía: Senaquerib tuvo que dejar el sitio a Jerusalén para presentar batalla a Taraca, rey de Etiopía, que le había declarado la guerra. Antes de marchar, el asirio envía una carta a Ezaquías anunciándole que ya le ajustará las cuentas.
Una vez más será Isaías quien tranquilice a todos asegurando, en nombre de Yahveh, que Senaquerib jamás pondrá el pie en la capital. "En efecto, aquella noche vino el Ángel del Señor, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y levantándose muy de mañana el rey de los asirios, Senaquerib, vio todos aquellos cuerpos muertos, y levantó el campo y se marchó. Y volvióse a Nínive, donde fijó su asiento. Y mientras estaba adorando en el templo a su dios, Nesroc, lo mataron a puñaladas sus hijos Adramalec y Sarasar, y huyeron a tierra de los armenios, reinando en su lugar su hijo Asaraddón".
La realidad histórica es que Senaquerib sitió duramente Jerusalén, dejando encerrado al rey "como un pájaro en su jaula", según leemos en una tablilla asiria. Ezequías morirá en combate, y su sucesor, Manasés, optará por la decisión más inteligente: rendirse. Judá quedará como Estado tributario, humillado pero incólume, y la capital podrá salvarse del saqueo. Aunque, como leeremos a continuación, las Escrituras nos dan otra versión de los hechos.
2 REYES 20.- Ezequías estaba muy enfermo por culpa de una úlcera, y a punto de morir, y así se lo vaticinó Isaías. Entonces el rey de Judá rezó a Yahveh, recordándole que él siempre había hecho lo que era agradable a sus ojos "y derramó Ezequías abundancia de lágrimas". Y Yahveh se enterneció por tanto y tanto recuerdo, ¡total, para uno bueno que le salía! Así que le da un nuevo recado a Isaías: Ezequías vivirá quince años más. Así que el profeta, ni corto ni perezoso, le aplica a la herida ulcerosa un emplasto de higos, y el monarca quedó como nuevo.
Aún el rey pidió una prueba de que estaba realmente curado, entonces Isaías le da a elegir entre adelantar o retrasar la hora del reloj de Sol en diez grados. Aún tiene la insolencia de afirmar que adelantarlo es bien fácil, que opta por que lo retrase. Y así ocurrió.
"En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladías,Rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías por su enfermedad", y se alegró mucho, y les enseñó todas las cosas de palacio, tanto armas como tesoros. Isaías le advierte que día llegará en que los babilonios tomarán todos los bienes de palacio y deportarán a los judíos. ¡Qué le vamos a hacer! dijo su majestad.
Esta historia del príncipe Merodac Baladán, hijo del rey babilonio Baladías es totalmente falsa. En época de Ezequías no existía ningún rey babilonio llamado Baladías, entre otras razones porque Babilonia había sido anexionada por el asirio Tiglatpileser IV (Teglatfalasar) en el 729 (11 años antes de que Ezequías subiese al trono) y se proclamó rey de la susodicha Babilonia con el nombre de Pulu. Su hijo Salmamasar V será quien ponga sitio a Samaría, y, a su muerte, le sucederá Sargón II, quien, como ya dijimos, será quien asalte la ciudad.
Ezequías fue un buen rey que mandó construir un complejo sistema de canalizaciones para abastecer de agua a Jerusalén.
A su muerte vino a sucederlo Manasés (687 - 642)
2 REYES 21.- "De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén; llamábase su madre Hafsiba".
Manasés volvió a las andadas de sus idólatras antepasados. Rehizo todo lo que destruyó su padre bosques paganos, altares a Baal, adoró todos los astros del cielo, y colocó altares profanos en el Templo, inmoló al fuego a su propio hijo y creó una corte de magos y adivinadores.
"Además de esto, Manasés derramó arroyos de sangre inocente hasta inundar a Jerusalén".
Así que los profetas, hablando en nombre de Yahveh, vaticinaron grandes calamidades para Judá.
A Manasés lo sucedió su hijo Amón (642 - 639). Tenía 22 años y sólo reinó durante dos, "e hizo lo malo en presencia del Señor, como lo había hecho su padre". Fue asesinado en una intriga palaciega, si bien "el pueblo mató a todos los conjurados contra el rey Amón, y proclamaron por rey en su lugar a Josías. hijo suyo".
Josías (639 - 609): Tenía 8 años, y reinó durante 31 en Jerusalén
2 REYES 22 -23.- "E hizo lo que era agradable a los ojos del Señor, y siguió la senda de David, su padre".
Josías ordenó reparar el Templo, que estaba muy deteriorado, pues no había sido restaurado desde los lejanos tiempos de Salomón. Durante las obras encontraron el libro de la Ley, el original escrito por Moisés, donde se predecían terribles desastres si el Pueblo Elegido se desviaba del pacto con Yahveh. Por lo que Josías reunió al pueblo y renovó el pacto con Yahveh, y luego exterminó los cultos paganos. Es curioso que entre los cultos anatematizados se encontraban los que les quemaban incienso al Sol, Luna, astros del Cielo en general y, particularmente, a los doce signos zodiacales.
Josías también acabó con la prostitución ritual masculina que se había establecido en el Templo a tal efecto. La prostitución sagrada femenina se llevaba a cabo en unas tiendas de campaña donde se practicaban los obscenos ritos de los cultos fálicos del bosque.
Vemos, pues, una grandísima influencia de las religiones mesopotámicas y cananeas.
El caso es que Josías organizó una tremenda degollina entre los sacerdotes de los ritos paganos, quemando todos sus lugares de culto y sembrándolos de huesos humanos para profanarlos eternamente. "Mas no por eso depuso Yahveh su terible enojo y gran indignación contra Judá por los ultrajes que le había provocado Manasés [...] En su reinado, Faraón Necao, rey de Egipto, se puso en marcha hacia el río Eúfrates para batir al rey de los asirios, y salió contra él el rey Josías, que al primer encuetro quedó muerto en Megido"
NOTA.- Como acabamos de ver, Josías era aliado (o sea tributario y vasallo) del rey asirio, y Judá servía como reino tapón. Pero esto no es cierto; en realidad Necao era aliado de los asirios, y Josías de los babilonios, como sabemos por una crónica babilónica que corrige lo que parece ser un error de la crónica veterotestamentaria. El enfrentamiento entre ambos reyes fue una transferencia de la lucha que estaban llevando a cabo sus respectivos amos asirios y babilonios.
Recordemos que hacia el 615 a.C. las invasiones escitas debilitan el estado asirio, el momento es provechado por sus enemigos orientales, aliándose el medo Ciaxares y el babilonio Nabopolasar; esta vez será definitivamente aplastada la odiada Asiria: Nínive cae en el 612 y hacia el 610 todo el reino ha sido tomado y su población exterminada.
Le sucedió su hijo Joacaz, que volvió a las andadas "haciendo el mal en presencia del Señor". Fue derrotado por Necao, que lo confinó preso lejos de Jerusalén, en Rebla, en la región de Emat; y puso en el trono judío a Eliacim, otro hijo de Josías, hombre dúctil y maleable, al que cambió el nombre por Joaquín (609 - 598). Joacaz, por último, fue deportado a Egipto, donde murió; y el reino de Judá fue sometido a tributo. Obviamente Joaquín fue un idólatra que no desmereció en nada a sus antepasados; y digo obviamente porque, habida cuenta lo bien que le fue a su padre siendo piadoso, la mejor salida era el paganismo.
NOTA.- Vencida Asiria, el enfrentamiento con Egipto será inevitable, pues Babilonia considera toda la estratégica franja Palestina como zona natural de su influencia. En el 604 a.C., Nabucodonosor II, hijo de Nabopolasar, sube al trono de Babilonia. Tras asegurarse el dominio de Siria, ataca a los egipcios a los que vence en la batalla de Karkemish.
2 REYES 24.- "En tiempos de éste [de Joaquín] vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, y Joaquín estuvo sujeto a él [fue vasallo suyo] por tres años, después de los cuales se rebeló". Y aunque la Biblia no lo cuenta, lo hizo aliado con los egipcios, que fueron de poca ayuda.
Los babilonios enviaron un primer ataque de tropas auxiliares de los reinos vasallos de la zona: caldeos, sirios, moabitas y amonitas; seculares enemigos de los hebreos. Los judíos se defendieron con desesperación; entonces murió Joaquín.
Le sucedió Joaquín II (598 - 597), de 18 años de edad.
Y hasta Jerusalén llegó el mismo Nabucodonosor para sitiar y tomar Jerusalén.
Y se apoderó de los tesoros del Templo, "y llevóse cautiva toda la Corte de Jerusalén, sus príncipes y toda la fuerza del ejército, en número de diez mil, y a todos los artífices y maquinistas, sin dejar más que la ínfima plebe [...] y en lugar de Joaquín puso a Matanías, su tío paterno, a quien impuso el nombre de Sedecías"
2 REYES 25.- Sedecías (597 - 587), decició rebelarse en el noveno año de su reinado. Nabucodonosor en persona acudió a sitiar la capital. Al cabo de dos años, la ciudad no tenía alimentos, ni moral ni resistencia que oponer. Por fin, los babilonios lograron abrir una brecha en la muralla. Todo estaba perdido.
Sedecías y una fuerte escolta lograron huir al desierto, pero fueron alcanzados en Jericó por un destacamento caldeo. La guardia pretoriana del rey judío huyó dejándolo al amparo de Dios.
Fue llevado ante Nabucodonosor, "e hizo matar a los hijos de Sedecías en presencia de éste, y después le sacaron los ojos, y atado con cadenas fue conducido a Babilonia". Corría el año 587 a.C.
La ciudad y el Templo fueron incendiados y su población deportada, "dejando solamente a gentes pobres del país para cultivar las viñas y los campos". Godolías fue el encargado de gobernar a estos desharrapados; aunque su mandato fue efímero, ya que a los siete meses los asesinaron miembros de la familia real. "De resultas de esto, todo el pueblo, chicos y grandes, y los oficiales del ejército huyeron a Egipto por temor de los caldeos".
Y de este modo se cierra un ciclo de mil doscientos años que abarca desde la salida de Abraham de Caldea en busca de un lugar donde establecerse y fundar una nación. Ahora, los hebreos retornaban esclavizados a sus orígenes.
Aunque fue muy diferente la deportación israelita que los asirios habían llevado a cabo y que supuso la disgregación y desaparación de del reino del norte, con la cautividad judía en Babilonia. En este segundo caso, los judíos reciben un trato humanitario y se les respetan sus costumbre y modos de vida, esto, junto a la circunstancia de que sólo haya sido exilada la élite intelectual y política del reino, permitirá la creación de un fuerte nacionalismo judío, idealizado y robustecido mediante la codificación de todas sus leyes, historia y tradiciones en un corpus literario que será la base del Antiguo Testamento, de la Biblia, del Libro por excelencia.
Muy pronto, la colonia judía alcanzó una gran prosperidad económica y, por tanto, enorme influencia, por lo que toda la añoranza de su antiguo país no dejaba de ser más que mera retórica.
En el año 539 a.C., Ciro II, fundador del Imperio Persa, conquista Babilonia, sin apenas lucha, ya que Nabónido, el rey babilonio, se encontró desasistido por los estamentos religiosos y por el pueblo. Ciro se proclama rey y es divinizado por los sacerdotes de Marduk.
Al año siguiente autoriza el regreso de los judíos a Palestina; éstos lo nombran "Mesías", o sea, ungido de Yahveh.
A continuación leeremos algunos libros de escaso valor histórico que se sitúan en torno a la época del destierro babilónico.
TOBÍAS
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Nos encontramos en tiempos de Salmansar, hacia el 722 a.C.; el rey asirio ha sometido al reino de Israel y ha puesto en cautiverio a gran parte de su población (como ya hemos repetido hasta la saciedad, en este punto se equivocan las Escrituras, pues no fue Salmansar sino su hermano Sargón II, quien conquistó el reino de Israel y deportó a su población). En la Galilea superior vive un santo varón de la tribu de Neftalí llamado Tobías, a pesar de su juventud es sabio y temeroso de Dios, "en fin, cuando todos adoraban a los becerros de oro que había hecho Jeroboam, rey de Israel, sólo él huía la compañia de los demás, y se iba al Templo del Señor, donde adoraba a Yahveh, Dios de Israel, ofreciendo fielmente todas sus primicias y sus diezmos".
Todo esto lo hacía el bueno de Tobías antes de la guerra contra los asirios; como ya sabemos, al poco fue tomada toda Samaría y todos sus habitantes fueron deportados a Samaría. Entre ellos se encontraba Tobías y su familia.
Parece ser que llegó a tener preeminencia entre su gente, y de alguna forma se relacionó con el rey asirio y le prestó importantes servicios que fueron recompensados por el soberano con 10 talentos de plata. Un pequeña fortuna para la época.
Poco duró en su mano esta riqueza porque, viendo la gran necesidad de sus conciudadanos, dio en préstamo dicha cantidad a un familiar suyo llamado Gabelo, que residía en Ragés, ciudad de la Media.
Además de socorrer a los necesitados, Tobías se dedicaba a recorrer las calles rescatando los cadáveres insepultos de sus paisanos, pues Senaquerib mataba caprichosamente a los israelitas, furioso por no haber podido tomar Jerusalén.
NOTA.- El éxodo de los israelitas se produjo en el 722 a.C., con la llegada de Sargón II al poder. En el 704 sube al poder Senaquerib y comienza la conquista de Judá, consiguiéndolo en el 701. Así pues, los hechos que se narran a continuación son del año 702 aproximadamente, con lo que Tobías lleva unos veinte años cautivo en Nínive.
Un día que regresaba de ejercer su benéfica y peligrosa acción, sentóse a descansar, recostado en la pared de una casa, y se quedó dormido. Con tan mala fortuna que le cayó a los ojos estiércol de golondrina y quedó ciego.
Los familiares y amigos le hacían ver lo injusto de su situación, recalcando que para nada habían servido sus buenas obras; y entonces responde Tobías de esta manera: «No habléis de esa manera, puesto que nosotros somos hijos de los Santos, y esperamos aquella vida que ha de dar Dios a los que siempre conservan en Él su fe» (Tobías 2:18). Éste es el primer testimonio de la creencia en una vida futura; por tanto hemos de suponer que Tobías es obra farisaica de redacción tardía, escrita por supuesto tras el regreso del destierro babilónico.
El pobre Tobías acepta resignado los designios del Señor mientras su esposa, Ana, consigue el sustento diario tejiendo.
A la vez, en la ciudad de Ragés (Ecbatana en el texto griego), ciudad de Media, vive Sara, hija de Ragüel. Sara está desesperada «Porque había tenido siete maridos, y un demonio llamado Asmodeo les había quitado la vida al tiempo de querer acercarse a ella», y suplica a Yahveh que la libere de esta maldición: «Tú sabes, Señor, que nunca he deseado ningún hombre, y que he conservado mi alma limpia de toda concupiscencia».
«A un mismo tiempo fueron oídas las plegarias de ambos (Tobias y Sara) en la presencia de la majestad del soberano Yahveh, y así fue despachado por el Señor el santo ángel Rafael para que libertase a ambos». Recordemos que "Raph-a-El" significa "medicina de Dios".
Hasta ahora, el término ángel y Espíritu de Dios eran sinónimos; cada vez que un ángel se aparecía a algún personaje bíblico, asistíamos, en realidad, a una especie de materialización del propio Yahveh. Así, cuando Jacob lucha con el ángel de Yahveh, es con el mismo Yahveh con quien está contendiendo. Pero, en este caso, el ángel Rafael es una especie de semidiós, un diosecillo inferior a las órdenes de Yahveh. Y ese mismo concepto de ángel-dios secundario lo encontramos en el Libro de Job, obra anterior a Tobías y mencionada por éste. Como ejemplo, podemos leer en el capítulo 1º del Libro de Job: «[...] Pero cierto día, concurriendo los hijos de Dios a presentarse delante de Yahveh, compareció también entre ellos Satanás; al cual dijo el Señor: -"¡De dónde vendrás tú!"; Él respondió: -"Vengo de dar vuelta por la Tierra, y de recorrerla toda"».
En primer lugar vemos que los famosos "hijos de Dios", mencionados ya en Génesis 6:2 (donde son acusados de lujuriosos, por haberse unido con mujeres y engendrar la raza de los gigantes), son en realidad ángeles. Y a estos ángeles podemos definirlos como una especie de diosecillos olímpicos que, al igual que sus colegas helenos, adoptan forma humana para ejecutar en la Tierra los designios de Yahveh -su amo- o para copular con las hermosas hembras que la pueblan. Acabamos de ver cómo Asmodeo asesina a los pretendientes de Sara por celos, pues la joven es deseada por el lascivo diablo. Así pues, por una parte, queda zanjado el largo debate sobre el sexo de los ángeles -son machos lascivos-, y, por otra, hemos de admitir que las mitologías babilónico-mediterráneas tuvieron una grandísima influencia en la religión hebrea. Y es que, si no es bueno que el Hombre esté solo, mucho peor es que lo esté Dios.
Por otra, nos enteramos de que Satanás también es hijo de Dios, en igualdad de condiciones con los demás ángeles, sólo que más díscolo y soberbio. Por eso, cuando se jacta Yahveh de la rectitud y filial devoción de Job, será Satanás quien le responda altanero diciéndole, con lógica aplastante, que la actitud de Job no tiene nada de particular habida cuenta que está colmado de bendiciones y riqueza.
Despechado, Yahveh autoriza a Satanás para que castigue a Job duramente tanto en sus riquezas como en su familia; y este será el comienzo de uno de los libros más famosos de la Biblia.
Resumiendo, los judíos regresaron de Babilonia con un bagaje de influencias religiosas más que notable.
Pero volvamos ahora al texto de Tobías. Éste, barrunta que el Señor ha oído su plegaria, y decide enviara a su hijo -también llamado Tobías- a cobrar la vieja deuda de los diez talentos de plata que le debe Gabelo.
Se pone en camino y pronto encuentra a Rafael. Traban amistad y éstele asegura que lo guiará hasta Ragés-Ecbatana.
En el Tigris capturan un pez monstruoso, y Rafael le pide que conserve su corazón, hiel e hígado, pues tales vísceras tienen poderosas virtudes mágico-terapéuticas.
Pasan la noche en casa de Ragüel que, ¡oh casualidad! es pariente de Tobías. Rafael aconseja a su compañero que pida la mano de la bella Sarita, explicándole cómo evitar la maldición de Asmodeo. «Díjole entonces el ángel Rafael: -Escúchame, que yo te enseñaré cuáles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio. Los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de sí y de su mente a Dios, entregándose a su pasión como el caballo y el mulo, que no tienen entendimiento, esos son sobre quienes tiene poder el demonio». Luego le recomienda que, tras la boda no consume el matrimonio, sino que pase las tres primeras noches orando, «pasada la tercera noche, te juntarás con la doncella en el temor del Señor, llevado más bien del deseo de tener hijos que de la concupiscencia; a fin de conseguir en los hijos la bendición propia del linaje de Abraham». Previamente quemará en el dormitorio el hígado del pez, cuyo humo y el mal olor ahuyentará por siempre jamás al concupiscente Asmodeo. Curioso personaje este Asmodeo, muy relacionado con Salomón y el sexto mandamiento.
Bueno, el caso es que Tobías sigue puntualmente las indicaciones de Rafael y todo sale a la perfección. O sea, logra pillar cacho. Y lo demás es coser y cantar: Rafa cobra la deuda en nombre de su amigo, vuelven al home sweet home y de nuevo el ángel devuelve la vista al anciano Tobías untándole los ojos con la hiel del pez. Y como final de fiestas celebran un banquete por todo lo alto, momento que aprovecha Rafael para revelar su verdadera identidad: «Porque yo soy el ángel Rafael uno de los siete que asistimos delante de Yahveh». Realmente enigmático ese "uno de los siete que asistimos delante del Señor"; ¿qué son en realidad esos siete? ¿eones? ¿dioses menores? ¿ángeles enchufados? Como única pista nos dice lo siguiente: «Parecía en verdad que yo comía y bebía con vosotros, mas yo me substento de un manjar invisible y de una bebida que no puede ser vista de los hombres». O sea néctar y ambrosía. Es evidente la influencia de las mitologías babilónica y mediterráneas.
JUDIT
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Este cuentecillo es un despropósito histórico, sin pies ni cabeza, donde se mezclan personajes, reinos, lugares y cronologías hasta conseguir un engendro imposible de casar ni de aceptar.
«Arfaxad, pues, rey de los medos, había sujetado a su imperio muchas naciones, y edificó una ciudad sumamente fuerte que llamó Ecbatana [...] Pero Nabucodonosor, rey de los asirios, que reinaba en la gran ciudad de Nínive, el año duodécimo de su reinado entró en batalla contra Arfaxad, y lo venció»
Y Nabuco, engreído por su victoria, despacha correos a todas las naciones de la zona: Cilicia, Damasco, Líbano, Canaán, Cisjordania, Galilea, Samaría, Judá e Idumea para que le paguen tributo. Como no le hacen caso, prepara un ejército colosal: ciento veinte mil infantes, doce mil arqueros a caballo, carros de guerra y un servicio de intendencia abrumador; luego ordena a su general en jefe, Holofernes, que los someta a todos.
«Con esto se puso en marcha seguido de todo el ejército, con los carros de guerra y caballería y flecheros, cubriendo a manera de langosta la superficie de la Tierra».
Plazas y ciudades van cayendo a su paso, y todos se van rindiendo: sirios, libios, cilicios... Hasta que llega a las fronteras de Israel. Será el Sumo Sacerdote, Eliaquim, quien prepare la resistencia. «Avisaron pues, a Holofernes, generalísimo del ejército de los asirios, que los hijos de Israel se preparaban para resistirlo, y que tenían tomados los pasos de los montes». Éste, monta en cólera y pregunta atónito quiénes son estos israelitas, pues sólo ellos le han plantado cara en todo Oriente. Y entonces Aquior, jefe de los amonitas, le hace un resumen histórico digno de señalar:
Los hace originarios de Caldea, refiriéndose, obviamente, al primer patriarca Abraham. Luego narra su asentamiento en Canaán, su traslado a Egipto y el Éxodo, aclarando que «dondequiera que pusieron el pie, sin arco ni saeta, sin escudo ni espada, peleó por ellos su Dios, y fue siempre vencedor. Ni hubo quién pudiese hacer daño a este pueblo, sino cuando él se desvió del culto de Yahveh, su Dios». Y prosigue Aquior diciendo que ésta fue la causa por la que, tras conquistar de nuevo toda Palestina, derrotando a cananeos, jebuseos, fereceos, heteos, heveos, amorreos y otros pueblos de menor relevancia, «fueron derrotados y batidos por varias naciones, y llevados cautivos muchísimos de ellos a tierras extrañas. Pero últimamente, habiéndose convertido, poco ha, al Señor su Dios, regresaron todos de los lugares en que habían sido esparcidos, y han repoblado todas estas montañas, y son nuevamente dueños de Jerusalén, donde está su santuario». Terminando el jefe amorreo su historia con un consejo valiosísimo: es preciso averiguar si en este momento están los israelitas reñidos con Yahveh, porque entonces serán pan comido, «pero si este pueblo no ha delinquido con su Dios, no podremos resistirlo, porque lo defenderá su Dios, y vendremos a ser el escarnio de toda la Tierra».
Holofernes se toma muy a mal todo este asunto y le asegura a Aquior que, tras pasar a cuchillo a todos los israelitas, él también morirá al filo de la espada asiria, «mas para que sepas que has de sufrir juntamente con ellos [los israelitas] todo lo dicho, he aquí que desde ahora serás agregado a aquel pueblo, a fin de que cuando mi espada les dé a ellos el castigo merecido, seas tú también envuelto en la venganza».
Y así se hizo, llevaron al amonita a territorio hebreo y lo dejaron atado a un árbol. Capturado por la tribu de Simeón (?) le preguntan el motivo de que haya sido abandonado a su suerte de aquesa manera. Y aquior relata a los israelitas su triste historia, y todos se solidarizan con él, siendo acogido por Ocías, la máxima personalidad de la zona.
Al día siguiente avanzaron los asirios contra la ciudad hebrea de Betulia, casualmente donde está Aquior. Amonitas y moabitas aconsejan a Holofernes que ponga destacamentos controlando el acceso a los manantiales, y la ciudad se rendirá por sed sin entablar batalla.
Al cabo de veinte días, la situación en Betulia es desesperada, y el pueblo pide a Ocías que se rinda al asirio. El caudilo simonita pide a sus conciudadanos un plazo de cinco días, pasado el cual, pedirá la rendición.
Llegadas que fueron estas palabras a oídos de la bellísima y devotísima Judit, viuda de Manasés, montó en cólera contra los betulienses por su falta de fe en Yahveh. Luego retiróse a su casa y, tras orar al Señor, vistióse con sus mejores galas y dirigióse al campamento asirio.
Allí finge ser una traidora que va a revelar a Holofernes los puntos débiles de la ciudad. Éste la acogé encantado y le busca alojamiento en una tienda aparte; allí pasa los tres primeros días tranquila y sin que nadie la moleste, pero al cuarto recibe recado del general para que cene con él. Judit accede, y toda la guardia es despachada para dejar sola la pareja de tortolitos.
Por fin llega la hora de acostarse; Holofernes está como una cuba y ronca tirado en el lecho. Entonces Judit desenvaina el alfanje del asirio y de dos certeros tajos le cercena la cabezota. Luego mete la cesta en un talego y se dirige a Betulia. Allí muestra a todos la sangrante testa del enemigo y estallan en indescriptibles muestras de júbilo. A continuación ordena Judit que la cabeza sea colgada en la muralla, y planea una astuta estrategia de ataque que sumada al pánico desencadenado en el ejército asirio por la espantosa visión de su general decapitado acaba en rotunda victoria.
Y los betulienses saquearon el campamento enemigo, repleto de riquezas; y todos se hicieron ricos de la noche a la mañana, y Aquior se circuncida y abraza el judaísmo, y Judit es honrada de por vida, y murió casta y pura a los 105 años. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
ESTER
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La historia de Ester es otro cuentecillo destinado a ser relatado junto al fuego en las largas tardes de invierno, y, al igual que la historia de Judit, sin el menor fundamento histórico.
Ester es una doncella judía, cautiva en Persia, elevada por su hermosura a esposa del rey Asuero, y que librará a los judíos de la proscripción general que Amán había hecho firmar al rey, de quien era ministro y favorito.
Asuero sería Artajerjes I (465 - 424), el rey que se supone permitió la vuelta de todos los judíos a Palestina, porque una primera remesa habría regresado en tiempos de Ciro. Mas esta teoría es harto dudosa; la vuelta del exilio se hizo de una sola vez y durante el reinado de Ciro, y todo lo de Artajerjes es invención para que pueda casar con el relato de Ester.
El hecho más notable de Artajerjes fue la firma con los atenienses de la paz de Callias (449). Otro monarca que podría ser identificado con Asuero es Jerjes (486 - 465), padre de Artajerjes I.
Es posible que Ester fuese una de las concubinas del harén del monarca medo.
JOB
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«Había en el país de Hus un varón llamado Job; hombre sencillo y recto, y temeroso de Dios que se apartaba del mal».
Hus era territorio idumeo, y allí habitaba el tal Job con su mujer, sus siete hijos y tres hijas y miles de cabezas de ganado; llevando una vida de feliz y esforzado campesino.
«Pero cierto día, concurriendo los hijos de Dios a presentarse delante del Señor, compareció también entre ellos Satanás. Al cual dijo el Señor: -"¿De dónde vendrás tú?". Él respondió: -"Vengo de dar la vuelta por la Tierra y de recorrerla toda"»
Y Yahveh provoca al Maligno haciéndole notar cómo su siervo Job es un dechado de virtudes.
«Mas Satanás le respondió: -"¿Acaso Job teme a Yahveh de balde?"»; recordándole que de bien nacidos es ser agradecidos. Amotazóse el buen Dios: «Dijo, pues, el Señor a Satanás: -"Pues bien, todo cuanto posee lo dejo a tu disposición; sólo que no extiendas tu mano contra su persona"».
El resto de la hitoria es bien conocida. El pique entre Yahveh y Satanás va subiendo de tono, hasta que el pobre Job «sentado en un estercolero se raía la podredumbre con un casco de teja». Han muerto todos sus hijos, y su mujer lo llama tonto y le recomienda que reniegue de Dios. En estas que llegan tres amigos de nuestro protagonista, no sabemos si a consolarlo o a tocarle los cojones; eran, Elifaz de Temán, Badad de Suhá y Sofar de Naamat.
Elifaz le sugiere que el origen de sus males está en sus pecados, y hace una interesantísima observación: «¿Acaso un hombre parangonado con Dios, será tenido por justo o podrá creerse más puro que su Hacedor? Mira que no han sido firmes sus mismos ministros, y que halló culpa hasta en sus ángeles» (Job 4:17-18).
Es la primera mención de la rebelión angélica. Rebelión que no tuvo el nivel de drama cósmico que nos presenta el cristianismo; más bien fue un acto menor al estilo de las sublevaciones olímpicas, en que los dioses menores se levantan contra Zeus, mas en vano, el dios del trueno acababa en un santiamén con la conjura, les imponía a todos un leve castigo y luego tan amigos. Y algo así se desprende de la lectura de este libro representativo del hebraísmo tardío. Porque está claro que Satanás y Yahveh no se llevan bien, pero aquel no deja de ser uno de los Hijos de Dios, y de hecho vemos que goza de plena autonomía, pues viaja por la Tierra a voluntad. Probablemente, la "culpa" de los ángeles sea la que se nos narra en Génesis 6, a saber, su lascivia que los llevó a aparearse con "las hijas de los hombres", engendrando la raza de los gigantes. Desde luego nada nos hace pensar en ese terrible combate en que se enfrentan las huestes del arcángel Miguel contra las mesnadas lideradas por Satanás, presente en la mitología cristiana.
Volviendo al anterior versículo, vemos que Elifaz aprovecha para criticar el excesivo rigor de Yahveh, que en todos halla faltas, incluso en los ángeles. Y para rematar acusa a Job del pecado de soberbia, y no le falta razón.
Los otros amigos no le van a la zaga, cebándose sin duelo con el pobre Job. Éste se defiende como gato panza arriba, y les echa en cara que sabe mucho más sobre Yahveh que todos ellos juntos.
Este comentario no hace gracia al Señor, e interviene, acusando a Job de engreído y soberbio, y recordándole que sólo Él es grande y poderoso. En fin, todo muy cargante.
Por último Yahveh se apiada de su siervo y le devuelve la salud, dándole más hijos y haciéndolo mucho más rico que antes. Y colorín colorado.
ISAÍAS
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Es el primero de los cuatro profetas llamados mayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel). Era hijo de Amós, de la familia real de David; profetizó en los reinados de Ozías, Joatán, Acaz y Ezequías, desde el año 785 hasta el 681 a.C.
El principal objetivo de sus profecías es echar en cara a los habitantes del reino de Judá y Jerusalén sus infidelidades, anunciarles el castigo de Dios que les vendría, primero por el ejército de los airios en el reinado de Senaquerib, y después por el de los caldeos en el reinado de Nabucodonosor; profetizándoles que este rey se los llevará cautivos y destruirá Jerusalén y su Templo. Aunque hay esperanza, también les predice que tiempo después, en el reinado de Ciro (que nombra expresamente) volverán a su patria, y podrán reedificar la Ciudad Sagrada y el Templo, y que las dos casas o reinos de Israel y de Judá volverán a formar un solo pueblo.
Lo más sobresaliente de este profeta es su anuncio de que vendrá un Mesías que devolverá la gloria y esplendor al reino de Israel, siendo como una reedición del mitificado David.
Evidentemente, el autor de Isaías vivió una época muy tardía, lo más seguro en pleno protectorado persa. Y de parecida fecha datan el resto de libros proféticos.
DANIEL
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Libro interesantísimo, es el adalid de las obras apocalípticas, tiene mucho de la historia de José, pues también medrará y triunfará en la Corte gracias a la interpretación certera de los sueños del rey, y será la mano derecha del monarca; pero el libro de Daniel es muchísimo más, es una colección de visiones proféticas de época macabea sin mucha relación entre sí hiladas torpemente por la figura de este mítico personaje. La moraleja fundamental que pretende transmitir es que, tras una época de guerras terribles donde caerán todas las potencias de la Tierra, vendrá un mesías que liderará al pueblo judío para devolverle el esplendor davídico pero esta vez a escala planetaria.
DANIEL 1.- «En el año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra Jerusalén y la sitió».
Tras la derrota y deportación, dispone Nabucco que le aparten unos cuantos jovencitos de buena presencia para educarlos a la manera de los caldeos, como era costumbre antaño. Uno de ellos era Daniel, que hace voto de mantenerse fiel a Yahveh.
DANIEL 2.- «En el año segundo de su reinado tuvo Nabucodonosor, rey de Babilonia, un sueño que dejó consternado su espíritu; y huyósele dicho sueño de la memoria». Convoca a todos sus magos para que le hagan recordar el sueño y se lo interpreten. Mas nadie lo consigue. Resultado, ordena que todos los magos sean ajusticiados. Eran las costumbres de antaño.
Y aquí es donde Daniel entra en escena; pide un aplazamiento de la terrible sentencia y reza con fervor a Yahveh, a fin de que le inspire la solución, y ésta no tarda en llegar.
Daniel comparece al monarca y le recuerda el sueño: Una gran estatua hecha de metales que decrecían en valor, siendo de oro la cabeza, y de hierro las piernas. Mas todo descansaba sobre unos pies de barro que pronto se quebraron, yendo todo a barato.
A continuación expone la interpretación: Tal estatua representa varios imperios, desde Babilonia hasta los romanos (suponemos) y el responsable de que vayan cayendo es Yahveh.
«Entonces el rey Nabucodonosor postróse en tierra sobre su rostro y adoró a Daniel, y mandó que se le hicieran sacrificios de víctimas y le quemasen incienso». Y así es como Daniel llegó a ser la mano derecha de Nabuco.
DANIEL 3.- Hizo el rey una gran estatua en oro de su persona, y ordenó que todo el mundo la adorase, so pena de ser arrojado a un horno ardiente.
Tres compañeros de Daniel se negaron a semejante idolatría, y fueron arrojados al fuego en presencia del tirano mas ¡bendito sea D. Yahveh! el ardiente elemento respetó a los mancebos y achicharró a los soldados que los habían echado al pozo (¡hay que joderse!). Y por ahí andaban los chicos, tan panchos en mitad de la llamas, alabando al Señor, «Y el ángel del Señor, habiendo descencido al horno, estaba con Azarías y con sus compañeros, y los preservaba de la llama del horno».
Nabucodonosor cae postrado de hinojos, alaba a Yahveh y promulga un edicto para que perezca cualquier pueblo o tribu que hable mal de Él.
DANIEL 4.- Nabuco, en primera persona, habla de que ha tenido un extraño sueño que ninguno de sus magos logra interpretar. El desvarío onírico es un rollo patatero sobre un árbol inmenso y un ángel que ordena cortarlo y, en fin, que Daniel, una vez más, sale airoso de la prueba. Le predice que se volverá loco por una temporada y que se comportará como un animal, hasta que reconozca la grandeza de Yahveh, entonces volverá a ser tan gilipollas como siempre. Y así ocurrió, punto por punto. Aunque en el texto más bien parece que es arrebatado por Yahveh, llevándolo a una dimensión extraña. En fin, todo muy extraño, pero lo importante es que Nabuco recobra la cordura, quien, emocionado, proclama: «Ahora, pues, alabo yo, Nabucodonosor, y ensalzo y glorifico al Rey del Cielo; porque todas sus obras son verdaderas, y justos sus caminos, y puede Él abatir a los soberbios».
Sin embargo, la importancia de este capítulo reside en la interpretación que de él han hecho ciertas sectas como los Testigos de Jehová, según los cuales el texto es un mensaje clave que nos predice con total exactitud la fecha del final de los tiempos. Y es que en el versículo 20, Daniel le explica a Nabucodonosor que vivirá como una bestia "hasta que pasen siete tiempos". Siete tiempos eran siete años, y así le acontece al rey caldeo, que al cabo de esos siete años recobra la cordura. Pero los Testigos de Jehovah deciden enrevesar el asunto. Ocurre que en el capítulo 12 del Apocalipsis surge una mujer «vestida del Sol, y la Luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas. Y, estando encinta, gritaba con ansias de parir, y sufría dolores de parto». Tras parir un hijo, la mujer huye al desierto «donde tenía un lugar preparado por Dios, para que allí la sustentasen por espacio de mil doscientos sesenta días» (Apocalipsis 12:6). Luego viene una guerra terrible entre Miguel y sus ángeles contra Satanás y sus demonios. El Diablo es vencido y precipitado a la Tierra; entonces comienza a buscar a la mujer que había huido al desierto; «A la mujer, empero, se le dieron dos alas de gran águila para volar al desierto a su sitio destinado, en donde es alimentada por un tiempo y dos tiempos y la mitad de un tiempo, lejos de la serpiente» (Apocalipsis 12:14).
Tres tiempos y medio, son tres años y medio que equivaldrían a 1277 días y medio; sin embargo los años hebreos eran lunares y duraban 360 días, por eso tres años y medio se corresponden con los 1260 días de los que nos habla el versículo 6.
Volviendo a Daniel, recordemos que Nabuco se volverá loco durante siete tiempos, o sea durante 2520 días. Y en este momento, los Testigos de Jehová dan otra vuelta de tuerca diciendo que esos 2520 días, en realidad, son años, ítem más: Desde la destrucción del Templo hasta el día del Juicio Final habrán de pasar 2520 días. Habida cuenta que Nabucodonosor destruye Jerusalén en el 607 a.C., el mundo dejará de existir en 1913 d.C.
Un razonamiento impecable que tiene dos pequeños fallos sin importancia: el primero es que el Templo no fue destruido en el 607 sino en el 586 a.C., con lo que el final de los tiempos acaecería en 1934 d.C.; el segundo es que, a tal día como hoy todavía no se ha dignado Jehovah a enviar sus ángeles trompeteros para terminar con el Gran Teatro del Mundo.
DANIEL 5.- «Dio el rey Baltasar un gran banquete a mil de los grandes de su Corte, y cada uno bebía según su edad. Estando, pues, él ya lleno de vino, mandó traer los vasos de oro y plata, que su padre Nabucodonosor se había llevado del Templo que hubo en Jerusalén».
De este modo abrupto comienza el capítulo 5º; no se nos cuenta qué ha sido de Nabucodonosor, ni cómo ha llegado Baltasar al trono; deducimos que a la muerte del primero ha heredado la corona su hijo Baltasar, pero sabemos por la historia, que Nabucodonosor muere en el 562 a.C., creándose un vacío de poder que acabará con la ocupación del trono por un jefe militar: Nabónido (556 - 539), cuyas inclinaciones por divinidades astrales provocarán la oposición del clero de Marduk. En este momento, Ciro consigue unir bajo su mando a los reinos medo y persa, y en estas circunstancias se produce un hecho insólito, Nabónido nombra regente a su hijo Baltasar (Belsharussur) y él se instala en Taima durante varios años. En el 536, toma Nabónido de nuevo la corona, y en el 539 Ciro entra en Babilonia aclamado como libertador por el clero de Marduk, que presume de ver restaurados sus privilegios por el persa quien se declara ejecutor de la voluntad de Marduk. Nabónido fue hecho prisionero y pasó el resto de su vida en Carmania.
Así pues, nada tiene que ver Baltasar con Nabucodonosor, de quien no era hijo ni pariente. Pero sigamos con el relato; allí estaba Baltasar y su corte trasegando en los vasos sagrados robados en el Templo, cuando, de repente, una mano fantasmagórica aparece en medio de la estancia y traza en la pared unos extraños signos.
El rey promete que quien descifre los inquietantes escritos será encumbrado a primer ministro. Todos los esfuerzos de magos y adivinos fueron baldíos, pero héteme aquí que la reina viene a recordar que Daniel poseía proféticas habilidades y lo manda llamar. El judío accede gustoso a descifrar el mensaje pero rechaza, insolente, la prometida prebenda.
Comienza por abroncar al rey, acusándolo de profanador, por haber bebido en los vasos sagrados del Templo, y de idólatra. Luego procede a la traducción: las misteriosas palabras eran: Mane, Técel, Fares, que más o menos significaban que Yahveh había tomado la decisión de quitar la corona a Baltasar para dársela a medos y persas.
El rey cumplió su palabra y dio a Daniel «el tercer puesto de autoridad en el reino» (tras el rey y la reina, claro). Y al caer la noche, Baltasar murió. «Y le sucedió en el reino Darío, el medo, de edad de sesenta y dos años».
Por último diremos que la toma de Babilonia no la hizo Darío,sino Ciro II (559 - 529), que será quien permita el retorno de los judíos a su patria. Ciro morirá en combate contra los masagetas, en el Irán oriental, y lo sucederá su hijo Cambises II (529 - 522), que había sido el gobernador de Babilonia todo este tiempo. Durante su reinado habrá sublevaciones y logra ser destronado por un sacerdote llamado Gaumata. Pero en el 512, Darío I (512 - 484), yerno de Ciro II, logra encabezar un golpe de Estado que acabará con Gaumata y lo encumbrará al trono persa.
Darío I será conocido principalmente por haber fracasado en la invasión de Grecia, donde los atenienses derrotaron a su ejército en la batalla de Maratón (490).
DANIEL 6.- Daniel siguió ocupando un puesto relevante en el Gobierno del gran Darío, por lo que era envidiado entre el resto de ministros y sátrapas; astutamente piden a Darío que «promulguen un real decreto, mandando que todo aquel que pidiere alguna cosa a cualquier dios u hombre hasta que pasen treinta días, sino a ti, oh rey, sea arrojado al foso de los leones».
Sublime majadería que Darío aceptó. Obviamente esta necedad no tiene ningún viso de verosimilitud, máxime cuando los persas eran famosos por su absoluta tolerancia a todas las creencias y religiones.
Al poco se presentan ante el rey los intrigantes, acusando a Daniel de que rezaba ante Yahveh. Darío, que era muy bueno, hizo lo posible por evitar el suplicio, pero los malvados sátrapas lo presionan hasta lo indecible y no le queda más remedio que ceder a sus demandas.
«Entonces el rey dio la orden y trajeron a Daniel, y lo echaron al foso de los leones. Y dijo el rey a Daniel: -"Tu Dios, a quie siempre adoras, Él te librará"».
Y el pobre Darío se va, todo compungido, sin ganas de cenar ni dormir, apesadumbrado por la suerte que habrá corrido Danielín. A la mañana siguiente, corre presuroso al foso, y con voz llorosa pregunta a Daniel si Yahveh lo ha salvado de los fieros leones. ¡Pues claro que sí! El Señor envió a "su" ángel para que cerrara las bocazas de los felinos. Darío no cabe en sí de gozo. «Luego, por orden del rey, fueron traídos aquellos que habían acusado a Daniel, y fueron echados al foso de los leones, ellos y sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al suelo del foso cuando los leones los arrebataron y desmenuzaron todos sus huesos».
Mas tarde, emitió varios edictos y decretos proclamando la grandeza de Yahveh.
DANIEL 7.- «En el año primero de Baltasar, rey de Babilonia, tuvo Daniel una visión en sueños; y la visión la tuvo su mente estando en su cama; y escribió el sueño y púsolo en pocas palabras, refiriéndolo de esta manera...»; y comienza la profecía de Daniel, el inaugurador del género apocalíptico; y según vamos leyendo queda en evidencia la abrumadora influencia de esta obra en el Apocalipsis johanino. Destaquemos la aparición de una serie de bestias que representan distintas naciones poderosas y la clara mendión al Mesías, denominado Hijo del Hombre, que rinde pleitesía al Anciano de muchos días, que simboliza a Yahveh. Al igual que el Apocalipsis de Juan, esta visión termina profetizando que tras una espantosa guerra contra el maligno, triunfará el reino de Dios. Aunque todo es muy confuso y farragoso.
DANIEL 8.- El profeta tiene una extraña alucinación en la que un fiero y monstruoso carnero lucha contra un macho cabrío no menos terrible; será el arcángel Gabriel quien le explique su significado: «El carnero que viste armado de astas, es el rey de los medos y de los persas; el macho cabrío es el rey de los griegos». También predice que a ese "rey griego" lo sucederán «cuatro reyes que se alzarán en su nación, mas no tendrán la fuerza del primer rey»; clara referencia a los cuatro diádocos que heredaron el imperio alejandrino y que darán lugar a las cuatro dinastías reinantes en el mundo helenístico: antigónidas (Grecia), atálidas (Asia amenor), lágidas (Egipto) y seléucidas (Siria, Mesopotamia y resto de Asia hasta la India).
Prosigue el ángel prediciendo desdichas y calamidades para los judíos, aunque de modo bastante vago: «Se levantará un rey descarado [...] y se hinchará su corazón, y sobrándole todas las cosas, hará perecer a muchísimos, y se alzará contra el príncipe de los príncipes; pero será aniquilado, y no por obra de hombre; y es verdadera esta explicación de la visión, y tendrá cumplimiento entre la tarde y mañana del último día. Sella tú pues la visión, que ella se verificará pasados muchos años»
DANIEL 9.- «En el año primero de Darío, hijo de Asuero, de la estirpe de los medos, el cual gobernó el reino de los caldeos en el primer año de su reinado, yo, Daniel, consideré en los libros la cuenta de los años de que habló el Señor al profeta Jeremías, en los cuales debían cumplirse los setenta años de la desolación de Jerusalén».
NOTA.- Como ya vimos en el "Libro de Ester", este Asuero es un personaje difícil de precisar, y que se identifica básicamente con dos monarcas aqueménidas: podría ser Jerjes (486 - 465), el perdedor de la II Guerra Médica; el heredero, Darío, es asesinado al cabo de mes y medio por los mismos que acabaron con su padre. Entonces accede al trono otro de los hijos de Jerjes: Artajerjes I Longimano (465 - 424), quien para muchos sería el auténtico Asuero. Fue un rey débil que marca el inicio del declive aqueménida; firmó con los atenienses la Paz de Callias (449). A su muerte toman la corona, durante pocos meses, primero Jerjes II, y luego Sogdiano, que van cayendo asesinados por su hermano Darío II (424 - 404), quien hereda definitivamente el trono. Darío II se convertirá en el árbitro de la política helena, apoyando a Esparta que será la vencedora de las Guerras del Peloponeso.
En el caso que nos ocupa, el Darío del que nos habla Daniel, no puede ser otro que Darío II, con lo cual, si Daniel nace hacia el año 600 (recordemos que era un "jovencito" cuando Nabucodonosor toma Jerusalén en el 586), y Darío II comenzó su reinado en 424, el profeta judío contaba con 176 años de edad en ese momento.
Dicho lo cual procede el hebreo a recitar una larga lamentación justificando la dureza de Yahveh para con su pueblo, y termina rogándole clemencia.
En estas, que se le aparece de nuevo el arcángel Gabriel y le revela la llegada de un Mesías que será asesinado, tras lo cual, un extranjero destruirá Jerusalén y el Templo; estos son los detalles: «Sábete pues, y nota atentamente: Desde que saldrá la orden para que sea reedificada Jerusalén, hasta el Cristo príncipe, pasarán siete semanas y sesenta y dos semanas; y será nuevamente edificada la ciudad y los muros en tiempos de angustia. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Cristo: y no será más suyo el pueblo, el cual lo negará. Y un pueblo con su caudillo vendrá, y destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será la devastación; y acabada la guerra quedará establecida la desolación. Y el Cristo afirmará su nueva alianza en una semana con muchos fieles convertidos y a la mitad de esa semana cesarán las hostias y los sacrificios; y estará en el Templo y la abominación de la desolación; y durará la desolación hasta la consumación y el fin del Mundo» (Daniel 9: 25-27).
Hagamos cálculos. La edificación de los muros de la capital judía tiene lugar hacia el 455 a.C.; por otra parte, esas 69 semanas que han de pasar hasta la llegada del "Cristo príncipe", suman 483 días, que en realidad las hemos de entender como años, que sumados a los 455 a.c. nos da la fecha del 28 d.C., año del bautismo de Jesucristo. Un prodigio de premonición, vive Dios.
DANIEL 10 - 11.- «En el año tercero de Ciro, rey de los persas, fue revelado a Daniel, por sobrenombre Baltasar, un suceso verdadero y una fuerza grande»
Recordemos que tras la deportación, el babilonio Baltasar encumbró a Daniel; probablemente éste, en agradecimiento, adoptara el nombre de su benefactor.
Daniel está ayunando a la orilla del Tigris, cuando se le aparece un varón prodigioso vestido de blanco que le hará una pasmosa revelación: Al Imperio Persa le quedan cuatro telediarios, y será Alejandro quien lo conquiste.
El tal varón no es otro que el arcángel Gabriel, y le confiesa a Daniel que, al principio, estuvo apoyando a Ciro, pero, en vista de que el monarca persa se le puso en contra, decidió, con la ayuda del arcángel Miguel, acabar con el monarca iranio. Y el desarrollo pormenorizado de la debacle es lo que leemos en el capítulo 11.
En él, se hace un resumen de la invasión macedónica las sonadas victorias de Alejandro, sus matrimonios reales y la sucesión de los diádocos; prestando especial atención a los malvados monarcas siríacos, entre los cuales destacará Antíoco IV Epífanes (175 - 164), culpable de la espantosa guerra que tendrá lugar bajo su mandato.
DANIEL 12.- «Y en aquel tiempo se levantará Miguel, príncipe grande, que es el defensor de los hijos de tu pueblo; porque vendrá un tiempo tal, cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día. Y en aquel tiempo tu pueblo será salvado; [...] lo será todo aquel que se hallare escrito en el libro. Y la muchedumbre de aquellos que duermen en el polvo de la tierra despertará: unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, la cual tendrán para siempre delante de sí. Y los que hubieren sido sabios brillarán como la luz del firmamento, y como estrellas por toda la eternidad aquellos que hubieren enseñado a muchos la justicia»
Como se ve, la influencia babilónica es evidente, ya estamos hablando de vida ultraterrena y de premios y castigos eternos.
Daniel pregunta por el momento en que tendrán lugar estos prodigios; la respuesta fue: «En un tiempo y en dos tiempos, y en la mitad de un tiempo. Y cuando se habrá cumplido la dispersión de la muchedumbre del pueblo santo, entonces tendrán efecto todas estas cosas». Obviamente, se queda como estaba, y ruega más detalles, pero Gabi contesta con evasivas, alegando que «Estas son cosas recónditas y selladas hasta el tiempo determinado»; no obstante da algunas pistas: «Y desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo y será entronizada la abominación de la desolación pasarán 1290 días. Bienaventurado el que espere y llegue a 1335 días. Mas tú, Daniel, anda hasta el término señalado; y después reposarás y te levantarás y gozarás de tu suerte el fin de los días».
Problablemente se refiere a la persecución de Antíoco en tiempos de los Macabeos que duró tres años y medio. Lo cual nos lleva al Apocalipsis johanino, donde en su capítulo 12, versículo 14, también se nos habla de un periodo de espera de tres tiempos y medio. Evidentemente el autor del Apocalipsis tuvo delante el Libro de Daniel a la hora de redactar su obra.
DANIEL 13.- Se considera este capítulo como la terminación del capítulo segundo; se nos narra un cuentecillo con moraleja, a saber, que la castidad siempre es recompensada. Y la fabulilla no es otra que la famosa historia de la "Casta Susana", virtuosa doncella injustamente acusada por dos viejos rijosos; menos mal que Dani descubre la infamia, y los lascivos viejunos son lapidados. Que se jodan. «Y Daniel, desde aquel día en adelante fue tenido en gran concepto por todo el pueblo.
Y el rey Astiages fue a reunirse con sus padres; entrando a sucederlo en el trono Ciro, rey de Persia»
Recordemos que Astiages (585 - 550) casó a su hija con un noble persa llamado Cambises; de este matrimonio nacerá Ciro II el Grande (559 - 529), el heredero persa que, tras deponer a su abuelo, unificará los reinos medo e iranio.
DANIEL 14.- Es una segunda versión del capítulo 6. Se nos narra el astuto ardid usado por Daniel para descubrir que los sacerdotes de Bel (o sea Luz-Bel o Baal) se comían los sacrificios que le ofrecían los fieles al ídolo, mientras todos creían que era el diosecillo pagano quien se los zampaba.
Luego acaba con un dragón adorado por los babilonios usando un ardid similar al de Belerofontes con la Quimera (introducirle plomo en las fauces abiertas, que, al exhalar fuego, funde el metal, y la bestia muere por ingerir el plomo derretido). Mas el pueblo, lerdo y obcecado, se solivianta y exige al rey que Daniel sea arrojado al foso de los leones. Como podemos figurarnos, todo acaba a pedir de boca y son felices y comen perdices.
LIBROS PROFÉTICOS
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OSEAS.- «Palabras del Señor dichas a Oseas, hijo de Beeri, en el tiempo de Ocías, de Joatán, de Acaz, de Ezequías, reyes de Judá, y en los días de Jeroboam, hijo de Joaz, rey de Israel. El Señor comenzó a hablar con Oseas, y le dijo: -"Anda cásate con una mujer ramera, y ten hijos de fornicación, porque la tierra de Israel no ha de cesar de fornicar contra Yahveh"»
Tal es el lapidario comienzo de este libro profético, o sea: "Anda maño, ve y fóllate una puta para simbolizar que Israel es una zorra asquerosa que me ha sido infiel"
Y Oseas se casará con Gomer, hija de Debelaim. Tuvieron dos hijos y dos hijas; evidentemente fueron hijos de fornicación, o sea, Gomer siguió ejerciendo la prostitución, y los hijos que parió no sabemos quién los engendró. Esos hijos son malditos y reciben nombres execrables.
Pasado un tiempo, vuelve el Señor a hablar a Oseas, y le dice: «Ve aún y ama a una mujer que ha sido amada por su amante, y ha sido adúltera: así como Yahveh ama a los hijos de Israel y ellos vuelven sus ojos hacia los dioses ajenos y aman el hollejo de las uvas». A esta la compró por 15 siclos de plata y un coro y medio de cebada (unos 300 kilos, o sea 6 sacos de cereal), pero el trato era que debía permanecer casta por una temporada, y lo mismo haría Oseas. Al cabo del tiempo tendrían una relación normal, guardándose fidelidad, para simbolizar la reconversión del pueblo de Israel.
El resto del libro es una pesadísima jeremíada donde el profeta cumple a la perfección su papel de agorero palizas.
El final lo resume todo: «Porque los caminos del Señor son rectos, y por ellos andarán los justos: más los prevaricadores hallarán en ellos su ruina».
Nada nuevo bajo el Sol; y más de lo mismo nos ofrecen los restantes libros proféticos de Joel, Amós y Abdías: lamentaciones, amenazas, ruegos a la conversión y a la vida virtuosa (o sea sumisa) admoniciones y negros presagios.
JONÁS
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«El Señor habló a Jonás, hijo de Amati; y dijo: -"Anda y ve a Nínive, ciudad grande, y predica en ella, porque el clamor de sus maldades ha subido hasta mi presencia. Jonás, empero, tomó el camino de Tarsis, huyendo del Señor; y así que llegó a Jope halló una nave que se hacía a la vela para Tarsis; pagó su flete, y entró en ella con los demás para llegar a Tarsis huyendo del Señor».
Pero menudo es Yahveh como para que le tomen el pelo; cual Neptuno airado, envía la tormenta perfecta sobre el frágil barquichuelo, y la cosa termina con el prófugo Jonás arrojado por la borda. Una vez que el hebreo se zambulló en el Mare Nóstrum, pasó la tormenta y renació la calma. «Y había el Señor preparado un pez grande para que se tragara a Jonás; el cual estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez. E hizo Jonás oración al Señor Dios suyo desde el vientre del pez. [...] El Señor, al fin, dio la orden al pez, y éste vomitó a Jonás en la ribera».
Así que no le queda otra, y enfila hacia Babilonia. «Era Nínive una ciudad grandísima que tenía tres días de camino. Y comenzó a recorrer la ciudad, y anduvo por ella un día clamando y diciendo: -"De aquí a cuarenta días Nínive será destruida".
Y creyeron los ninivitas en la palabra de Dios, y publicaron el ayuno, y vistiéronse todos, chicos y grandes, de saco».
Y no paró esta locura conversa en el populacho; también su majestad el rey cayó en arrebato místico:
«Viendo pues, Dios, las obras de penitencia que hacían, y cómo se habían convertido de su mala vida, movióse a misericordia, y no les envió los males que había decretado».
Y Jonás piensa -con razón- que para este viaje no hacían falta alforjas, y que es mejor que Dios lo mate, porque esta tomadura de pelo es un profundo deshonor. Luego se fue a las afueras de Nínive y se construyó una chabola para vivir; pues suponemos que a estas alturas está pobre como las ratas. Y Yahveh, magnánimo como es, hizo crecer una yedra que le daba agradable sombra; y Jonás se alegró sobremanera, porque el Sol pegaba de justicia. Mas, a la noche, el Señor envió al gusané, que se comió las raíces de la yedra, y al día siguiente estaba seca. Ello acompañado de un viento solano que fundía las piedras. Jonás, exhausto, sediento y abrasado por el infernal calor, vuelve a pedir a Yahveh que acabe de una vez con su mísera existencia, pues es preferible la muerte a esta lenta y despiadada tortura. Y responde el buen Dios, guasón como es,: «tú tiene pesar por la pérdida de una yedra que ningún trabajo te ha costado, ni tú la has hecho crecer; pues ha crecido en una noche y en una noche ha perecido, ¿y no tendré compasión de Nínive, ciudad grande, y en la cual hay más de ciento veinte mil personas, que no saben aún discernir la mano derecha de la izquierda y un gran número de animales?»
Y aquí termina la historia, no sabemos si Jonás se tiró al Tigris o se hizo adorador de Belcebú. Lo más probable es que acabara sus días borracho como una cuba.